Masacre de Tacajó
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Masacre de Tacajó. Finaliza el mes de Febrero del año 1934, el ambiente es de amenaza y agresión en el poblado de Tacajó. Los dirigentes obreros deciden convocar a una reunión, la cual se efectúa en la hortaliza de San Jerónimo, propiedad de los Expósitos (Antonio y José) donde se acuerda, no ceder a las presiones de los uniformados al mando de los cabos Puente y Almenares.
En dicha reunión se decide la fecha para celebrar una asamblea en el teatro de la localidad, se efectuaría el 28 de febrero en horas del mediodía. Se ha comenzado a sembrar el terror en algunas colonias a través de la detención de varios compañeros y movilizaciones de los empleados y guardias jurados hacia los distintos barrios que dominaban la compañía.
Hechos del 28 de febrero
Ese día en el momento de la asamblea, del barrio de San Jerónimo avanzan con dirigentes al frente alrededor de 300 obreros, quienes al llegar al teatro provistos de machetes y estacas, son desarmados a la entrada por los soldados que rodean el mismo que a su vez portan fusiles con cananas dobles.
Cuando el teatro se llena, para comenzar lo que está previsto, un guardia jurado llamado Francisco Vergel, sentado en los palcos del alto, reconoce a José Valentín, dirigente del comité de huelga y se lo comunica al cabo Puente, quien acto seguido se encamina hacia donde se encuentra Valentín, y en forma descompuesta trata de conducirlo hasta el cuartel.
Valentín se niega, el Comité de auto-defensa estaba alerta a los movimientos del cabo, entonces Antonio Núñez integrante del mismo exclama:
“Cabo, si este compañero fuera delincuente, nosotros mismos lo ayudábamos a conducirlo al cuartel, pero él lo único que hace es ayudarnos en esta lucha”.
Acto seguido, el oficial con el fusil en la mano derecha, usó la izquierda y dio un empujón al compañero Núñez, quien indignado y como un resorte extrae el revolver que llevaba oculto, pero no pudo disparar, el cabo lo hizo primero.
Una pareja de guardias que estaba apostada en la puerta del teatro echó rodilla en tierra y comenzó a disparar sobre los que intentaban salir por la misma, un trabajador de apellido Fonseca, una bala le cercenó un brazo a nivel del hombro que cae sobre el piso del teatro, a otros dos llamados Eliseo Borges y Manuel Saúco, los proyectiles le atraviesan el vientre. Al joven Luis M. Rodríguez del Seccional Liga Juvenil Comunista, una bala le atraviesa la ingle y numerosos obreros fueron heridos menos graves.
El cadáver de Antonio Núñez y los heridos graves son conducidos al pequeño hospital de la localidad, donde un gran número de trabajadores se concentran. Después la multitud de obreros enardecidos recorren las calles principales del batey donde protestan y demandan la entrega del asesino.
Día inolvidable
Al día siguiente el pueblo conduce hasta el cementerio el féretro de Núñez cubierto con la bandera roja del proletariado y entonando las notas del himno "La Internacional".
Fuentes
- Testimonio de participantes.
- Documentos del archivo municipal.
