Seguidor de señales
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Seguidor de señales. Facilita la reparación de equipos de audio cuando no se dispone de osciloscopios, generadores u otros instrumentos idóneos.
Utilidades
Por ser importadas y costosas, no siempre se cuenta en los talleres con las herramientas necesarias para reparar grabadoras, tocadiscos, amplificadores e incluso radios en su etapa de audiofrecuencia.
Sin embargo, suelen aparecer alternativas para resolver dicho problema como aparece a continuación.
Se trata del diseño y construcción de un instrumento aplicable a todas las secciones donde se trabaja con señales de audio, fundamentalmente en circuitos de grabación.
Componentes
Todos de fácil adquisición: resistencias, transistores, condensadores, un transformador de alimentación, interruptores, resistores variables y audífonos.
Características
No puede considerarse un sustituto del osciloscopio, pues no muestra formas de ondas, ni distorsiones visibles de señales; sí resulta útil en la dirección de fallas.
Consiste en un amplificador de audio de elevada ganancia, con la posibilidad de conectar y desconectar el preamplificador según las características del caso. Mediante audífonos se monitorean las señales en los diferentes circuitos bajo prueba.Cuenta con un oscilador interno.
Este equipo levanta señales apenas audibles como las producidas por las cabezas de los magnetófonos, micrófonos y unidades de tocadiscos; también de la misma fuente que las genera.
Con el auxilio de este equipo, el técnico recorre el electrodoméstico según su esquema eléctrico hasta llegar al bloque o elemento defectuoso.
Encuentra mayor utilidad en la reparación de grabadoras, donde al pasar al régimen de registro (grabación), se desconectan las bocinas y no es posible el uso del inyector de señales; entonces, solo un osciloscopio o, en su lugar, este ingenioso instrumento, son prácticos.
De gran utilidad resulta esta herramienta, fácil de construir a muy bajo costo.
Fuentes
- Revista Científico-Técnica Popular de la Juventud Cubana. No. 315 ISSN: 0449-4555. Sección Constrúyalo usted. Por José Ramón García
