Patrística

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La Patrística
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Concepto:Es el movimiento de asentamiento del cristianismo en la sociedad (sobre todo occidental) desbancando a las otras religiones paganas añadiendo que la religión cristiana era la única y verdadera porque era la «palabra de Dios».


La patrística fue el movimiento literario, filosófico y cultural que imperó en la Edad Media. Es la fase en la historia de la organización y la teología cristiana, se ocupó sobre todo de la apología o defensa del cristianismo frente a las religiones paganas primero y las sucesivas interpretaciones heterodoxas que darían lugar a las herejías. Es el movimiento de asentamiento del cristianismo en la sociedad (sobre todo occidental) desbancando a las otras religiones paganas añadiendo que la religión cristiana era la única y verdadera porque era la «palabra de Dios»

Historia

La primera patrística se desarrolló simultáneamente en dos ámbitos distintos: Oriente (representado por Grecia) y Occidente (por Roma). Estéticamente se produce un cambio sustancial entre la concepción pagana de los antiguos poetas griegos y la nueva literatura religiosa. Mientras aquellos buscaban el placer y la belleza de su obra utilizando para ello artificios y retóricas varias, el cristianismo defiende la palabra pura, según ellos para preservar la verdad de la palabra divina. Pero existía más afinidad entre ambas culturas de la que cabría esperar, ya que los ideales defendidos por los Padres primitivos (siglos II y III) se correspondían en buena medida con las ideas destacadas por Platón en sus planteamientos filosóficos. Para los Padres la palabra del poeta es falsa ya que la única verdad es la que de mano directa del Espíritu Santo recibe el profeta. No obstante, aceptan estos padres cierto nivel de verdad en la obra de los poetas, la parte de inspiración que los griegos atribuían a la Musa y que los cristianos llaman inspiración divina, pura y libre de parafernalias.

Alta patrística (siglos IV y V)

En esta época se produce el asentamiento definitivo de la iglesia cristiana en Occidente por encima del paganismo, lo cual significa también la consecuente politización de la iglesia. Sin embargo, y en contra de lo que cabría esperar por las ideas del periodo anterior, este asentamiento trae consigo un amplio desarrollo de la literatura eclesiástica integrando a su vez los modelos helenos. Al igual que en la primera patrística, ésta también se desarrolla en dos vertientes geográficas, la oriental y la occidental

Vertiente oriental

Debido a la gran cantidad de conversiones entre la población y existiendo el riesgo de una asimilación débil de los conceptos cristianos, la Iglesia creó una nueva forma de vida, que tuvo su cuna en Egipto, y que se basaba en el aislamiento y el ascetismo. Pronto el monaquismo, pues así es como se reconoció esta nueva manera de vivir se extendió por otros muchos lugares dada la gran aceptación que tuvo y además derivó en nuevos géneros literarios motivados por la vida del monje, sus costumbres y labores, etc. Pero no fue la única literatura que vio la luz en oriente durante este periodo, la literatura epistolar estaba en auge, la literatura homilética se desarrollaba con fuerza y nace también la poesía cristiana.

En Asia Menor, la zona donde más asentada estaba la herejía arriana, fue también donde se desarrolló la ortodoxia trinitaria representada fundamentalmente por San Basilio Magno, Gregorio de Nisa (hermano del primero) y Gregorio de Nacianzo, conocidos como Padres Capadocios, que hicieron suya la sabiduría helenística de los grandes poetas y filósofos Griegos y la adaptaron al cristianismo creando una perfecta coalición que expandió enormemente los horizontes de la literatura cristiana. San Basilio en su escrito ad adolescentes, anima a los jóvenes a estudiar las obras griegas de Homero, Platón y otros confiando en que siendo la fe algo que no hay que poner en duda, sabrán estos separar la verdad de las palabras vanas y aprenderán también a utilizar el ornamento y la retórica a favor del mensaje. Aparte de esto, San Basilio atribuía la creación artística a la teoría del logos, ya que el artista sólo interpretaba la obra de Dios. Por su parte, Gregorio de Nacianzo, sostiene que si bien es cierto que el estilo llano de las escrituras no es ni por asomo comparable a la retórica pagana, tampoco el mensaje “monstruoso” se las fábulas griegas se puede comparar con el cristiano aunque se recubra de bellas palabras. Sin embargo, también admite y sostiene que lo ideal sería una literatura con el bondadoso mensaje cristiano y la poderosa narrativa pagana. Por el contrario a los otros dos, el tercer exponente de la patrística oriental de este periodo, San Gregorio de Niza, estaba más cercano ideológicamente a lo planteamientos de Orígenes apoyando la literalidad de las primeras literaturas cristianas, además, en sus reflexiones sobre la creación, el orden y la belleza, establece una analogía entre el eros platónico del Simposio y su idea de la educación de las almas para la vuelta al Paraíso y sitúa como modelo arquetípico de belleza al mismo Dios..

