Relación médico-paciente en obstetricia y cirugía

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Relación médico – paciente en obstetricia y cirugía
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Múltiples evidencias de la cultura mesolítica, como son las estatuillas de mujer trabajadas en piedra o en colmillos de mamut, permiten inferir, sobre todo si valoramos las dimensiones del abdomen y las mamas, que el fenómeno de la reproducción llamó la atención del hombre desde etapas muy remotas y que, con muchas posibilidades, una de las más ancestrales manifestaciones de lo que hoy conocemos por relación médico-paciente se produjo precisamente durante la atención a la gestante y la parturienta.

Desde entonces hasta nuestros días, las mujeres han recibido, - con mayor o menor calidad, según la etapa histórica- los beneficios derivados de una relación exitosamente lograda con quien en cada momento del desarrollo de la humanidad desempeñó el papel de prestador de ayuda médica.

La experiencia quirúrgica, sin embargo, parece estar vinculada históricamente con el enfrentamiento del hombre a animales feroces, a las luchas entre diferentes hordas de consanguinidad o a la ocurrencia de cataclismos naturales. La ortopedia, en sus expresiones más "embrionarias", es posiblemente la especialidad quirúrgica de más temprana aparición, pese a que también existen evidencias de operaciones de tórax y abdomen que datan de las culturas asiria y babilónica.

Gestación y parto. Significación social

Los indicadores negativos de salud vinculados al parto domiciliario han sido un acicate para que mundialmente se desarrolle una campaña por aumentar el porcentaje de partos institucionales. Afortunadamente, en nuestro medio, solamente el 1 % de los partos ocurre aún en les domicilios, y aspiramos a que esa cifra, prácticamente despreciable, se reduzca todavía más, ya que además del desarrollo sociocultural de nuestra población y de su creciente educación sanitaria, los equipos de salud desarrollan cada vez más sus potencialidades para la atención óptima de la gestante y la parturienta, y existe en ellos una conciencia muy elevada de la gran importancia que tiene el lograr relaciones profesionales exitosas con la mujer durante su enfrentamiento a experiencias tan significativas como el embarazo, el parto y el puerperio.

En el primer tomo de esta obra, señalamos las características más relevantes de la gestante y la parturienta, así como la connotación social del proceso reproductor femenino. Es necesario recordar la importancia que tienen los condicionamientos negativos que se vienen formando desde la infancia por medio de las influencias socioculturales erróneas trasmitidas de generación en generación, cuyos efectos nocivos son desde luego más relevantes en otros medios donde aún el oscurantismo y la ignorancia azotan a una importante proporción de la población. Junto a los temores y fantasías engendrados por estos mecanismos, existen importantes motivaciones implícitas en la feliz expectativa de un hijo deseado, y estas últimas deben ser utilizadas por el equipo de salud como un recurso de primer orden para desarrollar en la gestante sus potencialidades, de manera que pueda enfrentar exitosamente una de las más importantes manifestaciones fisiológicas de la mujer: el parto.

Aspectos generales de la relación del médico con la gestante

Objetivos de la paciente

La atención adecuada del embarazo y la prevención de complicaciones durante el parto, son indudablemente los objetivos fundamentales perseguidos por la gestante desde las primeras etapas de su embarazo, pero existe también la necesidad psicológica de establecer una relación interpersonal positiva con el equipo de salud y muy especialmente con el médico, como un recurso para incrementar su seguridad y garantizar el apoyo afectivo tan significativo durante el parto.

Motivo de consulta

Diferentes circunstancias pueden influir en el motivo de consulta y modificar sustancialmente el nivel de ansiedad de la gestante. Este es diferente en primerizas y en multíparas, en gestaciones normales o en aquellas con alto riesgo obstétrico y en presentaciones fisiológicas o no; mucho más si se trata de circunstancias como la inminencia de aborto o el sangramiento por placenta previa.

El médico debe tener muy en cuenta que el desarrollo exitoso de sus relaciones depende del manejo adecuado de la sensibilidad y la demanda de afecto y apoyo implícitas en las situaciones ansiogénicas de la gestante.

Estado afectivo

Una valoración esencial del estado afectivo de la gestante se deriva de la consideración de su frecuente actitud ambivalente hacia el embarazo, ya que junto a los factores gratificantes implícitos en dicho estado, existen también molestias derivadas de los cambios vegetativos, la afectación estética, las molestias urinarias y la reducción del nivel de hemoglobina.

