Luis Cesar Perlinger

Coronel Luis Cesar Perlinger
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NombreCoronel Luis Cesar Perlinger
Nacimiento20 de diciembre de 1892
Trinidad, San Juan
FallecimientoBuenos Aires, Argentina
NacionalidadArgentina Trinidad, San Juan
OcupaciónMilitar y político

Luis Cesar Perlinger fue un militar argentino que desempeñó un papel importante en la Revolución del 43 1943-1946. Teniendo grado de general, integró el Grupo de Oficiales Unidos (GOU), luego de su fundación. Se desempeñó como Ministro del Interior del gobierno del General Pedro Pablo Ramírez 1943-1944 y del General Edelmiro Farrell. En la Revolución del 43 representó al grupo nacionalista de derecha y se enfrentó al dúo Farrell-Perón.


Síntesis biográfica

Luis Cesar Perlinger Nació el 20 de diciembre de 1892 , falleció el 15 de marzo de 197, Trinidad San Juan, 20 de diciembre de 1892 - Buenos Aires, fallece el 15 de marzo de 1973 en agosto de 1943 fue designado en el estratégico cargo de Ministro del Interior del gobierno del General Pedro Pablo Ramírez 1943- 1944, continuando luego con el General [[Edelmiro Farrell. Dentro de las fuerzas internas de la Revolución del 43, integró el grupo nacionalista de derecha junto con el presidente Ramírez , y los coronelesAlberto Gilbert , Enrique P. González yEmilio Ramírez hijo del presidente Pedro Pablo Ramírez . Designó como Subsecretario del Interior a Bonifacio del Carril, líder de una facción llamada Movimiento de la Renovación, quien fue su mano derecha. En la Revolución del 43, Perlinger encabezó el grupo de militares que pensaban que había que establecer un gobierno militar permanente de tipo fascista. Las ideas de Perlinger están expuestas en un documento de instrucciones reservadas a los interventores provinciales

Trayectoria militar

En el marco de los conflictos político-militares de 1963, el coronel Luis César Perlinger desconocido para el público pero muy valorado dentro del Ejército declaró que no estaba de acuerdo con la proscripción del peronismo. Lo pasaron a retiro.Tres años después, el 28 de junio de 1966 las fuerzas del general Onganía desataron una histórica crisis político institucional, derrocaron al presidente Arturo Illia con el apoyo de partidos políticos y sindicatos, la cúpula eclesiástica y la dirigencia empresarial. Aquella madrugada le ordenó a Perlongar que desalojara la Casa de Gobierno. El coronel ya estaba retirado, pero tenía autoridad personal y creía que la unidad interna del Ejército estaba por encima de todo, en consecuencia, desalojó al Presidente. Así reapareció en la historia pública aquel coronel hijo de un general, nieto de un general, con los mejores promedios de su generación y, se dijo alguna vez, con la mejor foja de servicio en muchas décadas. Por azar volvió a cruzarse con la historia política, trabajaba en una empresa de turismo en el sur del país y en agosto de 1972 estaba en el aeropuerto de Trelew cuando algunos dirigentes revolucionarios consiguieron fugarse de la cárcel de Rawson. Un segundo grupo de militantes no alcanzó el avión previsto y coparon el aeropuerto, que fue rodeado por fuerzas navales al mando del capitán Luís Sosa. Los guerrilleros se entregaron bajo el compromiso de respetar sus vidas. Perlinger fue testigo de la negociación y quiso acompañar a los detenidos hasta la base de la Armada, pero no se lo permitieron.Cuando lo abordó el periodismo, declaró que los guerrilleros eran personas educadas, de trato humanitario y militarmente muy capaces como resultado de lo cual le impusieron diez días de arresto. Una semana después, el 22 de agosto de 1972, el capitán Sosav desató la Masacre de Trelew: en la base de la Armada los guerrilleros fueron fusilados y sólo tres sobrevivieron gravemente heridos. Un año después, Perlinger asumió la defensa de un soldado conscripto ante un Consejo de Guerra. Era una causa perdida defender a un conscripto integrante del ERP, que en plena recuperación del régimen constitucional, septiembre de 1973 había participado del acopamiento de un cuartel del Ejército. Un oficial superior como él no estaba obligado a defenderlo, pero, para desconcierto y espanto de sus colegas, eligió hacerlo Perlinger sabía que aquella defensa era inútil. Por un lado, porque era público y notorio que el conscripto había participado del asalto al cuartel y por lo tanto había delinquido. Y por el otro porque debía tronar el escarmiento: hay cosas que el Ejército no perdona. Al principio se habló de pena de muerte, pero finalmente al soldado lo condenaron a reclusión por tiempo indeterminado. No obstante, el coronel estaba convencido de que valía la pena dar testimonio y que, como siempre, debía decir lo que pensaba. A partir de entonces sufrió amenazas y provocaciones. La Triple A lo incluyó en sus listados de condenados a muerte. En abril de 1976]], detenido por la dictadura militar, lo llevaron a la cárcel militar de Magdalena. Lo encerraron durante seis años en la misma cárcel donde estaba preso su defendido. Lo habían secuestrado el mismo 24 de marzo del ’76 en Zapala, provincia de Neuquén, en donde un grupo de tareas del Ejército destruyó su casa y secuestró a sus dos hijos, liberados 10 días después. En 1982 le dieron arresto domiciliario, con un policía en la puerta de su casa, y recuperó la libertad a fines de 1983. Durante su cautiverio fue sometido a un Tribunal de Honor que nunca encontró la forma de acusarlo de algo. En julio de 1976 se las arregló y sacó de la cárcel un texto del cual se hicieron docenas y docenas de copias. En lo sustancial decía: "Hace 10 años el Ejército me ordenó que procediera a desalojar el despacho presidencial. Entonces el Dr. Illia serenamente avanzó hacia mí y me repitió varias veces: ‘Sus hijos se lo van a reprochar’. ¡Tenía tanta razón! Hace tiempo que yo me lo reprocho, porque entonces caí ingenuamente en la trampa de contribuir a desalojar un movimiento auténticamente nacional para terminar viendo en el manejo de la economía a un Krieger Vasena". El texto fue ignorado por los medios de la época. El 19 de septiembre de 1982, cuando todavía cumplía arresto domiciliario, publicó en La Nación una carta dirigida al ex presidente illia. Entre otras cosas, le decía: "El público reconocimiento que en 1976 hice de mi error, si bien no puede reparar el daño causado, da a usted, uno de los grandes demócratas de nuestro país, la satisfacción de que su último acto de gobierno fue transformar en auténtico demócrata a quien lo estaba expulsando, por la fuerza de las armas, de su cargo constitucional". Le pidió "perdón por la acción realizada en 1966" y le agradeció "la lección" que Illia le había dado aquella madrugada golpista. En 1984, junto con otros militares democráticos, fundaron el Centro de Militares para la Democracia Argentina Cemida. Falleció el 7 de octubre de 1994 Promovido por sus hijos y su viuda, hoy tramita un juicio por la detención ilegal del coronel Perlinger ante el Juzgado Criminal y Correccional Federal Nº3.

