Manuel Martínez Méndez

Manuel Martínez Méndez
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Teósofo y martiano asturiano-cienfueguero, fundador de la Fundación Cultural Oasis Teosófico Martiano de Cienfuegos
NombreManuel Martínez Méndez
Nacimiento27 de diciembre de 1890
Carcedo, Valdés, Luarca, Principado de Asturias Bandera de España España
Fallecimiento20 de mayo de 1976
Cienfuegos, Bandera de Cuba Cuba
NacionalidadEspañola
CónyugeHortensia Alberich

Manuel Martínez Méndez. Fue un teósofo y martiano asturiano - cienfueguero que creó en Cienfuegos la Fundación Cultural Oasis Teosófico Martiano.

Llegó a Cuba hacia 1905, por el puerto de La Habana y para el 1910 se trasladó a la ciudad de Cienfuegos donde permaneció hasta su muerte.

De formación autodidacta, arribó a Cuba como la mayoría de los inmigrados españoles, con escasos conocimientos de matemáticas y sabiendo apenas escribir y leer; pero con ilimitadas ansias de conocimiento y superación, logró forjarse una adecuada educación y cultura que le permitieron poseer conocimientos significativos en Literatura, Filosofía y Teosofía. Fue miembro activo de la Logia Teosófica Sophia de Cienfuegos y del Centro Teosófico San Miguel de Holanda.

Analizó y sometió a una profunda crítica, desde su óptica teosófica y martiana, los problemas más acuciantes de su época. Su pensamiento asume, contrario a lo que es típico en el pensamiento cubano del siglo XX, un electivismo a la usanza de la ilustración cubana de fines del siglo XVIII y el XIX, que le permitió desarrollar la eticidad y el humanismo que lo caracterizan, donde afloran ideas filosóficas de un innegable valor ético y humanista.

Síntesis biográfica

Nació en Carcedo, municipio Valdés, Consejo de Luarca, Principado de Asturias, España, el 27 de diciembre de 1890. Fue el mayor de siete hermanos, cinco varones que emigraron todos a Cuba y dos hembras que permanecieron junto a sus padres. Hijo de una familia de campesinos pobres y de escasa cultura que sufrió con la crisis económico - social que el Principado padecía.

La minería, única de las alternativas económicas a desarrollar con relativo éxito en Asturias, agotará las pocas posibilidades de desarrollo de la agricultura, situando a las familias asturianas al borde de la supervivencia. La emigración constituye, entonces, la única salida que encuentran sus pobladores, especialmente los jóvenes, para escapar a la pobreza.

Cuba es portadora, a comienzos del siglo XX, de mejores condiciones de vida y trabajo que España. Como resultado de las guerras por la independencia desarrolladas en la segunda mitad del siglo XIX, el país sufre una enorme carencia de fuerza de trabajo, lo que estimula la creación de diferentes proyectos para la entrada de inmigrantes, en especial los que provienen de la península española. Constituye el país una plaza que favorece "(…) conseguir empleos mejor remunerados que en su lugar de origen, además de establecer en su actual lugar de destino comunicación con sus familiares y amigos" [1]

Este proceso migratorio masivo envolvió, en el período 18821930, a 1 118 968 asturianos la mayoría pobres, fundamentalmente campesinos, braceros, mineros y constructores, que se integran a la vida económica de la República y muy especialmente en Cienfuegos. [2]

La primera oleada de emigrantes españoles hacia Cienfuegos en el siglo XIX se inserta como una parte significativa de las fuerzas productivas de la localidad, lo que posibilitó graduales transformaciones de las relaciones de producción, así como un proceso de estratificación social al incrementar sus ganancias, lo que les permite convertirse en comerciantes prósperos en los primeros años del siglo XX. A diferencia de estos, los emigrantes que arriban en este siglo van a fungir como comerciantes intermediarios y detallistas entre los grandes y medianos comerciantes y sus consumidores.

Entre estos comerciantes detallistas se encuentra Manuel Martínez Méndez, quien llegaría a Cuba hacia 1905 por el puerto de La Habana y para el 1910 se trasladó a la ciudad de Cienfuegos.

