Santuario de Nuestra Señora de Aránzazu

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Santuario de Nuestra Señora de Aránzazu
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Obra Arquitectónica  |  (Templo católico)
Iglesia de Aranzazu.jpg
Santuario de Nuestra Señora de Aránzazu
Descripción
Tipo:Templo católico
Localización:Municipio de Oñate, en Guipúzcoa, País Vasco (España)
Uso inicial:Santuario católico
Uso actual:Santuario católico
Datos de su construcción
Inauguración:1469
Otros datos
Premios:En mayo de 1963 el Colegio de Arquitectos Vasco-Navarro le concedió el premio Juan Manuel Aizpurua.

El Santuario de Nuestra Señora de Aránzazu es un santuario católico mariano situado en el municipio de Oñate, en Guipúzcoa, País Vasco (España), donde se venera a la Virgen de Aránzazu, patrona de esta provincia y que se habría aparecido en 1469.

Historia

Oñati es un pequeño pueblo situado a mitad de camino entre San Sebastián y Vitoria. Su edificio más importante es la universidad del Espíritu Santo. Construida en 1540, y una de las más antiguas de España, símbolo de arquitectura vasca renacentista.

En la plaza principal, llamada Plaza de los Fueros, se encuentran más edificios renacentistas. La iglesia de San Miguel contiene una mezcla de estilos gótico, barroco y neoclásico. Otro edificio interesante es el monasterio Bidaurreta con su fachada gótica del siglo XVI. Se sitúa a 750 metros sobre el nivel del mar, rodeado de montañas y vegetación. Desde 1514 está servido por la Orden de los Franciscanos. Su basílica, construida en los años 1950, es una obra arquitectónica, escultórica y artística de gran relevancia, en la que han trabajado eminentes artistas de renombre internacional.

La larga historia del santuario de Aránzazu no ha dejado muchas reliquias ni documentos. Ello se debe a varios hechos que produjeron la pérdida de buena parte del patrimonio, obligándolo a comenzar prácticamente desde cero, en el siglo XIX. Entre estos hechos destacan tres incendios.

Inicios

En la primera mitad del siglo XV se estaban produciendo en los diferentes territorios del País Vasco las guerras de bandos que enfrentaban a los oñacinos y a los gamboínos, que arrastraron al país a la ruina. Sobre esas mismas fechas se produjo una gran sequía, que algunos achacaron a un castigo divino por las atrocidades de la guerra. Fue por entonces cuando apareció la imagen de la Virgen en el monte Aloña.

Según cuenta la leyenda, fijada en torno a 1468, el pastor Rodrigo de Baltztegi encontró la imagen de la Virgen. Éste bajó al pueblo, que estaba realizando rogativas para que terminara la sequía, y les contó el hallazgo, indicándoles que debían ir en procesión hasta el lugar donde estaba la Virgen para que comenzara a llover; cosa que sucedió cuando bajaron la imagen hasta la villa.

Se constituyó la Cofradía de Aránzazu, de la que formaron parte los nobles de Oñate. Esta cofradía, que en sus inicios sólo era para los vecinos de Oñate y Mondragón, desaparecería en 1834. Juana de Arriarán apoyó económicamente el incipiente santuario y construyó una hospedería para peregrinos al lado de la ermita de la Virgen y mandó llamar a su hijo, Pedro de Arriarán, que era fraile mercedario, para que se instalara en el lugar con varios frailes de dicha orden, erigiendo un monasterio con la licencia del Conde de Oñate. Para 1493 ya está establecida la comunidad Mercedaria en Aránzazu.

Los Mercedarios abandonarían pronto el monasterio. Pedro de Arriarán intentó entonces que los Franciscanos se hicieran cargo de las instalaciones, para lo que incorporó Aránzazu a la Provincia Franciscana de Castilla; pero surgieron problemas que hicieron imposible el proyecto, y en 1508 fueron los Dominicos quienes se hicieron cargo del convento y el santuario.