Vertiente Occidental

En estas fechas, la unidad de la iglesia se va resquebrajando poco a poco a la par que decae el famoso Imperio que la cobijaba bajo el asedio de los visigodos. Esta decadencia propicia la nueva tarea evangelizadora de la iglesia. San Ambrosio de Milán fue una figura destacada de la época que al igual que Orígenes estableció tres estratos diferentes de interpretación, el literal, el moral y el místico-alegórico.

Sin embargo, el más claro referente de esta época es San Agustín. Éste Aurelio Agustín incurrió tarde en la fe cristiana tras haber probado otras religiones como la maniquea e incluso haberse vuelto escéptico al no obtener resultados de ninguna de ellas. Finalmente se convierte al cristianismo tras una segunda lectura más profunda de las Escrituras, aunque le cuesta renunciar a los placeres mundanos. Fue una pieza fundamental en el desarrollo de la cultura occidental de su época por su gran influencia tanto en la política y el derecho como en la vida social y filosófica.

Gran estudioso del Platonismo, revisó los escritos del filósofo una y otra vez para, tomándolos como base, crear una nueva vertiente adaptada a los intereses del cristianismo. Como ya dijimos antes, antes de convertirse al cristianismo, San Agustín bebió de muy diversas aguas en su búsqueda incesante de las fuentes del saber tomando de cada una aquello que le podía ser de utilidad. De esta manera creo Agustín su propia estética basada en la concepción de la retórica de Cicerón, la tradición estoica y el neoplatonismo de Plotino. Así concluye San Agustín que “La belleza del mundo, hecho a imagen de Dios, es belleza que participa de la Belleza infinita del Creador.

Aunque en sus inicios ejerció de profesor de retórica, con el paso del tiempo y habiendo estudiado más a fondo el cristianismo y su filosofía, acabó defendiendo la idea de que lo importante en un texto es la idea que se quiere expresar y difundir y no la manera de hacerlo. Pero no solo eso, siguiendo la estela de Gorgias y los sofistas sobre la problemática de la veracidad poética, San Agustín condena la ficción y la representa en la figura de poetas y pintores por crear mundos ilusorios de mentiras y falsedades.

En cuanto a la interpretación de los textos, siempre hablando de las [[Sagradas Escrituras, pero por supuesto aplicable a cualquier texto escrito, San Agustín decía que hay distintas formas de interpretación, aunque principalmente lo que hay son formas de expresión. Distingue multitud de maneras de expresar y de entender, y casi siempre tienen que ver con los sentidos y con instintos primarios, pero el hombre ha creado signos más complejos a los que por convención ha dotado de significado (por ejemplo una bandera que ondea a media asta). Lo mismo ocurre con las palabras y el lenguaje escrito, has dos formas de expresar una misma cosa, la que se expresa directamente y la que es necesario descifrar de algún modo, las primeras todos las conocemos, sin embargo, las segundas es necesario tener una idea o ciertos conocimientos previos para lograr discernir lo superficial de lo que se encuentra en el fondo (lenguaje metafórico).

