Los Coaiqueres

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Los Coaiqueres
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Concepto:La comunidad indígena Coaiquer es una de las pocas tribus que subsisten en su estado primitivo y sobre la cual se ciernen muchos peligros que amenazan con su extinción. Estos tienen su asiento principal sobre una empinada cuesta en la margen izquierda del río Guiza.

Los Coaiqueres

Denominación del grupo

El grupo aparece mencionado como Coaiquer y Cuaiquer por los españoles, quienes lo denominaron así por poblar lugares aledaños a este río; posteriormente algunos investigadores, entre ellos Lehmann y Aragón, le dieron la fonética inglesa Kwaiker y Kwayker. Ellos se autodenominan Awa, que en su lengua (AWA PIT) significa gente; agregan la palabra INKAL, que quiere decir montaña; o sea gente de la montaña. Dado que el grupo es tradicionalmente conocido como CUAIQUER y el nombre de AWA no está difundido, se ha optado por referirse a ellos con los dos nombres para evitar confusión en los lectores, por las referencias bibliográficas que indistintamente los emplean.


Ubicación

Los Awa-cuaiquer están dispersos en múltiples asentamientos que cubren alrededor de 500.000 hectáreas, desde el pie de monte cordillerano hasta los 1.800 metros de altura. Se extienden a partir del río Telembí, en Colombia, y llegan al noroccidente de la República del Ecuador.

Familia linguística

Los Awa-cuaiquer pertenecen a la familia lingüística Chibcha y algunos investigadores asumen que es el único vestigio actual de la lengua Pasto (Jijón y Caamaño) y (Paz y Miño). No obstante, Sergio Elías Ortiz y Lehmann plantean una vinculación de esta lengua con Mesoamérica, en tanto que existe una relación directa con la cultura Tumaco, de lo cual no hay duda y se demuestra con las evidencias arqueológicas y etnográficas en numerosos trabajos. Esa hipótesis continúa vigente y aunque no existen evidencias lingüísticas se ha establecido una estrecha asociación etnográfica entre Colorados, Cayapas (Ecuador) y los Awa-cuaiquer con grupos centroamericanos; reviviendo viejas teorías de Paul Rivet en 1904 y Lehmann en 1949 se establece que todo el litoral Pacífico fue poblado por una sola cultura, cuyos orígenes están en alguna zona de la América Central.

Demografía

No hay acuerdo entre los investigadores en lo que respecta al número de indígenas Awa-cuaiquer, lo cual se debe a la dispersión de la población en un área aproximada de 500.000 Has., asentada, por lo general, en áreas de difícil acceso, a lo que se suma la dificultad de establecer diálogos con los indígenas. Ortiz en 1937 calculó 2.000 indígenas en 1936 y West en 1957 coincidió con este número. Lehmann en 1964 calculó 3.000. Osborn en 1970 estimo una población de 3.500 individuos. Aragón en 1974 hace referencia a 6.500 personas.


Osborn de nuevo en 1986 plantea un total de 12.000 indígenas; cifras que conducen a pensar en un incremento de la población. En las investigaciones de Cerón en 1988 se contabilizo 54 asentamientos de mayor población indígena en las cuencas de los ríos San Juan, Cungupi, Nulpe, Vegas, Güiza, Ramos, Gualcalá y Mira suman 4.366 habitantes que corresponden al 60% del total, pues no se incluyen las cabeceras de los ríos Telembí, Rosario y Mexicano.Es decir, la población indígena Awa-cuaiquer en Colombia sería de unas 7.276 personas y una densidad de 1.8 Hab/km2.En la República del Ecuador, según datos de Carrasco en 1984, hay 951 indígenas, para un total de 8.227 en los dos países.

Reseña histórica y situación actual

Poco se sabe de los indígenas de la costa del Pacífico de Nariño en el momento de la conquista. Se presume la existencia de grupos dispersos con rasgos culturales homogéneos que respondían a un proceso similar de adaptación al ecosistema de la selva pluvial tropical. Los conquistadores los llamaron a todos Barbacoas, por el estilo de las viviendas, pero distinguen 4 grupos principales, con denominaciones de los ríos donde habitaban: Sindaguas, Telembíes, Barbacoas e Iscuandés. Estos grupos realizaban largos viajes para intercambiar mercancías; por mar, recorrían la costa hasta el Ecuador y Perú; hacia el interior trocaban sal por los productos de tierra fría.

