Silva Alvarenga

Silva Alvarenga
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Otros nombresManuel Inácio da

Silva Alvarenga .Poeta, abogado y profesor universitario brasileño.

Síntesis biográfica

Nació, en Ouro PretoVila Rica, en el estado de Minas Gerais en 1749.

Trayectoria

Precursor del romanticismo en la Letras brasileñas de finales del siglo XVIII y comienzos de la centuria siguiente, participó de forma activa en la política de su tiempo -en la que asumió el rol de afrancesado- y dejó un valioso legado poético en el que supo unir, con singular maestría, los tópicos de la retórica clásica con el colorido local y el sentimentalismo del pueblo brasileño. Vino al mundo en el seno de una familia humilde, formada por el músico Inácio da Silva Alvarenga y una mujer de raza negra. Su condición de mestizo le restó muchas oportunidades en el mundo que le tocó vivir; sin embargo, recibió una espléndida educación por parte de sus progenitores, que le enviaron a Río de Janeiro en 1767, para que realizase allí los estudios preparatorios necesarios para matricularse en una universidad europea. En 1771 cruzó el Atlántico y dio inicio a su formación superior en la prestigiosa Universidad de Coimbra (Portugal), donde cursó la carrera de Leyes. En el transcurso de este período de formación, el joven Manuel Inácio da Silva tuvo ocasión de entablar amistad con José Basílio da Gama, llamado a convertirse en una de las grandes figuras de la poesía brasileña dieciochesca. Y también conoció allí a Inácio José de Alvarenga Peixoto, otro destacado escritor de su tierra. Plenamente integrado en la vida social, política y cultural del Portugal de finales del XVIII, se dio a conocer como poeta durante esta etapa estudiantil, en la que apoyó con entusiasmo -como dejó bien patente en su poema "O desertor" ("El desertor", 1774)- las reformas emprendidas por el marqués de Pombal. En esta larga composición de carácter heroico-burlesco, el joven poeta de Vila Rica celebra las medidas ilustradas que había tomado dicho prócer, sobre todo las referidas al ámbito de la educación pública, del que apartó a los jesuitas y a su caduco método escolástico, para implantar nuevas líneas pedagógicas e ideológicas procedentes de Francia. Pombal también combatió con fuerza a la nobleza que se intentaba aferrar, anacrónicamente, a sus antiguos privilegios feudales, lo que acrecentó aún más las simpatías de Alvarenga y del resto de los intelectuales afrancesados que había entonces en Portugal. Su fama de poeta se acrecentó con su ingreso en la Arcadia Ultramarina, una asociación de escritores que profesaban alta estima a la literatura pastoril. Manuel Inácio da Silva Alvarenga eligió, en este círculo, el sobrenombre literario de Alcino Palmireno, apelativo de amplias resonancias bucólicas con el que firmó las composiciones escritas por aquel tiempo. Se trataba de poemas de inspiración arcádica, enmarcados en esa corriente anacreóntica que recorrió las principales literaturas europeas durante el siglo XVIII. Claramente influidas por la lírica de Horacio, son piezas de escasa originalidad, aunque revelan la gran capacidad de Alvarenga para asimilar los principales rasgos de la tradición, como queda patente en su "Heroida Theseo a Ariadna" -una epístola en verso dedicada a su amigo Basílio da Gama- y en su "O templo de Nepturno" -escrito en alabanza de la reina doña María I. En 1777 regresó al Brasil, como compañero de viaje del hermano del poeta Basílio da Gama, y se afincó en Río de Janeiro, donde comenzó a ejercer su profesión de abogado. Y, simultáneamente, continuó cultivando la creación poética, actividad de la que ofreció un nuevo fruto en 1779, con la publicación de "A gruta americana". Progresivamente, fue adquiriendo un notable predicamento de gran escritor y erudito humanista, por lo que el virrey don Luís de Vasconcelos e Sousa le ofreció un cargo de profesor de poética y retórica en 1782. Cuatro años después, bajo los auspicios de este ilustre gobernante, Alvarenga fundó en Río de Janeiro la Sociedad Literaria, una agrupación de escritores que pronto se convirtió en el principal foco artístico e intelectual de la ciudad. En 1778, en una reunión de dicha Sociedad Literaria, el escritor de Vila Rica leyó en público otra de sus famosas composiciones de corte neoclásico, el poema "As artes", escrito para festejar el aniversario de la Reina. Pero en el seno de esta agrupación de conspicuos intelectuales prendía también el furor enciclopédico e ilustrado que muchos de ellos -como el propio Alvarenga- habían conocido en Europa; y así, mientras la Sociedad Literaria ofrecía en público actos sociales y culturales tan inocuos como dicho recital poético, una parte selecta de sus miembros, con Alvarenga a la cabeza, celebraba sesiones clandestinas en las que se leía y comentaba a Rousseau, a Mably, a Raynal y a otros muchos ideólogos de la Revolución Francesa, cuyas obras estaban rigurosamente prohibidas en Brasil. Denunciado por estas actividades secretas, Manuel Inácio da Silva Alvarenga fue encarcelado en 1794, bajo la acusación de promover un ideario revolucionario que amenazaba con quebrar la monarquía vigente y el orden social establecido (como acababa de ocurrir en Francia). La Sociedad Literaria fue clausurada, y muchos de sus miembros corrieron la misma suerte que Alvarenga; finalmente, tras haber sufrido graves humillaciones y haber sido sometido a duros interrogatorios, el poeta fue puesto en libertad en 1797, por orden expresa de la reina doña María I, que no encontraba en aquellos intelectuales indicios serios de conspiración alguna contra la Corona. A pesar de ello, el poeta y sus correligionarios habían pasado tres años en presidio. El regreso a la vida pública de un animado y bullicios Río de Janeiro alentó de nuevo el espíritu creativo de Manuel Inácio da Silva Alvarenga, quien, al cabo de dos años de su puesta en libertad, publicó la que habría de ser considerada unánimemente como su obra maestra. Se trata de la colección de versos titulada Glaura: poema eróticos (1799), un bello poemario compuesto por rondóes y madrigales, formas estróficas que revelan la perfecta asimilación, por parte de Alvarenga, de la expresión popular del sentimiento amoroso, al tiempo que ponen de manifiesto su rara habilidad para dotar este genuino sabor local de unos tópicos genéricos y temáticos heredados de la mejor tradición clásica. Por otra parte, las formas métricas empleadas por Alvarenga también revelan su voluntad de subrayar, dentro de esa inclinación hacia la efusión romántica del sentimentalismo popular, su escrupuloso conocimiento de la mejor tradición. Así, el poeta de Vila Rica recurre al madrigal como una de las estrofas predilectas de la lírica amorosa europea; y, por otro lado, busca en el rondó ese gusto por el clasicismo que también habían puesto en boga los neoclásicos del Viejo Continente. En concreto, Alvarenga se inspira en la obra del poeta italiano Metastasio a la hora de elegir el cultivo del rondó, un pequeño poema compuesto por versos de arte menor (de entre seis y siete sílabas) que, agrupados en dos cuartetos a los que separa un estribillo, permiten transmitir con suma fluidez las emociones agudas y repentinas. Estableciendo un paralelismo con la música y las artes plásticas de la época, este poemario de Alvarenga puede calificarse de rococó, en la medida que intensifica hasta el extremo los rasgos formales del Neoclasicismo, y anticipa así un gusto por la exageración que será una de las principales señas de identidad del movimiento romántico. También cabe anotar, en su faceta de escritor pre-romántica y, en general, de intelectual precursor del Romanticismo en Brasil, la ideología política de que hizo gala el escritor de Vila Rica (acérrimo defensor de las libertades y, avant la lettre, de la emancipación de su pueblo), así como el apasionado sentimiento amoroso de sus madrigales y rondóes. El éxito de Glaura propició su temprana reedición al cabo de dos años (1801), cuando Alvarenga volvía a ser nuevamente una de las figuras más admiradas y respetadas de la intelectualidad carioca. Soltero a lo largo de toda su vida, se consagró nuevamente a sus afanes literarios y culturales, publicando sus nuevos versos y sus artículos literarios en la prensa local. Y así, en 1813, en colaboración con José Pereira da Fonseca -antiguo correligionario suyo en la Sociedad Literaria- fundó la revista O Patriota, que puede considerarse la primera publicación periódica de carácter cultural que hubo en Brasil.

Obras

  • À Lua
  • Madrigais
  • O Beija-Flor

Muerte

Fallecido en Río de Janeiro el 1 de noviembre de 1814.

Fuente