Pablo Agüero Guedes

Pablo Agüero Guedes
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NombrePablo Agüero Guedes
NacimientoCaibarién, Bandera de Cuba Cuba
NacionalidadCubana
CiudadaníaCubana

Pablo Agüero Guedes, no había cumplido aún los 18 años cuando respondió al llamado de la Patria cayó en el primer enfrentamiento con el régimen tiránico instaurado el 10 de marzo de 1952. Le correspondió la gloria de ser uno de los jóvenes de la Generación del Centenario, seleccionado para iniciar el combate por la definitiva independencia nacional.

Su niñez

Pablo nació en Caibarién, el 9 de agosto de 1935. Era el más pequeño de los 9 hijos de una familia humilde. La madre lavaba ropa para poder sostener el hogar donde creció entre los halagos y cuidados de su mamá y hermanos mayores.

Era muy niño cuando la familia se trasladó a vivir a la capital, y se asentó en el barrio La Lisa, del municipio Marianao. Allí transcurrió su infancia y con grandes esfuerzos comenzó su educación. Se matriculó en la Academia “Barrios”, en la que cursó del primero al quinto grado. Más tarde obtuvo una beca en el colegio “América Arias”, donde finalizó la enseñanza primaria.

Ya para esa época Pablo era un apasionado lector, que prefería la escasa literatura socialista que llegaba a sus manos. Quienes lo conocieron entonces refieren que razonaba, a los 11 años, con la mentalidad de un adulto. Por las características de su personalidad interesó a los compañeros de clases en sus ideas y los identificó con su forma de pensar y con sus inquietudes. Varios condiscípulos se nuclearon alrededor de aquel niño que hablaba de los derechos de los explotados.

Su actitud intranquilizó al director de la escuela que llamó a la mamá de Pablo para plantearle su preocupación porque el muchacho hablaba de temas políticos y creaba dificultades en el centro; sugería que le aconsejara para evitar problemas mayores. Para entonces ya concluía en la escuela y pudo culminar el sexto grado en 1947.

A pesar de su demostrada inteligencia, que permitía avizorar un magnífico futuro en los estudios para el adolescente, debió abandonar la idea de continuarlos y comenzó a trabajar para contribuir al sustento familiar.

Su primer trabajo fue en el kiosco que poseía su padrastro, ubicado en la tenería de La Lisa. Allí laboró por un año y después pasó a la construcción, desempeñándose como aprendiz de albañil.

A pesar del duro bregar que debía realizar para ganarse la vida, sus ratos libres los aprovechaba para disfrutar de su distracción favorita: la lectura. Su familia recuerda que en los primeros meses de 1953, leía la Historia de la Revolución Socialista de Octubre.


Incorporación a la lucha

Pablo no llegó a pertenecer a las organizaciones políticas de la época, aunque simpatizaba con el pensamiento comunista. Por eso, es comprensible su vinculación con las ideas más progresistas y radicales de aquel momento y con los hombres que las sustentaban, por lo que se sumó al movimiento de regeneración liderado por Eduardo Chibás, como su fraternal compañero de trabajo en la construcción, Lázaro Hernández Arroyo.

Poco después del golpe del 10 de marzo, comenzó su actividad conspirativa en un grupo que actuaba en el barrio Pocito, en Marianao y que nucleaba, entre otros, además de a su amigo Lázaro, a Agustín Díaz Cartaya, Pedro Véliz, José Testá Zaragoza, Rafael Freire Torres, Rolando San Román y de Las Llamas, bajo la dirección de Hugo Camejo, que era el responsable de la célula.

Como parte de su preparación para la lucha que organizaba Fidel Castro Ruz, Pablo se entrenó en el manejo de las armas en la Universidad de La Habana y en la zona de Madruga, junto a sus compañeros. En enero de 1953, tomó parte en el Desfile de las Antorchas con el grupo de hombres que se preparaba para realizar empeños mayores a favor de la Patria oprimida.

Mucho tuvo que significarse este jovencito para que fuera seleccionado entre el amplio número de los primeros que se iniciaron en las prácticas en la Universidad y que quedaron reducidos, más tarde, atendiendo a sus condiciones, a unos 250 y para que después de ser sometido a pruebas físicas y de adiestramiento, estuviera entre el limitado grupo que fue escogido por Abel Santamaría Cuadrado y Fidel Castro Ruz, por considerar que reunían los requisitos requeridos para la acción que proyectaban.

El 24 de julio de 1953, Pablo conoció que debía partir de la capital para cumplir una tarea del Movimiento. Ese día laboró, como de costumbre, hasta las cinco de la tarde y al recibir el salario de manos del maestro de obras, le señaló que no podría regresar hasta el lunes pues tenía necesidad de ir a Las Villas.

De regreso al hogar dijo a su madre que marchaba con unos amigos hasta Varadero y que era posible que llegaran hasta Santiago de Cuba, para ver los carnavales de aquella ciudad.

Marchó de su casa y en compañía de su amigo y compañero Lázaro Hernández Arroyo, se integró al resto del grupo con el que debía partir. Todos salieron del barrio Pocito, en Marianao. Su objetivo final, que él desconocía, era Bayamo.

Llegaron a la Ciudad Monumento el 25 y se hospedaron en el lugar preparado con ese fin. Esa noche recibieron la visita de Fidel Castro Ruz que impartió las últimas orientaciones. El joven caibarienense vivió, junto a sus compañeros, aquellos momentos de tensión y a la vez de alegría previos al ataque del cuartel “Carlos Manuel de Céspedes”, que la dirección del Movimiento había considerado como el segundo objetivo a asaltar en la región oriental, dentro de la estrategia general de la operación.

El pequeño contingente, 27 hombres, se dividió en tres grupos para lanzarse al combate, de forma simultánea con el asalto al Cuartel “Moncada” de Santiago de Cuba. La base principal de la acción sería el factor sorpresa, que no se produjo por factores imprevistos, entablándose un combate desigual que duró aproximadamente media hora.

En las primeras horas de la mañana del 26 de julio el grupo realiza el ataque al cuartel de Bayamo, acción que fracasa y los jóvenes se dispersan.

Fallecimiento

Ante la imposibilidad de continuar la operación los combatientes se dispersaron para tratar de burlar la persecución de la soldadesca. Pablo, con un reducido grupo, se internó en unos arrozales para acampar, hambrientos, fatigados y sedientos, en un pequeño bohío abandonado en la finca Ceja de Limones, a unos 10 kilómetros de Bayamo. En este lugar, al parecer fueron delatados, y los capturaron y asesinaron sin poder ofrecer resistencia.

Así cayó, junto a sus hermanos de ideales, el jovencito de avanzada conciencia revolucionaria, obrero humilde, que supo estar a la altura de las circunstancias del momento histórico que le tocó vivir.

Fuentes