Rodolfo de Armas y Soto (1912-1937)

Rodolfo de Armas
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Rodolfo de Armas (1912-1937), combatiente revolucionario cubano.png
NombreDe Armas y Soto, Rodolfo Ricardo Ramón
Nacimiento11 de julio de 1912
ciudad de La Habana,
República de Cuba Bandera de Cuba
Fallecimiento23 de febrero de 1937 (24 años) 
ciudad de Madrid,
República Española Bandera de España
Causa de la muertecaído en combate
ResidenciaLa Habana
Nacionalidadcubana
Ciudadaníacubana
Educaciónuniversitaria
Ocupaciónestudiante de medicina

Rodolfo de Armas (La Habana, 11 de julio de 1912 - Madrid, 23 de febrero de 1937). Combatiente internacionalista cubano, mito de la aportación cubana a la guerra civil española (1936-1939).[1]

Síntesis biográfica

Infancia y juventud

Nació en un hogar humilde de gentes trabajadoras, su padre fue ferroviario y su madre modista.

En 1925, se matriculó en el Instituto de Segunda Enseñanza de La Habana, y con apenas 13 años entró de lleno en el mundillo de las reivindicaciones estudiantiles.

Trayectoria revolucionaria

Rodolfo era un muchacho robusto, deportista aficionado al boxeo, con conciencia política desde muy joven y un tipo al que había que respetar.

Pronto destacó en acciones callejeras de envergadura como fueron las movilizaciones durante la huelga de hambre del líder comunista y estudiantil Julio Antonio Mella y posteriormente como miembro destacado del grupo de acción Milicia Pro Ley y Justicia, que se centraba en acciones de sabotaje, entre ellas la manifestación en la que asesinaron a Rafael Trejo y malhirieron a Pablo de la Torriente en 1930. De este episodio existe una fotografía captada por el propio De Armas en el momento en el que Trejo era cruelmente golpeado por un policía.

En 1934, con 22 años, se matriculó en la Escuela de Medicina Veterinaria de la Universidad de La Habana. De Armas fue elegido representante de su facultad en el comité que preparaba la huelga general prevista para marzo de 1935 pero ya era un individuo muy marcado por las fuerzas de seguridad que lo detuvieron en febrero de ese mismo año.

A los pocos días tomó camino del exilio, desembarcando en Nueva York y con la idea fija de contribuir desde allí a la caída de la dictadura en Cuba. De su etapa estadounidense sabemos que se convertirá en uno de los pilares del Club Mella de Nueva York organizando actos y captando gentes sin cesar para lo que habría de llegar. Se vinculó fuertemente al Partido Comunista estadounidense y fue un asiduo del Círculo de Estudios Marxistas.

En la Guerra Civil Española (1936-1939)

Cuando estalló la sublevación fascista en España, Rodolfo de Armas estaba plenamente dispuesto a formar parte de los «voluntarios de la libertad» entre los que tendría un gran protagonismo. En Nueva York se convirtió en el líder del primer grupo de cubanos que partiría desde esa ciudad con destino a la guerra de España en un proceso que había comenzado a los pocos días del inicio de la guerra y que supuso la organización del denominado Batallón Lincoln, compuesto en su mayoría por estadounidenses y cubanos democráticos, a los que se unieron diversos voluntarios procedentes de toda Latinoamérica así como algunos irlandeses residentes en aquel país.

Organizar un primer contingente les llevo cinco meses de modo que el 5 de enero de 1937 zarpaba del puerto de Nueva York el vapor Champlain con un número indeterminado de voluntarios (siempre por encima del centenar). Los voluntarios cubanos se organizaron en una compañía denominada Centuria Antonio Guiteras, a cuyo mando estaba Rodolfo de Armas.

Desembarcaron en el puerto francés de Le Havre y se movieron sin dificultades por suelo francés con la ayuda de miembros del Partido Comunista Francés y la ventaja de que aún Francia no había decretado el cierre de fronteras con España en todo lo referente a ayudas de guerra. Viajaron a través de Francia, hacia el sur, hasta la ciudad de Perpiñán (a 30 km al norte de la frontera con España). Su primer destino fue el Castillo de Figueras (150 km al noreste de Barcelona). Allí recibieron instrucciones de trasladarse hasta la ciudad de Barcelona y desde aquí al cuartel general de las Brigadas Internacionales en Albacete (600 km al suroeste, cerca de Valencia).

Eran los primeros días de enero de 1937, y Madrid estaba sufriendo un severo castigo de modo que tras una brevísima instrucción en el pueblo de Villanueva de la Jara se desplazaron hasta Albacete (60 km al sur). Allí fueron conducidos a la plaza de toros donde les entregarían sus primeras armas y sin pérdida de tiempo se les asignó destino en el frente del Jarama (en las afueras de Madrid, 250 km al noroeste). La «Centuria Antonio Guiteras» con De Armas al frente había pasado en menos de un mes de las acaloradas discusiones del Club Mella de Nueva York o las manifestaciones de Unión Square a estar bajo fuego enemigo en el frente de Madrid.

