Rasputín

Revisión del 17:41 28 feb 2021 de Yaine (discusión | contribuciones) (La Gran Guerra (1914-1918))
Rasputín
Información sobre la plantilla
Rasputin23456.jpg
NombreGrigori Yefímovich Rasputín
Nacimiento23 de enero de 1869
aldea de Pokrovskoie,
distrito de Tiumen,
provincia de Tobolsk,
región de Siberia,
Imperio ruso Bandera de Rusia
Fallecimiento29-30 de diciembre de 1916
ciudad de San Petersburgo,
Imperio ruso Bandera de Rusia
Causa de la muerteasesinato
Nacionalidadrusa
Conocido porEl Monje Loco

Grigori Yefímovich Rasputín, conocido como Rasputín, fue un místico ruso con una gran influencia en los últimos días de los zares de Rusia.

Síntesis biográfica

Oriundo de los confines de Siberia, nació el 23 de enero (según el calendario gregoriano actual) o 10 de enero (según el calendario juliano, entonces en vigor en Rusia) de 1869.

De mediana estatura pero con aspecto imponente y robusto, era de naturaleza descuidada aunque desprendía un magnetismo irresistible y extraño, dotado de unos ojos de un azul muy claro, tenía una mirada penetrante y curiosamente hipnótica.

Sus padres, Anna Vasilievna y Iefim Iakovlevich Rasputín, eran granjeros en el pueblo siberiano de Pokrovskoie, en el distrito de Tiumen, provincia de Tobolsk, a 2500 km al este de San Petersburgo (la capital rusa).

Juventud

Grigori fue un analfabeto que consigue aprender los rudimentos de la lectura y de la escritura a lo largo de sus viajes y en edad adulta.

Tras una caída accidental en las heladas aguas de un río, su hermano mayor Andrei y él fueron víctimas de una grave neumonía. Andrei moriría. Grigori se salvaría pero atravesando períodos de depresión y sobreexcitación incontrolables.

Trabajando con su padre en las faenas propias de un granjero, Grigori conservaría de su infancia las toscas maneras de campesino siberiano, la ropa ancha y descuidada, y las manos llenas de callos.

Víctima de crisis de misticismo, sobretodo a partir de los 18 años, se va al encuentro de los sabios monjes, de los "starets", para seguir sus enseñanzas religiosas, pero también da muestras de desbordamientos de energía de entre los cuales su rasgo más característico: una desaforada sexualidad que consigue subsanar fácilmente.

Como presentación, Rasputín contaba que el día de su nacimiento, un meteorito había caído del cielo por encima de su casa, en la aldea Pokrovskoie, y que este fenómeno celeste había anunciado al mundo su llegada como personalidad excepcional.

En 1899, a la edad de 19 años, se casó con una joven campesina del pueblo de Dubrovnoie: Praskovia Feodorovna; esta le dará nada menos que cinco hijos, de los cuales dos fallecerían prematuramente. Verdaderamente enamorado de su mujer, pese a sus numerosas aventuras sexuales, siempre volverá a su vera.

Influencia en la familia imperial

A su llegada a San Petersburgo, en 1903, Rasputín fue recibido como un hombre santo y en 1908 fue presentado a la esposa del Zar, Alexandra Feodorovna, quien ya había oído hablar de sus supuestos poderes curativos. La zarina pensó que podría curar a su hijo Alexis Nikolaiévich, el heredero del trono ruso, que padecía hemofilia. Se especula con la posibilidad de que consiguiera aliviar su dolencia mediante hipnosis; en cualquier caso, la mejoría del heredero le granjeó la confianza de la zarina y también la de Nicolás II, fuertemente influido por la zarina.

Tanto el zar como la zarina fueron seducidos por los dones de curandero de ese humilde campesino siberiano que parecía, también, tener el de profeta. Alexandra se convenció de que Rasputín era un mensajero de Dios, que representaba la unión del zar, de la iglesia y del pueblo, y que tenía la capacidad de ayudar a su hijo gracias a sus habilidades de curandero y por sus plegarias.

La habilidad de curar permitió, efectivamente, a Rasputín convertirse en un ser indispensable, tomando rápidamente un gran ascendente sobre la pareja imperial.

Invitado a numerosas recepciones mundanas de alto copete, Grigori conoció a numerosas y ricas mujeres de la alta sociedad rusa. Robusto, con los cabellos largos y la barba desordenada, calzado con botas de charol y envuelto en un largo y viejo abrigo, Rasputín inquieta y fascina. Su penetrante mirada, difícil de sostener para sus admiradoras, hace que muchas de ellas cedan a su hipnótico encanto, le tomen por amante y curandero particular.