La irritabilidad y la explosividad frecuentes en la gestante, a consecuencia de sus tensiones y también del incremento del contenido hídrico en la sangre, con su efecto reductor del umbral de excitabilidad del sistema nervioso, deben ser también tomados en cuenta por el obstetra, y enfrentados mediante la comprensión, la afabilidad y la disposición incondicional para la relación de ayuda.

Posición de los participantes en la relación

Históricamente la gestante ha asumido, por razones determinadas socioculturalmente, un papel totalmente pasivo en la relación con el médico, y su posición categorizable como de dependencia absoluta se ha considerado por mucho tiempo como una característica de primer orden. Sin embargo, la evolución de la atención obstétrica ha modificado este modelo, y cada vez se hace más énfasis en lograr la participación activa no solo de la mujer, sino también de su compañero, objetivo que puede lograrse durante el entrenamiento psicoprofiláctico.

Dificultades posibles en la relación con la gestante

Aunque la mayoría de los embarazos culmina exitosamente, el médico debe prepararse para manejar con madurez la repercusión negativa que sobre su relación con la gestante tienen situaciones como el aborto habitual, la muerte fetal o los accidentes obstétricos, afortunadamente cada vez menos frecuentes.

Comunicación

La planificación de la comunicación con la gestante debe aprovechar todas las vías posibles para transmitir seguridad, optimismo, afecto y disponibilidad a la relación de ayuda.

Otro aspecto trascendente en la relación, en lo referente a la comunicación táctil, es el entrenamiento para efectuar con la mayor gentileza las maniobras exploratorias, ya que esto incrementa la seguridad de la gestante al apreciar la preocupación de su médico por evitar producirle cualquier molestia durante su atención.

Comportamiento médico en cada etapa de la entrevista

Recepción

Antes de recibir a la paciente, el médico que cuida sistemáticamente sus relaciones profesionales, tiene a su favor el respeto y la admiración de otras gestantes que tanto en la vecindad como en el salón de espera, condicionan en forma positiva, con sus comentarios, a la que inicia su atención especializada, ya que la afabilidad y compresión del profesional se cuentan entre las cualidades más apreciadas. La recepción afectuosa y respetuosa desempeña un papel reforzador de esas apreciaciones populares trasmitidas, y en el caso de que estos comentarios no se hayan producido, asegura una "primera impresión" positiva, que resulta muy importante en las relaciones interpersonales.

Identificación

Durante esta etapa se recogerá la procedencia de la gestante, su nivel sociocultural y su ocupación, datos que facilitarán su atención integral. Ocasionalmente el médico recibe, en este momento de la entrevista, informaciones tan relevantes como es la referencia al estado civil que expresa la separación o el fallecimiento del compañero en las primeras etapas de la gestación.

Interrogatorio

Debe efectuarse siempre manteniendo las normas éticas habituales en nuestro sistema de salud; el médico explorará si existen conflictos determinantes de ansiedad, cuyo manejo en una relación de participación mutua entraría de inmediato en el programa de atención individual.

De la misma forma se investigarán las concepciones personales acerca del embarazo y el parto, informaciones cuya importancia no es necesario destacar. Finalmente, debe investigarse la actitud de la pareja hacia el futuro hijo y sus criterios en lo referente a planificación familiar. Examen físico

Debe realizarse con la mayor gentileza, teniendo en cuenta la significación ética de respetar el pudor de la gestante y de evitar cualquier maniobra dolorosa que reforzaría las frecuentes concepciones populares acerca del dolor en el parto. El médico debe esforzarse por lograr la calificación de "doctor de manos suaves" en la apreciación de la gestante y la parturienta. Indicaciones de exámenes complementarios serán siempre argumentadas con el fin de disminuir la ansiedad, pues de otra forma pueden ser punto de partida de preocupaciones.

Información

Desempeña un papel de primerísimo orden en la atención de una gestante, y junto con la persuasión constituye un elemento fundamental del método psicoprofiláctico, mediante el cual se eliminan los condicionamientos negativos establecidos socioculturalmente en lo referente al parto. Jamás el equipo de salud puede pasar por alto la orientación a la gestante acerca de los efectos nocivos de los tóxicos; en nuestro medio esto se enfatiza durante el entrenamiento psicoprofiláctico asequible a toda la población.

Indicaciones terapéuticas

Las prescripciones médicas deben ser siempre argumentadas; en los casos en que se requiera atención quirúrgica, dicha información se hará con la mejor técnica ansiolítica.

