Parrandas de Punta Alegre

Plantilla:Hechos

Las parrandas de Punta Alegre: constituyen una tradición, estos festejos de hondo arraigo popular se inician allí oficialmente en 1913 por los remedianos Marcelino Silva y Teodosio Pérez. En sus inicios estas fiestas fueron muy modestas con carrocitas montadas en carretones o autos antiguos, no obstante esta tradición se mantiene de forma ininterrumpida hasta nuestros días y constituye el principal suceso cultural de este pinteresco poblado avileño.

Los Orígenes

El mar y Punta Alegre se unen en matrimonio a mediado del siglo XVIII y el pueblo se constituye oficialmente como barrio en la segunda mitad del XIX, allá por marzo del lejano 1862. La tradición oral cuenta que sus primeros habitantes fueron pescadores, carboneros, traficantes y aventureros de toda laya, hombres que arribaron por mar desde Remedios, Caibarién y otros sitios vecinos de la otra jurisdicción de Sancti Spirítu provincia marítima de la villa de San Juan de los Remedios. Pero lo que si resulta irrebatible es que los primeros pobladores de este singular territorio del noroeste de la actual provincia avileña fueron los tainos, grupo aborigen agroalfarero que estuvo asentado en el lugar por espacio de más de cuatro siglos, es decir, desde 1220 a 1685 d.n.e.

Salina vs Yeso

Desfile de las carrozas

Las parrandas constituyen una tradición en Punta Alegre. Estos festejos de hondo arraigo popular se inician aquí oficialmente en 1913, pero todos los entendidos en el tema coinciden en afirmar que las primeras manifestaciones parranderas ocurrieron mucho antes. Los pioneros de estas fiestas fueron los remedianos: Marcelino Silva y Teodosio Pérez, carretonero el primero y sastre el segundo, ambos “aplatanados” en este pueblecito marino. Dos hermanos oriundos de Caibarién – de apellido Lastras – tuvieron la feliz idea de “bautizar” a los barrios contendientes tomando como referencia la actividad económica de los dos principales centros productivos del lugar, la salina “Estrella del Norte” de la familia Blanco- Florido y la fabrica de yeso ubicada al oeste del poblado, propiedad de García y Domínguez. En sus inicios estas fiestas fueron muy modestas, con carrocitas montadas en carretones, fotingos o carromatos. Las decoraciones eran muy elementales (flores naturales por lo general) y una pálida muestra de los fuegos de artificio. No obstante ello, se iniciaba una hermosa tradición, la cuál se mantiene de forma ininterrumpida hasta nuestros días y constituye el principal suceso cultural de este pintoresco poblado avileño. Desde inicio de los 70 las carrozas se iluminan con energía eléctrica y se montan sobre el esqueleto de carretas tiradas por un tractor. Desde su fundación y hasta esta etapa llevan delante dos hileras de flores y liras, portadas por sus simpatizantes que bailan al compás del ritmo de las Gangarrias|gangarrias. Esto ocurre fundamentalmente cuando la carroza llega al punto de enfrentamiento a la que comúnmente se le denomina raya. Algunos de los elementos que conforman la carroza es la Bambalina|bambalina y/o ruedo respectivamente trailer y/o chasis, medio de transporte que la traslada. En los últimos años se presenta en cada barrio un solo trabajo a causa de las dimensiones que han adquirido como resultado de una tendencia generalizada en todas las localidades parrandísticas, la que tiende no solo al efectismo, sino a provocar en el espectador una especie de adicción a la monumentalidad. Cada carroza presenta un tema extraído de la historia o la Mitología|mitología enriquecido artísticamente por el autor o los autores del proyecto. Actualmente la iluminación es superior en calidad puesto que comienzan a utilizarse las combinaciones de colorearse todas las facetas.

Los Carroceros

El arte de construir una carroza es una empresa nada fácil. En ella intervienen carpinteros, paileros, escultores y pintores, así como vestuaristas, decoradores y electricistas. En fin un conjunto de factores que trabajan por lo regular de forma aislada y en el más absoluto secreto. Es realmente asombroso observar como al iniciarse el ensamblaje y montaje de todos los aditamentos, estos encajan con una exactitud increíble, máxime si se tiene en cuenta que los que intervienen en estos trabajos, adolecentes por lo regular de conocimientos académicos o técnicos y son artistas Empíricos|empíricos, por llamarlos de algún modo. Son múltiples las anécdotas que recogen el accionar de los maestros carroceros de antaño y más que las enconadas rivalidades entre los dos barrios, hay que reconocer con admiración, la enorme cuota de sacrificio y el derroche de desinterés material que estos hombres aportaban en aras de que sus carrozas fueran las que más lucieran en el momento crucial.

