Pacto de Acero

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Pacto de Acero
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Fecha:22 de mayo de 1939
País(es) involucrado(s)
Bandera de Alemania Nazi Alemania Nazi, Bandera de Italia Italia
Líderes:
Adolf Hitler y Benito Mussolini
Ejecutores o responsables del hecho:
Galeazzo Ciano y Joachim von Ribbentrop

Pacto de Acero. Oficialmente denominado como Pacto de Amistad y Alianza entre Alemania e Italia, fue un acuerdo político-militar firmado el 22 de mayo de 1939 en Berlín, entre los Ministros de Relaciones Exteriores Galeazzo Ciano por el Reino de Italia y Joachim von Ribbentrop por Alemania, en el que se sentaban las bases de un futuro apoyo mutuo en caso de guerra.

Antecedentes

Adolf Hitler deseaba invadir Polonia, pero quería contar con aliados en Europa, con el objetivo de desanimar al Reino Unido y a Francia de declararle la guerra. Además de las similitudes entre el fascismo italiano y el nazismo alemán, Hitler deseaba afianzar su amistad con Benito Mussolini, quien todavía dudaba en participar en la futura Segunda Guerra Mundial.

El pacto

La firma del Pacto de Acero careció de valor el 1 de septiembre de 1939, cuando se dio inicio a la Segunda Guerra Mundial, ya que Benito Mussolini y Galeazzo Ciano renunciaron a última hora en apoyar a Alemania en caso de que las potencias occidentales le declarasen la guerra ya que Italia no estaba preparada armamentisticamente en ese momento, ese 22 de mayo Mussolini tenía en mente que Alemania no invadiría Polonia hasta que Italia estuviera preparada. Dos días después de iniciarse la invasión de Polonia, el Reino Unido y Francia le declararon la guerra a Alemania, y la Segunda Guerra Mundial se inició oficialmente. No sería hasta la derrota francesa de 1940 que Mussolini validaría el Pacto de Acero, declarando finalmente la guerra al Reino Unido y a la ya derrotada Francia. El Pacto de Acero perdió validez en 1943, cuando Mussolini fue arrestado en un golpe de Estado, y el nuevo gobierno italiano firmó un armisticio con los Aliados. El Pacto de Acero contenía una cláusula secreta, donde ambos gobiernos totalitarios se comprometían a controlar sus respectivas prensas y medios de propaganda para engrandecer la imagen de ambos gobiernos.

Ribbentrop en Italia

En la mañana del 6 de mayo de 1939, Joachim von Ribbentrop, Ministro de Asuntos Exteriores del Tercer Reich, llega a Milán para conferenciar con su par en Italia, el conde Galeazzo Ciano. La ciudad está embanderada y todas las organizaciones del fascio se movilizan para brindar al huésped una acogida memorable. El despliegue de símbolos y consignas se realiza con el fasto y obsesiva pulcritud que exigen los nazis. Sin embargo, Ciano está intranquilo: dos semanas atrás, Attolico, su Embajador en Berlín, le ha telegrafiado que la intervención alemana en Polonia es inminente. Ahora, en medio de la ceremonia, teme no poder cumplir unas instrucciones escritas del Duce: frenar el ímpetu alemán. Es que Italia corre peligro de precipitarse a una guerra europea, para la que no está preparada. Por eso se adelantó el encuentro de los Ministros, planeado originalmente para un tiempo después. No es el único cambio: la sede de las conversaciones iba a ser, en principio, la ciudad de Como, un recurso urdido por Mussolini para garantizar el marco de una población sumisa y entusiasta. Pero la prensa europea no malgasta la oportunidad de apuntar que se evita a Milán, un reducto hostil por los sentimientos anti germanos de sus habitantes. No es posible resistir el desafío:

"Las entrevistas tendrán lugar en Milán —anota Ciano en su Diario, el 5 de mayo—. Así lo ha querido el Duce, para desmentir el rumor de sangrientas manifestaciones".

