Ludopatía

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La ludopatía es un impulso irreprimible de jugar a pesar de ser consciente de sus consecuencias y del deseo de detenerse. Se considera un trastorno del control de los impulsos, y por ello la Asociación Psicológica Americana no lo considera como una adicción. La ludopatía generalmente empieza a comienzos de la adolescencia en los hombres y entre los 20 y 40 años en las mujeres. La ludopatía a menudo involucra comportamientos repetitivos. Las personas con este problema tienen dificultad para resistirse o controlar el impulso a jugar. Aunque comparte características del trastorno obsesivo compulsivo, la ludopatía probablemente es una afección diferente. En las personas que desarrollan ludopatía, el juego ocasional lleva al juego habitual. Las situaciones estresantes pueden empeorar los problemas del juego.

Síntomas

El juego patológico se define actualmente de manera separada a la de un episodio maniaco. Sólo cuando el juego se da de forma independiente de otros trastornos impulsivos, del pensamiento o del estado de ánimo se considera como una patología aparte. Para recibir el diagnóstico, el individuo debe cumplir al menos cinco de los siguientes síntomas:

  1. Preocupación. El sujeto tiene pensamientos frecuentes sobre experiencias relacionadas con el juego, ya sean presentes, pasadas o producto de la fantasía.
  2. Tolerancia. Como en el caso de la tolerancia a las drogas, el sujeto requiere apuestas mayores o más frecuentes para experimentar la misma emoción.
  3. Abstinencia. Inquietud o irritabilidad asociada con los intentos de dejar o reducir el juego.
  4. Evasión. El sujeto juega para mejorar de su estado de ánimo o evadirse de los problemas.
  5. Revancha. El sujeto intenta recuperar las pérdidas del juego con más juego.
  6. Mentiras. El sujeto intenta ocultar las cantidades destinadas al juego mintiendo a su familia, amigos o terapeutas.
  7. Pérdida del control. La persona ha intentado sin éxito reducir el juego.
  8. Actos ilegales. La persona ha violado la ley para obtener dinero para el juego o recuperar las pérdidas.
  9. Arriesgar relaciones significativas. La persona continúa jugando a pesar de que ello suponga arriesgar o perder una relación, empleo u otra oportunidad significativa.
  10. Recurso a ajenos. La persona recurre a la familia, amigos o a terceros para obtener asistencia financiera como consecuencia del juego.

Relación con otros problemas

A medida que se acumulan las deudas los afectados pueden recurrir a soluciones desesperadas para conseguir dinero para "recuperar" a través del juego, como pequeños hurtos, o pedir nuevos créditos para tapar las deudas más difíciles de ocultar. La existencia del hecho delictivo depende de las circunstancias facilitadoras del medio para cometerlo y de la personalidad base del afectado. Como consecuencia de la enfermedad, el afectado puede tener depresión, ansiedad, ataques cardíacos (consecuencia del estrés), puede tener ideaciones suicidas por desesperación si no recibe tratamiento.

Qué hacer ante la ludopatía

  • Las familias de jugadores patológicos pueden solicitar la prohibición de que entren a ciertos lugares de juego, como bingos y casinos.
  • Si existen indicios razonables de juego patológico, acudir a profesionales especializados y también a asociaciones de autoayuda para las ludopatías.
  • Normalmente, un ludópata no puede dejar de jugar sin recibir ayuda, por mucha fuerza de voluntad que tenga.
  • La ludopatía rara vez tiene una sola causa o circunstancia. Requiere de la intervención de especialistas de la psicología para diseñar el proceso de deshabituación.
  • Es frecuente que el ludópata tenga una personalidad inmadura, miedos, sentimientos de inferioridad y falta de responsabilidad.
  • Como una de las características del ludópata es la impulsividad, la intervención consistirá en una reestructuración de la personalidad, que le permita afrontar situaciones difíciles, tolerar la frustración y aprender a fijarse limites.
  • Además debe intervenirse en el entorno familiar o social, como en cualquiera otra adicción.
  • La familia debe entender que se trata de una enfermedad y asumir la responsabilidad de acompañar y ayudar al paciente en el proceso de deshabituación.
  • Y la prevención. Sin ir más lejos, es importante que los hijos no oigan frecuentemente que una lotería o un juego solucionaría nuestras vidas. Deben saber desde muy pequeños que con los juegos de azar siempre se acaba perdiendo.

