Mario Molina

Mario Molina
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Ingeniero químico mexicano
NombreMario José Molina-Pasquel Henríquez
Nacimiento19 de marzo de 1943
Ciudad de México, Bandera de los Estados Unidos Mexicanos México
NacionalidadMexicana
PremiosPremio NobelPremio Nobel de Química 1995

Mario J. Molina. Científico mexicano especializado en química atmosférica que investigó los efectos dañinos de los CFC sobre la capa de ozono.

Síntesis biográfica

Nació el 19 de marzo de 1943 en la Ciudad de México, siendo uno de los siete hijos del especialista en Derecho y diplomático, Roberto Molina Pasquel, y de Leonor Henríquez Verdugo. Cursó la escuela primaria en la Ciudad de México. Desde muy pequeño, Mario Molina ya manifestaba un sentido innato para la investigación científica. De niño quedó fascinado cuando contempló un protozoo a través de un primitivo microscopio de juguete. Su precocidad en el campo de la química le empujó, incluso, a la osada idea de convertir uno de los cuartos de baño de su casa en un improvisado laboratorio, que llenó de artilugios para hacer experimentos.

A la edad de once años --continuando la tradición familiar-- sus padres lo enviaron a estudiar a Suiza. Para entonces ya había tomado la decisión de ser investigador en química; antes, había contemplado seriamente la posibilidad de dedicarse a la música (solía tocar el violín)

Durante la década de 1960 cursó estudios de ingeniería química en la Facultad de Química de la Universidad Nacional Autónoma de México graduándose en 1965. Realizó estudios de postgrado en la Universidad de Friburgo, Alemania. Posteriormente regresa a México como Profesor Asistente de la UNAM, y crea ahí el primer posgrado en ingeniería química de México. Finalmente, en 1968, ingresó al programa de doctorado en fisicoquímica de la Universidad de Berkeley, California, obteniendo el doctorado en 1972.

En 1972 Mario Molina se unió por vez primera con quien sería su gran colaborador hasta la obtención del Premio Nobel: el profesor Frank Sherwood Rowland. Juntos abordaron la investigación acerca de las propiedades químicas del átomo en procesos radioactivos.

Trabajó como profesor e investigador en los centros Berkeley e Irvine, ambos pertenecientes a la Universidad de California, y en el Jet Propulsion Laboratory, del Instituto de Tecnología de California.

Vinculado al Instituto Tecnológico de Massachussets desde 1989, adquirió la ciudadanía estadounidense.

Investigaciones científicas

Además de su trabajo docente, realizó una fructífera labor de investigación, interesándose, sobre todo, por el problema ambiental. Molina se convirtió en un científico renombrado por sus contribuciones al conocimiento de la naturaleza química de la atmósfera terrestre, en particular de la estratosfera.

El profesor Frank Sherwood Rowland ofreció a Molina varias líneas en las que desarrollar sus investigaciones. Entre ellas hubo una que le cautivó: averiguar el destino de algunas partículas químicas inertes derivadas de procesos industriales -los clorofluorocarburos (CFC)- acumulados en la atmósfera y cuyos efectos sobre el medio ambiente no habían sido tenidos en cuenta hasta ese momento.

Con la inseparable ayuda de Rowland, Molina advirtió que los CFC son componentes similares a otros que había analizado anteriormente desde el punto de vista de la dinámica molecular. Al estudiarlos, Molina y Rowland se sintieron familiarizados con sus propiedades químicas pero no con las atmosféricas. Después de tres meses de incansables estudios e investigaciones, desarrollaron la teoría de la reducción de la capa de ozono. Al principio el estudio no parecía ser especialmente interesante, pero pronto se dieron cuenta de que los átomos producidos por la descomposición de los CFCs destruían el ozono.

Fue uno de los primeros científicos en alertar al mundo sobre el peligro que representan para la capa de ozono los clorofluorocarbonos (CFC) empleados en aerosoles, refrigerantes y solventes, tanto de uso industrial como doméstico.

Reconocimientos alcanzados por sus contribuciones científicas

El 11 de octubre de 1995 fue galardonado con el Premio Nobel de Química por sus investigaciones sobre la capa de ozono. Compartió el premio con el norteamericano Frank Sherwood Rowland, de la Universidad de California y con el danés Paul Crutzen, del Instituto Max Planck de Química de Mainz, Alemania (quien halló, en 1970, que los gases contaminantes tienen un efecto destructor en esa capa, sin descomponerse).

El 4 de diciembre de 1995, fueron premiados por el Programa de la ONU para el Medio Ambiente (UNEP), por su contribución a la protección de la capa de ozono. Recibió además los premios Tyler (1983) y Essekeb (1987), que concede la American Chemical Society; el Newcomb-Cleveland, de la Asociación Americana para el avance de la Ciencia (1987), por un artículo publicado en la revista Science que explicaba sus trabajos sobre la química del agujero de ozono en la Antártida y la medalla de la NASA (1989), en reconocimiento a sus logros científicos.

En 1989, Mario Molina pasó a trabajar en el Departamento de Ciencias Atmosféricas, Planetarias y de la Tierra del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) como investigador y profesor. Y en 1994, su trabajo le brindó otro reconocimiento, en este caso del presidente de Estados Unidos, que le nombró miembro del comité que le asesora sobre asuntos de ciencia y tecnología, al que pertenecen 18 científicos.

Fuentes