Despedida

Debe ser considerada corno un elemento importante de la entrevista, y durante ella se emplearán frases como "todo va muy bien", así como pequeños mensajes de alta relevancia sugestiva. Es importante insistir en la significación de los patrones de personalidad de la gestante y el médico, así como en la relevancia del contexto sociohistórico donde la relación tiene lugar, para el buen desenvolvimiento de esta.

Relación del médico con la gestante durante el embarazo, el parto y el puerperio

Durante la atención del embarazo, que debe comenzar precozmente, es fundamental persuadir a la gestante de la importancia del chequeo sistemático; además, es necesario utilizar los encuentros periódicos para estrechar las relaciones afectivas con el equipo de salud, el cual incluye la enfermera obstétrica y más de un médico, sobre todo cuando la gestante se incorpora al entrenamiento psicoprofiláctico.

Esta relación colectiva permite mantener, en el momento del parto, la seguridad de la parturienta, aun en los casos en que su médico directo de asistencia se encuentre desempeñando otras funciones. Una vez comenzado el trabajo de parto, lo más significativo sin duda alguna es la comunicación verbal y extraverbal, y dentro de esta la táctil, transmisora de seguridad y optimismo, así como la presencia del equipo de asistencia desde la etapa anterior, y en los casos en que el compañero ha sido entrenado en la psicoprofilaxis, su presencia también.

El éxito del parto depende muchas veces de la relación positiva lograda de antemano, y ello es explicable si se reconocen los efectos negativos que sobre su dinámica tiene la ansiedad. El puerperio, sobre todo en su etapa inmediata y muy especialmente en la mujer primeriza, requiere la prolongación de la relación con el equipo obstétrico, que es precisamente el de mayores potencialidades orientadoras.

La relación médico-paciente habitual durante el embarazo es la de cooperación guiada y a veces la de participación mutua; en la fase del parto, la cooperación guiada, y en los casos quirúrgicos, la activo-pasiva. En la etapa puerperal se utiliza la cooperación guiada o la participación mutua en el caso de que existan conflictos especificos.

Prevención de yatrogenias en obstetricia

El equipo de salud debe tener presente que las posibilidades de cometer yatrogenia aumentan en las situaciones donde la sugestibilidad de la persona atendida se encuentra incrementada por algún motivo; esta es precisamente la situación de la gestante y la parturienta.

Es importante destacar que en los obstetras se evidencia una notable preocupación por prevenir las yatrogenias, y habitualmente sus relaciones profesionales son de magnífica calidad, ya que durante su ejercicio cotidiano se percatan de los efectos negativos de la angustia sobre los mecanismos fisiológicos del parto, y tienen siempre presente que en su relación interpersonal con la gestante, la misión más significativa es la de eliminar condicionamientos angustiosos relacionados con el parto y no la de crearlos mediante errores profesionales.

La prevención de yatrogenias provocadas por mecanismos ajenos a la comunicación interpersonal, como los relacionados con técnicas quirúrgicas deficientes, es una tarea de primer orden. Estas yatrogenias son en realidad las que con más facilidad pueden evitarse, ya que las restantes requieren para su prevención un absoluto control consciente de las comunicaciones verbales y extraverbales, y dentro de éstas las táctiles e instrumentales con la gestante, así como una permanente planificación de los recursos que se deben utilizar para cumplir los objetivos médicos.

Se dice que el médico que se preocupa por ayudar psicológicamente a sus pacientes con técnicas psicoterapéuticas mayores o menores, y esto es lo habitual en los obstetras, es prácticamente imposible que cometa yatrogenias, ya que en las relaciones profesionales del equipo de salud con la paciente existen solamente dos alternativas opuestas: la psicoterapia en alguna de sus variantes o la yatrogenia. Ejemplo de esta contraposición es la yatrogenia por omisión que se produce cuando informaciones de alto significado ansiolítico son subvaloradas por el médico y no se planifica su comunicación.

Existe, sin embargo, un tipo de yatrogenia derivado muchas veces de las propias tensiones médicas durante la atención de un parto distósico, y es la que se produce por la comunicación extraverbal de la angustia del médico u otro miembro del equipo, en situación de estrés. Ejemplo de ello era el recurso utilizado en el pasado durante el período expulsivo, cuando a las gestantes poco cooperadoras se les pretendía estimular a participar en la dinámica del parto con la frase "puja, que se te ahoga tu hijo". Realmente esta información determinante de ansiedad solía bloquear la respuesta adecuada.