El nacimiento de la República neocolonial burguesa, que “(…) nace bajo las circunstancias de no ser la hija legítima de la Revolución, sino su aborto (…)" [3], suscitará profundas y complejas transformaciones en las estructuras socio - económicas y políticas de la nación y la localidad que encontrarán su reflejo en la conciencia y la filosofía nacionales. La penetración de capitales estadounidenses, entroniza desde las primeras décadas las condiciones de dependencia y subdesarrollo ya existentes.

Esta dominación, “(…) marcó el proceso cubano con las características neocoloniales (…) que dio lugar a la formación del bloque de la burguesía azucarera, comercial importadora y terrateniente, proimperialista (…)" [4]

En la complejidad de esta totalidad socio-histórica desarrolla su labor fundacional Martínez Méndez. Hacia la segunda y tercera décadas del siglo XX ya su actividad comercial se hace significativa para la historia económica de Cienfuegos en lo que concierne al sector del comercio. Entre 1917 y 1955 funda junto a otros asturianos dos sociedades para la explotación minera: la Sociedad Martínez & Cía. en 1917 y la Cía. Álvarez - Arvesa en 1926) y cuatro dentro del ramo del comercio y la confección textil: las tiendas La Francia Moderna en 1917, La Nueva Elegante en la década de 1930, La Filosofía en 1941 y la Cía. Manuel Martínez y Hnos. en la década de 1940, con que administra el almacén de tejidos Almacenes Jagua S.A. en 1955. [5]

Formación

De manera autodidacta comienza la búsqueda de una concepción filosófica que satisfaga sus necesidades. Las cartas escritas a Juan Mauri y Luis Alonso entre 1929 y 1931, permiten asegurar que centró su búsqueda en entender el proceso de la vida, concebida esta como la existencia total de la materia y el espíritu en todas sus manifestaciones. Esta indagación lo llevó a transitar por las concepciones de la filosofía positivista, el naturalismo, el espiritualismo, etc., hasta encontrarse con la teosofía, doctrina a la que se adhirió.

Su dimensión filosófica y sus raíces, solo es posible desentrañarla a partir de la comprensión acertada de esta sentencia suya que, además, revela un rasgo que distingue a la teosofía y sus seguidores:

"Yo no sigo ninguna doctrina particular ni tampoco ningún sistema filosófico. Para mí lo importante es comprender la vida, para poder adaptar mi vida a esa comprensión (…)".

Desde esta perspectiva asumirá de forma electiva aquellos postulados que más se acomodan a sus inquietudes teóricas, de las escuelas, corrientes y teorías filosóficas a las que tuvo acceso, que le antecedieron o le fueron contemporáneas. Por ello sus posiciones filosóficas son el resultado de la articulación, que no suma, de diversas fuentes teóricas: la filosofía antigua oriental y clásica griega, la teosofía, el idealismo clásico alemán del siglo XIX, en especial la obra de Georg Wilhelm Friedrich Hegel y el pensamiento martiano, fundamentalmente, sin desestimar otras corrientes del pensamiento contemporáneo como el existencialismo, la Escuela de Frankfurt o la obra de reconocidos científicos como Albert Einstein, influencias que afloran en las posiciones de compromiso social y profundamente humanistas contra la guerra, contra la destrucción de la naturaleza y de preocupación ante el peligro que significan el individualismo acérrimo burgués y las posiciones nihilistas que por entonces tienen una presencia importante en el pensamiento europeo en general y cubano en particular. Sin embargo, el análisis de su obra permite asegurar, que en la teosofía están las bases sobre las que desarrollará sus posiciones filosóficas fundamentales, si bien su obra, por las condiciones objetivas en que se desarrolla y la forma particular de asimilar las influencias que recibe, asume características propias.