El primer contacto de los españoles en la costa se realizó alrededor de 1525, cuando las huestes de Pizarro en su trayecto entre Panamá y Perú se establecieron en la isla Gorgona y la isla del Gallo frente a Tumaco, a fin de abastecer provisiones y reparar embarcaciones (Díaz del Castillo 1928. Este proceso se afianzó mediante la fundación de pueblos tales como Santa Bárbara, puerto de la isla del Gallo y la Villa de Compostela en el continente, Valle de Saija (1534). Dichas fundaciones, que consistían en fuertes militares, tuvieron corta vida por las dificultades de aprovisionamiento, clima malsano y la capacidad militar de los indígenas quienes se organizaban para las operaciones de guerra. Además de los 4 grupos antes mencionados, existían otros pequeños confederados como los Cochua, Pichilimbí, Cuxlex, Pus y Puscajaes según un documento del siglo XVII. West en 1957 menciona otros grupos entre ellos los Culpes, Panga, Guelmanbi, Cuasminga, Chupa, Guapi y Boya, los cuales, se anota, hablaban dialectos poco diferenciados de una lengua común en la región. Otros relatos mencionan a los Nulpes, Pialapies, Coaiqueres, Puntales y Mayasqueres, habitantes de las partes altas en los ríos.

Dada la ponderación con que los cronistas y misioneros describen la abundancia de oro que los indios utilizaban en sus utensilios, armas y herramientas, el área fue objeto de diversas incursiones, entre ellas la de las tropas de Almagro por la costa ecuatoriana; otros vinieron desde Popayán siguiendo el curso del río Patía y las expediciones de Belalcázar procedentes de Quito. De otra parte, también se encuentran referencias de personas negras que al fugarse de los fuertes militares y barcos que anclaban cerca llegaban a la costa. Estos episodios culminaron con la fundación de Esmeraldas en Ecuador en 1580, Madrigales en 1582 y Barbacoas en 1607, en territorios de los indios Sindaguas. La penetración española desde la sierra fue persuadida por los misioneros, quienes facilitaron el establecimiento de encomiendas a lo largo del río Mayasquer (hoy río San Juan), donde se fundaron los caseríos de Mayasquer, Santos de Hutal (hoy Untal), Santiago de Chical, Natividad de Nuestra Señora de Quinrul. Se afirma que en estos reductos había más de 600 indígenas en 1601, bajo la tutela de los padres Mercedarios que tenían su sede en Quito. A su vez, a lo largo del río Cuaiquer (hoy río Güiza) se establecieron encomiendas y el caserío más importante era Mallama (hoy Piedrancha), famoso por las explotaciones de oro de socavón y de aluvión. Dada la urgente necesidad de fuerza de trabajo, los indígenas fueron trasladados a áreas estratégicas; de esta manera eran traídos desde la costa a poblar zonas mineras en la parte más alta, entre las que se destaca el pueblo de Asunción de Nuestra Señora de Coaiquer. Este poblado, que actualmente se llama Cuaiquer Viejo, se convirtió en centro de adoctrinamiento de los misioneros Mercedarios y población de los Awacuaiquer en esa época, importante por ser el encuentro de los caminos que de Quito, Tulcán y Túquerres conducían a Barbacoas. Aquí la fuerza de trabajo indígena era más útil, ya que además de las labores mineras se empleaban en el transporte de carga y de personas.

Este centro poblacional indígena fue creado por los españoles, compuesto por personas procedentes de diferentes áreas, principalmente de Barbacoas. Es así como los indígenas que habitaban en "Asunción de Nuestra Señora de Cuaiquer" procedían de diversos lugares; en estos grupos fueron comunes las alianzas matrimoniales, lo cual propició un alto grado de fusión de los mismos, hecho que hace comprensible el origen de sus actuales apellidos, los que van desde Tumaco a los Andes y desde el Ecuador hasta el límite con el Cauca. De hecho, por los apellidos y el vocabulario se deduce que los Awa-cuaiquer tienen una relación directa con los Sindaguas.


Después del proceso seguido a los Sindaguas se asume que la región queda pacificada y Barbacoas se yergue como el centro minero más importante del Sur de Colombia. En 1788 aún se registraban grupos grandes de indígenas a lo largo del río Telembí, especialmente en San José de SIPI. Como es de suponer, los indígenas fueron sometidos a un arbitrario proceso de explotación; prueba de ello son algunas denuncias del cacique de Cuaiquer, Lorenzo Quenchuan, contra Alejandro Maldonado, administrador de la encomienda de don [[Nicolás de Gaviria.

Estos hechos paulatinamente provocaron el despoblamiento de los asentamientos de indígenas, quienes se trasladaron a lugares distantes e inaccesibles. Tal tendencia se acentuó durante las guerras de independencia, cuando el área se convirtió en centro de operaciones militares que pretendían adueñarse de las existencias de oro, a fin de financiar los gastos de la guerra. Los movimientos poblacionales se agudizaron alrededor de 1850 por la abolición de la esclavitud, y muchos centros mineros se desintegraron; entonces los negros libres se dispersaron por las orillas de los ríos, mientras que los indios se replegaron hacia las colinas, como resultado de un ajuste competitivo en la ocupación del espacio.

