Diferencia entre revisiones de «Robert Oppenheimer»

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Revisión del 10:58 29 jun 2011

Julius Robert Oppenheimer
Información sobre la plantilla
Nacimiento22 de abril de 1904
Nueva Cork, Estados Unidos
Fallecimiento18 de febrero de 1967
Princeton, Nueva Jersey, Estados Unidos
Causa de la muerteCáncer de garganta
ResidenciaEstados Unidos
NacionalidadEstadounidense
Alma materUniversidad Harvard, Universidad de Cambridge, Universidad de Göttingen
PadresJulius S. Oppenheimer y Ella Friedman
PremiosPremio Enrico Fermi

Julius Robert Oppenheimer. 22 de abril de 190418 de febrero de 1967). Físico estadounidense conocido coloquialmente como el "padre del la bomba atómica".

Familia

Su padre, Julius Oppenheimer, emigrante judío-alemán, hizo fortuna en el negocio de los textiles. La familia vivía en un apartamento de la elegante zona del Riverside Drive. Los Oppenheimer abandonaron muy pronto el judaísmo ortodoxo y, sin dificultad, se integraron al mundo de las clases acaudaladas de Estados Unidos. Su madre, Ella Friedman, no sólo era bella y fascinante, sino además una pintora talentosa que había estudiado en París y conocía muy bien los círculos artísticos europeos. Ella llevaba la mano izquierda, deforme y contrahecha, cubierta siempre por un guante de seda blanco, cuenta Priscilla Jonson en su biografía (La ruina de J. Robert Oppenheimer, Oxford, 2005 ). Un amigo de la familia la describía como "una mujer tierna, reservada en sus sentimientos, muchas veces arrogante (...) que siempre comunicaba una expresión de duelo". El padre, inteligente y trabajador, fue siempre bueno y generoso. En el hogar de los Oppenheimer, al decir de sus biógrafos, se respiraba siempre una atmósfera de tristeza, una melancolía indefinible.

Estudios

En marzo de 1922 se inscribió en la en la Facultad de Química de la Universidad de Harvard; sus calificaciones fueron siempre las más altas; los informes de sus tutores, extraordinarios. Era no sólo el alumno más brillante de su generación en química y física, sino también en filosofía oriental, griego, latín y sánscrito; conocedor muy serio de las literaturas clásicas, lector de Hesiodo, de Tucídides y Tito Livio. Se deleitaba con la historia de la arquitectura, y pensaba construir una casa a la medida de sus deseos. Algunas veces imitaba a su madre, tomaba el pincel y dibujaba; otras, escribía poemas vanguardistas y los publicaba en la revista de su facultad. Desde el principio de su adolescencia era un solitario con una notable energía; a las 7 de la mañana empezaba a trabajar en el laboratorio, escuchaba las cátedras y se sumergía, después, horas en la biblioteca. Mantuvo ese ritmo durante seis años, afirma David Cassidy en su biografía (J. Robert Oppenheimer y el siglo de Estados Unidos, New Cork, 2005) con férrea disciplina. En resumen, un académico ejemplar. Al comenzar el tercer año de química, Oppenheimer se dio cuenta de que su verdadera vocación era la física. Percy Bridgman, profesor y tutor, lo guiaba con mano segura. En 1925 presentó su examen con los máximos honores y emigró a continuación a Inglaterra, porque estaba convencido que la ciencia que le interesaba se desarrollaba en Europa. Logró un puesto de trabajo en los laboratorios Cavendish de Cambrigde, cuyo director era el rudo y cordial Ernest Rutherford. Habían pasado ya 15 años desde que Rutherford conmocionó al mundo científico y al de la física nuclear cuando diseñó el primer modelo atómico. Según esa concepción, la masa de un átomo se concentra en un núcleo alrededor del cual gravitan electrones livianos. Mientras tanto Rutherford había formado un equipo de científicos que iba a revelar conocimientos extraordinarios en el campo de la radiactividad.