En Italia, sin embargo, nadie podía engañarse: la semana anterior habían estallado demostraciones de protesta en Bolonia, Roma, Nápoles y en la misma Milán. El semanario Giustizia e Libertá, —editado en París— señala que todas fueron reprimidas con una violencia salvaje. Como no desconoce la atmósfera de oposición, Mussolini ordena al Secretario del Partido, Starace, publicar una serie de circulares que invitan a los "fieles camaradas" a denunciar a los ciudadanos que manifiesten sentimientos hostiles hacia Alemania. La policía, por otra parte, se encarga de arrestar a los "agitadores" y alista sus cuadros para controlar el menor incidente. Es un momento demasiado grave para cometer un error. A pesar de todo, Ciano tiene todavía algunas dudas.

La verdad es que la recepción ofrecida a Ribbentrop es resultado de una campaña de propaganda, no un síntoma de acuerdo. Pero ni Ciano ni Mussolini se preocupan. El sábado, después de la cena en el Continental, Ciano y Ribbentrop coinciden en establecer una alianza. No pretendía cómo de costumbre, dar palos a ciegas. Al contrario, se mostró personalmente partidario de una política de moderación y de acuerdo. La ingenuidad del Ministro italiano, casado con su hija mayor, Edda es notable; así lo demostraron los acontecimientos futuros. Pero no estaba aún todo perdido: sólo el 22 de mayo de 1939 se firma el pacto bipartito que ata la Italia fascista al destino del Tercer Reich; Mussolini lo define más tarde como el Pacto de Acero; no imagina, en su euforia, que lo llevará al fracaso y a la derrota.

Malas relaciones

Cuando el nacionalsocialismo accedió al poder en Alemania. Mussolini creyó ver "en el movimiento fascista que se desarrolla más allá de las fronteras de Italia -declaró en su mensaje al Führer- la afirmación de un espíritu nuevo que, directa o indirectamente, se alimenta en aquel complejo sólido de doctrinas e instituciones, para lo cual Italia ha creado el Estado Moderno". Pero, después de tan auspicioso comienzo, las relaciones entre las potencias pierden el empuje inicial: Mussolini no ve con buenos ojos las pretensiones alemanas sobre Austria. Y hasta se enfrenta indirectamente con su futuro aliado enviando tropas al paso del Brennero. En el verano de 1936 se invierte la tendencia: la guerra de España y la común participación junto a los falangistas —además de la congénita afinidad ideológica— favorecen el acercamiento entre Roma y Berlín. A fines de setiembre de 1936, llega a Roma un emisario de Hitler, quien propone al Duce una visita oficial a Berlín; la nota reitera el propósito alemán de "considerar al Mediterráneo un mar italiano".

El 22 de octubre, un par de meses después, Ciano y von Neurath firman un protocolo secreto que enuncia las coincidencias ítalo-germanas sobre la Sociedad de las Naciones, Abisinia, España, Austria. En este último punto, Hitler miente a ojos vistas, pero Mussolini finge creerle: no puede hacer otra cosa. Y el 1º de noviembre define el nuevo acuerdo como "un eje en torno del cual pueden gravitar todos los Estados europeos animados por la voluntad de colaborar en favor de la paz. A los cinco días, el 6 de noviembre, después de acordar con Alemania y Japón un tratado para reprimir la infiltración comunista (los tres países se comprometen a intercambiar informes y consultas acerca del movimiento bolchevique), conversando con Ribbentrop en el Palacio Chigi, declara: "Estoy cansado de servir de centinela de la independencia austríaca". Afirma que, en caso de una nueva crisis en Viena, "Italia no haría nada". Es lo que Hitler espera: antes de tres meses, las tropas nazis se apoderan de la capital de Austria.