Indicadores que descubren un problema de adicción al juego

La Asociación Americana de Psiquiatría indicó en 1995 que hay juego patológico cuando se dan al menos cinco de estas circunstancias:

  • Preocupación por el juego (por ejemplo, idear formas de conseguir dinero para jugar)
  • Necesidad de jugar con cantidades crecientes de dinero para conseguir el grado de excitación deseado.
  • Fracaso repetido de los esfuerzos para controlar, interrumpir o detener el juego.
  • Inquietud o irritabilidad cuando se intenta interrumpir o detener el juego.
  • El juego se utiliza como estrategia para escapar de los problemas.
  • Después de perder dinero en el juego, se vuelve a jugar para intentar recuperarlo.
  • Se engaña a los miembros de la familia, terapeutas u otras personas para ocultar el grado de implicación en el juego.
  • Se cometen actos ilegales como falsificaciones, fraude, robo o abusos de confianza para financiar el juego.
  • Se han puesto en riesgo o perdido relaciones interpersonales significativas, trabajo u oportunidades profesionales por causa del juego.
  • Se confía en que los demás proporcionen dinero que alivie la situación financiera causada por el juego.

¿Se cura la ludopatía?

En cuanto al tema de las adicciones, se habla más de recuperación y no tanto de cura. Si por cura se entiende alguien que está curado de eso que lo aqueja, esto es dudoso. La recuperación habla de, en este caso, el jugador que sostiene la abstinencia en relación al juego, pero también habla de la recuperación de lugares, funciones, vínculos que fueron perdidos durante el tiempo de adicción. Recuperar algo que hubo (deseo, ganas, placer por algunas actividades, lazo social) y el adicto perdió, pero en muchos casos el trabajo elaborativo es de recuperar y construir, por ejemplo, un modo menos devastador de aceptar las pérdidas. A partir del trabajo con esta problemática, fui descubriendo que algo que se repite en muchos pacientes y que opera como desencadenante de la adicción es una situación de pérdida y un duelo realizado patológicamente. De este modo, puedo decir que la recuperación requiere de la abstinencia como condición necesaria, pero también de un trabajo reflexivo que esa persona realice para comprender las causas que lo han llevado a entrar en semejante circuito de pérdidas. Encontrar respuestas, nuevos sentidos, recuperar recuerdos, textos que pongan alguna palabra al impulso. Este trabajo no puede hacerse solo, sino con un profesional que sostenga, que ayude a encontrar palabras, que no juzgue, que esté advertido que en el camino de la recuperación (o recuperaciones, podríamos decir) las recaídas pueden suceder. Se trata allí de escuchar, de entender que la repetición es parte de la vida humana, y la recaída es una repetición de algo. Se trata de trabajar para que la abstinencia pueda ser cada vez más sostenida en el tiempo para que el jugador recupere, construya, reencuentre placer y sentidos allí donde esto se había perdido. Es un camino largo, trabajoso, a veces frustrante, que por momentos hace advenir angustia allí donde sólo había impulso a jugar, pero cuando hay una persona decidida, la recuperación es posible.

Recuperarse de la ludopatía

Para salir de la adicción, el jugador, por sí mismo, debe, en primera instancia reconocer que no está pudiendo manejar el juego y que necesita ayuda. Esta es la decisión más importante, la única que abre el camino a la recuperación. Hablar con sus afectos para compartir algo de lo que le sucede, evitar aislarse, engañarse y fundamentalmente comenzar un tratamiento.

¿Qué hacer desde la familia frente a la ludopatía?

Cuando el familiar detecta adicción al juego en alguien de su entorno, lo primero que debe hacer es enfrentarse con el enojo, con la angustia, con la desilusión, con la reacción que esto le genera, pero nunca negarlo, relativizarlo, minimizarlo. Son muchos los casos y las formas en que un familiar niega lo que desde algún lugar sabe, sería algo así como saber pero no querer saber. La negación es un mecanismo de defensa del aparato psíquico. De modo que aceptar, no con alegría, desde ya, pero aceptar es el primer paso en el camino de la recuperación del ludópata. El familiar debe acercarse, preguntarle, escucharlo y acompañarlo. Con acompañarlo me refiero a pedir ayuda profesional, comprometerse él también con el tratamiento, con las indicaciones terapéuticas. Acompañarlo sosteniendo los límites (por ejemplo, en el manejo del dinero) evitando ubicarse como cómplice, y fundamentalmente comprendiendo que la recuperación de ésta como de cualquier adicción es un camino largo, trabajoso, con logros y con recaídas.

Fuentes