Miqueas (libro de la Biblia)

Miqueas
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Su estilo es sencillo, elegante, directo. El profeta denuncia abiertamente el pecado (Mi. 1:5; 2:1, 2; 6:10-12). Las transiciones son a menudo bruscas, pero casi siempre se puede discernir la razón.
Nombre original:Miqueas
Nombre nativo:Miqueas
Autor(es):profeta Miqueas
Categoría:Texto religioso
Origen:Moreset-gat
Lugar:Judá


Miqueas. Libro de la biblia escrito segun se cree por el profeta del mismo nombre. El autor aparentemente era originario de Moreset-gat (Mi. 1:14), indudablemente en Judá, no lejos de Gat, la ciudad filistea de la que dependió el pueblo natal de Miqueas durante un cierto tiempo. Profetizó durante los reinados de Jotam, Acaz y Ezequías (Mi. 1:1; Jer. 26:18); inició su carrera poco después de Oseas e Isaías, contemporáneos suyos (Mi. 1:1; cfr. Is. 1:1; Os. 1:1). Miqueas, más próximo a Isaías, trata los mismos grandes temas que él, como acertadamente señaló Calvino.

Miqueas (Libro)

Es el sexto de los profetas menores.

Estilo

Su estilo es sencillo, elegante, directo, El profeta denuncia abiertamente el pecado (Mi. 1:5; 2:1, 2; 6:10-12). Las transiciones son a menudo bruscas, pero casi siempre se puede discernir la razón. Miqueas arroja interrogantes (Mi. 1:5; 2:7; 4:9; 6:3, 6, 7, 10, 11), ironiza (Mi. 2:11), emplea una metáfora, la prolonga (Mi. 1:6; 3:2, 3, 6; 4:6-8, 13; 6:10, 11, 14, 15). Es aficionado a los juegos de palabras, usándolos abundantemente en el primer capítulo, y quizás aparece uno en el último párrafo del libro. Su discurso, de alabanza a Jehová, se basa en la pregunta: «¿Qué Dios como tú?», frase que se corresponde, en heb., con el nombre Miqueas. La fe de Miqueas se apoya sobre lo que conoce de Dios por su ley y por su manera de actuar hacia el pueblo y hacia los individuos (Mi. 2:7; 6:3-5; 7:15). El Señor, juez justo, ama la misericordia. Demanda que su pueblo practique la justicia y la caridad. El profeta exhibe fuerza y valor envuelto en las promesas divinas. Sabe que la seguridad de Israel reposa sobre el pacto de Dios con su pueblo, sobre la promesa de la salvación hecha a Abraham (Mi. 7:20) y que se centra sobre el Hijo de David (Mi. 5:2-6; cfr. Lc. 1:72-75). Los enemigos del Reino no podrían prevalecer. El cap. 5 se basa sobre la misma verdad mesiánica que la del Sal. 2; tiene como fundamento las declaraciones de Dios, al igual que el sublime mensaje de perdón y de restauración de Mi. 7:8-20.

Fecha

La profecía comienza bajo Jotam (Mi. 1:1) y se extiende desde el año 745 hasta el 715 a.C. El contexto demuestra que, siendo posterior a Omri y a Acab (Mi. 6:16), data de la época en que Israel temía el poder amenazador de Asiria (Mi. 5:5, 6). El libro fue escrito, al menos parcialmente, durante la época en que Samaria y el reino del norte existían aún (Mi. 1:6, 14). En cuanto a Mi. 1:5-7, no se puede determinar cuánto tiempo antes de la caída de Samaria fueron pronunciadas estas palabras. En efecto, desde la época de Uzías y de Jotam, los profetas anunciaron que era inminente el juicio de Samaria (Os. 1:6; 3:4; 5:9; Am. 2:6; 3:12; 5:1-3, 27; 6:1, 7-11, 14; Is. 7:8, 9; 8:4), y que Judá sería devastado (Os. 5:10; Am. 2:4; Jl. 6:1, 11-13; 7:17-25). La alusión a la devastación de Basán y de Galaad podría ser indicación de un período posterior al año 733-732 a.C., año en el que Tiglat-pileser deportó a sus habitantes (Mi. 7:14). Este versículo menciona el establecimiento de los israelitas en este país desde la conquista de Josué (cfr. Mi. 7:14, 20). La proclamación de Mi. 3:12 fue dada ya en época de Ezequías, pero es posible que Miqueas haya anunciado esta catástrofe con anterioridad.

