Malcriadez infantil

Malcriadez infantil
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Concepto:Conducta inadecuada que se maniesta en los niños.

Malcriadez infantil. La malacrianza en los niños se manifiesta con desobediencia y falta de respeto, con todas las características que estos elementos pueden contener (intranquilidad, agresividad, perretas, malas palabras, falta de atención, dificultades en el aprendizaje, en fin, desorden general).

Esta conducta inadecuada y molesta está dada por la incorrecta educación que ha recibido el niño y esto, por supuesto, es culpa de los adultos. Ningún niño nace bien o mal educado, el responsable de guiarlo y mostrarle lo que puede o no puede hacer, lo que es bueno y lo que no lo es, es el adulto.

Causas que la provocan

Una causa muy frecuente es el hecho de empezar tarde la educación del niño, pensando siempre que todavía es muy pequeño para aprender. Así, cuando el niño es ya un malcriado, es más difícil su educación. El prohibir al niño cosas absurdas también puede volverlo malcriado, porque no puede comprender lo que se le exige que cumpla.

En ocasiones se le pide al niño que se mantenga sentado para no ensuciarse, que no pregunte cuando le asalta una inquietud, esto va en contra de la naturaleza infantil, haciendo que se rebela ante la injusticia y termine por no respetar. El niño aunque sea pequeño es una persona más, y como tal, debe respetársele. Si el niño siente que se le considera y se cuidan sus derechos, no tendrá motivos para oponerse a los adultos; ahora bien, si no ocurre así, se sentirá molesto y no se comportará correctamente.

Es fundamental también que se mantenga en todo momento lo que se prohíbe y se permite. Si se ha dicho al niño que no toque los adornos, no se le puede permitir que lo haga cuando estemos apurados, con el objetivo de que no moleste. Por otro lado todos los mayores que rodean al niño deben permitir y prohibir lo mismo. Si la mamá no deja que el niño se suba en la cama con zapatos, el papá tampoco puede permitirlo. Si no, ¿cómo el niño va a aprender qué debe y qué no debe hacer?

Lo más importante es el ejemplo del adulto, el niño aprende más lo que ve, que lo que se dice. Si decimos al pequeño que no debe decir mentiras, pero luego nos excusamos para no realizar alguna actividad con argumentos falsos que el niño sabe que no son ciertos, él no comprenderá si realmente es malo o no, decir mentiras.

La educación

La educación del niño debe comenzar desde que nace, y cuando empiece a trasladarse por sí mismo, es importante mostrarle lo que puede o no hacer, enseñarle lo que podría ser peligroso para él, como coger tijeras o cuchillos o meter los dedos en el tomacorriente, e iniciar la formación de hábitos de higiene y de orden, como son el no pintar las paredes, no tocar los adornos, recoger los juguetes, etcétera. Y darle las primeras normas de disciplina, tales como no arrebatar las cosas a otro niño, no faltarle al respeto a los mayores, ayudar a los demás, saludar y despedirse, dar gracias cuando se recibe una atención.

Estas exigencias, irán aumentando con la edad, pero siempre tratando de no pedirle más de lo que puede dar, respetándolo y permitiendo que exponga sus opiniones para discutirlas entre todos y poder orientarle lo que es correcto y debe hacer. También, siendo siempre constante en lo que se le permite y se le prohíbe, y poniéndose de acuerdo todos los adultos para hacer las mismas exigencias, de modo que el niño tenga claro qué es lo bueno y qué no lo es, porque así lo precisan todos los mayores y muy importante, porque así lo hacen para darle el ejemplo.

Modos de actuar

Lo primero es tratar de cumplir todas las normas que se dan anteriormente para comenzar la transformación de los patrones educativos incorrectos que posee. Con estos niños se debe ser muy rectos y exigirles que cumplan las disciplinas, pero a la vez ser muy pacientes y cariñosos. Explicarles las razones por las cuales se prohíbe algo, no imponerles una orden, con este método el niño no llegará a comprender el porqué debe hacer ó no debe hacer determinada cosa.

No se les debe nunca mentir, siempre decir la verdad, aunque no sea completa, o tan complicada como es realmente, se les puede explicar que no se debe gritar porque esto molesta a los demás. La utilización de premios y regaños es también un método útil con los malcriados. Es conveniente señalar que los premios y halagos son más convenientes que los regaños, pero estos últimos a veces son necesarios también.

Cada vez que el niño haga algo que se destaque o supere un error por el que se le había regañado, debemos halagarlo, resaltando su actitud frente a los demás. Al ofrecer un premio se debe cuidar que se pueda cumplir. A veces se ofrecen cosas que después no se cumplen y esto conduce a que la próxima vez el niño no crea en nuestras promesas.

Hay momentos en que es necesario regañar al niño, pero siempre teniendo en cuenta que si se abusa de los regaños llegará el momento en que no tendrán ninguna significación para él. El regaño debe hacerse manifestando disgusto, pero sin gritar ni hacer gestos agresivos. Si el niño no respondiera ante este llamado y se mostrara irrespetuoso repitiendo la conducta negativa, con una manifiesta desobediencia, sería conveniente conversar con él, para que se tranquilice y pueda razonar lo que el adulto quiere explicarle acerca de su actuación. Esto no se debe hacer con frecuencia porque el niño se acostumbrará a ello y no le resultará sedante en lo absoluto; además, esta separación debe ser firme pero tranquila y con afecto, para que el niño no se sienta agredido; así tendrá los resultados esperados. Se debe conversar con el niño lo fundamental es hacerle comprender sus errores. Después de esta conversación, el adulto deberá tratar al niño como si nada hubiera pasado, acariciándolo.

Para que el halago y el regaño surtan efecto en el niño, este tiene que sentir cariño por el adulto, de lo contrario no le importará nada que le guste o no lo que él hace. Es importante que se aplique inmediatamente después de ocurrido el hecho, para que el niño pueda relacionar su actitud con la respuesta del adulto.

Métodos incorrectos

No se le puede decir que no se le quiere, no se le puede pegar, no faltarle al respeto ni ponerlo en ridículo burlándose de él, poniéndole nombretes como son "ciclón", "bola de humo" u otros por el estilo, no compararlo con otros niños, no engañarlo ni asustarlo con el cuarto oscuro o el médico, etc, no amenazarlo diciéndole va a quedarse a dormir fuera.

Tener siempre presente que esto sólo surtirá efecto si se ponen de acuerdo la familia y la institución infantil. El trabajo es difícil y requiere de la cooperación seria y paciente de todos, por lo que todos tienen que desempeñar su papel para que el niño sea en el futuro un hombre trabajador, disciplinado e integral.

Fuentes

  • BOELOVA, E. Causas de las desviaciones en la conducta de los preescolares. En Doshkolnoye Vospitania, No. 2, Moscú, febrero de 1978.
  • GARCÍA INGLADA, SELMA. Cómo tratar a cada niño dentro de su colectivo. En revista Simientes, no. 5, Ciudad de La Habana, 1978.