En 1510 se nombró prior al dominico fray Domingo de Córdova Montemayor. Los franciscanos entraron en pleitos con los dominicos por la pertenencia del monasterio, logrando sentencia favorable del tribunal de la Rota en 1512, por lo que dos años después, el 22 de abril de 1514, las instalaciones fueron entregadas a los franciscanos. No sólo fueron los dominicos y franciscanos los que pleitearon para conseguir quedarse con el complejo espiritual; también los Jerónimos intentaron hacerse con él. Fue la propia Juana de Arriarán quien abogó delante de la reina Juana la Loca y llamó a los Jerónimos al santuario. Esto queda recogido en una bula del papa León X.

Primer incendio

En 1553, las instalaciones monacales estaban totalmente acabadas y en funcionamiento. Ese año sufren un incendio que las destruye por completo. El responsable provincial de los franciscanos, en una carta que manda a Ignacio de Loyola, describe el hecho de la siguiente manera: Y es que todo aquel Convento con todo lo que había dentro se ha abrasado y quemado, excepto la iglesia que miraculosamente quedó reservada, y los religiosos aberse podido escapar, sin ser abrasados, sobre una peña, se tiene por particular favor de nuestra Señora.

Sucedió por falta del edificio de la cozina que, como estava sobre hueco, caló el fuego abaj sin poderse sentir hasta que no llevó ningún remedio. En este incendio se perdieron los archivos y los exvotos que se guardaban en claustro, testimonio de los agradecimientos de las gentes que acudían al lugar en busca de remedio.

Mediante la colaboración y la donación de los fieles y nobles, así como de muchas instituciones el propio ayuntamiento de Oñate contribuyó con 300 ducados de oro, se levantó un nuevo convento, que según el historiador Esteban de Garibay era mucho mejor que el anterior y edificado en un tiempo muy breve. En 1567 ya estaba terminada la obra del nuevo convento y se plantea la realización de reformas en la iglesia que se había salvado del incendio. Sólo la construcción del nuevo altar y crucero tardó dieciocho años. En 1621 se trasladó y ubicó en el nuevo altar a la Virgen. Las autoridades católicas de Roma otorgaron un solemne jubileo y se celebraron varios actos festivos y litúrgicos que atrajeron fieles de toda la geografía vasca y navarra. Los actos se celebraron en castellano y euskera.

Virgen de Aránzazu en su altar

El 22 de julio de 1622, poco después de inaugurarse la nueva iglesia, otro incendio devasta las instalaciones. La Virgen se salva de las llamas pero todo lo demás queda destruido. Un testigo de dicho suceso los relata de la siguiente forma: No se puede ponderar con palabras la turbación de corazón y aflicción de espíritu que nos causó a todos los que vimos, quedando más de ochenta religiosos, que a la sazón nos hallábamos en este santo convento, llenos de pavor y espanto, sin alivio alguno, ni abrigo, repartidos aquella noche por la montaña, aunque los más nos recogimos a velar y asistir a la santísima imagen.

Después del nuevo incendio se volvió a reconstruir las instalaciones. De nuevo el apoyo de los fieles y de las autoridades fue fundamental para llevar a buen fin dichas actuaciones. Esta vez se ganaba terreno al barranco realizando parte de las obras sobre el vacío. Como decía el Padre Luzuriaga: Cedió el Arte a la disposición soberana, y se sujetó la naturaleza fragosa de la montaña al brazo y superior nivel de nuestra ciencia, parece que con singular auxilio ayudó a trazar y disponer sobre barrancos de la profundidad los cimientos sobre el que se lebantase la Iglesia.

La nueva iglesia contaba con dos capillas superpuestas, quedando la superior al servicio de la Virgen. Vistieron las instalaciones con varias obras de arte que el propio Luzuriaga dice que eran riquísimas y artísticas joyas. La Virgen se mantenía detrás de un velo muy fino que solía ser levantado por dos monjes a petición de los peregrinos y rodeada de doce candelas y dos hachones. Tanto el altar como el coro fueron bien trabajados. En el coro se instaló un órgano, realizado por un fraile del propio convento, Juan de Tellería, que ya contaba fama de buen maestro de órganos. A la iglesia sucedió la construcción de otras dependencias de las instalaciones, como hospedería de peregrinos y aulas de enseñanza.