En 1907, el zarevich Alexis, debido a un percance con serias contusiones, sufrió varias hemorragias internas que los médicos no conseguieron controlar y haciendo sufrir enormemente al pequeño. Rasputín fue llamado de urgencia y por desespero y, tras haber bendecido a la familia imperial, inició sus plegarias. Al cabo de 10 minutos, agotado, se reincorporó ante la cama del zarevich diciendo: "Abre los ojos, hijo mío!" El zarevich se despertó, sonriente y, desde ese momento, su estado de salud mejoró rápidamente.

Es a partir de ese momento clave que Rasputín se convierte en un familiar del palacio de Tsarskoie Selo, encargado de velar por la salud del zarevich y del resto de los miembros de la familia imperial, otorgándole el libre acceso a palacio. En consecuencia, será oficialmente recibido en la corte imperial. Sin embargo, y pese a la confianza del zar, Rasputín se convirtió rápidamente en un personaje impopular tanto en la corte como entre el pueblo, y casi de inmediato considerado como "su malvado angel". A la vez amado, odiado y temido, Rasputín no se preocupó jamás de asegurarse una fortuna personal; el único lujo que tuvo fue una camisa de seda confeccionada por la zarina en persona, y una magnífica cruz ofrecida también por ella, y que llevaba siempre colgando del cuello.

Continuó llevando una vida disoluta, repartida entre el alcohol y el sexo. Organizaba desenfrenadas fiestas en su apartamento en las que primaban la líbido y la bebida y, predicando su particular doctrina entre sus damas y admiradoras, se las llevaba a la cama, lo que ellas consideraban un "honor".

Conflictos y enemigos

Investido de un inmenso poder, Rasputín designó a muchos altos funcionarios del gobierno, aunque ninguno fue competente. A principios de la Primera Guerra Mundial, Rusia atravesaba un momento crítico. El zar Nicolás II asumió el mando del ejército y Rasputín se hizo con el control absoluto del gobierno. Su profunda influencia en la corte imperial escandalizaba a la opinión pública; además, su comportamiento le daba mala reputación y sus orgías eran bien conocidas por el pueblo, que lo designaba con el sobrenombre de El Monje Loco.

Rasputín también chocó frontalmente, tras la revolución de 1905 y el Domingo Rojo del 25 de enero, con el presidente del consejo imperial, Piotr Arkadievich Stolypin. Nombrado en julio de 1906, reformador enérgico, este pretendía modernizar el viejo imperio ruso, permitiendo la adquisición de tierras por los campesinos, un mejor reparto del impuesto y conceder más poderes a la Duma, el parlamento ruso. Consiguió también frenar las olas de terrorismo, mejorar el sistema ferroviario y la producción de carbón y de hierro tomó amplitud. Fue tal el período de progreso para Rusia que el líder bolchevique en el exilio, Vladimir Ilich Ulianov Lenin, creyó no poder volver a pisar suelo ruso.

Sin embargo, Stolypin no alcanzaba a comprender la influencia de ese campesino siberiano sobre la pareja imperial, mientras que Rasputín reprochaba al primer ministro su pertenencia a la clase de los grandes propietarios.

Durante el asunto de los Balcanes, en 1909, Rasputín tomó arte y parte en el partido de la paz, al lado de la zarina y de Anna Vyrubova, enfrentándose al resto del clan imperial. Rasputín pensaba que el ejército había salido debilitado de su derrota frente a los japoneses en 1905, y que no estaba en condiciones de adentrarse en un nuevo conflicto. No pudo frenar los acontecimientos pero, cuando Francia y Gran Bretaña intervinieron contra Rusia, consiguió convencer a Nicolás II de no extender el conflicto al resto de Europa.

Stolypin hizo vigilar estrechamente a Rasputín por la Okhrana (la policía secreta del Zar). Los informes sobre el starets fueron tremendamente negativos y perjudiciales y, en 1911, Rasputín fue apartado de la corte y exiliado a Kiev. En uno de sus trances, predijo entonces la muerte próxima de Stolypin.

Decidió partir a Tierra Santa pero regresó a la corte a finales del verano.

El 14 de septiembre de 1911, cuando Stolypin acaba de autorizar a los campesinos a acceder a una propiedad individual y a poseer tierras, y que esta reforma es unánimamente aplaudida en Rusia, el Primer Ministro es asesinado por un joven anarquista llamado Mordka Bogrov. El magnicidio se produce en la ópera de Kiev y en presencia de toda la familia imperial, de los ministros, de los miembros de la Duma y de Rasputín. El asesinato marcó, desgraciadamente, el fin de las reformas sociales lanzadas cuando la situación internacional se hacía cada vez más inestable.