Desarrollo científico

En un principio centró su atención en los procesos energéticos de las partículas subatómicas, incluidos los electrones, positrones y rayos cósmicos. Pronto se involucró en asuntos políticos, preocupado por el auge del nazismo en Alemania. En 1936 se mostró partidario del bando republicano tras el estallido de la guerra civil española. Al heredar la fortuna de su padre, fallecido en 1937, no desaprovechó ninguna oportunidad de subvencionar diversas organizaciones antifascistas. Decepcionado por el comportamiento dispensado a los científicos por la dictadura estalinista, terminó por desligarse de las asociaciones comunistas a las que estuvo vinculado. En 1939, Oppenheimer comenzó a investigar tenazmente sobre el proceso de obtención de uranio-235, movido por la terrible amenaza que había supuesto para la humanidad la posibilidad de que el régimen nazi fuera el primero en disponer de una bomba atómica, en la Segunda Guerra Mundial (1939-1945). En 1942 se integró al Proyecto Maniatan, destinado a gestionar la investigación y el desarrollo por parte de científicos británicos y estadounidenses de la energía nuclear con fines militares. Oppenheimer fue nombrado director científico del proyecto, una acción que produjo sorpresa a muchos. Consideradp como el mejor hombre para dirigir un equipo diverso de científicos y que no estaría afectado por sus tendencias políticas anteriores. A Oppenheimer se le reconocía su dominio de todos los aspectos científicos del proyecto y sus esfuerzos para manejar los conflictos de cultura inevitables entre científicos y militares. Fue la imagen del proyecto para sus colegas científicos y ejerció su papel de director con gran prestancia. Victor Wesskopf lo expresó así: No dirigió desde la oficina central. Estaba presente intelectual y hasta físicamente en cada paso decisivo. Estaba presente en el laboratorio o en las salas de seminario, cuando se medía un nuevo efecto, cuando se concebía una nueva idea. No era tanto por las ideas que aportaba algunas veces, sino que su influencia principal venía de algo más. Fue su presencia continua e intensa, que produjo en todos nosotros un sentido de participación directa; creó aquella atmósfera única de entusiasmo y desafío que impregnó el lugar durante todo su período. El trabajo colectivo de los científicos en Los Álamos tuvo su primer éxito en la primera explosión nuclear cerca del pueblo de Alamogordo, Nuevo México el día 16 de julio de 1945. A la prueba Oppenheimer le nombró Trinity. Al orgullo que sintió Oppenheimer después de la exitosa prueba Trinity pronto lo reemplazó el sentimiento de culpabilidad y horror, aunque nunca dijo que se arrepintió de hacer el arma. Julius Robert Oppenheimer expresó su terrible pesar por el fallecimiento de víctimas inocentes cuando las bombas nucleares fueron lanzadas contra los japoneses en Hiroshima y Nagasaki (1945). Como muchos científicos de su generación, opinó que la seguridad de las bombas nucleares vendría sólo de algún tipo de organismo transnacional (como la recién creada Organización de las Naciones Unidas) que pudiera iniciar un programa para parar una carrera de armamentos nucleares. Dos años después fue elegido presidente de la Comisión para la Energía Atómica estadounidense, cargo que ejerció hasta 1952 y utilizó para oponerse a la carrera armamentista nuclear. Un año más tarde, debido a su antigua vinculación con los comunistas, fue víctima de la caza de brujas de McCarthy y se le destituyó de la presidencia de la Comisión. En sus últimos años Oppenheimer continuó su trabajo en el Instituto de Estudio Avanzado, reuniendo intelectuales a la altura de sus capacidades y de varias disciplinas para resolver las preguntas más pertinentes de la época actual. Sus conferencias en Estados Unidos, Europa y Canadá fueron publicadas en muchos libros. A pesar de todo, pensó que el esfuerzo tuvo un efecto mínimo en la política real. Robert Oppenheimer falleció por cáncer de garganta en 1967. A su funeral asistieron muchos de sus asociados científicos, políticos y militares. Sus cenizas fueron esparcidas en las Islas Vírgenes de los Estados Unidos.

Obras destacadas

  • Átomo y vacío: ensayos de ciencia y comunidad (1989)
  • La ciencia y el conocimiento común (1954)
  • La mente abierta (1955)
  • Sentido poco común (1984)
  • Acrobacias: tres crisis para los físicos (1964)

Frases de Julius Robert Oppenheimer

  • Mientras los hombres sean libres para preguntar lo que deben; libres para decir lo que piensan; libres para pensar lo que quieran; la libertad nunca se perderá y la ciencia nunca retrocederá.
  • El científico sólo es responsable ante la ciencia.
  • Necesito a la física más que a los amigos.
  • Es perfectamente obvio que el mundo entero se va al infierno. La única oportunidad posible es que procuremos que no sea así.
  • No es responsabilidad de los científicos decidir si se debe utilizar o no una bomba de hidrógeno. Esa responsabilidad corresponde al pueblo norteamericano y a los representantes por él elegidos.
  • Al utilizar por primera vez este tipo de armas nos alineamos con los bárbaros de las primeras edades.
  • Es perfectamente obvio que el mundo entero se va al infierno. La única oportunidad posible es que procuremos que no sea así.
  • La verdad no es un animal favorito, es el mejor amigo del hombre.
  • Un científico debe tomarse la libertad de plantear cualquier cuestión, de dudar de cualquier afirmación, de corregir errores.

Fuente