Craso

Marco Craso
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NombreMarco Licinio Craso
Otros nombresCraso el Triunviro

Marco Licinio Craso (en latín, Marcus Licinius Crassus) fue un relevante aristócrata, general y político romano de la era tardo republicana, más conocido como Craso el Triunviro. En la batalla de la Puerta Colina se distinguió en el mando el ala derecha del ejército de Sila. Además aplastó la revuelta de los esclavos liderada por Espartaco. Un político menor, ambicioso y hombre sumamente adinerado, quería gobernar Roma. Se acredita que fue el inventor de las brigadas de bomberos. Pero en la versión de Crassus, sus esclavos de lucha contra incendios correrían a apagar el incendio solamente después que Crassus ofreciera comprar el edificio ardiente en una fracción diminuta de su valor.

Primeros años

Marco Licinio Craso era el tercero y menor de los hijos de Publio Licinio Craso Dives, un cónsul y distinguido general en 97 a. C., a cuyas órdenes luchó en el ejército. El mayor de sus hermanos, Publio, murió durante la Guerra Social, en tanto que su padre y su otro hermano, Lucio, fueron víctimas de la sangrienta represión de Cayo Mario y de Cina cuando Marco Craso era aún joven. Para escapar de la muerte, buscó refugio en Hispania, donde, aprovechando las clientelas que su padre había extendido durante su gobierno en la Hispania Ulterior, reclutó un pequeño ejército, poniéndose a las órdenes de Sila cuando éste volvió a Italia como legado o prefecto.

Guerra de Espartaco

En el año 73 a. C., los esclavos de Italia se sublevaron contra Roma bajo el mando de Espartaco y derrotaron varias veces a ejércitos romanos. El Senado, alarmado ya por la aparentemente imparable revuelta del sur de Italia, le encomendó a Marco Licinio Craso la tarea de sofocar la rebelión. Craso había sido pretor en 73 a. C. y, aunque era conocido por sus conexiones políticas y su familia, no tenía ninguna reputación como comandante militar Roma era todavía una República, la cual ponía límites muy estrictos a lo que sus gobernantes podían o hacer y más importante aún a aquello que no podían hacer. Pero Crassus no tenía ninguna intención de soportar tales límites a su poder personal, e ideó un plan.

Crassus hizo uso de la revuelta de esclavos, llevada a cabo por Espartaco, para golpear con el terror los corazones de Roma cuya guarnición Espartaco ya había derrotado en batalla. Pero Espartaco no tenía ninguna intención de marchar sobre la misma Roma, un movimiento que él sabía era suicida. Espartaco y su grupo no deseaban nada con el imperio romano y habían planeado, desde el principio, meramente saquear bastante dinero de sus dueños anteriores en el campo italiano para contratar una flota mercenaria en las cuales podrían navegar hacia la libertad.

Navegar lejos era la última cosa que Crassus quería que Espartaco hiciera. Él necesitaba a un enemigo conveniente con el cual podría aterrorizar a la propia Roma, para su ganancia política personal. Así que Crassus sobornó la flota mercenaria, para que partiera sin Espartaco, luego posicionó dos legiones romanas de tal manera que Espartaco no tuvo otra opción que marchar sobre Roma.

Le fueron asignadas seis nuevas legiones además de las dos anteriores legiones consulares de Gelio y Léntulo, sumando un ejército de unos 40 000 soldados romanos entrenados. Craso trató a sus legiones con una disciplina férrea, incluso brutal, recuperando el castigo de la decimatio (castigo mediante el cual se diezma a un grupo de soldados, matando a 1 de cada 10 de ellos en castigo por su cobardía). Apiano no tiene claro si aplicó la decimatio a las dos legiones consulares por cobardía cuando fue nombrado su comandante, o si se la aplicó a todo el ejército por alguna derrota posterior (un suceso en el que hasta 4000 legionarios habrían sido ejecutados). Plutarco sólo menciona la decimatio de 50 legionarios de una cohorte como castigo tras la derrota de Mimio en la primera confrontación entre Craso y Espartaco. Al margen de lo que sucediera realmente, el trato de Craso a sus legiones demostró que "era más peligroso para ellos que el enemigo" y los espoleó para lograr la victoria y no correr el riesgo de disgustar a su comandante.

Guerra en Partia

En noviembre del 55, Craso abandonó Italia para dirigirse a su nueva provincia, donde prepararía una grandiosa expedición contra el Imperio parto (invierno del 55–54). En el verano del año 54 a. C. cruzó el Éufrates y tomó una serie de ciudades fronterizas. Los partos, indignados, le exigieron que se retirase. Craso se negó. Sin embargo, cuando ya tenía la guerra que tanto había deseado, se tomó su tiempo antes de proseguir. Se pasó el primer año como gobernador dedicándose a lucrativos saqueos. Se llevó cuanto había de valor en el Templo de Jerusalén y en muchos otros. Y cómo señala Plutarco "Los días se le pasaban encorvado sobre las balanzas". Gracias a su cuidadosa contabilidad, Craso pudo reclutar un ejército verdaderamente digno de sus ambiciones: En el mes de junio del año 53 a. C., el ejército de Craso (compuesto por siete legiones, 4.000 jinetes y tropas auxiliares) fue masacrado en la batalla de Carras ante la superioridad de la caballería enemiga en las proximidades de Carras, actual Harrán en Turquía. Las legiones de Craso fueron incapaces de maniobrar tan rápidamente como sus oponentes. Craso rechazó los planes de su cuestor, Cayo Casio Longino de reconstruir la línea de batalla romana, y permaneció en formación de testudo. Más de 20.000 soldados perdieron la vida y cerca de 10.000 fueron hechos prisioneros. Posteriormente los hombres de Craso, cercanos al amotinamiento, exigieron que parlamentara con los partos, quienes se habrían ofrecido a encontrarse con él. Craso, abatido por la muerte de su hijo Publio en la batalla, al final estuvo conforme en encontrarse con el general parto. A su llegada al campamento parto, fue capturado y asesinado forzándole a beber una copa de oro fundido como un símbolo de su afán por las riquezas.

El relato que se hace en la biografía de Craso obra de Plutarco también menciona que, durante el banquete de la ceremonia nupcial del hijo de Artavazd y la hermana de Orodes II en Artashat, la cabeza y la mano derecha de Craso fueron llevadas al rey parto, mientras un actor de la corte, llamado Jasón de Tralles, cogió la cabeza y cantó los siguientes versos:

¨Traigo desde el monte un tallo recién cortado para el palacio, caza bienaventurada¨

Fuentes