María Valero

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María Valero
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Actriz española apodada como la Gran Dama de la Radio Cubana, cuyo verdadero nombre era María de los Dolores Valero Sisteré.
NombreMaría de los Dolores Valero Sisteré
Nacimiento1912
Madrid, Bandera de España España
Fallecimiento26 de noviembre de 1948
La Habana, Bandera de Cuba Cuba
Causa de la muerteAccidente automovilístico
NacionalidadEspañola

María de los Dolores Valero Sisteré. Fue una actriz española exiliada en Cuba al terminar la Guerra Civil Española, apodada como la Gran Dama de la Radio Cubana, cuyo verdadero nombre era María de los Dolores Valero Sisteré.

Desde que llega a Cuba en 1939, marca toda una época en radio cubana con las actuaciones en las novelas, Doña Bárbara, El precio de una vida y El derecho de nacer, que la llevaron a despertar amplias simpatías entre los radioyentes criollos.

Síntesis biográfica

Inicios

Nace en 1912, en Madrid, España, hija de Ricardo Valero - cubano por nacimiento - y de Ana Sisteré, el bisabuelo paterno, José Valero era primer actor José Valero, tuvo a cargo el papel protagónico de la obra Baltasar, drama en versos de la cubana Gertrudis Gómez de Avellaneda, cuando se estrenó en el teatro Novedades, de Madrid, el 9 de abril de 1858, puesta que transcurrió con la presencia de la autora y de los Reyes de España.

El padre, amante también de las artes escénicas, crea el propio grupo de Declamación, y es en el donde la hija da loa primeros pasos artísticos. Posee aptitudes destacadas para la actuación: talento, hermosa voz, expresividad y porte distinguido.

Pronto integra la Compañía de Ricardo Puga, de modo que, con quince años de edad, debuta como profesional en el teatro Fontalba, también en la capital española, luego la muerte prematura del padre, y a pesar del éxito logrado se aleja de la vida artística.

Se dedica a la enfermería, contrae matrimonio con un médico-cirujano con clínica propia, en viaje de paseo en un crucero, visitan brevemente la villa de San Cristóbal de La Habana, entonces plaza importante del teatro. Luego la nostalgia de la profesión y las mutuas incomprensiones deciden la separación definitiva de la pareja.

No es una mujer bonita, si elegante y dulce; con una voz que arroba y una personalidad recia, así se expresa alguien que la conoció;

"Lo que le faltaba en belleza física, lo tenía en belleza moral".

Guerra Civil Española

Labora en el Hospital Obrero de Madrid, cuando se inicia la Guerra Civil Española, más tarde es traslada a Valencia, donde es nombran jefa de la ayuda a los hospitales, lo cual determina el traslado para Barcelona, siendo compañera de la luchadora antiimperialista Tina Modotti, y múltiples referencias a ella se encuentran en Finísima, obra de Elena Poniatowska, publicada en Cuba.


Otra de las compañeras de hospital es la cubana María Luisa Laffita, que, junto al esposo Pedro Vizcaíno, vivía exiliada en España. La actriz guardaba gratos recuerdos de una estancia en La Habana en 1932 y aprovechaba el tiempo libre para evocar con María Luisa a cerca de Cuba, donde ansiaba volver.

En Cuba

María Valero, debuta con Ernesto Galindo

Al finalizar la guerra en 1939, la actriz está en el bando de los perdedores, logra llegar a Francia y de ahí, a La Habana en el buque El Flandre cubierta con una gran mantilla negra, y trae, en algún lugar el equipaje, un cofrecito con un puñado de tierra madrileña que recogió en la premura de la evacuación a fin de que la acompañase para siempre.

A la llegada a la capital cubana es recibida por la tía Pilar Bermúdez, - residente en Cuba - quien le da alojamiento por un tiempo en la casa situada en la calle Cervantes y Segunda, en La Víbora.

Al respecto, dirá la actriz, ya en La Habana, en una entrevista que concedió para la serie La mujer opina:

María Valero como Doña Inés
"En efecto, he vivido la guerra de mi país dos años y diez meses por imperativo de mi profesión de enfermera, que entonces se hizo militar. El primer año fui enfermera de la retaguardia. El final de la guerra lo pasé en el frente, con el ejército. De la guerra se sale con rasguños, cicatrices en el cuerpo y algunas en el alma. Pero se saca un espíritu más fuerte y sano. Me enorgullezco de haber sido útil a mi país, y estoy dispuesta a serlo, si el caso llegase a esta querida tierra que considero ya mi segunda patria".