El siglo XIX y el tercer incendio

El siglo XIX fue muy poco favorable para el Santuario guipuzcoano. El 9 de agosto de 1809 el rey José Bonaparte, hermano de Napoleón Bonaparte y puesto por él, firmó una Orden que suprimía las órdenes religiosas y embargaba sus bienes. El 9 de septiembre la alcaldía de Oñate ordena el cumplimiento de la ley y el desalojo de las instalaciones del santuario. Queda a cuidado del mismo el presbítero Javier de Aguirre. Unos meses después, en diciembre, se nombra capellán a José Manuel de Uralde, que asume sus funciones con un séquito de 15 religiosos naturales de Oñate.

El 2 de julio de 1810 se traslada la imagen de la Virgen de Aránzazu a la iglesia parroquial de San Miguel de Oñate. El 24 de abril de 1811 detienen a nueve religiosos del monasterio que son llevados a Vitoria, Bayona (Francia) y Monmendi. Estos hechos sucedieron en plena guerra de la Independencia. Una vez finalizada la misma, se devuelve la imagen al santuario de Aránzazu el 20 de abril de 1814.

El 11 de septiembre de 1822 el santuario es atacado por un capitán de la Armada que prende fuego a algunas instalaciones causando daños menores. La comunidad religiosa abandona temporalmente el convento, refugiándose en la capellanía de franciscanas de Bidaurreta, en Oñate, llevando la Virgen con ellos. El 11 de junio de 1823 se volvería a subir la imagen a Aránzazu.

Las tropas liberales al mando del general Rodil, en el transcurso de la primera Guerra Carlista, al considerar a los frailes defensores del absolutismo de Fernando VII, destruyen las instalaciones del convento y el propio santuario, incendiándolo el 18 de agosto de 1834 y llevando presos a los componentes de la comunidad franciscana. Pronto se volvió a construir unas instalaciones provisionales que albergaban a la imagen y algunos pocos frailes que la cuidaban. El 13 de diciembre de 1840 se dicta una Orden por la cual se disolvía la comunidad franciscana de Aránzazu, aunque se mantenía la de Biduarreta depuesta del hábito franciscano. El ayuntamiento de Oñate nombra capellán de Aránzazu al fraile Tomás de Echenagusía, y la imagen de la Virgen se traslada a la iglesia del convento de Bidaurreta.

El 14 de julio de 1844 el Jefe Político de Guipúzcoa da licencia para comenzar las obras de restauración de las instalaciones de Aránzazu. Las obras se terminaron en 1846, inaugurándose el 19 de octubre de ese año. En la procesión que llevó a la Virgen desde Oñate a su nueva iglesia de Aránzazu participaron más de 10.000 personas.

El 13 de septiembre de 1885 era la fecha elegida para la coronación de la Virgen de Aránzazu, siendo esta la primera coronación canónica que se realiza en el País Vasco. Las circunstancias de una epidemia de cólera hacen que la coronación tenga lugar el 6 de junio de 1886 (véase: Pandemias de cólera en España). Las instalaciones del santuario van completándose y en 1892 se inaugura el retablo mayor de la iglesia.

El siglo XX, la nueva basílica

El siglo XX fue el que más impacto ha tenido en la imagen del santuario. Si bien en lo espiritual otros tiempos fueron más fuertes, en la parte artística no hay duda de que este siglo marcó un hito en la historia del lugar, e incluso del país. En 1902 se construye e inaugura el órgano (de la prestigiosa casa de Amezúa). Al año siguiente se dota a las instalaciones de una central eléctrica. El primer cuarto de siglo crece la comunidad en número y en relieve.

El 23 de enero de 1918 se nombra a la Virgen de Aránzazu patrona de la provincia de Guipúzcoa. Ya había sido adoptada por la comunidad franciscana en 1738 como Patrona de la Provincia franciscana de Cantabria, que comprendía el País Vasco, Navarra, Santander (hoy comunidad de Cantabria) y Burgos. El nombramiento se realiza a partir de la petición en esta línea que envió el ayuntamiento de la villa de Oñate a la Diputación de Guipúzcoa donde dice: El Patronato de la Madre de Dios de Aránzazu existe de hecho real y verdaderamente en Guipúzcoa desde el primer instante de su misteriosa aparición en las abruptas vertientes del Aloña; que coincidió con la pacificación de los bandos Oñacino y Gamboíno; con la consolidación del régimen foral, mediante las ordenanzas aprobadas por nuestra Provincia pocos años antes en las Juntas Generales de Mondragón.

