Ramón María del Valle-Inclán

Ramón José Simón Valle Peña
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Poeta, dramaturgo y novelista español.
Nacimiento28 de octubre de 1866
Villanueva de Arosa Bandera de España
Fallecimiento[[]] de 1936
Bandera de España
Otros nombresRamón María Del Valle Inclán

Ramón José Simón Valle Peña. Conocido como Ramón María Del Valle Inclán fue un dramaturgo, poeta y novelista español, que formó parte de la corriente literaria denominada Modernismo en España y se encuentra próximo, en sus últimas obras, a la denominada Generación del 98.

Síntesis biográfica

Niñez y juventud

Nació en una vieja casa de la calle de San Mauro, en la localidad de Villanueva de Arosa, un pueblo de campesinos y pescadores. Era el segundo hijo del marinero y escritor Ramón del Valle Bermúdez y de Dolores de la Peña y Montenegro, ambos de ascendencia hidalga, poseedores de títulos nobiliarios.

En 1907, Valle-Inclán se casó con la actriz Josefina Blanco y, entre 1909 y 1911, se adhirió al carlismo, ideología tradicionalista que atrajo al autor por su oposición a la sociedad industrial, al sistema parlamentario y al centralismo político.

Consagración como escritor

La década de los veinte significó su consagración definitiva como escritor y un replanteamiento ideológico que lo acercó al anarquismo. Cuando, en abril de 1931, se proclamó la segunda república, el escritor la apoyó con entusiasmo y al año siguiente fue nombrado Conservador General del Patrimonio Artístico por Manuel Azaña, cargo del que dimitió en 1932 para dirigir el Ateneo de Madrid. En 1933, fue nombrado Director de la Academia Española de Bellas Artes en Roma, ciudad en la que vivió un año.

Muerte

Enfermo, regresó a España y fue ingresado en una clínica en Santiago de Compostela donde murió después de manifestar su hostilidad hacia un gobierno de derechas 4 de enero de 1936.

Obra

Su producción literaria es muy amplia y compleja, porque si bien tocó casi todos los géneros, nunca se ciñó a sus normas, y rechazó la novela y el teatro tradicionales. Estéticamente siguió dos líneas: una, poética y estilizada, influida por el simbolismo y el decadentismo, que lo inscribió entre los modernistas; la otra es la del esperpento (que predominó en la segunda mitad de su obra), con una visión amarga y distorsionada de la realidad, que lo convierte, en palabras de Pedro Salinas, en "hijo pródigo del 98".

Entre 1902 y 1905, publicó las “Sonatas”, su primera gran obra de narrativa y la mayor aportación española al modernismo. La unidad de estas cuatro novelas recae en el personaje del Marqués de Bradomín, una irónica recreación de la figura de don Juan, convertido en "feo, católico y sentimental". En Flor de santidad (1904), que sigue en la misma línea estética, aparece por primera vez un tema en el que abundó a lo largo de su carrera: la recreación mítica de una Galicia rural, arcaica y legendaria.

En sus tres novelas de la guerra carlista, “Los cruzados de la causa” (1908), “El resplandor de la hoguera” (1909) y “Gerifaltes de antaño” (1909), su estilo se simplificó al despojarse de los adornos modernistas. Por su profundización en los sentimientos individuales y colectivos, la trilogía anticipó sus mejores obras posteriores. “Tirano Banderas” (1926) es su novela más innovadora y se puede considerar como el primer exponente del esperpento valleinclanesco. Su argumento es la crónica de un dictador hispanoamericano, analizado como la fatal herencia que España transmitió a América. No hay linealidad temporal, sino una serie de cuadros que dan una visión simultánea de los acontecimientos que acaecen en tres días.

Su obra narrativa se completó con “El ruedo ibérico”, un ciclo novelesco cuyo objetivo era abarcar, en forma de novela, la historia de España desde la caída de Isabel II hasta la ascensión al trono de Alfonso XII. La muerte truncó este ambicioso proyecto, del que sólo vieron la luz La corte de los milagros (1927), “Viva mi dueño” (1928) y la incompleta “Baza de espadas” (1932). También aquí rompió la sucesión temporal y la narración se asentó en cuadros, a veces muy breves, discontinuos e independientes, cuya única conexión es el contexto histórico. El lenguaje, proveniente del mundo de los toros y el teatro, con diversos registros idiomáticos que van desde lo refinado a lo chabacano, acentuó lo grotesco de la realidad que describió.

Teatro

La obra dramática de Valle-Inclán es probablemente la más original y revolucionaria de todo el teatro español del siglo XX, al romper las convenciones del género. En palabras de su autor: "Yo escribo en forma escénica, dialogada, casi siempre. Pero no me preocupa que las obras puedan ser o no representadas más adelante. Escribo de esta manera porque me gusta mucho, porque me parece que es la forma literaria mejor, más serena y más impasible de conducir la acción". Se inició con “Cenizas” (1899) y “El marqués de Bradomín” (1906), adaptaciones de dos de sus relatos. Todavía inscritas en el estilo decimonónico teatral, manifestaron sin embargo rasgos muy personales, como el gusto por el tema de la muerte, el pecado y la mujer, y la importancia de lo plástico en las acotaciones escénicas.

Las “Comedias bárbaras”, una trilogía compuesta por “Águila de Blasón” (1907), “Romance de lobos” (1908) y “Cara de plata’’ (1922), constituyeron la primera gran realización dramática valleinclanesca. En abierta ruptura con el teatro de la época tienen como tema una Galicia feudal y mágica cuyo desmoronamiento se simbolizó en la degeneración del linaje de los Montenegro. Retomó la mítica gallega con “El embrujado” (1913) y “Divinas palabras” (1920), y utilizó como protagonistas a personajes populares y marginados. Sus obras más abiertamente modernistas son Cuento de abril (1909), “Voces de gesta” (1912) y “La marquesa Rosalinda” (1913), aunque en ellas hay elementos que presagian el cambio de su teatro, como la visión irónica y casi esperpéntica de una España ruda y provinciana que contrasta con la cosmopolita y refinada Francia.

Valle-Inclán dio el nombre de esperpentos a cuatro obras: “Luces de bohemia” (1920), “Los cuernos de don Friolera” (1921), “Las galas del difunto” (1926) y “La hija del capitán” (1927), estas tres últimas agrupadas en el Volumen “Martes de carnaval” (1930).

El autor puso en boca del protagonista de “Luces de bohemia”, Max Estrella, la explicación a la necesidad de crear un nuevo género escénico: la tragedia clásica no podía reflejar la realidad española, porque ésta se había convertido en "una deformación grotesca de la civilización europea". El esperpento fue, pues, para Valle-Inclán una moderna concepción de la tragedia.

Traducciones

Realizó numerosas traducciones. Del portugués: La reliquia, El crimen del Padre Amaro y El primo Basilio, de Eça de Queiroz; del francés: La condesa de Romaní, de Alejandro Dumas y Las chicas del amigo Lefèvre, de Paul Alexis; y del italiano: Flor de pasión, de Matilde Serao.

Fuentes