La defensa del soldado

El tribunal militar que condenó al conscripto se reunió en la cárcel militar de Magdalena en abril de 1974. Los presentes fueron dos generales, dos brigadieres, dos almirantes, un teniente coronel retirado el fiscal, un mayor del Batallón de Inteligencia 601 una especie de supervisor, el mismo Perlinger, un alférez de Gendarmería que me custodiaba y yo. Probablemente sólo los dos últimos seguimos vivos. En la primera parte le explicó al Tribunal que no era necesario acusarme con argumentos ilegales bastaba con ajustarse a derecho para imponerme una severa condena. Culminó la defensa técnica explicando que no podían juzgarme dentro de una cárcel sino sólo en la sede del Tribunal. Lo contrario implicaba admitir que las FFAA no tenían el dominio sobre su propio territorio y que el acusado pertenecía a una fuerza beligerante. En la segunda parte se dedicó a las cuestiones políticas. Apelando a la memoria, dijo más o menos lo siguiente: que el caso era parte de nuestra historia política, atravesada por la violencia de manera sistemática; que los múltiples enfrentamientos entre militares confirmaban que la violencia política era parte de la institución; que como militares debían celebrar la existencia de jóvenes dispuestos a luchar por sus ideales, porque esa era la base misma de la fundación de la Nación y del propio Ejército; que el acusado tenía buenas razones para ser más leal a sus compañeros que a sus superiores; que era lógico que su compromiso fuera mayor con una fuerza irregular que con un Ejército que poco antes había sido abucheado en la Plaza de Mayo por el pueblo al que deberían servir; que le resultaba perturbador que un combatiente fuera juzgado por oficiales que preferían el olor a perfume francés antes que el olor a pólvora; y culminó argumentando que el comandante en jefe del Ejército era un general elegido por el voto popular, que había alentado la llamada "violencia revolucionaria", y por lo tanto, un tribunal militar subordinado a ese general carecía de legitimidad para condenarme. Había que tener las convicciones muy bien puestas para decirle eso a un Consejo de Guerra. Quizás así se entiende mejor por qué pasó seis años preso en la misma cárcel que su defendido.

Fuente

http://espacioconvergencia.com.ar/2/index.php/nacionales/3405-este-coronel-tiene-quien-le-escriba https://www.google.com/search?q=causa+de+la+muerte+del+coronel++Luis+Cesar+Perlinger&source=lnms&tbm=isch&sa=X&ved=0ahUKEwiO-96K-OTcAhWN3VMKHb_IB1wQ_AUICigB&biw=1024&bih=612#imgrc=Q9xEXZDBmJoO2M