Plaza San Francisco de Asís

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Plaza de San Francisco de Asís
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Obra Arquitectónica  |  (Plaza)
Plaza de San Francisco en Habana Vieja.jpg
Testigo del ir y venir de viajeros, guarda el ambiente de sus épocas de esplendor. Hoy sobria y presentable, continúa en su incesante actividad.
Descripción
Tipo:Plaza
Localización:Ave. del Puerto, Oficios y Amargura, Habana Vieja, Bandera de Cuba Cuba
Datos de su construcción
Inauguración:1628

Plaza de San Francisco de Asís. Fue construida paralelamente a la de Armas, a solo 100 m de distancia en dirección a la bahía de La Habana, en una ensenada, que se rellenó en 1628. Tomó el nombre de San Francisco por el establecimiento de la orden religiosa, que comenzó la construcción de un humilde convento en 1575.

Orígenes

La plaza de San Francisco es la tercera en el orden del tiempo fundada en La Habana, sin contar la primitiva que tuvo, siendo villa y que se localiza en el lugar en que se construyó el castillo de la Fuerza.

Félix de Arrate creyó y otros siguieron su opinión, que fue la segunda, equivocándola con la que se llamó Plaza Nueva.

Consta que se formó en 1628, por el testimonio del acta de cabildo del día 2 de junio de ese año, que dice:

"Se acordó aderezar la calle del convento de San Francisco y cerrar el causillo que hace una fuente, que está enfrente de las casas de cabildo, hasta dar en el convento de San Francisco y allí hacer una plazoleta, porque es útil y porque allí las armadas aderezan las pipas para en que hacer agua las armadas y flotas y en tiempo que están aquí ocupan toda la calle las pipas etc. Se acordó gastar cien ducados para el efecto." En cabildo del día 7 de diciembre de 1629 se acordó gastar otros cien ducados "para aderezar la plaza de San Francisco."
Sitio que ocupó la Plaza de San Francisco después de 1603 (según plano de Cristóbal de Roda).

Por este testimonio no queda duda de la época de la formación de esta plaza.

En el plano de La Habana, de Cristóbal de Roda, hecho en 1603 se observa que la plaza referida no existía y que el mar se adentraba en más de la mitad de la actual plaza. Una caleta convirtió el espacio inicialmente en un desembarcadero útil para el tráfico interior de la bahía. A fines del siglo XVI, se agrupaban en sus inmediaciones importantes actividades sociales. Cerca de la caleta se construyó la aduana, y en sus alrededores, el convento franciscano, el cabildo y la cárcel, hasta que en el siglo XVII la caleta comenzó a cegarse para dar paso a la plaza.

En el libro Plazas de intramuro, su autor cuenta que "sobre el terreno ganado al mar alternaron las fiestas y procesiones del convento y de su orden tercera, las solemnidades oficiales del cabildo y de los gobernadores, el trasiego de los escribanos y de los mercaderes y los quehaceres del abastecimiento de agua. No cabe duda de que fue uno de lo sitios más animados de la marina habanera, abierta por el este a la vista de la bahía. Los portales y el mercado no influyeron tanto en su conformación como sucedió en otras plazas, pero la presencia de los muelles y la actividad portuaria fue invadiendo cada vez más su ámbito hasta verse en los siglos XIX y XX colmada de carretones y rodeada de algunas de las más importantes casas comerciales de La Habana.

Según Manuel Pérez Beato no se encontraron datos que confirmaran la especie emitida por algunos de haber sido en algún tiempo esta plaza mercado público. Solo se ha hallado que el Ayuntamiento acordó en el año de 1802 establecer en ella la Recova, con el que se designa en Andalucía el lugar destinado a la venta de huevos, aves y caza menor.

El destino principal de esta plaza, además de servir a las armadas para hacer sus aguadas, fue el de depósito de las mercancías que llegaban al puerto, destino que duró hasta la construcción de tinglados en los muelles. Todas las casas correspondientes a esta plaza, fueron ocupadas desde los primeros tiempos por personas importantes.

Acerca del nombre

Parece que en dos ocasiones se intentó cambiarle el nombre, primero por el de Plaza Fernando Séptimo, pero el cambio no prosperó.

En 1947 un alcalde habanero logró oficialmente denominarla nada más y nada menos que Plaza de Key West, según se dijo para honrar a los emigrados cubanos que vivían en ese sitio norteño y desde donde hicieron tanto por la independencia.

El historiador cubano Emilio Roig de Leuchsenring escribiría luego que probablemente nadie se dio por enterado del segundo cambio, entre otras cosas, porque los criollos siempre llamaron Cayo Hueso –por el sonido Kigüess− con que pronunciaban el nombre anglosajón.

Transformaciones

Plaza de San Francisco (1880).

Antes de tener la fisonomía que hoy muestra, con la terminal de cruceros, restaurantes, cafeterías, boutiques, correos, bancos, casas de cambio, centros culturales, coches tirados por caballos y el enjambre de palomas, entre otros, la Plaza de San Francisco de Asís pasó por diversas remodelaciones que comenzaron en grande cuando se echaron los cimientos del monasterio a orillas del mar "quitándole algo de jurisdicción a las aguas", según un poeta de la época.

