Levantamiento del 5 de septiembre de 1957 en Cienfuegos

Plantilla:Hechos

Alzamiento armado del 5 de Septiembre en Cienfuegos, tuvo lugar el 5 de septiembre de 1957 como respuesta a las atrocidades que venia llevando a cabo la dictadura militar de Fulgencio Batista con el fin de liquidar cualquier intento de sublevación popular en contra del régimen.


Un poco de historia


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Combatientes del 5 de Septiembre

Cienfuegos no desmereció de su tradición histórica; muchos de sus habitantes participaron en las guerras de independencia; sin embargo, hasta el 5 de septiembre de 1957, en la bella ciudad no ocurrieron acontecimientos relevantes que la hicieran figurar en los primeros planos del devenir nacional. La epopeya de aquellos días quedó recogida para siempre en las tradiciones combativas del heroico pueblo cienfueguero.La operación de toma del Distrito Naval del Sur se llevó a cabo en la forma prevista varios años antes.

Alrededor de las cinco y veinte de la mañana del jueves 5 de septiembre de 1957, bajo una persistente llovizna, los marineros Laureano Carrillo Rodríguez y Alberto Enamorado Moreira que estaban de guardia en la posta #1, que daba acceso al Cayo, vieron acercarse a dos hombres. Encendieron el reflector y reconocieron al cabo Santiago Ríos y al marinero Eleuterio Arquet Calaña, quienes, para justificar su presencia en horas tan tempranas, inventaron sendas mentiras. Ríos dijo tener problemas estomacales, por los excesos de las festividades del día anterior, mientras Arquet Calaña contó que había tenido un disgusto con su esposa por lo que salió temprano de la casa.

Los dos hombres entraron en la instalación y se cruzaron con el cabo Luis F. Acea Zerquera, clase de guardia, que estaba preparando el café, se sentaron en un banco cercano a los dormitorios y unos minutos más tarde Ríos se dirigió hacia los servicios sanitarios, al salir, se encaminó hacia el Cuerpo de Guardia en compañía de Calaña.
Allí se encontraba el suboficial José R. Lapido Duray con los pies sobre el escritorio, el cual también se extrañó de la presencia de los marineros en horas tan tempranas. Como respuesta, Ríos se encaminó hacia un bebedero cercano, pero al pasar junto a una silla, donde estaba recostada una ametralladora thompson, se apoderó de ella y encañonó al suboficial, en tanto le informaba que se trataba de un levantamiento contra el gobierno y que si quería podía sumarse, a lo que este se negó, por lo que fue detenido. También lo fue el cabo Roberto Guimerá Díaz, mientras el cabo Acea Zerquera, se sumó a la conspiración.
Ríos y Calaña continuaron hacia un cuartico donde dormía el oficial de guardia, alférez de fragata José Caballero Casas, quien al ser despertado pensó que se trataba de una broma, pero al percatarse de lo que sucedía, rehusó sumarse al levantamiento y fue detenido.

Mientras esto ocurría, el cabo de señales Juan J. Arbelo Zabaleta fue hacia la telegrafía, desconectó la placa de bocina y trasmitió un cifrado (WD) que en la clave vigente de la Marina de Guerra quería decir: "La Unidad se encuentra en grave peligro, necesito ayuda inmediata". Y a continuación emitió la señal internacional de socorro S.O.S.

Ello obedecía a que desde las 21: 00 horas del 4 de septiembre, el Jefe del Estado Mayor General había impartido a las unidades de mar y tierra más importantes del país, órdenes de extremar las medidas de seguridad en sus respectivos mandos, y esto obedecía a que, por distintas vías, se tenía información de la existencia de movimientos conspiradores y acciones callejeras, en todos los cuales estaban involucrados uniformados. En el caso del Cayo existió otro elemento, pues esa noche, otro de los telegrafistas, el sargento Hernández, llegó de madrugada al Distrito y en la calle detectó un movimiento inusual de civiles. Informó de esto al oficial de guardia, que no dio importancia al asunto pero posteriormente Hernández lo comunicó a Zabaleta.

El cabo Ríos se presentó ante Julio Camacho y Dionisio San Román, e informó que la instalación estaba en manos de los revolucionarios. Camacho acompañado por San Román y Merino, que portaba una ametralladora, thompson se dirigió hacia el segundo piso donde dormía el Jefe del Distrito Naval del Sur, coronel Roberto Comesañas, al cual hizo prisionero. Merino quedó breves momentos custodiando al detenido y cuando San Román regresó estaba vestido con el uniforme de Comesañas.