Antes de que la Centuria Antonio Guiteras afrontase su primer combate debió soportar un tortuoso traslado en camiones bajo el bombardeo de hasta 39 aviones nazis alemanes enemigos que los hostigaron todo el tiempo hasta que aparecieron los Chatos ―que es como denominaban a los aviones soviéticos―, los cuales derribaron cuatro del enemigo y permitieron que continuasen la marcha.

La llegada de la Centuria Antonio Guiteras al frente del Jarama se produce en un momento clave ya que los sublevados intensificaban su presión sobre Madrid intentando una ofensiva total. Ambos ejércitos se encontraban al tanto de los planes del enemigo de modo que ante el movimiento táctico de los sublevados el ejército de la república respondió con la movilización de todas las unidades de reserva en la zona, unas 15 brigadas que deberían sujetar el empuje del ejército franquista y en el más optimista de los pronósticos organizar la contra ofensiva. La ofensiva estaba prevista para el 12 de febrero de 1937, pero la euforia por la marcha de la guerra en el frente de Málaga les hizo adelantar la fecha una semana de modo que comenzó el día 6 de febrero, cuando miles de soldados del Ejército Popular aún no tenían ni armas. Los fascistas, bajo el mando del general Varela organizaron la masa de ejército más grande que hasta el momento habían movilizado para atacar Madrid.

Por tanto Rodolfo de Armas y los suyos debieron llegar al frente del Jarama en esa primera semana de febrero, nada más iniciarse la ofensiva de los sublevados. Al igual que la mayoría de los hombre del Batallón Lincoln, la Centuria Antonio Guiteras, estaba formada por hombres muy jóvenes y con escasa o nula preparación militar que junto al resto de integrantes de la 15 Brigada padeció un bautismo de fuego muy precipitado y con un altísimo coste en vidas que en gran medida era fruto de esta circunstancia. Con dos compañías de infantería, otra de ametralladoras, una sección de intendencia y otra médica, la Lincoln fue movilizada para reforzar la ofensiva.

Los sublevados franquistas volcaron todo su potencial sobre el frente del río Jarama con el primer objetivo de cruzar el río y más tarde interceptar la carretera de Valencia para estrangular la vía de suministros de la capital. Contaban con 28 banderas de la legión y tabores marroquíes, 25 escuadrones de caballería mora, varias unidades alemanas de tanques y artillería, la Legión portuguesa y una unidad irlandesa. En total movilizaron 40 baterías de artillería y varias decenas de tanques, en definitiva, una apuesta decidida para asaltar las defensas de Madrid.

Su primera intención era cruzar el río y establecer una cabeza de puente, por lo que iniciaron la ofensiva en una línea de unos 16 kilómetros entre el río Manzanares y Titulcia. Este primer ataque fue soportado por pocos hombres, unos 4 batallones con unos 400 hombres cada uno, desplegados en la margen derecha del río Jarama, siendo apoyados por dos brigadas de reserva que contuvieron a los sublevados al otro lado del río hasta el día 11 de febrero de 1937, pero en ese día unidades moras dieron un golpe de mano en el puente Pindoque y lograron cruzar cuatro batallones.

Esa misma noche a través de pontones lograron cruzar varias unidades más. En la mañana del 12 de febrero de 1937, los sublevados ya tenían en la orilla izquierda del Jarama 9 batallones de infantería, 40 piezas de artillería y 20 tanques. A continuación tomaron el puente de San Martín de la Vega

La jornada fue una pesadilla para el ejército republicano que no lograba contener el avance, el enemigo había establecido una cabeza de puente y pusieron bajo fuego enemigo un amplio sector de la carretera de Valencia. Morata de Tajuña era una posición estratégica por encontrarse a escasa distancia de los puentes de Pindoque, Arganda y San Martín de la Vega La gravedad de la situación propició la llegada de la 11.ª división, al mando de Enrique Lister. A partir del día 13 de febrero de 1937, los fascistas trataron de forzar la toma de Morata de Tajuña y Arganda.

Combate en el frente de Madrid

Fue este el momento en el que la Centuria Antonio Guiteras entró por vez primera en combate desde su llegada a territorio español. Sin duda se encontraban en el centro de la batalla y en una situación dramática. Había que resistir o morir, eso es lo que les decía el jefe De Armas a los suyos al saberse en esta situación límite para la defensa de Madrid.

La toma de Morata de Tajuña por parte de los sublevados franquistas podía dar lugar a la perdida del control sobre la carretera de Valencia y ese sin duda sería el principio del fín. A pesar de sus limitaciones tácticas y de su falta de experiencia militar, los cubanos lucharon en el Jarama con un valor y un coraje que ha quedado recogido en diferentes crónicas y partes de guerra incluso del bando enemigo que destacó la dureza con la que eran defendidas estas posiciones por el Ejército Popular.

