La batalla de Solferino

La Batalla de Solferino
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Batalla más sangrienta del siglo XIX
Fecha 24 de junio de 1859
Lugar Poblado de Solferino

La batalla de Solferino. Importante batalla librada en el pueblo del mismo nombre perteneciente a Lombardía en 1859 en la que participaron alrededor de 216 000 soldados entre franceses e italianos contra los ejércitos del Imperio austriaco y de la Alianza Franco Piamontes que ocupaban el país. En ésta batalla es que a través de Henri Dunant se crea un movimiento humanitario mundial con características muy particulares: El Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja.

Historia

Los piamonteses, tras su derrota ante Austria en la primera guerra de la Independencia italiana, reconocen su necesidad de aliarse. Esto llevó a Camillo Benso, conde de Cavour, primer ministro del Reino de Piamonte-Cerdeña, a tratar de establecer relaciones con otras potencias europeas, en parte a través de la participación de Piamonte en la Guerra de Crimea.

Después de la guerra de Crimea se realiza una conferencia de paz en la ciudad de París, Camillo Benso intenta llamar la atención sobre los esfuerzos de la Unificación de Italia. Ve en Francia y el Reino Unido ser comprensivos, pero no como para ir en contra los pretensiones austríacas, ya que cualquier movimiento hacia la independencia de Italia necesariamente amenazaría el territorio de Lombardía-Venecia de Austria. Las conversaciones privadas entre Napoleón III y Benso después de la conferencia identificaron a Napoleón como el candidato más probable, pero no comprometido como para ayudar a Italia.

El 14 de enero de 1858, Felice Orsini, un italiano, intentó asesinar a Napoleón III. Este intento de asesinato generó una simpatía generalizada por el esfuerzo de unificación italiana, y tuvo un profundo efecto en el propio Napoleón, quien ahora estaba decidido a ayudar a Piamonte contra Austria para desactivar las actividades revolucionarias más amplias que los gobiernos dentro de Italia podrían permitir que sucedieran en el futuro. Después de una reunión secreta en Plombières, Napoleón III y Camillo Benso firman un tratado secreto de alianza contra Austria: Francia ayudaría a Cerdeña-Piamonte a luchar contra Austria si era atacada, y Cerdeña-Piamonte le daría a cambio a Francia a Niza y Saboya. Esta alianza secreta sirve a ambos países: ayuda con el plan sardo (piamontés) de unificación de la península itálica bajo la Casa de Saboya, y así debilita a Austria, un violento adversario del Segundo Imperio Francés de Napoleón III.

Camillo Benso, incapaz de conseguir la ayuda francesa a menos que los austríacos atacaron primero, provocó a Viena con una serie de maniobras militares cerca de la frontera. Austria emitió un ultimátum el 23 de abril de 1859, exigiendo la completa desmovilización del ejército sardo y, cuando no fue atendida, Austria comenzó una guerra con Cerdeña (29 de abril), atrayendo así a Francia al conflicto.

La batalla

Para la liberación del territorio italiano de la dominación austriaca acontece una batalla en el territorio de Soferino, entre la alianza de franceses e italianos contra el ejército Austriaco. Éste fue el último episodio de la Segunda Guerra de Independencia Italiana y el punto de partida para la unidad italiana. La victoria de las tropas franco-piamontesas sobre Austria abrió las puertas para la independencia.

Los efectivos en combate eran 320.000 hombres y 900 piezas de artillería; la línea de batalla tenía 28 km de extensión, la batalla duró más de quince horas.

El ejército austriaco soporta aparte de la difícil y fatigosa marcha de toda la noche del 23, el violento choque de los ejércitos aliados contra él, y padecer después el excesivo calor de una temperatura sofocante, así como el hambre y la sed, pues la gran mayoría de aquellas tropas no había tomado alimento alguno.

Los primeros disparos de fusil estallan poco después de las 3 de la madrugada; a las 6 de la mañana la batalla ya ha alcanzado una violencia extrema; un tórrido sol apabulla a unos trescientos mil hombres que se matan entre sí, el ejército aliado inició su avance sobre las tropas austríacas, las cuales se habían preparado para una férrea defensa tomando posiciones en Solferino y en dos pueblos cercanos: Medole y Cavriana. Por la tarde, los austríacos abandonan sus posiciones unas tras otras; al caer la noche, más de 6.000 muertos y de 40.000 heridos yacen en el campo de batalla.

Dunant narra en su libro

Desde el comienzo ya se pudo dilucidar la crueldad de la batalla cuando, decididos a tomar los primeros palmos de terreno, los jinetes aliados pisotearon a cientos de heridos de ambos bandos para conseguir cargar contra su enemigo. «Las herraduras de los caballos aplastaron a muertos y a moribundos; un pobre herido tenía la mandíbula arrancada, otro tenía la cabeza escachada, un tercero, a quien se podría haber salvado, tenía el pecho hundido».

No hubo piedad, pues un segundo de retraso podía significar una horrible derrota para cualquiera de los dos bandos. Así, entre sangre y gritos, se desarrolló la batalla durante horas hasta que, después de sufrir una ingente cantidad de pérdidas a base de mosquete y metralla de cañón, los austríacos empezaron a ceder sus posiciones.

Tras la toma de Cavriana a bayoneta calada, los aliados iniciaron la ofensiva definitiva sobre el cementerio y la torre de Solferino. «Viendo que faltaba a las tropas austríacas una decidida y homogénea dirección de conjunto, el emperador Napoleón ordenó […] atacar simultáneamente […] Solferino […] para presionar contra el centro enemigo».

Finalmente, y mientras el capellán del emperador caminaba entre los miles de heridos ofreciendo palabras de consuelo, las fuerzas aliadas tomaron Solferino. Bajo una espesa lluvia que apareció de improviso, las tropas austríacas no tuvieron más remedio que abandonar la contienda. Así, el final de los combates lo marcó el sonido de los fusiles y espadas de los vencidos cayendo sobre el suelo, una dulce balada para Napoleón III.

«Tras haber cedido el centro austríaco y cuando el ala izquierda ya no tenía esperanza alguna de forzar la situación de los aliados, se decidió la retirada general y el emperador se resignó a encaminarse, con una parte de su estado mayor, hacia Volta […]. Para algunos regimientos, la retirada se convirtió en una desbandada total. Los servicios sanitarios de los ejércitos que se enfrentaban eran evidentemente insuficientes y reacios a prestar ayuda al combatiente adversario, sin embargo en Solferino había un hombre que impresionado ante el abandono de los heridos a su sufrimiento, decidió sin demora instar a la población a prestar ayuda a las víctimas sin discriminación del bando a que pertenecían.

Como resultado de la jornada del 24 de junio de 1859, hubo, muertos o heridos, de los ejércitos austríaco y franco-sardo, 3 mariscales de campo, 9 generales, 1.566 oficiales de todas las graduaciones, de los cuales 630 austríacos y 936 aliados, y unos 40.000 soldados o suboficiales.


Trascendencia

La batalla tuvo un alcance mayor. "Solferino marcó la victoria definitiva del concepto de soberanía popular sobre el de legitimidad monárquica. Asimismo una de las últimas batallas donde estuvieron presentes - en calidad de comandantes supremos de las tropas - los soberanos de las potencias en guerra: Napoléon III por Francia, Francisco José I por Austria y Victor Emmanuel II por el Piamonte.

Fuentes