También es recomendable evitar comentarios referentes a la necesidad de aplicar fórceps, ya que esta instrumentación es popularmente considerada como señal de que existen serias complicaciones. Igualmente, la administración de oxígeno debe acompañarse siempre de la información de que esta medida es una ayuda durante el período expulsivo, para evitar de este modo las apreciaciones habituales de que existe una situación de gravedad.

Finalmente, es necesario destacar que cuando los integrantes del equipo obstétrico olvidan acercarse efectivamente a la parturienta para trasmitirle mensajes de comprensión, seguridad y solidaridad durante su trabajo de parto, cometen la más inadvertida de las yatrogenias en los salones obstétricos: la producida por la incapacidad del colectivo de ubicarse en el lugar de la parturienta, más que nunca antes, necesitada de apoyo.

Afecciones tributarias de tratamiento quirúrgico. Significación social

Las necesidades de defensa, presentes aun en los seres vivos menos desarrollados, alcanzan en el hombre complejidades relevantes a consecuencia de la existencia de procesos psíquicos conscientes e inconscientes durante su interrelación dialéctica con el medio; ello explica las diferentes respuestas que se producen ante situaciones que implican riesgo de muerte, afectación de la integridad física, dolor, invalidez o detrimento de funciones de alta significación en el proceso de adaptación creadora al medio.

El anuncio de una intervención quirúrgica representa, sin duda alguna, una de las situaciones más provocadoras de estrés en el ámbito médico, y los profesionales deben desarrollar cada vez más sus potencialidades para hacer menos angustioso el tránsito del paciente por las diferentes etapas de dicho proceso terapéutico.

Existen situaciones quirúrgicas específicas cuya apreciación popular objetiviza lo anteriormente planteado: las intervenciones sobre el corazón y el cerebro son especialmente vinculadas al riesgo de muerte; las amputaciones, a la afectación de la estética y la integridad física, la atención de quemaduras y ulceraciones, al dolor; las operaciones de columna, a la invalidez motora, y la prostatectomía y las intervenciones oftalmológicas, a la angustia de que se afecten funciones valiosas. Afortunadamente, la mayoría de estos temores carecen actualmente de fundamentación científica, pero mantienen todavía un gran significado para los enfermos.

La atención de un paciente con afecciones tributarías de tratamiento quirúrgico, comienza necesariamente desde su encuentro con el equipo de salud en el primer nivel de asistencia, y este debe estar preparado para desarrollar su atención teniendo en cuenta las características especificas del paciente. El médico general desempeña, en este sentido, una significativa función, y mucho más el especialista en cirugía, quien cada vez debe estar más consciente de que su objetivo terapéutico no es un órgano enfermo sino el hombre enfermo.

Relación del médico con el paciente de cirugía

Objetivos del paciente

La meta perseguida habitualmente es la curación, pero en algunos casos el paciente se conforma con que se alivien sus molestias. No obstante, el enfermo también desea conocer qué tiene y cuál es su pronóstico, y el médico debe saber trasmitir esas informaciones mediante la técnica adecuada para prevenir yatrogenia.

Motivo de consulta

El médico debe tener siempre en cuenta en qué orden de la escala de valores populares se halla el órgano afectado y en qué grado se vincula con las necesidades de defensa del paciente. Este aspecto jamás debe olvidarse.

Estado afectivo

Por todo lo antes señalado, es frecuente que el paciente quirúrgico alcance un alto grado de ansiedad, superado posiblemente solo por el paciente oncológico y el psiquiátrico. Es conocido el alto grado de correlación que existe entre la ansiedad y las actitudes de sensibilidad exagerada e irritabilidad, lo cual exige un mayor grado de apoyo y comprensión.

El médico que no sea capaz de ubicarse empáticamente en la situación del enfermo y de esmerarse en la demostración de afecto, interés humano y disposición de ayuda, necesariamente desarrollará su gestión asistencial con menor eficiencia; las repercusiones negativas de una mala relación profesional con este tipo de paciente son mucho más significativas de lo que piensan los médicos que subvaloran los aspectos psicosociales de su labor.

Posición de los participantes en la relación

La frecuente posición de desventaja del paciente ante el médico, que los autores anglosajones denominan posición one down, se manifiesta en esta relación con importante intensidad, ya que el paciente "pone su vida en manos del cirujano", y éste, con su comportamiento interpersonal, debe ser capaz de demostrarle la reciprocidad de esa confianza, mediante el respeto, el trato afable, un profundo interés humano y la seguridad en su técnica.