En el curso del verano de 1912, el zarevich Alexis, en un viaje a Polonia, sufre un accidente que le provoca una nueva hemorragia interna alarmante: su vida peligra a tal nivel que le administran la extrema unción. Rasputín, advertido, «entrará en éxtasis» ante el ícono de la Virgen de Kazán y, una vez reincorporado, agotado, envía un mensaje tranquilizador a la familia imperial:

No teman. Dios ha visto sus lágrimas y oído sus plegarias. No se preocupen más. El pequeño no morirá. No permitan que los médicos lo molesten demasiado.
Rasputín

Desde el momento en que llega el telegrama, el estado de salud del zarevich se estabiliza y, al día siguiente, comienza a mejorar. Hasta la hinchazón de su pierna remite, interrumpiéndose la hemorragia interna. Los médicos pudieron enseguida declararle fuera de peligro, y hasta los más hostiles al starets tuvieron que convenir que se había producido algo milagroso.

La Gran Guerra (1914-1918)

Tras el desmembramiento del Imperio Otomano y la cuestión de los Balcanes, todo parece propiciar una guerra mundial. Rasputín y sus aliados de la paz intentaban frenar a Rusia en su marcha hacia la guerra. Cuando el 28 de junio de 1914, el archiduque Francisco-Fernando de Austria, heredero del Imperio Austro-Hungaro, es asesinado en Sarajevo junto a su esposa por un anarquista serbio, la guerra parece inevitable. A este hecho decisivo hecho se une la tentativa de asesinato del 29 de junio, contra Rasputín, y de manos de una antigua prostituta, la mendiga Khionia Guseva, a la salida de la iglesia de su pueblo en Siberia. Las investigaciones policiales demostrarían luego que la orden había partido del monje Iliodoro, el cual reprochaba a Rasputín sus creencias Khlysty.

Tras ese atentado fallido y su rápida recuperación, la importancia de Rasputín se hizo primordial y su influencia llegaría en todos los dominios: intervendría en las carreras de los generales, de los metropolitanos y hasta en la nominación de los ministros, pero el miedo se instaló en su alma. Más bebedor que nunca y más depravado que antes, Grigori Yefimovich Rasputín había dejado de ser el starets asceta que todo el mundo respetaba. Y, pese a todo, sus conquistas femeninas se duplicaron.

El 1 de agosto, Alemania declara la guerra a Rusia. El patriotismo ruso se exalta, sobretodo gracias a las iniciales victorias, y Rasputín ve menguar su favor. Pero la situación militar se deteriora rápidamente: invierno riguroso, falta de armamento, de provisiones y mandos indecisos. El zar decide tomar el mando en persona y se instala en el frente, dejando la regencia a su mujer y a su consejero Rasputín.

Las consecuencias no se hacen esperar demasiado. Rasputín se atrae a un mayor número de enemigos, particularmente políticos, militares y clérigos, indignados estos por su conducta. Las peores calumnias correrán al tiempo que la guerra adquiere tintes catastróficos. En 1916, en la Duma, tanto la zarina como Rasputín son abiertamente criticados y acusados de hacer el juego de Alemania. Hay que recordar que la zarina Alejandra Fiódorovna Románova era alemana de nacimiento.

Muerte

Las enemistades del clan Romanov se cristalizaron contra Rasputín y una conjuración desemboca en su asesinato en el curso de la noche del 29 al 30 de diciembre (16 al 17 de diciembre, según el obsoleto calendario juliano) de 1916, siendo invitado del príncipe Félix Yusupov, en el Palacio de La Moika, San Petersburgo. Envenenado sin éxito, luego herido de cuatro tiros de pistola, siendo el último sin duda fatal (en plena frente), fue maniatado, enrollado en una lona y tirado, aún vivo, en un agujero practicado en el hielo, muriendo ahogado en la Pequeña Neva.

La autopsia posterior, practicada cuatro días más tarde al encontrar su cuerpo inerte (1 de enero de 1917), reveló la presencia de agua en sus pulmones, lo que significa que aún respiraba cuando lo tiraron a las heladas aguas.

Tal era el temor que aún despertaba entre los supersticiosos rusos, que en el curso de la autopsia practicada le arrancaron el corazón para evitar que resucitara

Referencias

Fuentes