Madre Teresa María de Jesús Ortega Pardo

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Madre Teresa María Ortega Pardo
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Virgen dominica contemplativa
NombreMadre Teresa María de Jesús Ortega Pardo
Nacimiento25 de diciembre de 1917
Puente-Caldelas (Pontevedra), España
Fallecimiento20 de agosto de 1972.
Clínica de la Facultad de Medicina de la Universidad de Navarra
Causa de la muerteenfermedad
PadresManuela Pardo (madre) y
José María Ortega Ijazo (padre) 

La Madre Teresa Ángela María Ortega Pardo nació en la localidad pontevedresa de Puentecaldelas, cuando anochecía el día de Navidad de 1917. De padre aragonés y madre gallega, ambos se conocieron cuando José María Ortega ejerció de Jefe del Servicio de Telégrafos de aquella localidad. Era la mayor de tres hermanos: Encarnita –numeraria del Opus Dei, cuya vida se encuentra en proceso de santificación– y Gregorio.

Síntesis biográfica

Su biógrafo y excelente escritor, L. Galmés la ha llamado “Resonancia de amor eucarístico”. Esta y otras muchas frases le cuadran admirablemente porque pueden atribuírsele los más diversos títulos como “Ciclón eucarístico”, “Volcán eucarístico”, “Prodigio eucarístico”, etcétera. Quienes tuvieron contacto directo con Teresa Ortega dan testimonio unánime de su amor y devoción por el Misterio Eucarístico. Manifiestan que quedaron profundamente impactados por su ardiente palabra cuando se refería al Sacramento del Amor.

Era ciertamente un corazón enamorado de Cristo Sacramentado. Sus escritos electrizan al lector lanzándolo a una vida de intimidad con Jesús oculto bajo las especies eucarísticas. Resulta siempre útil recordar los datos principales de su andadura terrena, que ofrecemos como una abreviada ficha biográfica.

Juventud de Teresa Ortega

Poseía extraordinarias cualidades humanas y sobre todo un temple inaccesible al desánimo. Por eso toda su actuación apostólica producía una impresión imborrable. Su actuación como formadora y propagandista produjo abundantísimo fruto en los miembros de la Acción Católica Femenina de diversas provincias españolas donde se desplazaba, siempre disponible cuando se le llamaba. Abnegada e incansable, ferviente y comunicativa sembró con generosidad la semilla fértil del Evangelio.

La podíamos retratar como joven de gran belleza, que estudiaba solfeo de la mano de su tía, conocimientos que aplicaba al piano. Poseía un carácter independiente, emprendedor y constante, dotado de una gran capacidad de persuasión. Pronto, comenzó a sufrir problemas de salud, que prolongó a lo largo de su vida. Como adolescente manifestaba sus deseos de volar, incluso de enamorarse, a escondidas según las percepciones de su hogar.

Infancia y juventud

Nació en Puente Caldelas, pueblecito de Pontevedra la Nochebuena del año 1917. Fueron sus padres José María Ortega Ijazo y Manuela Pardo Valdomar. Sangre aragonesa y gallega se mezclaron para formar la suya, mezcla armónica de reciedumbre y dulzura en difícil síntesis. En su tierra natal pasó los primeros años de su vida. Trasladados sus padres a Teruel, aquí le sorprende la Guerra Civil Española (1936-1939), sufriendo el terrible asedio en el Seminario, durante una heroica resistencia. Prisionera de las hordas revolucionarias comunistas fue llevada con todos los suyos a Segorbe y más tarde a la cárcel de Valencia.

Terminada la guerra cursa los estudios de Bachillerato en Valencia, durante los años 1940-1942. Sigue estudios de Filosofía y Letras en las Facultades de Valencia y Zaragoza donde obtiene la Licenciatura el 13 de mayo de 1946. Finalizada su carrera se entrega por completo al apostolado, como Presidenta Diocesana de Acción Católica dejando una imborrable huella en diversos centros parroquiales y en el campo universitario además de su testimonio en el sector del mundo rural. Nombrada oficialmente Vocal de Propaganda de la Juventud Femenina de Acción Católica de la Archidiócesis de Zaragoza dio en este cargo toda su medida formando una generación de auténticas apóstoles.

