Narración oral artística en Cuba

Narración oral artística en Cuba
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Concepto:La narración oral es el antiguo arte de contar mediante las palabras, imágenes y sonido

Narración oral artística en Cuba. La narración oral es el antiguo arte de contar mediante las palabras, imágenes y sonidos, el extenso repertorio de historias comunitarias que se recuerdan por la memoria, por eso, se considera medio de comunicación que preserva la cultura y los valores morales. Las historias contadas enseñan, explican y entretienen, además, se adjuntan a la labor de los cuentistas que son venerados porque transmiten de generación en generación, mediante sus voces, lo que acontece en cada civilización.

De tal forma, la tradición oral de la narración incluye al narrador y al público, el primero deposita la experiencia, mientras el segundo, percibe el mensaje y crea las imágenes mentales personales que las palabras escuchadas y los gestos vistos proporcionan.

Historia

En Cuba, los precursores de la narración oral artística fueron, como han sido los precursores en todas las sociedades, las cuenteras y los cuenteros familiares prodigiosos, entre más formadores, desde el seno mismo de la familia, de las nuevas generaciones, al contar con todos sin excluir a las niñas y los niños; unas y unos contadores de cuentos que precedieron a los narradores orales artísticos comunitarios.

La figura primera en Cuba, históricamente hablando, dentro de la narración oral artística, es la de Haydée Arteaga, mujer cumbre, mujer de lealtad y de honestidad, mujer de talento capaz de alcanzar una y otra vez la lucidez humana, social y creadora, que contaba oralmente desde la primera mitad del Siglo XX y que paulatinamente fue pasando de lo oral artístico comunitario a lo oral artístico de la corriente escandinava, intuición y práctica que resultó enriquecida por los afanes posteriores (que venían sí desde fines de los años cuarenta) de María Teresa Freyre de Andrade.

Después de 1959 y desde su cargo de Directora de la Biblioteca Nacional José Martí, cuando decidió formar a las bibliotecarias de las salas infantiles y juveniles del país y de las bibliotecas escolares (y a algunas otras figuras) como narradoras orales artísticas. En este empeño María Teresa Freyre de Andrade (que primero lo intentó a fines de la década del cuarenta, en La Habana y desde el Liceo, sin éxito por las circunstancias negativas de la época) sumó de dentro de la Biblioteca Nacional a dos figuras de excepción: María del Carmen Garcini y Eliseo Diego.

Haydée Arteaga, primera figura

Es conocido que Haydée Arteaga, que por entonces llevaba varias décadas contando oral artísticamente, y que siempre ha tenido una pasión, un compromiso, una entrega, una sensibilidad, una capacidad de análisis, un poder de comunicación y una eficacia, una gracia y unas excelencias, y ante todo una ética que es modelo de negación de mezquinos intereses, de vanidades y de apropiaciones de lo que corresponde a la trayectoria, al prestigio y el hacer de otros (y que siempre puede probarse porque al ser verdad histórica así ocurrió y existen los documentos y testimonios); reiteramos, es conocido que Haydée Arteaga (que era quien cuando arribó a cursar el seminario en la Biblioteca Nacional ya había contado durante décadas, la única con ese historial y sus sumas) llegó a ese curso del medio bibliotecario a aportar mucho más que a aprender.

Y fue Haydée, de todo el contexto de la narración oral artística al modo escandinavo y mucho desde su trayectoria anterior, quien desde fuera, desde otras instituciones, realizó experiencias en otros ámbitos sociales, como por ejemplo la que llevo a cabo en la Sierra Maestra, uniendo a lo oral artístico para/con todas las edades lo oral comunitario, en comunidades campesinas, muchas muy alejadas de las grandes ciudades.

Peña de Los Juglares

Como fue Haydée (que nunca ha dejado de contar oral artísticamente desde que comenzó a hacerlo y no necesitó en momento alguno reinsertarse en la oralidad artística porque nunca perdió creencia ni dejó de ejercerla) la primera, de las narradoras de lo oral comunitario y de lo oral artístico al modo escandinavo, que fue programada en la Peña de Los Juglares, donde ya Francisco Garzón Céspedes (años más tarde el fundador de la CIINOE) contaba oral artísticamente desde 1975, y lo hacía no desde la corriente escandinava que desconocía, sino desde su conocimiento de cuenteros familiares, comunitarios campesinos y comunitarios urbanos, y considerando que la narración oral artística era y tenía que ser cada vez más un acto escénico, en rigurosidad: oral escénico. Desde la Peña, y conociendo en una de sus sesiones al prestigioso historiador Eusebio Leal, Haydée fue invitada por éste a fundar en la Casa de la Obra Pía su programa “Haydée y los niños”; uno de extensa permanencia, ejemplar en multifacéticos valores y presencias.