En abril de 1950 Pablo de Lete, Ministro Provincial de los franciscanos, lanza la idea de la necesidad de construir una nueva basílica. Ya en el llamamiento aboga por una edificación singular centrada en dos ideas, amplitud y relevancia artística. Ese mismo mes de abril se abre un concurso de ideas para la realización del proyecto. Las premisas eran las de respetar las construcciones monacales existentes y la entrada de la carretera. Se inscribieron 40 arquitectos, de los cuales presentaron proyectos 14 de ellos. Se seleccionó la idea de los arquitectos Sáenz de Oiza y Luis Laorga del colegio de arquitectos de Madrid.

Junto a los arquitectos intervienen el escultor Jorge Oteiza para la fachada principal, el pintor Lucio Muñoz para la decoración del ábside, el escultor Eduardo Chillida para las puertas principales de acceso, Fray Javier María Alvarez de Eulate encargado de las vidrieras8 y el pintor Néstor Basterretxea para la decoración de las paredes de la cripta.

El hecho de una construcción en la montaña nos ha movido a desechar materiales valiosos y decorativos, pero extraños, como el mármol y el bronce. La riqueza se conseguirá con el uso de materiales lósales, piedra, cal, madera, hierro forjado…9 La construcción corrió a cargo de la empresa constructora Hermanos Uriarte (de Araoz) y se pudo celebrar la primera misa el 20 de agosto de 1955. Su bendición tuvo lugar el día 30.6 La iglesia no estaba completa, sólo se había levantado el edificio. El 1 de julio de 1955, el obispo de San Sebastián había encargado a la Comisión Diocesana de Arte Sacro un dictamen sobre las obras y su relevancia artística. La Comisión respondió el 6 de junio de ese año ordenando parar dichas obras al entender que las actuaciones artísticas contempladas no tenían en cuenta los preceptos de la Santa Iglesia en materia de Arte Sagrado. El extracto del documento dice así:

Esta Pontificia Comisión ha examinado ponderadamente el proyecto de la nueva Basílica de Aránzazu, habiendo interrogado al efecto a artistas y estudiosos particularmente componentes en liturgia, arquitectura y artes decorativas. Esta Pontificia Comisión, que cuida del decoro del Arte Sagrado según las directivas de la Santa Sede, tiene el dolor de no poder aprobar los proyectos presentados. No se discuten las buenas intenciones de los proyectistas, pero se concluye que han sufrido extravío por las corrientes modernistas, que no tiene en cuenta algunos de los preceptos de la Santa Iglesia en materia de Arte Sagrado. Después del primer acto litúrgico del 20 de agosto, es inaugurada el 30 del mismo mes a espera de que el tiempo cambiara los pensamientos y se levantará el veto al arte del siglo XX.

Las esculturas que adornan la fachada principal del santuario quedaron inconclusas en el momento de la prohibición. No sería hasta 15 años después cuando se diera por finalizada la obra, que había cambiado ya en el ánimo del artista. Oteiza descarta los medallones en la fachada principal, que era la opción que había propuesto y se decanta por un conjunto de dos piezas centrado en la parte superior de la misma, respetando, eso sí, el friso de apóstoles. El conjunto representa a la Virgen Dolorosa cuando recoge el cadáver de Jesús.

Entre 1962 y 1964 se efectúan las obras de la parte final de la carretera de acceso y de la gran plaza aparcamiento. El verano de 1969, con ocasión de celebrarse el V centenario de la aparición de la Virgen, se inaugura el conjunto estructural y se consagra la nueva basílica. Todavía quedaba la cripta por hacer. Néstor Basterretxea la pintaría en los años ochenta con una colección de frescos muy modernista y de gran impacto, en particular el Cristo Resucitado que domina el altar. Entre 2002 y 2005 se han llevado a cabo reformas en la explanada, construyéndose un nuevo edificio de servicios y nuevas instalaciones.