Comunicación

Este tipo de relación requiere un control absoluto y planificado de las comunicaciones verbales y extraverbales incluyendo las táctiles, así como una adecuada comunicación instrumental efectuada a través de los medios auxiliares necesarios para garantizar un diagnóstico correcto. El médico debe tener un especial cuidado en evitar la valoración de los estudios radiográficos en presencia del enfermo, y en los casos de exploraciones laparoscópicas o endoscópicas, es necesario que cuide tanto sus expresiones extraverbales como cualquier comentario que el paciente pueda interpretar en forma distorsionada, por su nivel de ansiedad.

Dificultades posibles en la relación con el paciente de cirugía

Este aspecto debe ser muy tenido en cuenta, ya que la evolución de la relación no es la misma en los casos en que la operación logra la total curación que en aquellos donde solo se persiguen objetivos paliativos. El médico debe estar preparado para enfrentar en los últimos casos la frustración del enfermo y la suya propia, y para actuar sobre dicho estado afectivo en forma consciente y madura.

Comportamiento médico en cada etapa de la entrevista

Recepción

Mediante la recepción se inicia el contacto afectivo con los enfermos, y cuando esta etapa se realiza en la forma adecuada, se facilita en gran manera el establecimiento de una buena comunicación.

Identificación

Esta etapa aporta al médico el conocimiento del nivel sociocultural del paciente, y otros datos de gran importancia para la atención integral del enfermo, como el tipo de labor que este realiza, lo cual resulta imprescindible para valorar las implicaciones ocupacionales de la rehabilitación posquirúrgica.

Interrogatorio

Durante el interrogatorio el médico debe ser cuidadoso y escuchar con atención las referencias del enfermo, ya que esto influye en el incremento de la seguridad del paciente al demostrarle la profundidad de la exploración.

Examen físico

Es todavía de mayor importancia, y su ejecución cuidadosa y gentil es uno de los índices que popularmente se utilizan para establecer la calidad profesional de un cirujano.

Indicación de exámenes complementarios

La argumentación con fines ansiolíticos acerca del objetivo de los exámenes complementarios indicados y la preparación psicológica del paciente en casos de instrumentaciones diagnósticas desagradables, son aspectos muy importantes en la relación con estos enfermos.

Información

Cuando se dosifica conscientemente y con objetivos planificados según las preocupaciones del enfermo, la información deviene recurso psicoterapéutico de primer orden. Desde luego, el médico debe evitar la información detallada de la técnica quirúrgica que se utilizará, además de cuidar de que esta etapa de la entrevista tenga siempre objetivos ansiolíticos.

Indicaciones terapéuticas

La indicación quirúrgica debe ser argumentada y apoyada por la información de su efecto habitual en la eliminación definitiva de las molestias presentes, destacando siempre lo relativo a los actuales avances de la ciencia y la seguridad de las técnicas quirúrgicas en nuestros días. Es recomendable que la información de algunos riesgos implícitos en operaciones complicadas se haga solamente a algún familiar capacitado para recibirla de forma adecuada, y nunca al paciente. Despedida

Debe ser siempre afectuosa, como en todo encuentro con un paciente. Es necesario insistir en la trascendencia que tienen en el éxito de esta relación los diferentes patrones de personalidad del paciente y el médico, así como el significado específico del contexto sociohistórico durante el desarrollo de dicha relación.

Relación del médico con el paciente en las diferentes fases de la asistencia quirúrgica

En este acápite no se tratarán las posibles gestiones preventivas en la atención quirúrgica; solo se explicará la asistencia de estos enfermos en las fases preoperatoria, operatoria, postoperatoria inmediata y tardía y rehabilitatoria en los casos en que esta se requiera. Considerando que los aspectos generales ya abordados se tendrán presente en todo momento, a continuación solo nos limitaremos a señalar algunas especificidades de estas fases y a relacionarlas con las modalidades de relación médico-paciente descritas por Holiender.

Fase preoperatoria

Esta fase, limitada en algunos países por el hecho de que los procederes diagnósticos y las relaciones prequirúrgicas son prácticamente responsabilidad de otros profesionales, se desarrolla con mucho mayor éxito cuando se logra una estrecha comunicación cirujano-paciente, y el especialista cumple en forma cuidadosa todos los pasos de la entrevista; de esta forma se logra el vínculo afectivo con el enfermo, lo cual repercute de modo trascendental al evitar complicaciones en el acto quirúrgico y garantizar una buena fase postoperatoria.