Contenido del libro

Aunque centrado en Judá y en el reino del sur, las profecías de Miqueas tratan del conjunto de Israel (Mi. 1:1, 5-7, 9-16). Las transiciones bruscas indican que el libro resume la enseñanza del profeta, en lugar de constituir una transcripción de sus diferentes discursos. El imperativo «¡oíd!» repetido tres veces introduce tres secciones, cada una de las cuales termina con una nota de esperanza.

Sanciones contra Samaria, debido a su idolatría (Mi. 1:2-8) y contra Judá por el mismo motivo (Mi. 1:9-16). Maldición contra los opresores del pueblo; profecía de la ruina y de la deportación (Mi. 2:4, 5), a causa de la falta de honradez y de la injusticia y corrupción de los grandes (Mi. 2:1-11); sin embargo, habrá un residuo que será restaurado (Mi. 2:12, 13).

Denuncia de los pecados de los príncipes, seguida de profecías mesiánicas. Las autoridades civiles y religiosas no se cuidaban ni de la verdad ni del derecho; su manera de gobernar revelaba su vanalidad (Mi. 3:1-11). Jehová abandonará Sion a sus enemigos (Mi. 3:12). Se revela la futura grandeza del Reino mesiánico, que ejercerá una influencia moral sobre todos los hombres en paz, prosperidad y poder (Mi. 4:1-8). La perspectiva actual sólo presenta clamor, dolor y cautiverio (Mi. 4:9, 10); pero Sion acabará aplastando a sus enemigos, que se oponen a Jehová (Mi. 4:11-13). El profeta habla del abatimiento de Sion (Mi. 5:1), abatimiento que dejará de ser cuando reinará sobre Israel Aquel cuyo origen se remonta a los días de la eternidad (Mi. 5:2-4). Esta predestinación divina del Mesías garantiza la liberación del yugo asirio (Mi. 5:5, 6; cfr. Is. 7:4-16), la supervivencia de Israel, su triunfo final sobre todos sus enemigos; finalmente, el pueblo será amoldado al ideal divino (Mi. 5:7-14).

Requisitoria contra todo el pueblo (Mi. 6:1-5). Exposición de las demandas de la verdadera religión (Mi. 6:6-8; cfr. Is. 1:11-17). El Señor estigmatiza la iniquidad (Mi. 6:9-7:6). El profeta concluye proclamando su fe en el porvenir glorioso que traerá la gracia misericordiosa de Jehová, en base a su alianza con Abraham (Mi. 7:7-20). El pasaje de Mi. 4:13 es casi idéntico con Is. 2:2-4, pero se relaciona más estrechamente con los versículos siguientes que con el pasaje de Isaías. Jl. 3:10 expresa el mismo pensamiento mesiánico. Es bien posible que sea Isaías quien cita a Miqueas. Pero las diferencias de términos entre Isaías y Miqueas podrían explicarse con la suposición de que cada uno de ellos se basó en una predicción corriente en su tiempo. En todo caso, el pueblo de Dios de aquellos tiempos podía bien apoyarse sobre las profecías conocidas, reconociendo la autoridad de ellas y citándolas, de la misma manera que los cristianos en nuestra época.