Etimología

El nombre del santuario, del lugar y de la Virgen está relacionado con la leyenda de su aparición. En sí, la palabra arantzazu se compone de "arantza" que se traduce como "espino"1 y el sufijo "zu" que indica "abundancia"2 por lo que viene a significar "abundancia de espinos" y hace referencia a la existencia de abundantes arbustos espinosos en el lugar.

Llámasse Aránzazu en buen lenguaje cántabro-bascongado y como la ethimología de haverse hallado esta santa imagen en un espino, que en esta lengua se llama Aranza y se le añade la dicción zu, y es a mi ver lo que sucedió en el misterioso hallazgo de esta soberana margarita que, lleno de admiraciones el pastor, viendo una imagen tan hermosa y resplandeciente de María Santíssima que hacía trono de un espino, la dijo con afectos del corazón: Arantzan zu?, que es como si dixera en lengua castellana: Vos, Señora, siendo Reyna de los Angeles, Madre de Dios, abogada de pecadores, refugio de afligidos, y a quien se deven tantas veneraciones y adoraciones, cuando merecíais estar como estáis en los cielos en throno de Seraphines, mucho más costoso y vistoso que el que hizo Salomón para su descanso. Vos, Señora, en un espino?

La ubicación del santuario es excepcional. Se sitúa a escasos 10 km de la villa de Oñate, a los pies de las campas de Urbia, en medio de una sucesión de barrancos y oquedades, montes rocosos y pequeños ríos que se pierden en el fondo del valle bajo el edificio del santuario.

Son varias las sierras que convergen en el lugar: la sierra de Elguea, la de Aitzkorri y el macizo de Aloña, que queda separado por un gran barranco en cuyo fondo corre el río y sobre el que se alzan los picos de Aitzabal, Beitollotsa y Gazteluaitz.

La amplia plaza (que en parte se usa como aparcamiento) se dispone entre los austeros muros del seminario franciscano y el barranco. Enfrente, hacia el alto, a la derecha de la carretera, se encuentra la basílica, con gran fachada enmarcada entre dos torres gemelas y protegida por la torre campanario, separada unos metros a la izquierda. El inicio de la fachada, diseñada por Oteiza, se sitúa a un nivel inferior al del camino. Unas amplias escaleras dan paso, bajándolas, a las grandes puertas de hierro. Esto hace que el friso que representa a los apóstoles, en número de 14, quede a la misma altura que la vía. Sobre este friso y en medio de una fachada lisa se ubica una figura virginal. Las torres, construidas con grandes piedras calizas, talladas en punta de diamante simbolizando espinas, enmarcan el conjunto. Bajo la actual construcción se halla la antigua basílica, que actualmente está convertida en cripta, que recoge una vanguardista obra pictórica en sus paredes.

El conjunto se complementa con varios edificios diferentes, algunos de ellos muy anteriores, que ofrecen los servicios precisos a las personas que se acercan al santuario o pasan por allí en busca de las cumbres de las montañas que lo rodean. El lugar se encuentra a 750 m de altitud y se está colgado sobre un profundo valle. Es uno de los puntos de partida para numerosas excursiones, en especial al macizo de Aitzkorri y a todo el complejo pastoril de Urbia, así como a los montes que componen la sierra de Elguea.

La Virgen de Aránzazu

La imagen de la Virgen de Aránzazu es una talla en piedra de perfil gótico de diseño simple. En la mano derecha tiene una bola simbolizando el globo del mundo y con la izquierda sostiene al niño que se sienta en la pierna del mismo lado algo sentado. Mide 36 cm y pesa 9 kg. Describen el rostro de la imagen como el de una «aldeana sana de ancho cuello y generoso pecho». El niño no está tan bien trabajado como la figura principal; tiene un aire bizantino y lleva un fruto en su mano izquierda.4 Suele presentarse sobre un tronco de espino blanco y con un cencerro al lado.

La Basílica

Comenzada a construir en 1950, abierta a la liturgia en 1955 y consagrada en 1969, la basílica de Aránzazu destaca por la conjunción del arte del siglo XX y la religiosidad. Se levantó sobre la antigua iglesia, que había sido edificada en el siglo XIX después de ser destruida por el incendio de 1834. Conserva la planta de la misma que sirvió de cripta. Durante las obras no se interrumpieron los servicios religiosos.