Desde el día 12 de febrero, De Armas al frente de los suyos soportó lo más duro de la ofensiva. Cuando habían transcurrido doce días en esta situación de desgaste mutuo, el mando republicano llevaba ya varias jornadas sacudiéndose la presión del enemigo y tratando de montar una contraofensiva que les permitiese aliviar la presión y llevar al ejército de los sublevados fascistas al otro lado del río y aunque tarde el mando republicano reaccionó con eficacia al precio de un altísimo número de bajas. Esto ocurriría a partir del 15 de febrero.

Uno de los objetivos estratégicos era el cerro del Pingarrón, de vital importancia para controlar la cabeza de puente de los sublevados fascistas. Esta elevación esta a pocos kilómetros de Morata de Tajuña, el lugar en el que murieron Rodolfo de Armas y otros muchos de los integrantes de la Centuria Antonio Guiteras. Sobre el momento de su muerte sabemos por el testimonio de Norberto Borges que le acompañaba en ese instante que al inicio de la jornada el «Jefe» había arengado a los suyos advirtiéndoles que en ese día la lucha sería a vida o muerte:

Recuerden muchachos, ni un paso atrás, caiga quien caiga, la batalla será dura, las líneas enemigas compuestas en su mayoría por alemanes están bien equipadas y van a recibir apoyo de la aviación, esta es la oportunidad que se nos presenta de demostrar que la Centuria Antonio Guiteras, puede ser destruida pero no se rendirá ante las tropas fascistas.
Rodolfo de Armas

Fallecimiento en combate

La noche del 23 de febrero de 1937, Rodolfo de Armas se encontraba en las estribaciones del cerro del Pingarrón ―apenas a 5 km al sureste del centro de la ciudad de Madrid― junto a una sección que a base de golpes de mortero trataba de forzar la toma de esta cota. Poco antes del amanecer, fue herido uno de los hombres de la unidad, que había salido en misión de observación. Rodolfo de Armas no se lo pensó y salió del parapeto para rescatarlo.

Recibió un disparo en la pierna derecha y Landeta (el comisario del batallón) le dio instrucciones de retirarse a segunda línea pero De Armas se negó y se hizo un torniquete para contener la hemorragia. A pesar de estar malherido siguió avanzando a la cabeza de su unidad bajo un intenso fuego de ametralladoras. Primero salieron los cubanos y a continuación los irlandeses.

A los pocos minutos Rodolfo de Armas recibió un disparo en la frente, y falleció en el acto.[2]

Rodolfo no parecía tan joven. En todo el viaje, así como al llegar a España, en la trinchera, parecía nuestro hermano mayor. Estuvo al tanto de todo, fue comprensivo al máximo, a la vez que enérgico y exigente. Su tropa, de 150 hombres, compuesta de comunistas y guiteristas sintió por él verdadera admiración y cariño. [...] Yo estaba casi a su lado en el momento en que cayó, y fui con otros compañeros al rescate de su cadáver.
Norberto Borges, superviviente de la guerra civil española[2]

James W. Ford (cronista estadounidense, del periódico Daily Worker) escribió en su crónica de la jornada cómo varios combatientes le habían narrado la acción de la muerte de De Armas, quien estaba desangrándose por la herida en la pierna se apretaba el torniquete tratando de seguir combatiendo hasta que fue herido de muerte. El cronista afirmó que esta fue la primera acción de envergadura en la que participaron los cubanos de la Centuria Antonio Guiteras.

En esta acción de guerra fallecieron también los cubanos Carlos Guijarros, Antonio Rodríguez, Ángel Rufo, Pedro Hernández, Jorge Cabezas y Aquilino Conejo.

Cuando falleció, Rodolfo de Armas tenía el grado de teniente coronel.

El batallón Lincoln pagó un alto tributo en hombres en su primera acción de guerra en el Jarama, baste con mencionar que durante estos combates debió cambiar hasta seis veces de comandante.

Otros ilustres internacionalistas caídos en esta batalla fueron el Reverendo Hilliard (pastor protestante británico), Dimitrov Grevenavov (militar soviético, comandante del batallón) y Cristóbal Caldwell (escritor británico).

Los restos de Rodolfo de Armas fueron enterrados en una tumba colectiva junto con otros voluntarios internacionales que habían caído en la batalla del Jarama. A su muerte fue el cubano Basilio Cueira quien se convirtió en el líder de la Centuria Antonio Guiteras.

Logros

La batalla en la que dejó su vida Rodolfo de Armas fue determinante para afianzar la defensa de Madrid. Tras las tres primeras semanas de combates el frente se estabilizó hasta el final de la guerra y lo que es más importante, frenó a los sublevados fascistas en su impulso de guerra relámpago que tras la toma de Málaga se cernía como una amenaza directa sobre la zona republicana.

En el Jarama el Ejército Popular demostró que superados los primeros momentos de caos organizativo, había madurado y estaba en condiciones de acometer operaciones no solo de defensivas sino que se mostraba dispuesto a empujar a los sublevados fascistas.

Fuentes

  • «Rodolfo de Armas», artículo publicado en abril de 2007 en el sitio web Cubanos en la Guerra Civil Española.