El análisis de sus escritos teosóficos permite plantear tres precisiones en relación con en el desarrollo de sus concepciones. La primera, que asume una posición electiva para integrar a sus concepciones las fuentes teóricas que lo nutren. La segunda, que sus ideas filosóficas toman partido por el idealismo objetivo y el [[agnosticismo, posición que constituye la principal limitación de su pensamiento, toda vez que restringe sus concepciones sobre la historia, el desarrollo social, el ser humano y las fuentes de su conducta ética y humanista a la existencia primaria de un ser espiritual absoluto, por lo que sus reflexiones al respecto entran en contradicción con su posición humanista - emancipadora, su optimismo ético y su confianza en el progreso social. La tercera, que en sus textos penetra en análisis filosóficos que abordan la teoría del ser, la ética, el destino humano, el libre albedrío, el humanismo, la teoría social y de la historia, la religión, la ciencia y la tecnología, la cultura, etc.

Pensamiento

Su pensamiento, como resultado de las condicionantes históricas en que se desarrolla y de las fuentes teóricas que le sirven de sustento, va a asumir como forma la teosofía y su contenido va a estar en la eticidad y el humanismo. Evoluciona a tono con las condiciones históricas en que se desarrolla y con el influjo que producen en él las diferentes concepciones filosóficas y de pensamiento generadas durante los primeros sesenta años del siglo XX. Durante el proceso de formación y maduración de sus ideas, desarrolla una forma sui generis de razonar que, desde un sistema filosófico peculiar, somete a una aguda crítica los problemas económicos, políticos, sociales y culturales de sus contemporáneos, desde una perspectiva ética encaminada a resaltar la utilidad de la virtud, el bien común y la armonía del ser humano con toda forma de vida, fundamentos de la eticidad que definen su humanismo de profundo compromiso social, como sustento de la libertad.

Su pensamiento se abre de forma electiva a casi todas las corrientes que, en Cuba, Latinoamérica y el mundo proliferan en las primeras seis décadas del siglo XX. Pero sin lugar a dudas constituyen las concepciones desarrolladas por la teosofía (Helena Petrovna Blavatsky, Annie Besant y Jiddu Krishnamurti), el budismo, el hinduismo, la filosofía griega antigua (Pitágoras, Sócrates, Platón y Aristóteles fundamentalmente), el idealismo clásico alemán del siglo XIX (Immanuel Kant y Georg Wilhelm Friedrich Hegel) y José Martí, las fuentes de las que más ávidamente bebió.

El análisis de su vasta obra escrita (inédita aún), permite constatar que su producción teórica se extiende por un largo período comprendido entre los años 1929 y 1975, lo que la hace muy abundante y diversa.

A estas complejidades debe añadirse que: “(…) emprender un recorrido por los escabrosos senderos de las tendencias intelectuales e ideológicas no marxistas más significativas para el desarrollo de la cultura y la conciencia nacionales, (…), entraña siempre el riesgo de hacer valoraciones absolutas o esquemáticas sobre el papel desempeñado por los portadores materiales de esas tendencias: los pensadores (…)[6]

De la tradición filosófica asume el aparato categorial esencial en que apoya sus concepciones y la visión griega clásica (fundamentalmente socrática, pero también presente en Martí) de que la verdadera virtud radica en la utilidad social de los individuos que la practican. De la teosofía la aspiración de crear, como resultado del logro de la verdad divina, una hermandad humana que supere toda discriminación entre los hombres; ideas que permiten concebir la reflexión ética como una enseñanza moral que debe conducir a la formación de individuos libres, armónicos y comprometidos con las exigencias y necesidades de su tiempo y de sus pueblos.

Como rasgo definitorio, su pensamiento se sustenta en la comprensión de la articulación dialéctica entre humanismo y eticidad como modo de manifestarse en la práctica la estatura ética del hombre. El asumirla desde una perspectiva martiana, además, supone el compromiso de reconocer al hombre en cuanto tal y de reafirmar todo lo humano, tanto en el ser humano individual, como en la humanidad en su conjunto. Toda su obra desborda una profunda preocupación por las grandes problemáticas del individuo y los modos de lograr la emancipación encaminada a su mejoramiento. Sus razonamientos tienen, como en Martí, su eje central en reconocer la necesidad de desarrollar en los seres humanos el culto a la dignidad plena del hombre.