El proyecto es de los arquitectos Sáenz de Oiza y Luís Laorga del colegio de arquitectos de Madrid. Junto a ellos intervienen el escultor Jorge Oteiza para la fachada principal, el pintor Lucio Muñoz para la decoración del ábside, el escultor Eduardo Chillida para las puertas principales de acceso, fray Javier María Alvarez de Eulate encargado de las vidrieras y el pintor Néstor Basterretxea para la decoración de las paredes de la cripta. La empresa constructora fue Hermanos Uriarte y la obra se realizó bajo la dirección de Martín Inda y del arquitecto Damián Lizaur junto con los aparejadores Zumalabe y Ardid.

Exterior de la basílica

Los Apóstoles de Jorge Oteiza en la fachada principal. Es la talla en punta de diamante lo que llama la atención cuando se ve la fachada principal. Las tres torres que componen el conjunto, la del campanario, alejada unos metros y las otras dos que enmarcan la fachada, están realizadas con bloques de piedra caliza tallados en punta de diamante en clara alusión al espino en el que, según cuenta la historia, apareció la imagen de la Virgen. La torre del campanario tiene 44 metros de altura y está coronada con una simple cruz de acero de 6 metros.

Las torres laterales, más bajas, rodean una fachada lisa de piedra en la que se abren las grandes puertas de hierro de Eduardo Chillida. Las puertas quedan bajo el nivel de la calzada, abriéndose a una plaza a la cual se accede bajando unas escaleras. Estas puertas están decoradas con asimétricos dibujos geométricos.

Los apóstoles están ubicados en un espacio de 12 m. El significado de estos apóstoles lo explica el propio Oteiza de la siguiente forma:

La articulación única de las figuras permitía lingüísticamente expresión distinta de conocimientos o lecturas. Así, por ejemplo, si en uno de los ángulos de visión o de las perspectivas posibles, asociamos las 14 figuras con los 12 m para su colocación que tienen a lo ancho del muro, estos datos que coinciden con los de nuestra trainera tradicional, ya nos están favoreciendo imagen: el primer apóstol, a la izquierda que es Matías, el último de los discípulos admitidos por Jesús y que aquí pregunta, ahora lo veremos como patrón que guía a nuestros remeros, y los primeros al lado del que reza y hasta los dos del centro, los vemos de frente como remando, y cuando llegó al último, a la derecha ya es el mismo que guía y que regresa. Y, si en otra lectura, los dos del centro parece que se increpan es porque también se abrazan.

El grupo central, arriba en el centro de la fachada, representa a una Dolorosa en medio del muro, que el artista ve como un muro de soledad, la soledad de la muerte que ofrece a su hijo al visitante (al peregrino que llega), un juego que se realiza con la imagen que guarda la basílica, la de la Virgen con el niño en alzas.

El conjunto se completa con una serie de arcadas que recorren el lateral de la iglesia que da a la calle y el ábside sobre el acantilado en donde se aprecian los restos de la construcción anterior y el rigor de la obra. Interior de la basílica

Vista general de la nave

Proyectada para acoger cómodamente a mucha gente, la basílica de Aránzazu tiene unas medidas de 66 m de longitud, 20 de anchura en la nave, 33 en los brazos de los cruceros y una altura de 20 m con una superficie de 1.200 m². Su sonoridad es excepcional, lo mismo que su iluminación y su visibilidad.

Los confesionarios quedan escamoteados en los laterales sin ocupar espacio en la nave central. No tiene columnas que se interpongan entre el umbral de la basílica y el ábside. La nave, vista desde el altar, tiene la semejanza de un barco. La bóveda está recubierta de madera y los ventanales se asemejan a ojos de buey.

Los ventanales están cubiertos por las vidrieras que diseñó el franciscano donostiarra fray Javier Álvarez de Eulate y que se realizaron en la localidad francesa de Metz. Estas vidrieras son motivos abstractos de multitud de colores. La nave queda en un nivel de luminosidad tal, entre el deslumbramiento y las tinieblas, que invitan al recogimiento. Debajo de los coros se buscó una iluminación mucho más restringida para aquellos que prefieren un recogimiento más íntimo.

