Símbolo químico

Símbolo químico
Información sobre la plantilla
Símbolo químico.jpeg
Concepto:Un símbolo químico es un signo abreviado que permite reconocer un compuesto o un elemento químico, sin la necesidad de utilizar su denominación completa. Por ejemplo: el símbolo químico del oxígeno es O, el símbolo químico del hidrógeno es H y el símbolo químico del carbono es C.

El símbolo químico es una abreviatura del nombre de cada elemento químico descubierto y expresado en la tabla periódica. El sistema de símbolos químicos utilizado en la actualidad fue introducido por el químico sueco Jöns Jakob Berzelius en 1814.

Pocos años antes, el químico inglés John Dalton había presentado un sistema similar, basado parcialmente en abreviaturas de los nombres de los elementos y los símbolos alquímicos más usados hasta el momento.

La propuesta de Berzelius contó con más aceptación entre los químicos porque permitía combinar la escritura de los elementos químicos con texto corriente. Además este nuevo sistema evitaba muchas de las confusiones que generaban los símbolos alquímicos anteriores. En resumen el nuevo sistema simplificaba la escritura y presentación de tratados científicos.

Características

Gran parte de los símbolos químicos proceden de las letras griegas correspondientes a la denominación del elemento en latín. Otros derivan del nombre en francés, inglés, ruso o alemán. La letra que inicia el símbolo químico se especifica con mayúscula, mientras que la segunda (en los que casos en que se utiliza) se consigna en minúscula.

Los símbolos químicos ayudan a que todos independiente del idioma que utilicen logren identificar el elemento según el símbolo universal químico dado a cada uno de los elementos.

Los símbolos de algunos de los elementos químicos más conocidos son:

Los símbolos químicos también son usados para abreviar los elementos que componen una determinada materia como, por ejemplo, el agua es compuesto por dos moléculas de hidrógeno y 1 de oxígeno por lo que lleva el símbolo químico de H2O.

Historia

La historia de los símbolos químicos está ligada al desarrollo de la química.

La química actual fue precedida por años de experimentación sin base científica en la protociencia conocida como alquimia. La alquimia era una disciplina practicada desde la antigüedad que mediante multitud de procesos relacionados con la experimentación con materiales perseguía objetivos como la transmutación de metales en oro, la creación de un hipotético elixir de la inmortalidad o la posibilidad de crear elixires para curar cualquier enfermedad.

A pesar de la poca base científica de la alquimia, los alquimistas fueron los primeros en proponer posibles clasificaciones de sustancias y en desarrollar sistemas simbólicos para su identificación. Gran parte de la alquimia estuvo basada en la teoría de que todas las sustancias del universo se podían formar a partir de los cinco elementos clásicos: agua, tierra, aire, fuego y un quinto elemento hipotético llamado éter. A menudo estos cinco elementos se relacionaban con los cinco sólidos platónicos. Los alquimistas también tenían un conocimiento básico de los metales, cuyo origen y características relacionaban con planetas y astros específicos. Por ejemplo, el oro estaba relacionado con el Sol, la plata con la Luna, etc.

Los alquimistas asignaron distintos símbolos alquímicos a estos cinco elementos. A partir de su combinación y junto con símbolos de nueva creación, los alquimistas desarrollaron símbolos para todas las sustancias conocidas. Este primer sistema de símbolos no fue nunca totalmente compartido entre todos los alquimistas. Si bien es verdad que las sustancias más elementales eran generalmente representadas con los mismos símbolos, también era habitual que cada alquimista desarrollara su propia simbología.

La frontera entre la alquimia y la química empezó a dibujarse gracias a las innovaciones introducidas por Antoine Lavoisier. Lavoisier fue uno de los primeros científicos en sistematizar el estudio de la química en el siglo XVIII. Por ejemplo, uno de las descubrimientos de Lavoisier fue la ley de conservación de la masa. Esta ley dice que en toda reacción química ordinaria la masa de sustancias iniciales es igual a la masa de sustancias obtenidas.

