Plaza del Cristo

Plaza del Cristo
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Obra Arquitectónica  |  (Plaza)
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Plaza del Cristo, La Habana.
Descripción
Tipo:Plaza
Localización:Villegas, Teniente Rey, Bernaza y Lamparilla, La Habana Vieja, Bandera de Cuba Cuba

Plaza del Cristo. Toma su nombre de la iglesia del Santo Cristo del Buen Viaje, a la que tradicionalmente acudían los marinos al partir o regresar para solicitar o agradecer la protección contra las eventualidades que se presentaban durante las travesías.

Inicio

La Plazuela de la Ermita del Santo Cristo del Buen Viaje o del Humilladero, conocida posteriormente como Plaza del Cristo, apareció en 1640. Esta ermita servía para señalar el Calvario, umbral de la ciudad, y daba término, a su vez, al ritual procesional del Vía Crucis.

La aparición de esta plaza fue el índice más revelador del impulso hacia el oeste que al mediar el siglo XVII tomaba el crecimiento de la ciudad. Fue una de las mayores entre las antiguas plazas de la ciudad.

Luego fue conocida como Plaza Nueva, quitándole su nombre a la que hoy se llama Plaza Vieja. En un tiempo se le llamó "plaza de las Lavanderas", por el gran número de africanas de este oficio que allí se reunían antes de asistir a misa en la vecina iglesia. Después de la desaparición del mercado la plaza recibió un arbolado que aún la caracteriza.

Ubicación

La fachada del templo preside la plaza por la calle Villegas, en tanto Teniente Rey, Bernaza y Lamparilla también dan acceso a ella. Otras dos calles mueren en ese espacio: la calle del Cristo, de una sola cuadra, y la más antigua calle de la Amargura.

Remodelación

La intervención realizada en 1975 remodeló el espacio y trasladó hacia una ubicación cercana a la calle Bernaza, frente a la puerta del colegio de los padres agustinos que para entonces allí existía, un sencillo monumento al poeta mestizo Gabriel de la Concepción Valdés (Plácido). También se creó un espacio pavimentado frente a la puerta lateral de la iglesia con un cantero circular central donde fue sembrado un árbol de bella floración de color rojo, conocido como Cardenal.

Aunque todo hace suponer que la plaza fue un gran espacio abierto y rectangular con sólo la iglesia cerrando la calle Amargura, debido al crecimiento constructivo urbano la actual plaza es un espacio en forma de Ele. En su perímetro se encuentran exponentes arquitectónicos de distintas épocas.

Su historia y la existencia de la hermosa iglesia del Santo Cristo acreditan su inclusión en el sistema de plazas del Centro Histórico de La Habana.

Casa del Presbítero Manuel Echevarría

Se construyó en el siglo XIX en una esquina de la Plaza del Cristo. Por muchos años fue el edificio más majestuoso de la zona. Se trataba de una vivienda elevada, con entresuelo, piso alto y sobrado, de monumental portada barroca y destacadas proporciones. Edificada por un presbítero, luego fue convertida en palacio episcopal durante varios años. Su uso posterior ha sido de vivienda colectiva.

Casa de la Parra

Ocupa una de las esquinas de la Plaza del Cristo, en Bernaza y Teniente Rey. Es un ejemplo del tipo de construcción pequeña y de pobres materiales que cercaba esta plaza con anterioridad al siglo XIX. Data de la mitad del siglo XVIII. Era una de las viviendas que se conocían como casa de puerta y ventana, que ocupaban un cuarto o menos de las parcelas urbanas. Por estar situada en una esquina, aprovechaba su ubicación para levantar una tienda esquinera con su cuarto alto encima, solución habitual desde los inicios de la arquitectura doméstica habanera. La presencia de una enredadera de parra ha venido a darle nombre.

Casa Conill

Vivienda del catalán Juan Conill, fabricante de tabaco y banquero, construida entre 1853 a 1867. Se levantaba sobre las oficinas y almacenes del dueño, aprovechando la céntrica posición de la plaza, que en esos años había quedado junto a la nueva urbanización de los terrenos de las demolidas murallas. El inmueble introdujo un revestimiento decorativo refinado y culto en sus techos de estuco y yeso, en la carpintería de los cierres y otros motivos que solo algunas viviendas señoriales, como el palacio Aldama, habían utilizado. La casa representó un modelo de vivienda de la burguesía habanera finisecular, antes de que se trasladara a los repartos aristocráticos y se comenzaran a edificar las mansiones eclécticas de la República. En sus salones, descritos en las crónicas habaneras del poeta modernista Julián del Casal, tuvieron lugar memorables tertulias durante el periodo entre las dos guerras de independencia.

Fuentes