Sobre los coros se sitúa el órgano cuya ubicación esta especialmente diseñada para su óptima sonoridad en todo el recinto basilical. Los teclados del órgano, tres manuales y uno de pie, están situados en el primer coro, el utilizado por los frailes; este coro consta de 155 asientos y posee un altar en el que se celebran los actos litúrgicos de la comunidad franciscana. El segundo coro queda muy alto, ofreciendo una impresionante vista de la nave.

El ábside

Decoración del ábside, retablo de Lucio Muñoz. Decorado por Lucio Muñoz, el ábside de la basílica de Aránzazu ha sido llamado por algunos la Capilla Sixtina del siglo XX. Con una superficie de 600 m² fue realizado en cinco meses sin labor alguna de estudio. Junto con Lucio trabajaron el escultor Julio López y el pintor Joaquín Ramos. En él se enmarca a la pequeña imagen de la Virgen en medio de una alegoría de la Naturaleza. Inspirado en el paisaje de la región, que confiesa le impresionó, Lucio Muñoz diseñó una obra acorde al paisaje y a la trascendencia del tiempo, a la religiosidad de los que acuden a visitar a su Virgen.

La iluminación del conjunto del ábside, que entra por un ventanal frontal superior, destaca la pintura y el cajetín donde se ubica la imagen, al cual se puede acceder mediante unas escaleras interiores para que los peregrinos lleguen a ver de cerca a su Virgen. La parte baja del retablo está constituida por colores ocres, opacos y silenciosos en referencia al espíritu de la tierra de Guipúzcoa y Aránzazu. En la parte media, se aprecia un bloque de madera talado en formas muy agudas que hace referencia al espino en el que apareció la imagen. Sobre este bloque se abre el camarín donde se ubica la Virgen, y sobre el mismo se abren en azules de diferentes matices hasta desaparecer. A la derecha del camarín, también en azules se representa la paz que consiguió la aparición de la Virgen en Guipúzcoa.

La obra se inauguró el 28 de octubre de 1962 y en ella se invirtieron 65 m³ de maderas nobles, más de 4 toneladas de raíles, 280 kg de tornillería, 433 m de ángulos de hierro y 280 L de pintura.

La cripta

Cristo Resucitado, muro del altar en la cripta. Pintura de Néstor Barrenetxea. La cripta es lo único que se conserva del templo del siglo XIX. Éste fue rebajado y destinado a dicha función. En 1984 Néstor Basterretxea termina los murales que decoran sus paredes. El 8 de noviembre de 2009, 25 años después, se reinauguran estas pinturas tras una remodelación de la iluminación. Néstor Basterretxea había comenzado su obra en 1952, pero debido a discrepancias con los responsables de la iglesia y los frailes quedó paralizada hasta los años ochenta de ese siglo. Acabada la obra, el desencuentro entre los frailes de Aránzazu y el artista se mantuvo hasta principios del año 2009 cuando llegaron a un acuerdo.

Las pinturas son de gran impresionismo y se extienden por los 500 m² de paredes que tiene el local. Destaca el gran Cristo rojo, Cristo resucitado, que con los brazos en alto sobresale de la cruz. Cada uno de los muros tiene su significado. Desde la estructura de la Creación que se muestra en el “muro 1” y las diferentes etapas de la misma hasta que parece el hombre (muro 4) ante la Naturaleza que tiene que vencer. El sacrificio del Mesías, de Cristo, y de él el nacimiento del cristianismo con la cruz como la esperanza de salvación (muro 5). Los cristianos perseguidos, martirizados en nombre del Salvador (muro 6). La cruz vive entre el mundo y el hombre (muro 7), el hombre contra el hombre encerrando a la libertad (muro 8). La amenaza de la destrucción, del poder de la aniquilación en mano del hombre (muro 9). Cristo irrumpe fuerte en el desasosiego de la aniquilación. El Cristo de vida, de resurrección, en contraposición de la muerte (muro 10, trasera de altar). La resurrección de Cristo da la vida (muros 11 y 12). La armonía, el esplendor de la Buena Nueva, la verdad (muros 13 y 14). San Francisco de Asís recibiendo los estigmas (muro 15), muriendo (muro 16)… las plantas, el sol, la luna, las estrellas… hermanas (muros 17 y 18). Cuando el visitante entra en la cripta no puede más que sobrecogerse ante la fuerte presencia del Cristo resucitado que se ve, triunfante, al fondo de la estancia.