El 8 de diciembre decide “encerrar su impotencia en la Omnipotencia de Dios” según su propia expresión, ingresando en el Monasterio Jerónimo de Santa Paula de Sevilla. El 19 de octubre de 1957 fue trasladada al Monasterio de la Madre de Dios (Olmedo) de Olmedo, con licencia de la Santa Sede, estando de acuerdo los superiores de ambas Órdenes en atención a la misión providencial que Dios marcaba para ella en dicho monasterio dominicano donde vivió con admirable fidelidad su vocación contemplativa.

Emite la Profesión solemne el 15 de septiembre de 1960 y el 23 de diciembre del mismo año fue postulada para su primer priorato viéndose confirmada para este cargo por la Santa Sede el 7 de febrero de 1961. A partir de esta designación fue sucesivamente reelegida como Priora y Madre de este Monasterio al que supo imprimir un ritmo vitalizante netamente contemplativo y dominicano.

Fundaciones realizadas

Pronto sintió la necesidad de fundar nuevos monasterios. La afluencia de vocaciones lo exigía. A la llamada de los padres dominicos de Puerto Rico (1961) respondió Olmedo enviando un grupo de tres religiosas al que siguieron otros envíos. En 1966 era erigido canónicamente el monasterio de Bayamón. Pero hubo que hacer otros traslados y puede decirse que no quedó definitivamente asentado hasta después de muerta la madre; ella lo sostuvo con sus cartas de fuego y su aliento poderoso.

En 1971 surgió la posibilidad de una fundación en Angola. Fue la última gran ilusión de madre Teresa. Prepara con atención especialísima el grupo fundacional, atiende hasta los últimos detalles, y ve partir, ya enfermísima, a sus monjas, en la mañana del 6 de marzo de 1972, hacia aquella África negra, hacia Benguela, su postrer misionero amor eclesial.

Su estancia en Olmedo fue ocasión para que Teresa conociese y se relacionase con el Monasterio de la Madre de Dios (Olmedo), necesitado de personal, de renovación, de ayudas de todo género.

El secreto de su vida monástica hay que buscarlo y encontrarlo en la Eucaristía. Vivió el misterio eucarístico apasionadamente y así se explica que pasara prácticamente noches enteras en adoración ante el sagrario a pesar de su frágil salud. Sabía por experiencia que en el Tabernáculo estaba la fuente “para cargarse de amor y poder derramar al Amor, repartiéndolo a los demás. Con Jesucristo vivo en la Eucaristía llegaría a los cinco continentes. Como Domingo de Guzmán, que no podía evitar las lágrimas cuando celebraba Misa, Sor Teresa María encontraba en la Eucaristía el entusiasmo apostólico y misionero que hizo de su Monasterio un semillero de fundaciones: Puerto Rico, Angola, Curagao, Taiwan, Argentina, Grecia, Camerún, Corea.

Fallecimiento

El 20 de agosto de 1972 muere santamente después de una octava intervención quirúrgica, como grano enterrado en el surco de la Iglesia. El testamento espiritual para todos sus monasterios constituye la síntesis de su edificante espíritu monástico: Silencio y Contemplación.

Madre Teresa María

Madre Teresa fue una personalidad de cualidades extraordinarias. Esto es algo indiscutible para todos aquellos que la conocieron y trataron. Muy inteligente, de una agilidad mental facilísima; por eso en el diálogo y la discusión era dueña en seguida del campo. Su voluntad de acero le venía de casta de reciedumbre aragonesa. Pero sensibilísima y delicada en el fondo. Hábil para todo: bordaba primorosamente en oro, componía música, poetisa, etc. Pronto su vida se imantó hacia Dios. Y su entrega fue total y para siempre. Con una absolutez que admiraba y..., asustaba a veces a algunos. Su psicología y su generosidad no podían hacer de otra manera. Los que la tratamos de cerca, y conocemos por sus escritos y su biografía de Santa Catalina de Siena (-29 de abril), instintivamente las comparábamos en cuanto al espíritu, en cuanto al estilo. Madre Teresa podía haber dicho también: «¡Mi naturaleza es fuego!». Por eso a muchas almas arrastró entusiasmadas por su camino de cumbres, a otras les tuvo que parecer excesivo. Y hay que reconocer que en cuanto al ideal cristiano en sí mismo no puede haber concesiones. ¿Hay algo más radical que el Evangelio? En cuanto a la metodología para llevar a encarnarlo concretamente, existencialmente, es cuestión de pedagogía, de discreción, de prudencia sobrenatural. Cada alma es un alma, hay diversidad de vocaciones, de momentos espirituales, de gracias divinas. A madre Teresa le encantaba la «furia» de San Juan de la Cruz (-14 de diciembre).