Aún vacila Mussolini cuando, en mayo de 1938, Alemania le propone una alianza militar. Es que aún no ha perdido del todo la esperanza de acordar con Francia una expansión colonial conjunta. Tampoco desconoce la germano fobia de los italianos: las plazas de Italia están pobladas de monumentos de héroes anti-alemanes; los libros de primera enseñanza exaltan a los discípulos contra el enemigo secular. El mismo Ciano no simpatiza con los alemanes; según se desprende de los agresivos comentarios de su Diario, es decididamente anti-alemán. Por eso, las conversaciones del 6 de mayo sorprenden a suegro y yerno en un desacuerdo crucial: Mussolini quiere firmar un pacto militar con Alemania, aunque no se hayan establecido fecha y modalidad; Ciano —preocupado por la invasión de Checoslovaquia— reclama seguridades antes de ligarse definitivamente al Gobierno de Berlín. Pero, aunque Ribbentrop no lo hubiera convencido —como efectivamente ocurrió-—, no le quedaba otro camino que aceptar el compromiso, firmado dos semanas después: "El conde Ciano no era hombre que careciera de dignidad personal ni de valor físico —escribe Sumner Welles, enviado personal del Presidente Roosevelt a Roma—. Sin embargo, en el caso de una entrevista con Mussolini, lo vi temblar al menor signo de irritación del Dictador".

La Firma

El Pacto de Acero se firma en la Cancillería del Reich, en Berlín. Ciano, que ingenuamente deja en manos de los nazis la redacción del tratado, concede a Ribbentrop el Collar de la Anunziata. Lo esencial del pacto está contenido en el artículo III:

  • "Si, contra los votos y las esperanzas de las partes contratantes —reza—, una de ellas se viera arrastrada a complicaciones militares con otra potencia, u otras, la otra parte contratante intervendrá inmediatamente como aliada a su lado y la sostendrá con todas sus fuerzas militares, por tierra, mar y aire".
  • En la eventualidad de un conflicto armado, el artículo V prohíbe a las dos potencias concluir un armisticio o una paz por separado. Hitler se encarga de añadir un preámbulo agresivo: "Las dos naciones, unidas por una profunda afinidad ideológica —proclama—, están resueltas a actuar juntas y unir sus fuerzas para obtener el espacio vital que les es necesario". La masacre europea tiene pasaporte.Indeciso durante un año, Mussolini se ata irrevocablemente al régimen nazi; es un paso decisivo que conduce a Italia a la derrota.

El artífice, Ciano, no tiene mejor suerte: cuatro años más tarde, el mismo Duce resuelve fusilarlo. "Las cabezas de los acusados o las vuestras", le dice al Presidente del Tribunal, Tringale Casanova, y hace matar por la espalda a su yerno. Ciano se lamenta de su fracaso, de haber contribuido a la ignominia que devastó a Europa. En todo caso, de haber sido más lúcido, debió resistir cuatro años antes. No tuvo, en realidad, mucho tiempo para reparar el error: dos días después de la firma del pacto militar, el 24 de mayo de 1939, Hitler congrega, en secreto, a sus jefes militares y el tema de la reunión era la invasión de Polonia.

El documento

El Canciller del Reich Alemán y Su Majestad el Rey de Italia y Albania, Emperador de Etiopía, consideran que el tiempo ha llegado para confirmar por medio de un pacto solemne la estrecha relación de amistad y afinidad que existe entre la Alemania Nacionalsocialista y la Italia Fascista. Dado que se ha establecido un puente seguro de ayuda y asistencia mutua en la frontera común entre Alemania e Italia, permanente para todo el tiempo, los dos gobiernos acuerdan los principios y fines de la política previamente acordada entre ambos, y que ha demostrado ser exitosa en lograr los intereses de los dos países así como para asegurar la paz en Europa. Firmemente consolidada a través de la unidad interna de sus ideologías y de la solidaridad comprensiva de sus intereses, el pueblo alemán e italiano están determinados para también en el futuro permanecer lado a lado y para efectuar un esfuerzo mancomunado para asegurar sus Lebensraum (espacios vitales) y el mantenimiento de la paz. En este sentido, prescrita para ellos por la historia, el deseo de Alemania e Italia, es llevar a cabo la tarea de hacer unos cimientos seguros para la cultura europea. Para poder establecer esos principios en forma de tratado, ellos han nombrado como plenipotenciarios, al Canciller del Reich Alemán, al Ministro de Asuntos Extranjeros, von Ribbentrop, Su Majestad el rey de Italia y Albania, Emperador de Etiopía, el Ministro de Asuntos Extranjeros, Conde Galeazzo Ciano, quien, después de intercambiar las respectivas credenciales, han acordado los siguientes términos:

  • Artículo I. Las Partes Contratantes se mantendrán en permanente contacto entre ellos, de manera de llegar a entendimientos en todos los intereses comunes o de la situación europea en su conjunto.
  • Artículo II. En el caso que los intereses comunes de las Partes Contratantes se vean amenazadas por sucesos internacionales de cualquier tipo, ellos inmediatamente entrarán en consulta respecto a las medidas necesarias para preservar esos intereses. Si la seguridad u otros intereses vitales de una de las partes son amenazados desde el exterior, la otra Parte Contratante le ofrecerá a la Parte amenazada el total apoyo político y diplomático con el propósito de retirar esa amenaza.
  • Artículo III. Si en contra de los deseos y esperanzas de las partes Contratantes, ocurriera que una de ellas se viera envuelta en complicaciones militares con otra u otras potencias, la otra Parte Contratante, se colocará a su lado como aliado y la apoyará con todo su poder militar en tierra, mar y aire.
  • Artículo IV. Con el propósito de asegurar, en cualquier caso, la rápida implementación de las obligaciones de alianza del Artículo III, los Gobiernos de las dos Partes Contratantes, intensificarán su cooperación en la esfera militar y en la esfera de la economía de guerra. De igual forma los dos Gobiernos se mantendrán regularmente informados de todas las medidas necesarias para la implementación práctica de este pacto. Los dos Gobiernos crearán comisiones permanentes, bajo la dirección de los Ministros de Asuntos Extranjeros, para los propósitos indicados en los párrafos 1 y 2.
  • Artículo V. Las Partes Contratantes desde ya se comprometen a que en el evento de una guerra conjunta, para terminar con un armisticio de paz, solamente se hará de total acuerdo la una con la otra.
  • Artículo VI. Las dos Partes Contratantes están conscientes de la importancia de sus relaciones conjuntas con las Potencias que son sus amigas. Ellas están determinadas a mantener esas relaciones en el futuro y a promover el adecuado desarrollo de los intereses comunes que los unen a esas Potencias.
  • Artículo VII. Este pacto entrará en vigencia inmediatamente después de firmado. Las dos Partes Contratantes acuerdan después de fijar el primer período de su validez en diez años. A buen tiempo antes de la finalización de ese período, ellas llegarán a un acuerdo respecto a la extensión de la validez de este pacto.


Protocolo Suplementario Secreto

Al firmar el pacto de alianza y amistad, se ha acordado establecer por ambas partes los siguientes puntos:

  • Los dos Ministros de Asuntos Exteriores, llegarán a un acuerdo lo más pronto posible sobre la organización, el asiento y los métodos de trabajo por parte de las comisiones en cuestiones militares y en cuestiones de economía de guerra como se estipula en el Artículo IV del pacto.
  • Para la ejecución del Artículo IV, par 2, los dos Ministros de Asuntos Extranjeros tomarán las medidas necesarias, garantizando la cooperación constante, conforme al espíritu y fines del pacto, en materia de prensa, servicio de noticias y propaganda. Para este propósito en particular, cada uno de los dos Ministros de Asuntos Exteriores asignará a la embajada de su país en la respectiva capital uno o varios especialistas bien experimentados, para la constante discusión, en estrecha cooperación con el representante del Ministerio de Asuntos Extranjeros, de los pasos adecuados a tomarse en materia de prensa, servicio de noticias y propaganda para la promoción de la política del Eje, y como contra-medida en contra de la política de las potencias enemigas.


Berlín, 22 de mayo de 1939, en el XVII Año de la Era Fascista

Fuentes