Nollywood

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Nollywood
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Institución con sede en India
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Industria cinematográfica de Nigeria
País:India

Nollywood. En el ámbito comercial se conoce como Nollywood a la industria cinematográfica de Nigeria, la cual es la segunda más grande en el mundo, por detrás de Bollywood y superando a Hollywood. Caracterizada por su abundante producción de películas de escaso presupuesto, grabadas con cámaras digitales, producidas en formato DVD-video y comercializadas directamente a los consumidores por dos o tres dólares. Es un mercado en crecimiento, de creciente popularidad y expansión por África dado que cubre la necesidad de contenidos de entretenimiento de bajo coste de las emisoras locales de televisión y de las audiencias. El término Nollywood cobra relevancia mediática a partir de un artículo publicado en The New York Times en 2002, y no hace referencia a la totalidad del cine nigeriano, sino al que se inicia con la película “Living in Bondage”, de Chris Obi-Rapu, filmada en video en lengua Igbu en 1992. El filme tiene el reconocimiento de haber estimulado el renacimiento de una industria casi extinta. La trama de esta película no se ajusta a la fórmula del éxito del cine Hollywoodense y en ella un ejecutivo venido a menos intenta levantar cabeza recurriendo a la brujería. Temas comunes en los guiones del cine nigeriano, ya que todos hablan de tradiciones y asuntos más locales, como la religión, la brujería, la moralidad y la venganza. Con poco presupuesto y filmada en lengua igbo (el idioma de la secta de igual nombre y que hablan cerca de 18 millones de personas), este film sigue siendo referencia. El asequible formato en video de la película y la narración de un melodrama familiar con elementos de magia negra, la convirtió en un hito, y estableció la fórmula exitosa para las películas siguientes. El término “Nollywood” ha sido objeto de críticas al ser considerado una creación imperialista, no obstante, ha terminado imponiéndose al punto que en 2012 se celebraron sus primeros veinte años. También existe “Nollywood USA”, para hacer alusión a todas las películas producidas por la emigración nigeriana, fuera de África. En particular en las ciudades de Nueva York, Londres y Toronto, que son las que cuentan con mayores comunidades de ese origen

Historia del cine nigeriano

La primera película filmada en Nigeria (silente), hecha por los colonizadores británicos y con actores nativos hablando en inglés, data de 1926. En la década del 50 se funda la Nigeria Film Unit, ente estatal que sufragaba el costo total de las películas con base en Lagos. A partir del año de la independencia de la metrópolis británica (1960) hubo un incremento considerable de la producción, con masiva apertura de nuevas salas y un éxodo de directores procedentes del teatro. Ya para la próxima década se promulga el Decreto de Indigenización, que obliga a transferir las 300 salas existentes a manos nigerianas. A partir de el cine nigeriano pasa a estar enteramente en manos de locales. Desde entonces y hasta hace poco se produjeron películas de bajo presupuesto, técnicamente más que precarias, cuyas ganancias multiplican sobradamente los costos. En 1973 tiene lugar un boom petrolero, que genera los réditos suficientes para que más gente se lance al consumo, engrosando la venta de entradas. De 1984 es el primer éxito en recaudaciones, “Papa Ajasko”, una comedia basada en un comic que recaudó 21 millones de dólares en tres días de exhibición. Al año siguiente, “Mosebolatan” ingresa más del doble que su antecesora. Las películas nigerianas comienzan a exportarse a países vecinos, generando resistencias por lo que se considera una “nigerización de África”. En los 90 hay un nuevo boom --basado sobre todo en películas dirigidas al video hogareño-- encabezado por la película “Living in Bondage”. A mediados de la primera década de este siglo el país empieza a producir más que los Estados Unidos. Actualmente las películas nigerianas siguen exportándose a los restantes países africanos --sus estrellas son celebridades en todo el continente--, así como a países del Caribe. Esto es posible debido a que buena parte de la producción se filma en inglés, único modo de llegar al conjunto de una población integrada por quinientas etnias, que hablan trescientos dialectos.

Surgimiento de Nollywood

Los inicios se produjeron cuando los productores, en su origen vendedores de aparatos electrónicos, empezaron a hacer películas para ofrecerlas como extra a la mercancía. Realizaban todo el proceso: dinero, historia, contrataban y dirigían a los actores, filmaban y luego la empaquetaban y la vendían ellos mismos.

Según el Censo Nacional de Películas, un órgano del Gobierno nigeriano, se habla actualmente de una media de 1200 películas anuales, moviendo un presupuesto total de unos 20 millones de euros. Según el realizador Afolabi Adesanya, el éxito radica en la falta de presupuesto, que provoca que las películas carezcan de efectos especiales y trabajo de producción: "Es el nuevo socialrealismo africano". 

