Diferencia entre revisiones de «Polo Científico del Oeste de La Habana»
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Revisión del 09:25 11 abr 2012
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Polo Científico del Oeste de La Habana. Es el primer polo científico creado en Cuba, con el objetivo de impulsar el desarrollo de la biotecnología y las tecnologías de avanzada para resolver problemas de la salud y la alimentación de la población, e incrementar
las exportaciones cubanas con productos de alta tecnología.
Historia
A principios de la década de los 80, se aceleró en el país el desarrollo de la Biotecnología, lo que significó la definición de temáticas de trabajo, la formación de recursos humanos y la creación de infraestructura material y de información, que permitieron la incorporación de Cuba al desarrollo de productos de alto valor agregado.
Por esta razón, el primer polo científico fue creado en el Oeste de la capital, en febrero de 1991, con el objetivo de impulsar el desarrollo de la biotecnología y las tecnologías de avanzada para resolver problemas de la salud y la alimentación de la población, e incrementar las exportaciones cubanas con productos de alta tecnología.
Entidades que lo conforman
El Polo está constituido por más de 30 entidades, entre centros de investigación y de servicios, empresas productoras, instituciones reguladoras y universidades, tanto de la provincia de Ciudad de La Habana, la capital, como de la provincia de La Habana. Participan en su actividad unos 15 000 trabajadores, entre ellos, alrededor de 2 000 investigadores y profesores, y unos 1 000 jóvenes egresados de la educación superior, que constituyen la reserva científica.
Programas
Entre los programas más importantes figura el de vacunas, que ha permitido su desarrollo, producción y comercialización sobre la base de capacidades científicas y tecnológicas creadas y desarrolladas desde décadas anteriores.
Este programa es la expresión actual de los esfuerzos realizados durante décadas por la ciencia cubana para desarrollar productos y tecnologías que ofrecieran una respuesta adecuada a las necesidades de salud del país.
Constituye la continuación de los esfuerzos iniciales, desarrollados durante los últimos años de la década de los años 60 y toda la década de los 70 en el campo de las vacunas tradicionales (antituberculosa, antitetánica, antirrábica, antitifoídica, entre otras) y los de la década de los 80, ejemplificados por las investigaciones para la creación de la vacuna antimeningocóccica (Cuba es propietaria de su patente y de su tecnología), que resolvió un importante problema de salud, y cuya comercialización en el exterior ha representado para el país ingresos superiores a los 400 millones de dólares durante los últimos diez años.
Sin embargo, fue durante la década de los 90, cuando se realizó un verdadero esfuerzo programático en el campo de las vacunas, no sólo con el objetivo de solucionar problemas de salud en Cuba, sino contribuir a la solución de problemas regionales y mundiales y, también, disponer de una “cartera de productos” para su comercialización.
Los principales productos de la Biotecnología cubana han estado representados en esta etapa por las vacunas. En primer lugar, la antimeningocóccica, ya mencionada, y la vacuna anti-hepatitis B recombinante, la cual ha significado un importante aporte social, económico y estratégico, por cuanto Cuba es uno de los tres países del mundo con mayor potencial productivo para su fabricación y posee la capacidad de montar plantas productivas en otros países con todos las implicaciones de desarrollo ingenieril, regulatorio, legal y comercial que ello representa.
Otro resultado importante del polo es el Sistema de Diagnóstico Ultra Micro Analítico (SUMA) y el equipamiento tecnológico correspondiente. Consta de 23 estuches de diagnóstico aplicables a 15 patologías. Actualmente, se satisface las necesidades de los 167 laboratorios de la red nacional, que sostiene programas de pesquisaje tales como el pre y neonatal de malformaciones congénitas (que ha influido en el bajo índice de mortalidad infantil alcanzado por el país), la certificación de sangre, la vigilancia epidemiológica de enfermedades transmisibles y la certificación de placenta para la producción de sus derivados.
Más de 200 laboratorios de América Latina, Europa, Asia y Africa cuentan con equipos SUMA.