Con el siglo XVIII mejoró su entorno al empedrarse la calle de los Oficios y culminarse la construcción del nuevo Convento de San Francisco de Asís, que tuvo la torre más alta de la Isla en esa época. Las viviendas de la aristocracia habanera también engalanaron el lugar como fiel símbolo de los nuevos códigos arquitectónicos y la plaza se convirtió en un espacio fundamental de la ciudad.

En 1881 se planeaba desaparecer la plaza y el convento, que ya había sido convertido en almacén en esa época, para construir un gran centro comercial. La falta de fondos impidió entonces llevar a cabo el proyecto, pero, al iniciarse el siglo XIX, con el auge despertado en los negocios después del cese de la dominación española, la arquitectura de la plaza cambió, hasta llegar a perder parte de su espacio con la reedificación de la Lonja del Comercio, para regir el desarrollo de las operaciones mercantiles en la zona, y el nuevo edificio de la Aduana, con lo cual se acentuó el carácter que desde el XVII ostentaba.

La Plaza de San Francisco vuelve a cobrar vida con los trabajos de restauración que se realizan en la otrora villa de San Cristóbal de La Habana.

Fuente de los Leones

Fuente de los Leones

Tuvo esta plaza la primera fuente que hubo en la ciudad y consta ya su existencia en el año 1600, estando situada entre las casas del Cabildo y el muelle. Arrate menciona la existencia de dos fuentes, "de igual caudal pero de distinta fábrica, porque la una como más nueva es de más pulido artificio, recibiendo el agua la taza por cinco bocas que derraman, cuatro leones y un águila."

La Fuente de los Leones, una de las fuentes habaneras más bellas y de mayor simbolismo, fue traída desde Italia en 1836, donde la esculpió en mármol blanco de Carrara el artista Giuseppe Gaggini, el mismo escultor que hiciera la estatua de la India o de la Noble Habana, basándose en los diseños preparados por el coronel don Manuel Pastor y reformados por el famoso arquitecto Tagliafichi. Fue obsequiada a La Habana por Claudio Martínez de Pinillos, conde de Villanueva.

Aún permanece allí, un poco más al suroeste del sitio primigenio, porque temerosos de que se dañara por accidente ante tanto traqueteo de vehículos y personas, la fuente fue trasladada primero a la Alameda de Isabel II −o Paseo Martí o Paseo del Prado− y luego al Parque de la Fraternidad, hasta regresar a San Francisco.

Consta de cuatro pedestales de mármol de Carrara que sustentan igual número de leones echados con una altura de 2,5 metros. En el centro de la fuente se alza una columna de 1,5 metro de alto y 0,45 de diámetro coronada con una corola que vierte el agua contenida.

Inmuebles que rodean la Plaza

En su adoquinado espacio, donde hoy revolotean las palomas, emergen escoltados por edificaciones de un notable valor, el Convento y la Iglesia de San Francisco de Asís, cuya torre se dice, fue por siglos el punto más alto de la Villa.

Circundan la plaza varias instituciones, edificios y centros culturales y museales, entre ellos la Lonja del Comercio, que alberga en la actualidad oficinas comerciales y diplomáticas, la emisora Habana Radio y otros medios de prensa extranjeros; la Terminal marítima Sierra Maestra; el Palacio de los marqueses de San Felipe y Santiago de Bejucal, recientemente remozado por la Oficina del Historiador de la ciudad; el edificio de la Aduana de La Habana, de la segunda mitad del siglo XIX y la Casa Galería de la pintora venezolana Carmen Montilla.

Es custodiada a pocos pasos por la legendaria figura del Caballero de París, escultura a tamaño natural del artista cubano José Ramón Villa Soberón.

Importancia

Espectáculo de La Colmenita en la Plaza de San Francisco.

Tenía la ventaja de estar junto a la bahía y en consecuencia el atraque de los barcos se realizaba en aquella zona más amplia, circunstancia que convirtió a la Plaza de San Francisco en un área comercial por excelencia, relacionada con las exportaciones y mercaderías ultramarinas, con el desembarco de la tropa y la marinería y la vida económica de la villa, razón por la cual constituyó el sitio de mayor vida de la ciudad. Muelles, archivos e instituciones gubernamentales permanecieron en ese espacio desde la segunda mitad del siglo XVII hasta que se trasladaron a la Plaza de Armas en 1791.

También allí se celebraban anualmente las populares Ferias de San Francisco cada 3 de octubre hasta 1841, cuando se decretó la secularización del convento franciscano, que proporcionaban por varios días esparcimientos más o menos lícitos a pobres y ricos, y durante los cuales imperaba, por encima de todo y en todas sus manifestaciones, variedad y clases, el juego.

En la actualidad en esta plaza y en otras del Centro Histórico de La Habana Vieja se realizan diferentes espectáculos y actividades que demuestran la valía de acciones culturales en espacios públicos y constituyen una opción recreativa para pobladores y visitantes, a la vez que contribuyen a revitalizar el patrimonio y acercarlo cada vez más a las nuevas generaciones.

Enlaces externos

Fuentes