La gitana tropical (pintura de Víctor Manuel, 1929)

Plantilla:Obra plástica o arquitectónica

La Gitana tropical (1929) es la obra cumbre de Víctor Manuel, una suerte de rostro de la pintura cubana de todos los tiempos que realizó en su segundo viaje a París.

Pintada en París, Gitana tropical pertenece a los años iniciales del pintor Víctor Manuel García cuando su pintura ejerce un servicio de sacudida y fundación.

Aquí están presentes los componentes esenciales de su imaginación plástica: Gauguin como punto de partida de su percepción poética; una discreta presencia cezanniana; los primitivos italianos, Modigliani, Marie Laurencin.

Pero su definitivo carácter americano es puesto de relieve por el propio autor: “Es una mestiza, una mulata, pero le puse ojos rasgados de india del Perú, de México...”. Tan heterogéneos ingredientes son recompuestos a partir de una intuición unitaria que convierte a esta obra en el símbolo central de la poética victormanuelina.

El artista al referirse a este y otros rostros femeninos que su pincel recreó diría: las mulatas cubanas tienen mucho de Gitanas.

Gitana tropical es la imagen que más fascinación ha ejercido entre los espectadores, al punto de convertirse, como una especie de Gioconda americana, en el primer clásico del Modernismo pictórico cubano.

Pintar era todo lo que le importaba a Víctor Manuel, este precursor del Arte moderno en Cuba, al redescubridor de la identidad nacional, nacido en La Habana en 1897, hijo de un empleado de la Academia de San Alejandro frecuentó sus aulas desde los doce años de edad.

En 1924 presenta su primera muestra, viaja a Europa al año siguiente.

En Montparnase, un grupo de artistas lo bautiza como Víctor Manuel. Para el cubano, los artistas debían ser hijos de su época y pintar tan solo cuando existiese una relación afectiva verdadera entre el pintor y el objeto de su representación, de ahí que pudieran captar en sus representaciones plásticas los sentimientos de los primeros veinte años de vida republicana, idea que hicieron suya los pintores ya mencionados.

Regresó a La Habana en 1927 y expuso en la Asociación de Pintores y Escultores; el público irrumpió en los salones. Era el anuncio de la modernidad. Recreó hasta el cansancio sus temas: mujeres de piel canela, de mirada nostálgica y paisajes de los alrededores de La Habana.

Viaja nuevamente a Europa, y en 1929 pinta en París su lienzo Gitana Tropical, que aún hoy después de ocho décadas de creada sigue fascinando. Este retrato femenino, pintado al óleo con colores vivos y luminosos, es el primer clásico del modernismo pictórico cubano. Refleja a una exótica mestiza de gruesos labios rojos, una mezcla de mulata cubana con cabello y ojos indígenas.

El azul es el color que predomina en la composición cromática, que se inserta con la seguridad de transmitir frescura. Las pinceladas largas se entretejen y revelan pequeños toques de blanco y gris. Las toscas líneas negras con que el artista perfila los contornos son elementos fauvistas. La elaboración del paisaje no deja de sorprender. Entre los árboles que están en segundo plano, se puede divisar una que otra figura humana. Esta obra ha sido considerada la Mona Lisa del Caribe.

Esa mujer seductora que es la imagen de la feminidad caribeña y la sensualidad latina, muestra a la vez una mirada nostálgica y amable, que nos observa y dialoga con nosotros, que sigue deslumbrando como el primer día.

Los poetas, mucho más agudos, por lo general, que los especialistas, han sabido captar esa engañosa sencillez, esa espiritualidad de su Gitana mil veces rehecha y ese modo de jugar, con un fragmento de la ciudad o del campo, para tratar de apresar la fluencia del tiempo y de la vida. Así lo demuestra Nicolás Guillén en ese texto que le dedica en la sección Salón Independiente de su libro La rueda dentada. A lo largo de cinco estrofas, la música va llenándose de un tono elegíaco suave y persistente, como una especie de canto trovadoresco en memoria de uno de los hombres que dio luz y sabor singulares a La Habana y a Cuba toda:

Con un ángel amarillo
y un sinsonte de papel,
pasa envuelto en suave brillo
Víctor Manuel.

Entre un ángel amarillo
y un sinsonte de papel
yace envuelto en suave brillo
Víctor Manuel.

Fallecido en L969, Víctor Manuel nos dejó una valiosa obra en la que resaltan obras como “Dos mujeres y paisaje”, “Cabeza sobre fondo azul”, “Dos figuras” y, por supuesto esa obra maestra que es su “Gitana tropical”.


Fuentes: http://laventana.casa.cult.cu/modules.php?name=News&file=article&sid=4887

             http://www.soycubano.com/bijirita/avisuales/gitana_tropical.asp