Debe recordarse que además de las fantasías del paciente, relacionadas con la técnica quirúrgica específicamente, existen también temores a la anestesia, de aquí que la comunicación con el anestesista sea de gran importancia, pues este puede eliminar las angustias surgidas por las apreciaciones populares referente a los riesgos anestésicos, los comportamientos inadecuados en la fase de recuperación, o las fantasías en torno a la conducta del equipo cuando el enfermo está inconsciente.

Estos elementos, pese a su absoluta falta de objetividad, deben ser tenidos en cuenta por el equipo, ya que se ha demostrado que su manejo adecuado y la confianza trasmitida al enfermo atenúa la ansiedad preoperatoria, disminuye la dosis necesaria de anestésico, evita crisis hipertensivas y previene cuadros psicóticos postoperatorios.

La modalidad de relación habitual es la de cooperación guiada y ocasionalmente la de participación mutua.

Fase quirúrgica

El cirujano y el anestesista deben trasmitir al enfermo mensajes verbales y extraverbales de seguridad, inmediatamente antes de la administración del anestésico. Además, evitarán a toda costa los comentarios durante las operaciones en las que se utilizan anestésicos raquídeos y también en aquellas etapas anestésicas en que el enfermo comienza a perder la conciencia o a recuperarla, ya que en esos momentos se establecen mecanismos que condicionan una alta sugestibilidad en forma similar a lo que ocurre con la técnica del narcoanálisis y ello facilita la producción de importantes yatrogenias. Como puede inferirse, la relación modelo en esta etapa es la activo-pasiva.

Fase postoperatoria

La presencia frecuente del cirujano con sus mensajes de seguridad y optimismo, planificados y controlados en forma consciente, constituyen un factor de primer orden para lograr una evolución favorable. Diferentes estudios evidencian la notable repercusión de la relación positiva establecida por el cirujano sobre el tiempo de cicatrización y el porcentaje de infecciones posquirúrgicas. La modalidad interpersonal fundamental en esta etapa es la de cooperación guiada.

Fase de rehabilitación

Cuando la intervención quirúrgica implica secuelas tributarios de tratamiento rehabilitatorio, como en el caso de las amputaciones, el vinculo con el cirujano no debe perderse hasta lograr los objetivos finales perseguidos con la operación, pues su ayuda es fundamental si se logró una relación positiva inicialmente. En esta fase la relación es también de cooperación guiada, y en algunos casos es necesario desarrollar la modalidad de participación mutua.

Prevención de yatrogenias en cirugía

La práctica quirúrgica implica el riesgo de cometer importantes yatrogenias derivadas de errores técnicos durante el proceso operatorio, y la actitud cuidadosa del equipo previene indiscutiblemente un gran número de ellas. Sin embargo, habitualmente no existe igual preocupación en lo referente a prevenir las yatrogenias producidas por vía psíquica, y es frecuente que se originen también por la omisión de informaciones ansiolíticas necesarias, y otras veces, por informaciones excesivas acerca de los detalles técnicos y las complicaciones posibles.

También debe evitarse el uso de términos cuyo mal pronóstico es conocido popularmente, o de vocablos muy especializados cuya deformación interpretativa por el enfermo puede devenir fuente de ansiedad; además deben recordarse los efectos nocivos, ya mencionados anteriormente, de los comentarios no planificados terapéuticamente en el transcurso de las etapas de pérdida o de recuperación parcial de la conciencia durante el efecto anestésico. Finalmente, el equipo quirúrgico debe omitir siempre la información de incidencias ocurridas durante el acto quirúrgico, como paros cardíacos u otros accidentes, pues su conocimiento desencadena una notable angustia en el enfermo, pese a haberse superado el peligro.

Guy de Chauline (1300-1370) afirmó la necesidad de que el cirujano sea audaz en las cosas seguras y precavido en las peligrosas, que evite los tratamientos y prácticas defectuosas; que sea amable con el enfermo, respetuoso con sus compañeros, cauteloso en sus pronósticos, modesto, digno, comprensivo y compadecido. Los más de 600 años transcurridos desde entonces no han afectado aún la vigencia de estas observaciones.

Fuente

  • Fernando Núñez de Villavicencio y Ricardo González Menéndez. En F. Núñez de Villavicencio (Ed) Psicología y Salud, Ciudad de la Habana: ECIMED, 2001.