Esta forma de razonar lo conduce a prestar especial importancia a la relación individuo - sociedad. En consecuencia, hace suyo un principio capital del humanismo: la preocupación progresiva por el beneficio de cada miembro de la sociedad y de toda ella en su conjunto. Al respecto afirma:

“El hombre de nuestros días tiene que trascender todo individualismo, todo exclusivismo y todo modo de separatismo (…) y trabajar por su perfeccionamiento y el de los demás (…)”.

El situar al ser humano y su conducta moral en el centro de sus razonamientos, le permite comprender la compleja realidad socio - económica y política de Cuba durante la década de 1950 y proponer una posible solución a la misma: el cumplimiento en la práctica del ideario martiano. Al respecto afirma:

“(…) En las enseñanzas contenidas en el Ideario Martiano poseemos todo lo necesario para construir un mundo nuevo (…)”.

Reclama la necesidad de cultivar el amor como sustento real y principio básico del humanismo y de la eticidad, que le permiten al ser humano la emancipación, no solo política y económica, sino también espiritual sobre aquellas creencias que lo atan y limitan, para poder, en la actividad creadora de su vida cotidiana, ser ente activo de la transformación social. Es decir, entiende que el amor es la base de todo buen acto humano, comprensión bastante común que iguala humanismo con filantropía, pero que en él no apela a la ayuda al prójimo como acto del amor mismo, sino como de transformación social. A partir de estas consideraciones, queda claro que para él la existencia del amor entre los hombres es condición para la paz, la prosperidad y la vida ética. Sin amor, la guerra, la ruina, la inmoralidad, caracterizarían la existencia del ser humano.

Así, la expresión del amor, el desinterés, el altruismo, la cooperación, la solidaridad y la tolerancia, constituyen condición cardinal para que se manifieste el humanismo que debe caracterizar los modos de comportamiento humano para con sus semejantes y con todo lo que les rodea, como esencia de la eticidad que debe regir la vida social de los hombres y mujeres para que prevalezcan la paz, la armonía, la felicidad y la prosperidad, que son fundamentos de la emancipación material y espiritual del ser humano, que solo será posible cuando el hombre cree “(…) una democracia socialista -cooperativista, que será la base de un nuevo humanismo (…)”.

Para desarrollar estas concepciones se auxilia de cuatro categorías fundamentales: conciencia de responsabilidad, conducta cívica, virtud y justicia social. Como rasgo distintivo de su peculiar forma de pensar, estas categorías se complementan y entrelazan dialécticamente en la exposición de sus ideas. Otorga un papel primordial en sus artículos, conferencias y cartas personales al hombre, a su conducta cívica, a la virtud como expresión suprema de esta y a la justicia social como fundamento esencial de toda la vida en sociedad. Insiste, en toda su vasta producción teórica, en la necesidad de educar personas que desarrollen una conciencia de responsabilidad, sostén para garantizar el complejo proceso de formación de un individuo justo, de moral adecuada a los intereses del bien humano, útil y virtuoso socialmente.

Sus razonamientos en torno a la conciencia de responsabilidad demuestran que esta constituye condición indispensable para poder desarrollar una vida ética, que no es otra cosa que una existencia donde prevalezcan la virtud, la conducta cívica adecuada, la justicia, el humanismo, el amor, la paz y la armonía entre los hombres y las naciones.

La vida ética, que surge como consecuencia del desarrollo de la conciencia de responsabilidad, la conducta cívica, la virtud, la justicia social, es condición básica para el logro de una sociedad más justa y equitativa, que él llama socialismo democrático y cooperativo, donde la familia, la sociedad y el Estado, como instituciones de la eticidad, aseguren una educación moral, científica y cultural, que sea garantía de la emancipación total del hombre.

Vida personal

Se casó el 28 de enero de 1957, en los locales de la Fundación Cultural Oasis Teosófico Martiano, con Hortensia Alberich, fundadora también y miembro del Patronato que rige la institución. Fue notario de la boda el Dr. Osvaldo Dorticós Torrado, amigo de los contrayentes.