Murió el 20 de agosto de 1972 en la clínica de la Facultad de Medicina de la Universidad de Navarra, donde había sido operada ya otras veces a costa de caridad de sus familiares, y adonde era la admiración de médicos, monjas y enfermeras. En la operación no se pudo ya hacer nada. Fueron días de mucho dolor y mucho amor. De santo abandono: "Lo que queráis, lo que queráis..." "¡Oh! mi voluntad, ya no la tengo, creo haber pasado a otra región distinta, la de la voluntad de Dios. Es vivir en un plano distinto, donde todo se ve de otra manera, a otra luz, con otra fuerza...Antes era yo la que jugaba con mi voluntad, tratando de buscar siempre la de Dios. Ahora es otra cosa...Empiezo a vivir en la Suya, como perdida y abandonada...No sé si puedo explicar más..."

Canonización

Su fama de santidad comenzó pronto. El 29 de julio de 1999 el Sr. Arzobispo de Valladolid, D. José Delicado Baeza, ordenó que se abriera el Proceso sobre la vida, virtudes y fama de santidad de la Sierva de Dios Teresa María de Jesús Ortega, decretando la introducción de su Causa.

La apertura oficial del proceso de Canonización tuvo lugar el 14 de octubre de 1999, en su propio Monasterio de Olmedo, bajo la presidencia del Sr. Arzobispo Metropolitano. La clausura, presidida por el actual arzobispo, Exmo. Y Rvdmo. D. Braulio Rodríguez Plaza, tuvo lugar el 18 de julio. Las actas de este proceso ya han sido entregadas a la Congregación de la Causa de los Santos en Roma.

Conferencia sobre Teresa Ortega

Estas breves singladuras de su itinerario histórico nos revelan la imagen de una egregia mujer de extraordinarios valores humanos y sobrenaturales. Quienes la conocieron y permanecieron muy cerca de ella nos la describen como una religiosa agraciada y simpática. Inteligentísima y superdotada. De una agilidad mental rápida y fina, que se manifestaba en las conversaciones de alto estilo. Sus escritos certifican que poseía una imaginación brillante y agudamente creativa. Poseía enorme facilidad para hablar y escribir. Sabía cincelar frases breves, densas de contenido.

Hacía gala de una voluntad de acero, incapaz de doblegarse ante ningún obstáculo y convertida en una fuente de energía muy exigente para consigo misma. Sus virtudes brillaron sobre todo en sus enfermedades, ya que seguía trabajando con la mayor normalidad como si no tuviese nada. Sensibilísima en todo, mostraba una exquisita delicadeza femenina. Alegre, positiva, optimista, abierta. Y muy sincera, ya que para ella la verdad constituía siempre un valor primario y fundamental. Por encima de todos los valores descritos emergía uno que con rasgos propios justifica lo que fue y lo que hizo Madre Teresa María. Fue, sin duda, la intervención divina, la gracia auxiliadora de Dios y su amor de predilección para con ella que supo corresponder con heroica generosidad.

Frases

Seleccionamos algunas que nos han parecido especialmente significativas renunciando, por exigencias de espacio, a otros muchos todos ellos reveladores de su gran personalidad monástica eucaristizada hasta un grado que solo Dios conoce. 1. La Eucaristía nos convierte en una transparencia de Dios.

Mírale a los ojos y mira a ver a qué sabe Dios en la Eucaristía, y apóyate en Él sin miedo porque el que se apoya en el pecho de Dios es teólogo. Y aprovecha para arrancarle virtudes teologales y sus misterios. Dios te dirá sus secretos. Aprovecha tú el misterio de la Eucaristía para hacerte con la sabiduría de Dios, con esos secretos eternos de Dios, que son tuyos y de los demás.