Los Decoradores

En una carroza el decorado es fundamental, es el climax litúrgico que deslumbra e impacta. Es el factor que realza lo exótico o la autóctono. Una carroza mal decorada es como una mujer mal maquillada. El decorado de una carroza es lo que le da vida: es su alma. Siempre se habla del carrocero Fulano o Mengano, pero no hay tales individualidades; las carrozas no las hace un individuo en específico, sino un conjunto de personas de las más variadas especialidades. El decorador debe ajustarse al tema escogido, hacer un uso racional del papel de brillo, combinar bien los colores, distribuir con exactitud la brillantina, situar las flores artificiales en el lugar preciso y cuando realmente estas sean necesarias para la carroza. Debe evitar por todos los medios el barroquismo, exceso que en ocasiones recarga y oscurece los trabajos. Un buen decorador es exquisito en lo que hace, y hasta tiene que enseñar a modelar a las jóvenes que esa noche mostrarán su belleza. Él practicamente dirige la carroza; es el que le da el toque final. Si falla el decorado, hay que dar por seguro que fallará la carroza. Actualmente hay más recursos que antes: las luces intermitentes y de colores dan un enorme golpe de efecto, el vestuario es mucho más sotisficado. En resumen, se ha ganado mucho más, incluso, en cultura general.

La Danza de las Banderas

Algo muy original en lo que respecta a las congas de Punta Alegre es el baile de las banderas, este consiste en una verdadera pelea de gallos entre los emblemas de los barrios. Estas telas permanecen revoleteando a una velocidad supersónica, una junto a la otra hasta media hora sin que haya ningún contacto entre las mismas a la hora del enfrentamiento de cada conga, abriendo un círculo dentro de la multitud del pueblo. La bandera del Yeso tiene fondo blanco con letras azules que dice su nombre y la Salina posee una de fondo rojo con una enorme ancla blanca estampada, este último es copia fiel del barrio “ La Harina” en la vecina Villa Clara, Caibarién, hay que decir que estas banderas cuando se trasladan al encuentro o viceversa el bandolero va rítmicamente de contén a contén guiando al barrio al lugar que desea ir, es decir, sirve de guía, y este baile se creó en 1934 por José Escalante Carvajal.

Las Congas

Archivo:Comparsa1928 barrio el yeso.jpg
Comparsa del Yeso en 1928

En lo referente a la música pudiéramos decir que en el período de preparación de estos festejos uno de los elementos más importantes lo ha constituido el arroyar tras las congas que identifican cada barrio ya que tienen su propio toque donde salen dos veces a la semana en un período de tres meses antes de la salida de las carrozas que sirven de preámbulo para la preparación de las mismas. En esas congas exhiben carteles, muñecos y todo aquello que pueden ridiculizar al adversario. También se sacan pequeñas carrozas y se hace escuchar algún volador con el fin de preparar el terreno para la gran batalla. En las congas los protagonistas principales son las gangarrias (cencerro) que de hecho le dan el nombre a estos músicos (gangarreros). También constituyen presa de gran importancia los instrumentos de percusión que antiguamente eran pequeños barriles a los cuales se les claveteaba cuero e chivo, preferentemente unos eran golpeados con las manos y otros con palos de acuerdo al rol que les tocaba desempeñar dentro del grupo estos tambores se afinaban con candela hasta ser sustituidos por tambores de llave. Otros instrumentos acompañantes son las rejas, actualmente han siso sustituidos por tubos metálicos de cobre y bronce por ser estos más fáciles de trasladar por quienes lo tocan mediante el desarrollo. Estos músicos son seguidos por cientos de personas de todas las edades, lo que le concede un efecto mágico a las mismas. A la congas se le han incorporado otros elementos como los sartenes, tumbadoras, y músicos de viento, pero las primeras damas de la congas Puntalegrense continúan siendo las gangarrias, cada barrio tiene toque específico, a tal punto que los simpatizantes conocen a los suyos simplemente escuchándolos. Tanto una parte como la otra disponen de un jefe de congas destinado a ser un tocador de tumbadoras que va marchando a ritmo con asombrosa maestría. 

Los cantos de los Barrios

En relación con los estribillos o cantos, nunca son fijos, estos surgen de acuerdo a la situación que presentan los barrios, convirtiéndose de hecho en una atracción más de los festejos. Desde su mismo se sacaban versos, poesías a las que daba lugar cada barrio, a ser más creativos. La figura de Manuel Dorotea es antológica en nuestro pueblo. Residía en el barrio del Yeso pero su suegra era salinera. Por tal motivo se veía obligado a componer sus versos para ambos barrios y por supuesto que cuando lo hacía en representación de la salina, siempre aparecía de forma anónima.

De Aqueos, Dorios y Troyanos

Las leyendas (escritas y orales) también forman parte de las parrandas. Se utilizan de acuerdo con el tema que representará el trabajo elegido para el triunfo. Por lo regular, el motivo artístico en que se basan las carrozas son mitos, epopeyas, un hecho histórico, o cualquier acontecimiento cultural de rango universal. Siempre se escoge un tema que venga acompañado de elementos fastuosos en la arquitectura, el decorado, el vestuario y demás aditamentos carroceros. Las leyendas se editan en volantes los cuales se reparten para que sean leídos en el momento preciso en que hará su salida la carroza de turno. Esto permite que a los menos entendidos en el tema representado, les llegue la explicación de aquello que se exhibe. Las leyendas comenzaron a transmitirse oralmente por primera vez en la década del ochenta, en la voz del locutor aficionado local, Eddy Rojas Pérez, previo acuerdo con radio Morón.

Fuentes

  • González, Reinaldo: Parranda, pasión y vida de Punta Alegre. Fototeca de Cuba. La Habana. Abril de 1998.
  • Calzado, Alejandro: El mundo visual de las parranda. Revista Catauro. Año 2004, Fundación