A partir de la segunda mitad del siglo XIX en Barbacoas se establecieron familias de la alta sociedad de los Andes y por tanto se empezó a gestionar la construcción de una vía entre este puerto y Túquerres, de donde procedía toda la producción agropecuaria destinada a sostener la economía minera. Documentos de la época relatan que el oro se apostaba hasta por libras en las mesas de juego y Barbacoas era considerado un emporio de riqueza que dio origen a una incipiente burguesía beneficiaria del comercio y las minas. La construcción del camino se autorizó mediante ordenanza, en noviembre de 1856. No obstante, por las dificultades presentadas en la obra debió encargarse a una compañía inglesa en 1878, que fue colmada de incentivos para adelantar el trabajo. El 10 de agosto de 1881 llegaron los primeros caballos a Barbacoas, multiplicando así el comercio y dando lugar a un proceso violento de reorganización del espacío geográfico en la región, lo cual afectó directamente a los indígenas Awa-cuaiquer.

En primer lugar, el nuevo camino se construyó por la margen derecha del río Güiza; de esta manera aparecieron nuevos caseríos frente a los que ya existían, paralelos a San Isidro, San Miguel, a San Pablo, Ricaurte; a Cuaiquer Viejo, Cuaiquer Nuevo. En la actualidad aún domina la población blanca de este lado, mientras que los asentamientos indígenas quedaron en la margen izquierda del río y del camino.

De otra parte, por disposición gubernamental se estimuló el poblamiento, se otorgaron tierras baldías a los colonos y a lo largo del camino se construyeron tambos que dieron lugar a otros asentamientos. A partir de ese momento, los Awa-cuaiquer se diferencian en tres grupos según el grado de integración a la cultura mestiza. En la actualidad estas áreas de ocupación son claramente definidas; no obstante, los límites de las mismas son dinámicos y pueden modificarse vertiginosamente, en especial en la llanura del Pacífico, donde se registra un incremento acelerado de los cultivos agroindustriales.

El primer grupo constituye el 20% de los indígenas, quienes se encuentran vinculados permanentemente a labores del campo en lugares poblados por campesinos. El porcentaje más alto de ellos se concentra en la margen izquierda del río Güiza, entre Cuaiquer Viejo y Altaquer. Con raras excepciones, ocupan el estrato más bajo de la sociedad, aunque conservan pequeñas parcelas en los límites de las fincas y la montaña. En estas circunstancias no hablan lengua Awa Pit y han olvidado las expresiones de la cultura indígena. Su vida transcurre en forma similar a los campesinos parcelarios; es decir, su reproducción sociocultural depende de recursos que no están bajo su control y por tanto las alternativas de desarrollo no tienen respuesta en el marco de la cultura indígena.

Alrededor de 50% de la población mantiene una relación intermitente pero regular con los campesinos. Depende en alto porcentaje del mercado y de la venta de su fuerza de trabajo. O sea, su reproducción social, cultural y material parcialmente obedece a referentes externos; no obstante, al interior del grupo conservan el control de recursos culturales propios, especialmente las personas de mayor edad. Su desplazamiento a las cuencas las Vegas, Ramos y Gualcalá alrededor de 1930, se debe a la construcción del ferrocarril a Tumaco y a la carretera, obras que dinamizaron la colonización y comercialización de tierras. posteriormente, la crisis agraria de Nariño a finales de los 50 contribuyó a la ubicación de estos indígenas hacia las zonas bajas. En la actualidad residen además en lugares próximos a Las Cruces, Buenavista, río Yacula (carretera a Barbacoas), Ramos y Gualcalá (cabecera del río Telembí), en lugares aledaños al Diviso (carretera a Tumaco). En la región de terrazas y colinas bajas de la llanura del Pacífico, se encuentran al norte y sur de la Guayacana, es decir en los ríos Rosario y Albí respectivamente; también al norte y sur de Llorente, especialmente en el río Mira.

Finalmente, 30% de los indígenas Awa-cuaiquer subsisten en áreas de difícil acceso y distantes de los poblados. Ellos se concentran en las cuencas de los ríos San Juan, Cungupí (límite con el Ecuador) y Nulpe. Hacia Barbacoas están ubicados en las cabeceras del río Telembí a partir de la confluencia de los ríos Cristal y Blanco.

Como es de suponer, en esta área el indígena se encuentra desligado de un contacto permanente con la cultura mestiza, por consiguiente tiene gran flexibilidad frente al mercado, que le permite alto grado de autonomía, de control de su cultura y de sus propios recursos. Es decir, su reproducción como grupo depende de referentes internos, lo que posibilita acercarnos a las expresiones culturales, usos y costumbres ancestrales.