Reconocimientos

La obra de la basílica de Aránzazu ha sido reconocida internacionalmente y ha obtenido varios premios importantes. En mayo de 1963 el Colegio de Arquitectos Vasco-Navarro le concedió el premio Juan Manuel Aizpurua. En 1964 se le concede a Lucio Muñoz la Medalla de Oro de la Bienal Internacional de Arte Cristiano de Salzburgo, Austria, por la decoración del ábside de Aránzazu. El 23 de junio de 1973 se incluye parte de la obra del santuario (el ábside, dos apóstoles de Oteiza y el grupo de la piedad) entre las obras expuestas en los Museos Vaticanos en la colección de Arte Religioso Moderno.

El Aránzazu social

Desde sus inicios, la influencia del convento y de la Virgen se ha dejado sentir en el territorio de alrededor. La fama milagrera de la Virgen extendió su culto por buena parte del norte de la península Ibérica y por los territorios del País Vasco Francés. Las peregrinaciones siempre fueron numerosas y la respuesta de los fieles a los llamamientos de ayuda, tras los diferentes desastres que se han dado en la historia del santuario, muy positivas. Era muy corriente durante los siglos XVII y XVIII que los testamentos tuvieran cláusulas en las que se donaba parte de las riquezas al monasterio.

Las especiales circunstancias que han caracterizado al pueblo vasco, una gran fe y devoción con un alto grado de vocaciones para entrar a diferentes órdenes religiosas o para servir a la iglesia y la emigración a las tierras americanas y de otras partes, tanto de religiosos con el objetivo de la obra misional como de soldados y marinos, así como de trabajadores, llevaron la devoción a la Virgen de Aránzazu a tierras lejanas. Por esta causa es común encontrar iglesias y conventos destinados al culto de esta Virgen guipuzcoana en los países latinoamericanos.

El convento de Aránzazu se ha convertido en uno de los focos culturales del País Vasco. En él se desarrollan diferentes estudios, aparte de su seminario, y en 1968 fue donde se celebró la reunión y el llamamiento a la potenciación del Euskera Batua, es decir, a la normalización y unificación de la lengua vasca. La comunidad religiosa de Aránzazu realiza varias publicaciones, tanto de libros como de revistas. Guarda una biblioteca muy rica y especialmente referente para la literatura en lengua vasca.

Los servicios religiosos

Son varias las manifestaciones religiosas que tiene lugar en el santuario, destacando la Solemne Misa Dominical (que suele ser retransmitida por radio), los actos de la Semana Santa y el Novenario de la Virgen, del 3 de agosto al 9 de septiembre, celebración de la fiesta de Nuestra Señora de Aránzazu. Se realiza misa solemne Benedicta por la tarde.

Las peregrinaciones, de gran tradición, suelen ser organizadas por parroquias y grupos cristianos de base de los territorios del entorno vasco; se realizan desde mayo hasta octubre. Los fieles de los pueblos más lejanos vienen en autobuses, mientras que los de los cercanos suben andando. Existe un servicio de atención personal a todo aquél que necesite hablar (independientemente de su credo o ideología). Este servicio se denomina Axolaz, en el que se garantiza la máxima atención y la ayuda a encontrar respuesta. Cine El Santuario de Aránzazu sirvió como escenario para algunas secuencias de la película El día de la Bestia, de Álex de la Iglesia.

Fuentes

• Anasagasti, fray Pedro de: Aránzazu. Guipúzcoa: Editorial Franciscana Aránzazu, 1975. ISBN 84-7240-086-7.

• Anasagasti, fray Pedro de: La basílica de Aránzazu (folleto).

http://santoraltradicional.blogspot.com/2012/09/nuestra-senora-de-aranzazu-patrona-de.html