Decía la actriz en la entrevista aludida:

"En ese período La Habana era una plaza rica en actrices de gran calidad en la radio y en el teatro, por lo cual no me fue fácil ascender tan rápidamente. Empecé a trabajar en la radio, donde después de muchos tropiezos por el problema del acento, vino el triunfo y con él me entregué por entero a esa modalidad artística. ".

El 20 de noviembre de 1939 presenta la solicitud para ingresar en la Asociación Cubana de Artistas Teatrales, avalada por la tía, actriz de prestigio, y el actor Santiago García Ortega.

Es contratada para la firma Sabatés en carácter de artista exclusiva; actuando solo en los programas que patrocinaba esa firma jabonera, pero CMQ, en guerra contra la RHC, la quiere en los predios y le ofrece un salario de 600 pesos mensuales, suma no alcanzada por actriz alguna en Cuba.

La actriz acepta la propuesta, se deshace la pareja que formó con Ernesto Galindo, - a rey muerto, rey puesto - otra pareja artística surge en CMQ, ahora con Carlos Badías. Uno tras otro va sumando galardones y reconocimientos la carrera artística, tanto en la RHC como en CMQ. En 1942, la Asociación de la Crónica Radial e Impresa (ACRI) comienza a distinguir a los artistas más sobresalientes del país y la selecciona como la Primera Actriz del año.

Manteniendo este título desde 1944 hasta 1947, lo que le vale la designación de Gran Dama de la Radio en Cuba, sobre la actriz y los triunfos expresó Sol Pinelli;

"era una criatura muy sencilla que en ningún momento se envaneció por la calidad de su trabajo ni por el amor que el público le tenía. ".

Actuaciones

María Valero, con Carlos Badías

La contrata de inicio una emisora pequeña, Radiodifusión O’Shea, que transmite desde la azotea del hotel Plaza, y pasa a formar parte del cotizado cuadro dramático de la firma Sabatés, bajo la dirección de Marcelo Agudo, donde del brazo del galán de moda Ernesto Galindo, formó la pareja romántica que durante años hizo suspirar a jóvenes y mayores.

Ellos fueron los protagonistas de Doña Bárbara y al Santos Luzardo de la obra de Rómulo Gallegos que, en versión de Caridad Bravo Adams y con dirección de Luis Manuel Martínez Casado, comienza a transmitirse todos los días a las 8:30 de la noche en el espacio La novela del aire, de la RHC Cadena Azul.

En Circuito CMQ sigue cosechando triunfos con El Folletín Hiel de Vaca, trabaja con actores famosos, Armando Osorio, Alberto González Rubio y Carlos Badías, con libretos de Mary Munné y José Ángel Buesa.

Actúa en la novela El collar de lágrimas, - una serie que con más de 900 capítulos, es la radionovela más larga en toda la historia del género - donde se había convertido en la figura femenina más popular de la radio.

Es la protagonista de dos novelas del escritor Félix B. Caignet, El precio de una vida y más tarde El derecho de nacer, ambas en pareja con Carlos Badías y con dirección de Emilio Medrano.

En 1941 llegó a La Habana Nicolás Rodríguez, actor cómico de fama en Madrid, se conocen en el Teatro de la Comedia, enseguida Nicolás formó una compañía, siendo la Valero la figura femenina principal, actuando en varias obras, donde destaca Don Juan Tenorio de José Zorrilla con el personaje de Doña Inés, la que se presenta en los teatros Principal de la Comedia, América y Apolo.

Trabaja también en Radio Lavín, siempre al lado de Ernesto Galindo, ahora se incorpora Mario Barral en el programa Barral, Alta-Comedia, también estrena Retaguardia, del propio Barral.

Las últimas funciones teatrales a las que asistió fueron el ballet de Alicia Alonso y la representación por Adad de Juana de Lorena, con elogios para las actuaciones estelares de Raquel Revuelta, Ernesto Galindo y Gaspar de Santelices.

La actriz española fue tan humana y generosa en Cuba como lo fue en España, cuando se acercaba el Día de los Hospitales, o el de Reyes, iba a la Asociación de Artistas en busca de la autorización para realizar, junto a otros artistas, shows apropiados para agasajar a los enfermos, pero nunca capitalizó en propaganda personal un gesto humanitario.

Muerte

Avenida del Puerto, lugar del accidente

El actor Gaspar de Santelices era muy temido entre los compañeros del Circuito CMQ. Tenía fama de brujo, tomaba inesperadamente del brazo a quien tuviese más cerca y, aun cuando el sujeto se opusiese, le leía la palma de la mano, acertaba siempre en las predicciones.