El entorno físico

La selva pluvial del Pacífico se encuentra ubicada entre los trópicos, razón por la cual adquiere cierta regularidad climática, dada la constante radiación solar, reducida variación en la temperatura y permanente humedad, factores que en conjunto permiten la meteorización química de los minerales y la rápida descomposición de la materia orgánica, lo cual genera un ambiente óptimo para el desarrollo de una gran diversidad biológica.

Aunque alrededor del 70% del total de lluvias son producidas por la influencia marina, también es significante la lluvia originada como consecuencia de la evapotranspiración de la vegetación, ya que el follaje intercepta el agua caída y luego se evapora y vuelve a precipitarse cuando baja la temperatura. De esta manera se establece un régimen de lluvias vespertinas y nocturnas con mañanas soleadas y despejadas.

Este hecho demuestra la vital importancia de la vegetación, cuyas funciones van más allá de determinar el ciclo hidrológico para intervenir en la regeneración de la fertilidad de los suelos a través de la producción de materia orgánica, además la cobertura vegetal protege al suelo de la radiación solar, disminuye la erosión y crea un microclima que sirve de hábitat a la fauna terrestre. Todos estos procesos se realizan mejor cuando más densa y alta es la vegetación.

Merece especial atención en la selva pluvial la riqueza biológica, aunque no existe predominio de una especie en particular; por el contrario, la selva se caracteriza por la cantidad de especies raras representadas por escasos individuos; por ejemplo, en una hectárea de bosque natural existe gran diversidad de árboles, pero resulta difícil hallar media docena del mismo tipo, excepto en las selvas secundarias, que aparecen dominadas por especies colonizadoras.


Otra característica común es la estratificación vertical, compuesta por árboles de altura similar, genéticamente fijada; también aparecen las raíces tabulares de los grandes árboles y las raíces adventicias de las palmas, las flores que salen directamente del tronco (cauliflor) y sobre todo la profusión de epífitas, junto con la presencia de musgos, helechos y araceas. Son abundantes las palmas, de las cuales existen unas 60 especies; además 8 de las 10 subfamilias que se conocen, están presentes en la región del Pacífico.

El alto grado de endemismo puede explicarse mediante la teoría de los refugios del pleistoceno, cual plantea el efecto del clima seco típico de las glaciaciones que determinó la desaparición de las selvas, excepto pequeñas manchas donde persistía la humedad. Al recuperarse las condiciones climáticas, la selva volvió a restaurarse, fenómeno que se repitió varias veces con diferente intensidad, lo cual condujo a la rápida diferenciación de fauna y flora, ya que el aislamiento geográfico se convirtió en mecanismo eficiente para el desarrollo de especies nuevas. De ahí, para reconocer un antiguo refugio selvático, hay que partir de un centro con alto grado de endemismo, es decir, de un centro de difusión de especies con alta pluviosidad.

Entre las especies más conocidas están: marsupiales (Didelphis marsupiales: raposa zarigüeya; Chironectes minimus: raposa de agua). Desdentados (Cyclopes didactylus: oso hormiguero;Mynnecophaga tridáctila: oso hormiguero gigante y oso palmero; Tamandua tetradáctila: tamandúa u oso colmenero). Maldentados (Choloepus didactylus y Choloepus hoffmanni: perezoso de dos o tres dedos; Dasypus novemcinctus y Priodontes: armadillos). Roedores (Daysyprocta aguti: aguti, cuatín; Cuniculus paca: paca; Stictomys taczanowskii: paca de la montaña, cuatín, conejo). Dentro de los roedores también se incluyen a los ratones espinosos y arborícoras (Equimiinos y Dactilomiinos) que a su vez engloban numerosas especies, las cuales son básicamente insectívoras, por tanto el nombre de roedores resulta inadecuado.

Un componente fundamental de las selvas son los ecosistemas acuáticos representados en las numerosas corrientes de agua, con una composición hidroquímica diferente. Los ríos procedentes de los altos Andes arrastran gran cantidad de partículas de terrenos sedimentarios y calcáreos que enriquecen sus aguas y le dan un color lechoso. En cambio los ríos nacidos en la selva recorren suelos lavados, donde es nula la existencia de elementos libres que puedan fertilizar o sirvan de basificantes; son transparentes con coloraciones oscuras debido a la acción de los ácidos húmicos. Se trata de aguas químicamente ácidas con alto contenido de iones inorgánicos similar al agua destilada; de ahí, su baja productividad a pesar de la alimentación alóctono que reciben los peces, procedente de la vegetación ribereña (insectos, frutos, polen, etc.).

Fuente