San Agustín acusa la confusión existente en algunos fragmentos de los textos bíblicos a las diversas traducciones que han sufrido y que muchas veces al traducir traducciones del original, el sentido primitivo acaba por perderse, por eso recomendaba el Santo el estudio de las lenguas para poder sacar las propias conclusiones y conseguir obtener el sentido original. Y sentencia San Agustín que aunque de por si, el sentido literal pueda contener ambigüedades, siempre es preferible éste al figurado que oculta deliberadamente la idea original que se quería transmitir mediante engaños y artificios. En cuanto al teatro (teatro clásico, se entiende), San Agustín condena su temática obscena relatando las fechorías y malas artes de los Dioses paganos y sólo lo explica argumentando que los Dioses paganos son Dioses malignos que disfrutan viendo representadas sus atrocidades. Sin embargo, San Agustín encuentra en algunas de las obras una bonita forma de expresión y lo justifica como modo de enseñanza.

Al hablar de Padres de la Iglesia nos referimos a aquellos cuya labor fundamental fue la de redactar obras que exponían la doctrina cristiana. Son los verdaderos iniciadores de la filosofía cristiana al mismo tiempo que desarrollan la estructura eclesial. Se suelen distinguir dos grupos atendiendo a la lengua usada para redactar sus obras, aunque la diferencia en estos va más allá del idioma.

Estos grupos son:

  • Padres Griegos: son aquellos autores que usando el griego como lengua y conceptos de la filosofía griega, construyeron el armazón de lo que sería la filosofía y teología cristiana. Estos se basaban en el pensamiento platónico bajo su forma neoplatónica.

La influencia de los griegos dio un carácter especulativo a sus escritos, el cual marcó el pensamiento cristiano.

  • Padres Latinos: son los autores que escriben en latín y a partir de la cultura romana contribuyeron a la formación del pensamiento cristiano. Estos cobraron importancia a mitad del siglo III, cuando el latín desplazó el griego como lengua litúrgica de la comunidad en Occidente. Los contenidos metafísicos que aparecen en sus escritos son debido a la influencia de la cultura griega, el Platónismo, ya presente en las primeras formulaciones del pensamiento cristiano.

La tarea que realizó la patrística fue la de iniciar la construcción de un pensamiento cristiano a partir del pagano. Esta tarea comenzó en Alejandría, con la creación de la escuela catequética cristiana “Didascalión”, en la que se presenta las corrientes platónicas, estóicas y filonianas, que condicionan desde sus inicios el posteriror desarrollo del pensamiento cristiano. Se puede decir que entre los Padres de la Iglesia hay una valoración positiva de la filosofía. Se le considera capaz de ayudar a una mejor comprensión de la fe. Esto impulsó la creación de los conceptos cristianos a partir de la terminología griega. De esta manera los conceptos tomados de los griegos habían cobrado un nuevo sentido en el marco de una filosofía cristiana.

San Agustín

San Agustín, obispo de Hipona, es considerado el gran maestro de la Edad Medía. Este elaboró el primer sistema completo del pensamiento cristiano que nace como consecuencia de las polémicas que surgen al tratar de definir la verdadera doctrina cristiana. Inició esta tarea desde su conversión en el 386 d. C. cuando escribe su obra “Contra los Académicos”. En un esfuerzo por precisar el sentido correcto de los conceptos cristianos San Agustín fija la terminología de la filosofía cristiana predominante hasta el siglo XIII. Este polemizó fundamentalmente contra tres movimientos:

  • Maniqueísmo. Admite la existencia de dos princípios originarios en el mundo en permanente lucha, Ormuz(luz, bien) y Arimán (obscuridad, mal). Ambos están presentes en el hombre, a través del alma corpórea.
  • Donatismo. Defiende la separación total y absoluta de la Iglesia y el Estado. Según ellos los eclesiásticos que colaboraban con el Estado perdían su pureza y no podían administrar los sacramentos, por lo que era difícil establecer una jerarquía eclesiástica, así lo constaba el hecho de que los obispos, equivalentes a los gobernadores de las provincias romanas, podían dictar sentencias de carácter inapelable.
  • Pelagianismo. Admite que el hombre puede obrar el bien por sí mismo, rechazando así el pecado original.