La inmensa mayoría de los marineros y clases con que contaba el Distrito Naval del Sur se sumaron al levantamiento, mientras solo una minoría de oficiales lo hicieron, entre ellos el alférez de navío Dimas Martínez Padilla; el teniente Jardines, sanitario; el subteniente Pedro J. Ibáñez Loyola; el alférez de fragata José Ramón Quesada; además del capitán del puerto de Cienfuegos, Alejandro González Brito. El capitán Cuadras Garrote decidió más tarde introducirse por propia voluntad en el calabozo de los detenidos.

En la calle, frente a la entrada del Distrito, se congregaba un número creciente de vecinos de Cienfuegos, que enterados por distintas vías de lo que ocurría en Cayo Loco, venían a pedir armas para participar en el levantamiento popular. En esta oportunidad, Camacho se trasladó al lugar en el estribo de uno de los camiones que salían a cumplir misiones en la ciudad y, tomando como tribuna un bidón, explicó que en esos momentos no disponía de más armas para ser distribuidas al pueblo.

Las acciones en Cienfuegos

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El pueblo de Cienfuegos cuando acudía a la estación de la Policía Nacional a buscar armas para apoyar a los sublevados.

El primer grupo en salir a cumplir misión fue el encargado de detener al jefe del Escuadrón 33 de la Guardia Rural comandante Eugenio Fernández Rodríguez, que radicaba en el cuartel "Higinio Esquerra".
Laureano Carrillo, uno de los participantes de la misión, recuerda que los compañeros Camacho y San Román ordenaron al cabo Santiago Ríos que designara varios marineros para cumplir esta tarea.

El segundo grupo que salió del Distrito recibió la misión de tomar la Policía Marítima, donde contaban con varios complotados organizados en una célula del Movimiento Revolucionario 26 de Julio. Se designó como jefe al sargento Alberto Ríos Mayea y lo acompañaban el sargento Ramón J. Lapido Fernández y los marineros Juan José Murga Cristo, Rodríguez Leyva, Manuel Murga Cristo y otros miembros del Movimiento Revolucionario 26 de Julio. Estos partieron del Cayo en el camión del Distrito, al que se le instaló una ametralladora calibre 30, pero gracias a la actuación de los conspiradores de la Policía Marítima que se apoderaron de las postas, estas se tomaron sin necesidad de efectuar un solo disparo.

Las armas ocupadas fueron repartidas de inmediato entre la población cienfueguera que se congregó en el lugar para sumarse al levantamiento. Los miembros de la Policía Marítima que no se incorporaron, incluyendo al jefe, comandante Luis Seijas Batet, fueron trasladados al Cayo en el propio camión del Distrito.

El tercer grupo operativo, bajo el mando del sargento Galo Mederos Soto, salió de Cayo Loco en dos camiones, uno de los cuales llevaba una ametralladora calibre 30. Su misión era rendir la Estación de Policía, situada frente al parque Martí, en el centro de la ciudad.

La Estación de la Policía Nacional estaba situada en el mismo edificio del Ayuntamiento Y contaba, al comenzar las acciones, con cuarenta hombres, bajo el mando del comandante Antonio Ruiz Beltrón y como segundo el capitán Carlos Alegret Martínez; los primeros tenientes Pablo Álvarez Cabrera y Ramón D. García Jiménez; dos sargentos, tres cabos y los restantes, vigilantes. El armamento consistía en carabinas Kraggs Mod.98, ametralladoras thompson, más de 6 000 cartuchos calibre 30 y más de 300 calibre 45.

El último grupo que partió a cumplir misiones desde Cayo Loco, dirigidos por Miguel Merino Márquez, recibió la orden de rendir el Escuadrón 33 de la Guardia Rural.

De inmediato cayeron las estaciones de la Policía Marítima y la Policía Nacional, el Ayuntamiento y otros puntos. Aunque no pudieron tomar el cuartel de la Guardia Rural, los soldados se encerraron allí y la ciudad quedó en manos de los rebeldes por espacio de 24 horas. Luego, la tiranía lanzó sobre Cienfuegos a sus tropas que ametrallaron y bombardearon indiscriminadamente los barrios, y causaron decenas de muertos, heridos y mutilados entre la población.


Repercusión

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Monumento conmemorativo por los sucesos del 5 de septiembre que llevaron al pueblo sureño a la mayor sublevación de su historia.

Lo más significativo de este hecho fue precisamente que el pueblo tomó las calles en contra de la dictadura. Aunque en lo interno esta acción resultó un revés para el movimiento en Cienfuegos, que desde entonces quedó prácticamente neutralizado, en sentido general representó una victoria para la lucha, por su tremenda repercusión nacional y el hecho de que, durante horas, fue un territorio libre, el primero de la Revolución en el país.



Fuentes