En la tarde del 25 de noviembre de 1948, la actriz española conversaba con otros actores en uno de los pasillos de la emisora. Santelices pasó por el lado y le agarró una mano y le dijo:

"Cuidado, cuidado... Hay un accidente. ".

La actriz prefirió ignorar el comentario, sonrió y prosiguió la conversación con los amigos antes de perderse por los interiores del edificio. El tiempo apremiaba y debía prepararse, esa noche, a las ocho, salía al aire el capítulo 199 de la novela El derecho de nacer, en la que el personaje, Isabel Cristina, era uno de los puntos clave de la trama.

Llegó así la madrugada del 26 de noviembre de 1948, donde un cometa era perfectamente visible desde La Habana y la visión se hacía imponente e insuperable desde el Malecón habanero, a las cinco de la mañana, un grupo de actores, entre los que se encontraban la Valero, Eduardo Egea, Carmen Álvarez, Minín Bujones, Orlando García Noriega, Augusto Borges, Ana Sáenz, Myriam Acevedo y la pareja de baile Emilita y De Flores, quisieron vivir la experiencia, cruzaban la vía cuando ocurrió el accidente.

"Ella llevaba anudada al cuello una larga chalina que iba flotando en el aire. Cuando atraviesan la calle, pasó un auto por detrás, la chalina se enredó en las ruedas, y María cayó al suelo, golpeándose la cabeza contra el pavimento, lo cual le ocasionó la muerte inmediata".

En el accidente es herida la bailarina Emilita, mientras el chofer del auto es obligado por la policía a trasladar el cuerpo, - ya sin vida - de María hacia la Casa de Socorros de la calle Corrales.

Josefa Bracero cita el testimonio de la escritora Mirta Muñiz, una testigo excepcional

"El accidente sucedió cerca de las cinco de la mañana y fue tan rápido que no les dio tiempo a nada. No sé cómo ni por qué María se había adelantado unos pasos sin percatarse de un auto que venía a gran velocidad. Todos quedaron muy afectados, fundamentalmente su primo, el primer actor Eduardo Egea; eran grandes amigos. ".

El cadáver fue expuesto en la funeraria Caballero, cita en 23 y M en el Vedado, allí los fotógrafos captaron la última imagen de la actriz, la mantilla negra que había traído de España le cubría la cabeza y parte del rostro maltratado por el accidente.

Los trabajadores del circuito CMQ le rinden homenaje realizándole guardia de honor e invitan a los homólogos de la RHC, Cadena Azul, aunque el director, Amado Trinidad Velazco se niega a que estos participen, pero Ernesto Galindo, amigo de la difunta actriz, con quien trabajó cuatro años en La Novela del Aire, desoye las palabras de Trinidad: participa, acompañándola hasta la última morada.

En la noche del 26 de noviembre no se transmitió el capítulo 200 de El derecho de nacer, la CMQ trasladó a la funeraria los micrófonos, Enrique Núñez Rodríguez, escribió de prisa los textos con que los actores rendirían homenaje a la actriz desaparecida.

El director Justo Rodríguez Santos recibió la encomienda de entresacar de capítulos ya transmitidos de la radionovela frases en boca de la fallecida a fin de ponerla a dialogar con Minín Bujones, que asumiría el papel de Isabel Cristina.

La Valero se despedía en aquella conversación que nunca fue, como si partiera a un lugar remoto, el público se emocionó mucho al escucharla por última vez, con la voz bellísima, yéndose de la novela, de la radio y de la vida.

Tal era la repercusión que había despertado las actuaciones de la actriz en la población habanera de la época, que para acceder a la capilla, se hizo necesario formar una fila que arrancaba en Malecón y subía por 23 desde la calle 27 hasta la calle M. A la hora del entierro, - el 28 de noviembre de 1948 - el pueblo a pie la acompañó hasta el cementerio de Colón.

La despedida del duelo estuvo a cargo de Germán Pinelli ante una multitud enorme que colmaba todos los ámbitos del panteón en que fue enterrada ella, ante aquella montaña olorosa de flores, es María Valero, la refugiada española que se convirtió en la gran dama de la radio de Cuba.

El escritor Enrique Núñez Rodríguez, entonces muy joven y de estreno en CMQ, dijo al evocarla:

"María Valero conservó siempre “el cofrecito con el puñado de tierra gris que recoge cuando sale de Madrid... ".