Las ideas que San Agustín elabora como resultado de estas polémicas forman un sistema filosófico que pasa a formar parte de la doctrina oficial de la Iglesia. San Agustín sostiene que la filosofía contribuye a hacer comprensible la verdad cristiana, siguiendo el modelo neoplatónico tanto en la búsqueda de la verdad como en la forma de interpretar el conocimiento. Al analizar el conocimiento, San Agustín distingue tres niveles que se corresponden con los de la teoría Platónica:

  • Conocimiento sensible. Se trata del conocimiento que tenemos de las cosas a través de nuestros sentidos. Estos son modificados por la influencia de las cosas y esta modificación llega al alma por medio del cuerpo, y de este modo hay conocimiento, aunque no es un conocimiento verdadero ya que tanto las cosas como el cuerpo aportan sus deficiencias al conocimiento.
  • Conocimiento racional. Consiste en una elaboración efectuada por la razón de los datos de los sentidos, de los datos de la sensación. La razón compara estos datos con las ideas de la mente divina que han dado lugar a la creación y así puede emitir juicio sobre las cosas. Este nivel de conocimiento distingue al hombre de los seres vivos ya que es el único que por poseer un alma racional puede llegar a este tipo de conocimiento.
  • Conocimiento contemplativo. Es el más alto grado de conocimiento. En él se alcanza la contemplación de las ideas eternas en su misma realidad. Por tanto, no hay necesidad de los datos de la sensibilidad ni del razonamiento. Se trata del auténtico conocimiento, el conocimiento objetivo de la sabiduría. Este solo se alcanza en el interior del hombre, es la presencia de Dios en cada hombre.A diferencia de Platón las ideas eternas en San Agustín no son autónomas, sino que están en la mente divina, ya que es el único camino por el que el pensamiento cristiano podría admitir su existencia.

San Agustín establece un paralelismo entre la necesidad de la luz solar para la visión de las cosas y la necesidad de una luz para que la mente entienda las verdades. Esta luz que ilumina el entendimiento proviene del sol divino.

El Hombre, la Moral y la Política

Cada hombre concreto sujeto de redención, posee dentro de sí una realidad que se muestra como razón. Esta razón es el alma en el sentido propiamente humano, aquel aspecto que lo diferencia de los seres vivos. Esta alma posee diversos niveles, relacionados con los niveles del conocimiento. El alma es lo que define propiamente al hombre y es una sustancia dotada de razón destinada a regir su cuerpo. Esta concepción manifiesta una visión dualista, al estilo platónico, según el cual el hombre es un compuesto de dos elementos: alma y cuerpo. Estos dos componentes pertenecen a dimensiones distintas: el alma es algo inmortal, espiritual y sede de la inteligencia; el cuerpo es un componente material que debe ser dirigido por el alma. Sin embargo, por el pecado original el hombre es un ser caído y su alma no tiene fuerza para dominar el cuerpo sino que éste domina a aquella. Las consecuencias que se derivan de la interpretación del hombre como un ser caído afectan a la explicación del comportamiento humano desde el punto de vista de la moral. En Grecia el comportamiento moral estaba ligado al conocimiento, en la mentalidad Agustiniana la moral va unida a la voluntad.

El libre albedrío

El hombre nace con una voluntad débil. Esta voluntad se entiende como libre albedrío, es decir, la capacidad de elegir libremente. Es esta la que se encuentra deteriorada en el hombre e inclinada más a favor del mal que del bien.

Para solucionar este problema, San Agustín acude a una intervención exterior, derivada de la redención, que ayuda al hombre a recuperar su estado de equilibrio y le da la posibilidad de tomar las decisiones. Es la ayuda de la gracia que transforma el libre albedrío en libertad.

La libertad lleva al hombre a obrar el bien y, en su grado máximo, a no poder obrar el mal. Este grado de libertad no se puede alcanzar en este mundo. La libertad en su grado máximo el denominado libertas maior, propia de la vida de los santos, mientras que la libertad que posee el hombre y le lleva a obrar el bien, la libertas minor, es suficiente para su vida ordinaria.

Fuentes