Diferencia entre revisiones de «Matilde Montoya»

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Revisión del 09:50 8 abr 2016

Matilde Montoya Lafragua
Información sobre la plantilla
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Notable médico cirujana y luchadora revolucionaria mexicana
Nacimiento14 de marzo de 1857
Ciudad de México , México
Fallecimiento26 de enero de 1938
Ciudad de México , México
NacionalidadMexicana
Matilde Montoya Lafragua. Médico cirujana y luchadora revolucionaria mexicana. Tuvo que enfrentar una serie de dificultades y burlas al convertirse en la primera mujer que recibió el título de médica cirujana en fecha tan temprana como el año 1887, en una época donde mucha gente que consideraba inaceptable que las mujeres fueran a la Universidad.

Síntesis biográfica

Nació un 14 de marzo de 1857 en la ciudad de México, México. Tiburcia Valeriana Montoya y Lafraga fue hija del comandante José María Montoya y de la señora Soledad Lafraga.

Cuando tenía once años fue rechazada en la Escuela Primaria Superior, equivalente en ese entonces a la secundaria actual, debido a su edad. No obstante esos inconvenientes se lo propuso y terminó su preparación para presentar el examen oficial para maestra de primaria, el cual aprobó sin dificultad, pero su edad, 13 años, le impidió otra vez acceder al nivel requerido.

El 19 de mayo de 1870 presentó solicitud para ingresar en la Escuela Nacional de Medicina y una carta de recomendación del señor José María Mendoza y Caballero. Fue admitida el 28 de mayo, aunque en 1871 enfermó, lo que la obligó a abandonar sus estudios y se fue a vivir a Cuernavaca, Morelos. Ahí, un jurado certificó sus aptitudes como partera.

Regresó a la Ciudad de México y recibió cátedra en la Escuela de Parteras y Obstetras de la Casa de Maternidad de la Ciudad de México (en la calle Revillagigedo) con el doctor Manuel Gutiérrez, quien la ayudó a presentar el examen de primero y segundo años de obstetricia.

Era tal su interés que presentó su examen profesional como partera el 12 de mayo de 1876. Después se mudó a Puebla en donde fue acusada de masona y feminista.

Varios docentes y alumnos opositores solicitaron que se revisara su expediente antes de los exámenes finales del primer año, porque no estaba clara la validez de las materias del bachillerato. Montoya recibió el aviso de su baja.

Abandonada a su suerte

La joven solicitó a las autoridades que, si no se le revalidaban las materias le permitieran cursarlas en la Escuela de San Ildefonso por las tardes. Su solicitud fue rechazada, porque en el reglamento interno de la escuela el texto señalaba "alumnos", no "alumnas".

Desesperada, Matilde escribió una carta al presidente de la República, el general Porfirio Díaz, quien dio instrucciones al secretario de Ilustración Pública y Justicia, Joaquín Baranda, para que "sugiriera" al director de San Ildefonso permitir a Montoya cursar las materias. Tras completar sus estudios con buenas notas y preparar su tesis, la muchacha solicitó su examen profesional. Le fue negado el examen.

Una vez más escribió al presidente Porfirio Díaz, quien decidió enviar una solicitud a la Cámara de Diputados para que se actualizaran los estatutos de la Escuela Nacional de Medicina y pudieran graduarse mujeres médicas. Como la Cámara no estaba en sesiones, y para no retrasar el examen profesional de Montoya, el presidente Díaz emitió un decreto para que se realizara de inmediato.

Hubo quien publicó que Matilde Montoya se había recibido por decreto presidencial; sin embargo, el documento sólo especificaba que era para permitir que se recibiera si cumplía con los requisitos de presentar los exámenes teórico y práctico ante un jurado académico. Es decir, tener las mismas oportunidades que un chico de su edad que quisiera ejercer la medicina.

Incorporación a la lucha

Su lucha por estudiar en un ambiente dominado por hombres, en contra de lo establecido por la sociedad de entonces la convirtió en símbolo feminista. Logró ser partera, Obstetra y Cirujana en 1887. Ciento veinte años después de que se recibió la primera cirujana en México, más de la mitad de la población de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) es femenina, y el género no es un obstáculo para estudiar en cualquier área del conocimiento.

Esta apertura en la educación no fue producto de la casualidad, sino del esfuerzo de mujeres valientes, inteligentes y persistentes como Matilde Montoya.

En México, a finales del siglo XIX la situación de la mujer era precaria en más de un sentido; desde el punto de vista jurídico se le consideraba una menor de edad, representada por su padre o marido.

En el ámbito educativo existía una clara diferencia entre hombres y mujeres: los primeros tenían acceso a la educación superior, las segundas iban sólo a la secundaria. Sin embargo, en la época era frecuente que las mujeres aprendieran en su casa, a través de clases particulares.

Matilde participó en asociaciones femeninas como el Ateneo Mexicano de Mujeres y Las Hijas de Anáhuac. En 1923 asistió a la controvertida Segunda Conferencia Panamericana de Mujeres. Dos años después, junto con la doctora Aurora Uribe, fundó la Asociación de Médicas Mexicanas.

Muerte

A los 50 años de haberse graduado Matilde Montoya, en agosto de 1937, la Asociación de Médicas Mexicanas, la Asociación de Universitarias Mexicanas y el Ateneo de Mujeres le ofrecieron un homenaje en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes. Al final se hacía justicia. Matilde Montoya murió cinco meses después, el 26 de enero de 1938.

Fuente