Autenticidad

La autenticidad de este libro ha sido puesta en tela de juicio. Hay críticos que no asignan a Miqueas más que los tres primeros capítulos. Pero G. A. Smith, después de haber dicho que «ningún otro libro de la Biblia ha engendrado tantas discusiones en cuanto a las fechas de sus diferentes secciones», concluye afirmando que el conjunto de la obra se remonta a la época de Miqueas (cfr. G. T. Manley, «Le Nouveau Manuel de la Bible», p. 252). Por otra parte, la repetición de la expresión: «Oíd...» es una indicación de la unidad de estilo y de autor (Mi. 1:2; 3:1; 6:1; cfr. 5:14). El hecho de que el libro resuma los diversos mensajes proclamados en diversas circunstancias y durante un tiempo suficientemente largo, es suficiente para explicar su carencia de un desarrollo estrictamente lógico. Se puede ver en este texto una buena cantidad de pasajes paralelos a los escritos por otros profetas que vivieron más o menos contemporáneamente. Hay, p. ej., varios puntos comunes con Isaías (Mi. 1:9 e Is. 10:28-32; Mi. 2:2 e Is. 5:8; Mi. 3:6 e Is. 8:10; Mi. 5:3, 7, 8 e Is. 11:11; Mi. 7:11 e Is. 5:5). Al igual que Amós, Oseas e Isaías, el profeta Miqueas habla de la grandeza de Dios (Mi. 1:2, 4), de su santidad (Mi. 6:8), del pecado del pueblo infiel (Mi. 6:3, 4), de las injusticias sociales (Mi. 6:10, 15), de la degeneración del sacerdocio (Mi. 3:5). La opinión de la crítica está viciada por la teoría de la evolución (muy en boga desde la época de Wellhausen), aplicada a las nociones religiosas de los profetas y de los autores sagrados. Según la concepción evolucionista, ciertas ideas teológicas de Miqueas (como de Isaías, etc.) no hubieran podido conocer un cierto desarrollo antes de una fecha tardía. Pero todo es una pura especulación que se creía plausible hace más de cien años, en ausencia de investigaciones concretas. Sin embargo, las excavaciones arqueológicas han demostrado una escena muy distinta (notablemente, véanse EGIPTO, MARDIKH, y véase también Custance en Bibliograf ía al final de este artículo). Se debe señalar también que Miqueas conocía el Pentateuco y que en él se evidencia el marco legal del Deuteronomio (Mi. 3:5-7; cfr. Dt. 18:15-22), con sus prohibiciones (Mi. 5:11; Dt. 18:10) y sus castigos (Mi. 6:15; Dt. 28:38). El profeta menciona el éxodo de Egipto (Mi. 6:4; 7:15), la conquista (Mi. 6:5), y cita las grandes figuras de Abraham, Jacob, Moisés y Aarón (Mi. 7:20; 6:4). Lo que dice Miqueas de la servidumbre a las potencias extranjeras y de la deportación (Mi. 1:15-16; 2:3-5, 10) se halla dentro de la línea de Dt. 28:31-37, 47-53 (cfr. Is. 1:19-20; 5:13; 6:11-13; 7:3). Miqueas 4:10 anuncia que el lugar del exilio será Babilonia, como Is. 39:6-7 (cfr. Is. 11:11, Sinar). Los elementos mesiánicos están también en perfecto acuerdo con las revelaciones anteriores y contemporáneas: reunión de Israel, que triunfa gracias a su rey (Mi. 2:12-13); paz y prosperidad de Sion, salvación de los gentiles (Mi. 4:1-8); la persona del Mesías, su nacimiento y reinado (Mi. 5:1-8). Es indiscutible que estas verdades eran conocidas en la época de Miqueas (cfr. Is. 2:2-4; 4:2-6; 8:23-9:6; 10:20-22; 11:1-10; Am. 9:11-15; Os. 11:8-11). En fin, aparece la noción universalista del alcance de la salvación, no limitada a una sola nación, sino llegando a todas las naciones (Mi. 4:1-3; cfr. Gn. 18:18, 25; Sal. 72:8-11; 15. 49:6; 55:5) y aparece también la idea escatológica de un ataque de todas las naciones contra la Sion finalmente restaurada (Mi. 4:11-13; cfr. JI. 3:2, 12; cfr. también Zac. 12:3, 9; 14:2). El pasaje de Mi. 5:1-3, citado por Mt. 2:5-6, es particularmente caro para el corazón del cristiano, y en Mi. 6 y 7 se hallan algunos de los versículos más hermosos de las Escrituras.

Bibliografía

  • Archer, G. L.: «Miqueas», en Nuevo Comentario Bíblico (Casa Bautista de Publicaciones, El Paso, 1977);
  • Carlson, E. L.: «Miqueas», en Comentario Moody del Antiguo Testamento (Publicaciones Portavoz Evangélico, Grand Rapids, en prep.; hay edición inglesa, Moody Press, Chicago, 1962);
  • Custance, A. C.: «Primitive Monotheism y Primitive Cultures: Their Historical Origins» (Doorway Papers, Nos. 32 y 34, Ottawa, 1960 y 1968 respec.);
  • Kelly, W.: «Micah», en The Minor Prophets (C. A. Hammond, Londres, 1874, reimpr. s/f);
  • Young, E. J.: «Introducción al Antiguo Testamento» (T.E.L.L., Grand Rapids, 1977).