Y antes de que Francisco Garzón Céspedes la invitara y la programara reiteradamente en la Peña, fue Haydée quien asesoró a Garzón Céspedes. Y respecto a este hecho histórico, en el programa oficial impreso de las Jornadas Iberoamericanas de Narración Oral Escénica “Contar con La Habana” 2007 (celebradas desde el 2006 en espacios como la Casa de la Obra Pía de la Oficina del Historiador de la Ciudad y como la Fundación “Alejo Carpentier”, en específico en el 2007; porque la CIINOE, que fue quien llegó con sus Muestras y Festivales en 1990 al Gran Teatro de La Habana dados los vínculos de Garzón Céspedes con Alicia Alonso y su equipo, entre más, y los celebró allí desde 1990 hasta 2005, tal y como debería siempre destacarse, la CIINOE, reiteramos, cedió generosamente a partir del 2006 sus tiempos en las Salas del Gran Teatro de La Habana, y en otros espacios, al proyecto que, integrándose paso a paso y desarrollándose en sus contextos y mucho desde sus influencias, decidió separarse), aparece:

Desconocedor de la presencia de la corriente escandinava en Cuba, cuando ya Garzón Céspedes contaba oralmente y había iniciado su proceso renovador (que culminaría en la narración oral escénica), la primera en asesorarlo sobre la oralidad artística existente fue Haydee Arteaga, quien, de inicio, también venía del contacto con la oralidad comunitaria, y que había comenzado en lo oral artístico décadas antes de que la corriente escandinava, centrada sólo en los niños, tuviera presencia en Cuba.”

Y por esto y más es por lo que ha sido Haydée Arteaga quien recibió la Primera Distinción por la Oralidad / Diploma Medalla al Mérito en la Oralidad, en el 2006 y en las Jornadas, proclamando el Acta que:

El jurado ha decidido otorgar la Primera Distinción por la Oralidad: Placa Medalla al Mérito en la Oralidad a la mujer que mejor representa la cumbre de la oralidad artística en nuestro planeta, una que contando durante bastante más de medio siglo, desde antes del triunfo de la revolución cubana y en un camino de permanente lealtad a sus ideas hasta hoy, ha recorrido las tres etapas posibles de la narración oral artística: siendo, primero, cuentera comunitaria, después contadora de cuentos de la corriente escandinava con niños, y en la actualidad narradora oral escénica, escritora y promotora cultural. Otorgársela: Por su excepcional contribución, de vida y obra, al desarrollo de la cultura, la oralidad, la comunicación y el mejoramiento humano, y, muy especialmente, por su aporte en general a lo narrativo o narrador y en específico al Movimiento Iberoamericano de Narración Oral Escénica aporte de Cuba al mundo.

Narradora oral de la corriente escandinava

Porque hay que enfatizar que Haydée Arteaga fue la primera de las narradoras orales de la corriente escandinava (y antes de la oral comunitaria) que aceptó la propuesta novedosa iniciada por Francisco Garzón Céspedes, toda la que culminó en la narración oral escénica como renovación del antiguo arte de narrar oralmente y como fundación de un nuevo arte oral escénico, esencialmente comunicador, al ver Garzón Céspedes a la narración oral artística por primera vez en el mundo desde una oralidad vista desde la propia oralidad y no desde el centrismo de la escritura (y de los centrismos de la literatura y de la educación oficial sobre la oralidad), al verla por primera vez desde las ciencias de la comunicación de masas, y verla desde la adecuación de lo que pudiera asimilarse de las leyes generales de la escena, pero desde el inicio diferenciándola tajantemente del teatro.

Porque si bien es cierto que Garzón Céspedes de inicio cometió el error terminológico de afirmar que la narración oral era un arte escénico, cuando debió afirmar (como él mismo ha afirmado ya desde hace una década o más) que es un arte oral escénico, nunca se equivocó identificando narración oral escénica con teatro, sino que desde los comienzos mismos diferenció a estas dos artes. Es de la mayor importancia, y deberíamos todos contribuir en positivo, el que no se siga repitiendo mecánicamente por muchos el error terminológico de Garzón Céspedes de que la narración oral escénica es un arte escénico, porque no lo es dado que no es un arte expresivo sino comunicador, y que su categoría es la oralidad y la oralidad artística; y no ha sido su categoría, no son su categoría, ni será su categoria (porque se trata de oralidad) las artes escénicas.