Repercusión de su obra

Félix B. Caignet, el autor de El derecho de nacer, ofreció una conmovedora declaración a la prensa:

"Con María se ha muerto un gran pedazo sentimental de mi mismo. Porque de las entrañas de mi fantasma de autor, entre otros personajes de “El Derecho de Nacer” un día nació una muchacha linda y rubia, amorosa y rebelde, a quien en el Jordán de mi capricho, bauticé con el nombre de “Isabel Cristina del Castillo”. Tuvo por cima un script de radio y a pesar de haber nacido como un fruto lógico de una concepción idealista, no tenía vida, no tenía voz. Y fue entonces que le supliqué a María Valero que le diera su alma, su vida y su voz de maravilla a mi hija; sin voz, sin alma y sin vida".
"¡Y el prodigio se hizo! Isabel Cristina del Castillo, la heroína del Derecho de Nacer, se humanizó. Tuvo vida, alma y voz, en la voz, el alma y la vida de María Valero, se realizó la divina amalgama del autor coincidiendo un tipo y la actriz genial impartiendo impecable encarnación. Y para mí como autor, y para el público oyente de la nación, María Valero llegó a ser una mujer más de nuestra Humanidad, que siente, ríe, llora y ama. ".
"Lo que nunca pude concebir fue que mi personaje romántico pudiera morirse. Todo lo concibió mi imaginación de autor; fingiendo de destrucción le había trazado una senda de dolor, para al final hacerla muy feliz, al fundirse su amor con el amor de Albertico Limonta, pero esta mañana al despertarme experimenté gran dolor, uno hacia al verla inmóvil sobre la cuna, script de radio, tal como naciera de mi entraña de autor; el cuerpo en sí, vida sin alma y sin objetivo de Isabel Cristina, la hija de mi fantasía. Y eso que la vida, el alma, la vida de María Valero se había ido para siempre de este mundo. ".

Así expresaba el novelista Luis Amado Blanco en la columna del periódico Información:

"Iba a mirar una estrella, una estrella errante, de esas que pasan sin dejar más rastro que su cola de luces esplendentes. Iba a mirar tan solo eso, un rastro de Dios por la alta bóveda. Y se quedó, ya para siempre, mirándola, destrozada por una brutal coincidencia, rota su voz y su mirada, donde dormían tantos lejanos y ajenos infortunios. "

Opinión de Sol Pinelli,

"La conocí en la Cadena Azul, cuando protagonizaba La Novela del Aire. Que encantó, gran amiga y mujer. Una criatura muy sencilla que en ningún momento se envaneció por la capacidad de su trabajo, ni por el amor que el público le tenía. Era una voz que llegaba a todos. ".

Está la opinión Domingo Piñera, canario de nacimiento y cubano de corazón;

"Yo era estudiante de medicina y pertenecía al Teatro Universitario. No me perdía ninguna presentación teatral importante. Disfruté de aquellos dramas y comedias que hacía la compañía de Nicolás Rodríguez, de la cual María Valero era la primera actriz. Nunca se me olvidará la Doña Inés que hizo María del Don Juan Tenorio de Zorrilla. Era una importante actriz teatral, pero años más tarde trabajando para la radio llegó a convertirse en la primera dama de la radio en todas las radionovelas del país. "

Al preguntársele a Xiomara Fernández, - actriz, Premio Nacional de Radio - ¿Cual es el primer rostro que recuerda de las personas que compartían el estudio de radio durante la transmisión de El derecho de nacer?

"Bueno: María Valero que desafortunadamente falleció. Era muy buena compañera, una gran actriz, amiga y compañera., aquello fue una cosa muy lamentable. "

Marta Jiménez Oropesa, - actriz, Premio Nacional de Radio -, nunca olvidaría aquel día;

"La noche del 25 de noviembre de 1948, jueves, lo recuerdo bien porque es mi cumpleaños, habíamos terminado de transmitir en el folletín Hiel de Vaca la novela del autor español Pedro Mata, Un grito en la noche. Y en ese capítulo el protagonista masculino que hacía de pareja de María Valero había muerto en un accidente automovilístico y ella había tenido que llorar mucho, bueno, es decir Rosario, como se llamaba su personaje en esos días, tu sabes que estaba el embullo por ver el cometa y un grupo de actores y actrices se disponían a ir a las cuatro de la mañana a la Avenida del Puerto donde decían que se veía mejor el cometa. Y como eso era la madrugada del 26 y el 25 había sido mi cumpleaños, pues me invitaron y les dije: no, otro día, otro día voy y no fui. "

Enrique Núñez Rodríguez, - acreedor de los Premios Nacionales de Periodismo, Humorismo y de Radio -.quien comienza como escritor en la CMQ el 27 de noviembre de 1948:

"Cuando fui a Crusellas el día 27 por la mañana estaba todo el mundo muy alterado por la muerte de María Valero y decidieron suspender la programación de por la noche. Entonces como yo estaba allí y era escritor, me pidieron que les escribiera a los actores de Crusellas las palabras que iban a decir, porque en vez de transmitir un programa, iban a transmitir directo desde la funeraria. Y lo curioso es que yo escribí aquellos textos no sin pena por la muerte de María Valero, pero yo tampoco la conocía muy de cerca. Pero por la noche cuando estaba oyendo a los actores decir mis textos entonces fue cuando se me salieron las lágrimas por Maria Valero, porque lo decían con una fuerza tremenda lo que yo había escrito como una tarea. Y recuerdo a Santiesteban, a Minín Bujones, a Marina Rodríguez, Eduardo Egea, Ernesto Galindo, grandes figuras de la Radio."

Germán Pinelli, fundador de la Radio y la Televisión cubana y Premio Ondas al mejor locutor de habla hispana, la recordaba así:

"Yo tenía una amistad especial con María Valero. A mí me gustaba el carácter de María Valero. Un poco seca, daba la sensación de no tener amistad con nadie. Pero cuando tenía amistad con alguien era fiel en su amistad. Una mujer elegante, bella en conjunto. No tenía un rostro que llamara mucho la atención, pero una apariencia personal muy bonita. "
"Yo admiraba en María la voz extraordinaria, imponía su maestría absoluta como actriz. Por un día de cumpleaños mío me escribió una tarjeta que decía: Al único hombre que me comprende sin preguntarme. Una cosa muy bonita, yo hablaba con ella en su mismo tono. Yo seguía el tenor de su conversación, pero nunca le pregunté. ".

Personalidad

Los que la conocieron afirman que no era realmente una mujer bella pero sí una mujer interesante, de excelente gusto, de armoniosa figura y modales distinguidos; como buena madrileña, pensaba que “el buen calzado” y “el buen perfume” (ella prefería Nochebuena de Carón), constituían requisitos insoslayables del buen vestir.

Era una mujer de vida sobria y hábitos adecuados para conservar la voz y la salud. La piscina del Hotel Nacional fue testigo de la afición por la natación y el Malecón de las caminatas. Creía inconcebible terminar bien el día sin haber leído “algo bueno”, calificativo que adjudicaba, sobre todo, a los autores preferidos, Stefan Zweig, Andrés Maurois, Miguel de Unamuno y Antonio Machado, cuyos versos dormían muy cerca de ella, en la mesita de noche.

Cuando hallaba un poema afín a la sensibilidad lo recitaba a solas y luego lo grababa, conservándolo en la discoteca, disfrutaba “el buen cine”, sobre todo si los filmes trataban sobre vidas reales o dramas interesantes.

Admiraba, entre las buenas actrices, a Ingrid Bergman y a Joan Fontaine, mientras que entre los actores prefería a Charles Boyer y a Lawrence Olivier, visitas las salas conciertos ver bailar a Alicia Alonso, a quien consideraba una de las figuras cimeras del ballet clásico universal.

Lo que más detestaba: la injusticia. Lo que más apreciaba: la sinceridad.

Aficiones

Hablaba del baile con sentido deportivo, y no bailaba más de una vez con quien no sabía hacerlo. Era una experta tejedora: procuraba llevarle a los hijos de los amigos regalos tejido por ella, le encantaba fotografiar, coleccionaba muñecas y gatos de porcelana, y en el salón de estar había retratos de los artistas que pasaban por La Habana.

La música, para ella, era la poesía con sonido, un sedante para el cansancio. En la discoteca personal tenía, junto a la música de Falla y de Rimsky-Korsakoff, el repertorio completo de la famosa valenciana Conchita Piquer.

Cuando la embargaba la nostalgia por la tierra patria y por los seres queridos, ella hallaba en la voz y en el estilo de la Piquer, un agridulce consuelo.

Deseos

Amaba a Cuba y a al pueblo cubano, de quien recibía tantas deferencias, pero ausente durante nueve años de España, anhelaba intensamente pasar unos meses en Madrid. Tenía entre los locos sueños, como los llamaba, tener una casa a orillas del Manzanares y otra en las riberas del Almendares.

Siempre que estrenaba una obra, la ofrecía a la memoria del padre, cuando hablaba de la familia, sobre todo de los fallecidos, mostraba profundo respeto y agradecimiento porque de ellos recibió los mejores ejemplos, la savia de la vida.

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