Pese a los capitales que logró con sus actividades comerciales y de explotación minera, vivió siempre modestamente, en una pequeña casa detrás del Oasis Teosófico Martiano. Quienes lo conocieron afirman que era un hombre delgado, de baja estatura, muy pulcro, callado, sencillo, de buen trato, respetuoso, muy educado, culto, de un fuerte magnetismo personal y profundamente martiano. Aseguran que hablaba siempre bajo, incluso cuando pronunciaba conferencias, sin inflexiones ni explicaciones a sus abstractas ideas. [7]

Su sobrina, la Dra. en Pedagogía Leonor María Martínez Hernández, hija única de su hermano Gumersindo y único familiar que vive en Cuba, recuerda que:

“(…) era un hombre muy meditativo, jamás respondía algo sin haberlo meditado antes profundamente, poseía una mirada inteligente y profunda y jamás lo escuché reír a carcajadas, sólo esbozaba una sonrisa, que casi parecía una mueca, (…) era un hombre muy serio, aunque cortés, y muy correcto”.

Y respecto a su vocación martiana afirma:

“(…) Manuel se sentía fuertemente atraído por la obra martiana y por la personalidad de José Martí, por lo que compraba todos los libros que del Apóstol o sobre él se publicaban, lo que le permitió poseer una biblioteca martiana donde atesoraba más de 10 000 volúmenes, que fue considerada en su momento como la más grande de Cuba”.

Confirma además que tenía un programa radial, emitido durante el año 1955, en el programa Trinchera de la colectividad de la emisora Radiotiempo, en el que hablaba de Teosofía que “(…) era escuchado por un número considerable de personas.

Recuerda Leonor Martínez que a su casa de la calle San Carlos asistían personalidades de la cultura de Cuba, como el caso del historiador Manuel Isidro Méndez, también asturiano, Presidente de Honor de la Fundación Cultural Oasis Teosófico Martiano, quien era incluso asiduo como invitado a almorzar o cenar. También acudían a visitarlo Agustín Acosta, Medardo Vitier, los Doctores Walter Blomquist, Osvaldo Dorticós Torrado (abogado y notario de Martínez Méndez), Bienvenido Rumbaut y Carlos Rafael Rodríguez.

Fue Cónsul de la República Española en Cienfuegos, pero jamás volvió a Asturias donde estaba fichado por la policía por sus ideales republicanos y antifranquistas.

Dejó una abundante obra escrita, inédita aún, producida entre los años 1929 - 1975, recopilada en 32 tomos y que contiene 24 cartas, 8 conferencias y 421 artículos teosóficos.

Muerte

Muere al 20 de mayo de 1976 y sus restos descansan en el Cementerio Tomás Acea de la ciudad de Cienfuegos.

Reconocimientos

Por sus méritos extraordinarios en el estudio y divulgación del ideario martiano, de las enseñanzas de la teosofía y en la defensa de los ideales patrióticos, fue merecedor de diferentes reconocimientos locales, nacionales e internacionales:

  • La Medalla Conmemorativa del Primer Centenario de la Bandera de Cuba (15 de diciembre de 1950), otorgada por la Comisión Interamericana del Primer Centenario de la Bandera de Cuba y de las Expediciones libertarias de Narciso López y el Comité Pro Centenario de la Bandera de Cárdenas.
  • Medalla a la Emoción Martiana (28 de enero de 1954), otorgada el Banco del Caribe.
  • Medalla de Oro del Premio de Superación Ciudadana (23 de febrero de 1954), otorgado por el Club Rotarios de Cienfuegos.
  • Homenaje de Gratitud Labor Omnia Vincit Improbus (24 de enero de 1965), otorgado por La Sección Cubana de la Sociedad Teosófica, a instancia de esta última.

Referencias

Fuente

  • Alberich de Martínez, H. (1960). Oasis Teosófico Martiano. Cienfuegos: Inédito
  • Díaz Roque, J. (octubre - enero de 2010 - 2011). (N. R. Muñoz, Entrevistador) Cienfuegos, Cuba.
  • Dorticós Torrado, O. (1950 - 1960). Protocolos Notariales. Cienfuegos, Cuba: Archivos de Historia Local.