Y es hora ya de que los narradores orales artísticos contemporáneos lo sean realmente a cabalidad, y para eso necesitan diferenciar la categoría que es la oralidad de ésa otra categoría que son las artes escénicas, y diferenciar la narración oral escénica de la narración escénica o cuento teatralizado y similares, lo que pasa por saber con rigurosidad que es “oralidad” y que es “comunicación”, por definirlas desde sus naturalezas, contextos, procesos y leyes, y por dejar de utilizar estos términos por extensión. Investigar, conocer, profundizar, delimitar, reencauzar lo que deba ser reencauzado, entre más urgente, es tarea de todas y todos los que amamos la oralidad artística en el mundo. Quien se aferra a lo que conoce, y no se permite dudar, falta a sus responsabilidades; quien distorsiona se distorsiona y distorsiona su imagen pública. Hay que reencauzar lo que deba ser reencauzado. Legitimará a quien reencauce.

Narradora oral artística

Haydée Arteaga fue la primera narradora oral artística que Francisco Garzón Céspedes conoció (y la conoció cuando ya él contaba oral artísticamente en la Peña de los Juglares y contaba en espacios teatrales, salas y otros; ojalá Haydée hubiera sido la musa de la narración oral escénica, porque quién mejor; pero si no lo fue Haydée, tan importante, no lo fue ninguna otra narradora como se ha venido afirmando contra la Historia). La segunda narradora oral artística que Garzón Céspedes conoció fue Miriam Broderman, que llegó a la oficina (de Cultura de la Provincia Ciudad de La Habana) en que trabajaba con Haydée Arteaga y encontró a Garzón (durante la primera reunión de ellos dos a poco más de mediados de los setenta). Haydée los presentó, y se refirió al trabajo que Miriam realizaba como su colaboradora, y Miriam le explicó a Garzón cómo formaba a niñas y niños en tanto que narradores orales.

Varios años más tarde, en 1979, Garzón Céspedes, ya maravillado durante años por el contar oral artísticamente de Haydée Arteaga en la Peña y en otros espacios, vio maravillado contar por primera vez a Mayra Navarro (a quien conocía como funcionaria de lo teatral para niños sin saber que narraba) para público infantil acompañado de adultos, sobre un escenario, y se propuso integrarla a la narración oral artística como acto escénico (oral escénico) que él propugnaba, del mismo modo que había integrado a Haydée Arteaga (y que había integrado e integraría a otras figuras como Sara Larocca –renombrada actriz uruguaya por entonces en Cuba–, como Miriam Broderman…).

Oralidad

Por otra parte, imposible que un arte oral escénico tenga a su precursor en una figura de un arte escénico, por más méritos excepcionales que tengan unas u otras figuras que cuenten desde lo escénico (desde la declamación, desde el teatro, o desde una mezcla de los dos). Porque la palabra clave y el punto de partida es “oralidad”. Como si no fuera obvio a estas alturas que una cosa es contar oralmente y otra cosa es contar teatralmente o contar declamatoriamente, y que la oralidad no es el simple hablar en voz alta, ni es el hablar en voz alta desde lo expresivo que no llega a lo comunicador.

Haydée Arteaga merece este Documento, que es una declaración de principios y de responsabilidad. Y que es una declaración de intenciones. Como merece este Documento la verdad histórica. La significación de la personalidad en la Historia, tan valorada en sus magnitudes, asume absolutamente que la Historia es siempre una suma colectiva. Y merece Haydée Arteaga que, así como “Contar con La Habana” (CIINOE) y otros Festivales y Muestras de narración oral artística ya le han rendido justo homenaje, le rindan homenaje todos los eventos bienhechores de nuestro arte en Cuba y en el mundo, a lo que llamamos desde este Documento y desde la transparencia y la relevancia de considerar a la oralidad la culminación de lo humano como humano; una oralidad que desde su esencia y su poder y sus significaciones nunca perdona a quienes juegan con su condición, con sus hechos y con su Historia.

Promoción por la lectura

La lectura, junto con la escritura, la expresión oral y el pensamiento lógico matemático, se reconocen como habilidades que informan, comunican y abstraen los fenómenos de la existencia humana y del mundo, y desde las cuales se genera la posibilidad de conocimiento para explicar, reconstruir o transformar la realidad en cualquier campo

Fuentes