Rafael Cordero Molina

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NombreRafael Cordero Molina
Nacimiento24 de octubre de 1790
San Juan Puerto Rico
Fallecimiento5 de junio de 1878
OcupaciónMaestro
PadresLucas Cordero y Rita Molina

Rafael Cordero Molina: Maestro puertorriqueño.

Síntesis biográfica

Nacimiento

Nacido en San Juan, el día 24 de octubre de 1790. Ejemplo de excelencia, un hombre lleno de virtudes y humildad. Más que enseñar a leer y escribir, se enfocaba en formar el corazón del niño, enseñarle valores y la importancia de hacer el bien. Recordado como ejemplo de abnegación y altruismo, dedicó toda su vida a la educación de niños negros y mulatos sin percibir ninguna renumeración. Se destacó como educador y en el plano religioso, como uno de los más fieles siervos de Dios. Formó sus destrezas para ejercer como maestro gracias a la educación impartida por sus padres.

Trayectoria

Ejemplo de excelencia, un hombre lleno de virtudes y humildad. Más que enseñar a leer y escribir, se enfocaba en formar el corazón del niño, enseñarle valores y la importancia de hacer el bien. Recordado como ejemplo de abnegación y altruismo, dedicó toda su vida a la educación de niños negros y mulatos sin percibir ninguna renumeración. Se destacó como educador y en el plano religioso, como uno de los más fieles siervos de Dios. Formó sus destrezas para ejercer como maestro gracias a la educación impartida por sus padres. En 1810 abrió en San Germán una escuela para impartir la instrucción elemental a los niños negros y mulatos, privados de asistir a las escuelas de los blancos. Esto ocurría 35 años antes de que la enseñanza primaria fuese organizada oficialmente por el gobierno en Puerto Rico. Diez años después su hermana Celestina Cordero comenzó a dar clases a las niñas, tras recibir la autorización del obispo Mariano Rodríguez Olmedo. El maestro Rafael, como es a menudo llamado, tuvo más tarde una pequeña escuela en la calle de la Luna de San Juan, que atendería ya sin interrupción hasta su muerte. En ella enseñaba a leer y a escribir, y también caligrafía, aritmética y doctrina cristiana. Entre sus alumnos tuvo también niños blancos pobres y algunos ricos, por la fama que tenía de enseñar a leer de corrido en poco tiempo. Su vivienda era al mismo tiempo su hogar, su escuela y su taller para hacer tabaco. Con los ingresos de su taller acostumbraba a comprar no solamente lo necesario para su sustento, sino también zapatos, medias o ropas para alguna persona de la comunidad. Tanto sus alumnos como otras personas necesitadas tenían en Rafael a un ser humano comprometido y deseoso de ayudarles sin esperar nada a cambio. Ejerció su labor educativa sin discriminación alguna de raza o posición social, en una época en que la segregación racial era evidente en Puerto Rico y en muchos países del mundo. Después de muchos años de ejercer el magisterio de forma altruista, la Sociedad Económica de Amigos del País quiso premiar sus servicios a la comunidad con una donación de cien pesos, pero el maestro rechazó el premio diciendo que lo que hacía era su vocación. Como lo obligaron a aceptarlo, distribuyó la mitad del dinero entre sus alumnos más necesitados y la otra mitad entre los pordioseros reunidos por sus discípulos, quienes, invitados por él, asistieron al acto de la entrega del premio. Comenzaba y finalizaba sus clases con el canto mariano del "Salve Regina". Era gran devoto de San Antonio de Padua; se le veía en oración constantemente, practicaba el rezo diario del rosario. Los domingos se engalanaba con su traje azul para participar en la Misa dominical antes de la 6:00 de la mañana en la iglesia San Francisco de Asís, vecina de su hogar sanjuanero. Se mantuvo célibe toda su vida.

Su fama y virtud trascendieron los círculos de su vecindario pobre. Familias pudientes comenzaron a enviar a sus hijos a la casa-escuela de Cordero. Los párvulos aprendían a leer con gran prontitud y correctamente, lo que asombraba a muchos. A todos les enseñaba catequésis (doctrina cristiana), lectura, gramática, historia, caligrafía, geografía y aritmética.

Bajo su tutela, tuvo al luego abolicionista y político José Julián Acosta y Calbo a Roman Baldorioty de Castro, que se convertiría también en abolicionista y líder autonomista; a Manuel Elzaburu y Vizcarrondo, quien fundaría el Ateneo Puertorriqueño y descolló como escritor, abogado y líder en el Partido Liberal; a Alejandro Tapia y Rivera, considerado el "patriarca de la literatura puertorriqueña"; entre otros muchos que supieron honrar a Borinquen y a su maestro negro, defendiendo a todos los puertorriqueños, en particular a los más pequeños del Reino de los cielos: los pobres, los esclavos, los perseguidos, los oprimidos. Este maravilloso ser humano, el Maestro Rafael Cordero, se dedicó a la enseñanza gratuita por 58 años, en 1878, presintiendo el final de su vida terrena, se aseguró que sus alumnos siguieran recibiendo la educación, hizo llamar a sus discípulos, y extendiendo sus demacradas manos sobre sus cabezas, los bendijo diciéndoles: “Hijos míos, a este pobre anciano que les ha enseñado cuanto sabía, no le queda más que un soplo de vida”. Momentos después, a las cinco de la tarde, expiró con una vela sellada y unos escapularios que le mandaron las monjas Carmelitas. Sus ultimas palabras, síntesis de su ejemplar vida fueron estas: “¡Dios mío, recíbeme en tu ceno!” y el cielo recibió el alma de unos de los seres humanos más extraordinarios que halla dado la querida patria borinqueña El maestro Rafael dejó un gran legado al maestro puertorriqueño. Es reconocido como una de las personas más importantes de la educación en Puerto Rico en el siglo XIX. Muchas escuelas y otras obras públicas del país llevan su nombre, pero su fama trascendió los límites de la isla. José Martí, conocido líder de la independencia de Cuba, se refirió a él como el “Santo Varón”. Debido a la vida ejemplar y devota de este Hombre, el papa Francisco permitió que al maestro se le otorgue el título de “venerable”, lo que abre el paso para su eventual beatificación, así reconocen, "las 'virtudes heroicas' a Rafael Cordero Molina, eI camino hacia el reconocimiento de la santidad en la Iglesia tiene tres etapas: la primera: Venerable Siervo de Dios; la segunda: Beato; y la tercera: Santo. El maestro Cordero, pasó a la historia como “El santo laico de Puerto Rico”.

Muerte

Muere en el año 1878.


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