Lavoisier se dio cuenta que uno de los problemas principales de la química en aquel momento era que no existía una nomenclatura clara y uniforme para identificar las distintas sustancias. Con la intención de solucionar este problema presentó en 1787 un tratado llamado Método de nomenclatura química. En él, Lavoisier descartaba seguir usando los cinco elementos clásicos como base de la química y en su lugar presentaba una clasificación de 33 sustancias esenciales.

Además, introdujo un sistema de sufijos para indicar ciertas características de las estas sustancias. El método presentado por Lavoisier permitía una clasificación mucho más sistemática de las sustancias y rápidamente fue adoptado por gran parte de los químicos en todo el mundo.

Pocos años después de la primera nomenclatura propuesta por Lavoisier, el químico inglés John Dalton publicó un primer sistema de símbolos para abreviar las sustancias químicas elementales. John Dalton amplió la lista de 33 sustancias presentada por Lavoisier a 36. Dalton se basó en abreviaturas de las sustancias y en los símbolos alquímicos preexistentes para diseñar el siguiente sistema de símbolos para los elementos químicos:

Simbolos quimicos Dalton.gif

La propuesta presentada por Dalton fue un paso en la buena dirección pero no contó con la aprobación de todos los químicos y no establecía unas reglas claras para ampliar el catálogo de símbolos en caso de descubrir nuevos elementos.

Para dar solución a este problema, el químico sueco Jöns Jakob Berzelius propuso en 1814 un nuevo sistema simplificado para simbolizar los elementos. Berzelius limitó el símbolo de cada elemento químico a una abreviatura formada por una o dos letras.

En lugar de utilizar los nombres en inglés más comunes para cada sustancia, Berzelius propuso utilizar una denominación latina para cada elemento. Esta decisión estaba en concordancia con los avances en otros disciplinas. Por ejemplo, también en el campo de la botánica y la biología había empezado la clasificación de especies usando nombres en latín. Además, en aquel momento el latín era considerada la lengua principal y compartida del lenguaje científico.

La nomenclatura de Berzelius se basaba en escoger la primer letra del nombre en latín del elemento y en añadir una segunda letra representativa en caso de ser necesario para evitar confusiones.

Por ejemplo, la clasificación de Berzelius incluía un grupo de materiales llamados metaloides. Equivalente a los elementos no metálicos. Este grupo de elementos debían representarse con una sola letra. Entre ellos se incluían el hidrógeno (H), el nitrógeno (N), el oxígeno (O), el boro (B), el carbono (C), el fósforo (P) y el azufre (S). En caso de que un elemento metaloide tuviera la misma letra inicial que otro, debía incluirse la segunda letra para diferenciarlos. Este era el caso del Silicio (Si) ya que coincidía con el azufre (S).

Dentro del grupo de los metales se utilizaban las dos primeras letras para definir los símbolos químicos. Por ejemplo, el cobalto se representaba con Co (latín Cobaltum) y el cobre con Cu (latín Cuprum).

En caso de que entre dos metales las dos primeras letras coincidieran, se creaba el símbolo a partir de la primera letra y la primera consonante distinta. Por ejemplo, para los elementos antimonio (latín Stibium) y estaño (latín Stannum) los símbolos según esta regla no podían ser St debido a la coincidencia, sino que debían ser Sb y Sn, respectivamente.

La gran ventaja de este nuevo sistema es que permitía seguir expandiendo el número de símbolos de forma coherente conforme se descubrían nuevos elementos. Además permitía integrar la denominación de los elementos en los textos científicos, sin la necesidad de incluir símbolos gráficos.

Este nuevo sistema fue rápidamente aceptado por la comunidad científica y ha seguido en uso hasta llegar a nuestros días. Durante este tiempo el número de elementos y los símbolos correspondientes ha sido ampliado hasta llegar a los 118 de la tabla periódica actual.

Fuentes