Libro electrónico

Libro electrónico
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  Libro Electrónico. También conocido como e-book, ecolibro o libro digital, es una versión electrónica o digital de un libro, es una publicación cuyo soporte no es el papel sino un archivo electrónico, su texto se presenta en formato digital y se almacena en diskette, CD-Room o en Internet, permite incorporar elementos multimedia como vídeo, audio, y en el caso de Internet, posibilita enlaces a otras páginas de libros digitales de la red.

Seguridad en el libro electrónico

Para paliar el miedo del mundo editorial frente a la posible pérdida de derechos sobre el contenido de sus obras, Adobe ha creado un complejo sistema de seguridad encuadrado dentro de los sistemas de "gestión de derechos digitales" (DRM). La seguridad de este sistema, además de proporcionar ingresos extra a Adobe, alienta a editoriales como Pearson, Dykinson o Editorial MAD la edición de títulos técnicos. Sin embargo otras editoriales como O'Reilly ofrecen sus libros sin DRM, respetando los deseos y derechos de sus lectores.
Los sistemas DRM incluyen restricciones a la libertad de leer los libros en dispositivos distintos de los que se especificaron o incluso limitaciones por fecha e incluso pueden llevar al borrado de libros ya comprados, como en el caso de Amazon con el libro  de George Orwell, que incluso dió lugar a demandas.

La magia de la tinta electrónica
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Lo primero y fundamental es explicar brevemente qué es la tinta electrónica.A diferencia de una pantalla de ordenador normal, una pantalla de tinta electrónica no emite luz. Son dispositivos pasivos, lo que quiere decir que reflejan la luz -natural o artificial- que tenemos alrededor y así vemos lo que tienen “dibujado”. El principio es exactamente el mismo que el de una hoja de papel. Tan exactamente igual que, como una hoja de papel, ¡la tinta electrónica no es visible en la oscuridad! Necesitamos un foco de luz que incida en la pantalla, de la misma manera que lo necesitaríamos con el papel normal. Es esta propiedad la que hace tan interesante a la tinta electrónica, ya que la fatiga visual de leer en una pantalla de éste tipo es la misma que la de leer en papel, y muchísimo menor que la de leer en un dispositivo activo (que emite luz que viaja a los ojos) como lo es cualquier tipo de monitor, incluyendo las pantallas planas LCD.

Dispositivos que permiten su lectura

Existen tres dispositivos que te permiten la lectura de este tipo de libros:

Computadora personal

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Requieres:Un programa lector como Microsoft Reader o Acrobat Reader Conexi—n a Internet.

e-Book

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Requieres:Un programa lector como Microsoft Reader o Acrobat Reader Conexi—n a Internet (estos dispositivos port‡tiles se pueden conectar a travŽs de una l’nea telef—nica o por medio de una red LAN).


PDA

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Requieres: Un programa lector como Palm Reader o Isilo Conexi—n a Internet o bien algœn enlace con una computadora personal que te permita obtener libros digitales.



14 problemas de un libro electrónico

Algunos de los más importantes son, sin duda, los que tienen que ver con los soportes de lectura, con los libros electrónicos, con los e-readers, con sus formatos e incompatibilidades, con su radical incompetencia para ofrecer, por ahora, lo que un libro analógico resolvió hace ya tiempo. Es posible que haya más, o que otros piensen que no lo son tanto, pero se debería  hablar de los catorce problemas más uno:

  • No existe ningún lenguaje ni especificación capaz de transformar de manera precisa un formato original de partida, con acierto y proporción, a la multiplicidad de tamaños de pantalla de los distintos soportes de lectura digital; no existe un lenguaje capaz de seleccionar dinámicamente, en función del tamaño de la composición original y del área de visualización del soporte de llegada, una fuente, un cuerpo y un formato mínimamente legibles. Esto, claro, genera problemas de legibilidad, afea los textos e impide que puedan consultarse con un mínimo de calidad textos complejos, por no mencionar que hace imposible la legítima aspiración de cada editor a que el libro electrónico respete la identidad gráfica de la editorial.
  • Los mecanismos de navegación de los libros electrónicos son todavía básicos, porque no permiten decidir cómo queremos consultar el contenido de un libro, si se quiere paginarlo, consultar el índice y, a través de él, acceder a sus páginas, etc. El Daisy Consortium viene desarrollando hace tiempo especificaciones del tipo TOC NCX para enriquecer la experiencia de la navegación, pero por ahora no ha sido incorporada a ningún otro estándar.
  • No existe ningún mecanismo universal establecido por el que las acciones de un usuario sobre el texto que lee (marcar un página, realizar anotaciones, etc.) puedan ser almacenadas y reutilizadas, independientemente o no del texto principal.
  • No existe un soporte específico para los elementos paratextuales que acompañan a los textos principales -glosarios, notas y referencias, bibliografías, sistemas de referencias cruzadas, etc.-, lo que representa un grave problema para la edición científico profesional y para los libros de texto.
  •  Faltan desarrollos para soportar los alfabetos de otras lenguas menos comunes -lo que no sería el caso- y, sobre todo, la incorporación de reglas sintácticas básicas que administren cabalmente la partición de palabras, de líneas, etc. El desdén con que se ha tratado este asunto hasta ahora convierte a la mayoría de los textos en amalgamas indiferenciadas o en un desfile de líneas desvinculadas y alienadas.
  •  La mayoría de los dispositivos no poseen interactividad de ningún tipo ni toleran la reproducción de medios distintos al textual, lo que limita severamente su capacidad para ser utilizados como libros de texto interactivos. Suele ocurrir, al contrario, que, tal como viene anunciando la prensa , se conformen con volcar pasivamente los textos digitalizados a soportes que no permiten interactividad de ninguna clase, lo que no es otra cosa que vinos viejos y en nuevas botellas.
  • No existen desarrollos universales que hayan resuelto satisfactoriamente la representación del lenguaje matemático, lo que limita de nuevo el ámbito de su posible aplicación.
  •  El PRISM es el formato que la industria de las publicaciones periódicas se dio para intentar distinguir las unidades mínimas elementales dentro de una cabecera, es decir, los artículos. La mayoría de los lenguajes de los libros electrónicos no lo entienden ni saben distinguir esa unidad mínima, lo que dificulta la manipulación y gestión de las revistas.
  •  Siendo ONIX for Books el “estándar internacional diseñado para la codificación y el intercambio electrónico de información bibliográfica y comercial orientada a la industria del libro”, es decir, la estructura de metadatos que la industria editorial maneja, no existe lenguaje en los libros electrónicos que lo soporte.
  •  No se han desarrollado con la suficiente finura la sincronización entre los distintos tipos de medios que pueden ser teóricamente reproducidos en un lector digital: algo tan sencillo como practicar la lectura en voz alta resaltando la correlación entre el grafema y el fonema, entre la letra y su sonido, que serviría para instruir en la lectura a los más pequeños, es algo que no ha sido todavía resuelto.
  •  Es urgente y necesario estandarizar, si es que se usan, los DRM.
  • Parece existir una completa desconexión entre los estándares que se desarrollan para la web y sus navegadores y los estándares que se utilizan para los libros electrónicos: los sistemas de lectura de contenidos en la web apenas coinciden con los sistemas que utilizamos en los dispositivos de lectura digital.
  • No existen plataformas de desarrollo abiertas para que puedan incorporarse mejoras y aplicaciones que incrementaran el valor del soporte y enriquecieran la experiencia de la consulta y la lectura o, por qué no, de la compra y la adquisición de contenidos o servicios relacionados.
  • Aunque sigue existiendo un organismo internacional, el International Digital Publishing Forum, que al principio se llamó Open Ebook Forum, y que nació, precisamente, como resultado de los estrepitosos fracasos de la primera generación de libros electrónicos, se sigue en las mismas: descoordinados, haciendo cada cual la guerra por su cuenta, sin terminar de entender que la coordinación, la cooperación y la transversalidad son esenciales en la economía digital.

Fuentes

 http://www.ciberhabitat.gob.mx/biblioteca/le/lectura.htm
 http://pjorge.com/2010/01/19/libro-electronico-dispositivos

 http://jamillan.com/celill.htm

 http://jamillan.com/celill.htm