2. La Misa misterio de la Iglesia.

La Misa es la Iglesia en plenitud y en desarrollo de toda su jurisdicción. Nunca podrá hacer la Iglesia una cosa más grande que ésta. Esto es mucho más perfecto que el misterio de la resurrección de Lázaro, sin comparación. No hay milagro que se compare a éste. El momento de la transubstanciación es esa hora en que se produce el fíat creador en que un sacerdote con poderes de Dios, con poderes de Cristo realiza el más maravilloso de los milagros. Esa hora por la misericordia infinita de Dios nos la regala El todos los días.

3. Gracias por la Eucaristía de cada día.

Gracias por mi Eucaristía de todos los días. Gracias por mi comunión de todos los días. Gracias porque al darme todo ese misterio de gracia, yo no entiendo nada de lo que me das. Gracias por ese misterio profundamente desconocido, del que no se nada, no conozco nada. No son lo sentidos los que me hablan de la Eucaristía, no es lo que yo veo, lo que yo toco. Es lo que yo creo. Es el Misterio de la Fe. Gracias por la Gracia de las gracias: el centro de las gracias es un Dios que vive en nosotros.

4. Soñar con el Sagrario, sedientos del Pan divino.

Dame unos ojos nuevos, los tuyos mi Dios, para profundizar en Belén, en Nazaret, en el Gólgota, en el Pan. Dame hambre, dame sed para que me acerque a este Pan que exige hambrientos. Soñar con el Sagrario, soñar con la comunión de cada mañana, soñar con el trigo limpio de mi Dios hecho Pan. Ir como loco en busca de mi tesoro. Buscarle como le buscaba María en la mañana de la Resurrección. Comerle con hambre y preparar el alma para volverá tener hambre de nuevo. Fundirme con la Hostia de nuestras misas y ser una hostia viva que se de y se reparta para que todos coman (…) Ten sed de Eucaristía, ten sed de mirarle a los ojos.

5. Oír los latidos del Corazón de Cristo Sacramentado.

Oiríamos los latidos del Corazón de Cristo si nos acercásemos a los secretos profundos de nuestros Sagrarios. El ejemplo vivo y la fuerza misteriosa que nos sostiene y empuja la tenemos en el secreto de Dios-Hostia. Ahí reside la fuerza de nuestra entrega y la de nuestra perseverancia. Ahí espera, ahí me espera. Ahí me cita en la noche interminable de su anonadamiento infinito. Ahí me espera sin cansarse de llamarme, y ahí me espera para dar fuerza a mi esperanza, para dar alivio a mi sequía y para ayudar mis impotencias.

6. La Eucaristía enseña a ser grano de trigo.

Me impresionó siempre la Eucaristía. Ahora un poquito más que siempre. Debe ser que toda mi vida se ha forjado al calor de la Eucaristía. El Sagrario explica todo lo que soy, lo que tengo. Grano de trigo: i Que misterio encierra tu muerte, tu caída en el surco. Cuéntame tus secretos de destrucción, o no, mejor que calles, que te ignores, que no sepas hablar de ti, pensar en ti. Grano de trigo: calla, silénciate en el surco para siempre.

7. La Misa, hecha vida.

No hay más que una Misa, una Hostia, un Sacerdote, un Ofertorio. Y esa Misa es mía por derecho propio en la actual economía de la gracia, pero ello encierra unas exigencias exhaustivas de expropiación total. En esa Hostia santa no está solo Cristo-Cabeza, sino el Cristo total con todo su peso, con toda su fuerza. Nuestra vida, Señor, es tu Vida. Nuestra vida es nuestra consagración, es tu Consagración.

8. María en el Misterio de la Eucaristía.

Ella hará tu vida. Es la era de donde salió el grano. Acércate a la era, y te dará a comer el trigo de Jesús y ya no tendrás hambre. La Eucaristía sabe a Vida Eterna y sabe a María, porque la carne que se nos da en la Eucaristía es carne tomada de María. La Eucaristía sabe a María, sabe a Madre, sabe a eternidad, a Vida Eterna.

Fuentes