Es una industria que ha podido ver la luz gracias a una tecnología digital accesible, impelida por la ingenuidad, la inventiva y el agudo sentido comercial de la población de Nigeria. El proceso de producción de una película promedio de video con frecuencia no llega a los dos meses, desde la elección del reparto a la distribución. Las películas se graban en unas condiciones que los profesionales de otros lugares considerarían imposibles, con presupuestos tan reducidos como de 15.000 dólares estadounidenses. Puede esperarse que de una película se vendan alrededor de 50.000 copias, o varios cientos de miles si se trata de un éxito. El rendimiento de la inversión atrae a la industria a más aspirantes cada vez, que en la actualidad es uno de los principales empleadores en determinadas zonas del país.

Relevancia internacional

Las propias películas siguen siendo en gran medida desconocidas para el público de fuera de África. Entre las pocas que han llegado a ser más conocidas se encuentra “Osuofia in London”, protagonizada por el actor cómico Nkem Owoh, en la que se satirizan las diferencias culturales entre el Reino Unido y Nigeria. “Ezra”, del director Newton Aduaka, ha obtenido el primer premio del Festival Panafricano de Cine y Televisión de Uagadugú (FESPACO), celebrado en Burkina Faso. Pero de momento son pocas las que superan el umbral de calidad necesario para presentarse en los principales festivales internacionales. Y su descripción franca de temas populares, como la religión, la brujería, la moralidad o la venganza, no hace concesiones a los gustos y expectativas de los Estados Unidos o de Europa. “Contamos nuestras propias historias”, explica la actriz Genevieve Nnaji, que saltó a la categoría de superestrella a través de éxitos como “Blood Sisters” y “What Women Want”. “Esta es la razón por la que muchos africanos pueden sintonizar con ellas, entenderlas, reírse con ellas y extraer enseñanzas. Por tanto, la industria cumple una función importante en nuestras vidas”.

Importancia económica

La industria del cine da empleo hoy día a al menos un millón de trabajadores y es una parte esencial del sector de entretenimiento, que, según datos de la consultora internacional PwC, contribuyó un 2,3 por ciento (unos 660 millones de dólares) en 2016 al producto interior bruto (PIB) del país, mayor economía del continente. Se considera que es el segundo mayor empleador después de la agricultura, con un volumen de negocio anual de millones de dólares. Sin embargo, aun siendo la segunda mayor industria cinematográfica del mundo en términos de volumen, se sitúa muy por debajo de Bollywood y Hollywood en términos de ingresos. El Gobierno también ve a la industria del séptimo arte como un soplo de aire fresco en una economía que en los últimos años sufrió una recesión por la caída de los precios del crudo, su principal exportación. El problema que más preocupa a cineastas y al propio Gobierno es la piratería, porque tan pronto se estrena una cinta, copias piratas se venden en las calles a precios baratos privando al sector de la justa recompensa a su esfuerzo.

Cultura y tradición en el cine nigeriano

La gran diversidad de tradiciones culturales y estilos de vida de Nigeria (país de 180 millones de habitantes, con 300 tribus y unas 500 lenguas) ofrecen un abundante material del que se inspiran con gran maestría los cineastas del país para narrar historias sencillas de la vida diaria que tienen una resonancia especial no solo para las audiencias nigerianas, sino también para las que comparten cultura y patrimonio similares con otros países en África y la diáspora africana. Esas historias coloridas y entretenidas captan la imaginación de los espectadores, reflejan sus vivencias, abordan cuestiones con un fuerte contenido moral e incluyen prácticas juju (magia negra). No obstante, las nuevas generaciones de cineastas se centran más en temas sociales de mayor impacto como la violación (“Tango with Me”), la violencia doméstica (“Ije”) y el cáncer (“Living Funeral”). Las películas de Nollywood se consideran una expresión de la extensión y profundidad de la diversidad cultural africana y permiten a los africanos contar su propia historia. No todas las películas nigerianas son angloparlantes. Hay una industria del cine hablada en lengua Yoruba, una de las etnias más numerosas. Hay también una importante producción en lengua Hausa, un sector que cuenta nada menos que con dos mil compañías productoras. Tan importante que se ha ganado su propio apelativo: Kannywood. A mediados de los años 2000 la producción, constituida hasta entonces exclusivamente por films de género (comedias, melodramas románticos, dramas sobre una corrupción endémica) comienza a adquirir profesionalismo. “The Figurine”, thriller de ciencia ficción de 2009, exhibida en ese bastión del cine de arte que es el Festival de Rotterdam, se considera la primera muestra de un cine nigeriano “de calidad”. Aunque la manera característica en que se cuentan las historias en las películas de Nollywood goza de amplia aceptación, las películas realizadas suelen ser de escasa calidad técnica. Se han venido produciendo en masa películas con guiones previsibles y fórmulas consagradas. Durante muchos años, los realizadores hicieron películas sin guion formal, permitiendo que los actores crearan sus propios diálogos sobre la marcha. Sin embargo, últimamente los realizadores se han esforzado por alejarse de la imagen de cine aficionado y otorgan una mayor importancia a la mejora de la calidad de las películas que producen.

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