Sucesos del 8 de abril en Quemado de Güines

Sucesos del 8 de abril de 1958 en Quemado de Güines
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Fecha:Año1958
Lugar:Quemado de Güines


Sucesos del 8 de abril de 1958 en Quemado de Güines

El 8 de abril de 1958 en Quemado de Güines acontecimientos de crueldad, violencia desmedida y maldad por parte de la tiranía batistiana hacia pobladores quemadenses marcaron la historia para siempre, dejando huellas a través del tiempo.

Narración del hecho Histórico

Cuartel de la tiranía del poblado quemadense en el año 1958 y grupo de guerrilleros asaltantes del mismo.

En la tranquila madrugada del 8 de abril de 1958, las calles del poblado quemadense mostraban un silencio casi sepulcral, lo que no podían imaginar los vecinos de la pequeña urbe era que esa fatídica madrugada se vistieran de luto cinco familias quemadenses.

Después del ataque al cuartel de la tiranía por un grupo de guerrilleros, comandados por Víctor Bordón, se unió al odio y el azar con la desmedida sed de venganza de los oficiales de la guardia rural, sin escrúpulos descargaron su rabia incontenida después de la acción contra los vecinos del municipio, la violencia puso en estos hogares y en cada muro el velo negro del dolor y la muerte La distancia del tiempo no ha logrado borrar en aquella generación las imágenes de estos sucesos, las horas interminables, de terror, zozobra e impotencia ante los viles asesinatos y la irrupción violenta a los hogares quedaron grabadas para siempre. Las victimas escogidas al azar fueron hombres sencillos de campo, algunos colaboradores del movimiento que se gestaba en aquella época, otros profundos revolucionarios como José René Riquelme, honorables comerciantes como somarriba que en sus últimas horas no olvidó pagar sus cuentas, otros como julio García y Rigoberto iglesias padres cariñosos de familia que sirven de inspiración revolucionaria a sus sucesores. La historia es evocada de generación a generación pero no había sido el final el dolor laceró hasta las extrañas cuando después de ser asecinados fueron tirados a lo largo del camino y enterrados en una fosa común. La huella de haber podido perfumar sus cuerpos quedó impregnada para siempre. Han pasado muchos años ya del trágico suceso el cual sirvió para avivar la llama de la rebeldía en el pueblo de Quemado de Güines.

Testimonios de familiares de los mártires

Adalberto Somarriba, nieto de José Antonio Somarriba: Mi abuela contaba que por la madrugada le tocaron a la puerta llamando a mi abuelo gritando su apellido (somarriba) entonces ella supo que era la guardia porque sintió como paró un jeep y ella misma contestó cuando tocaron a la puerta que mi abuelo no estaba en casa, la guardia se retiró pero al momento regresaron y en ese intervalo ella le decía a mi abuelo que se fuera y él le decía que no iba a pasar nada, entonces en su regreso ya ella notó que estaban cubriendo todos los alrededores de la casa que entraron alrededor de 7 guardias a su sala y ella decía a esos guardias que no conocía a nadie ni sabía nada y contaba también que en ese momento mi abuelo tomó un mazo de tabacos y fue entregando un tabaco a cada uno y llamándolo por su nombre, como para que ella supiera el nombre de aquellos hombres que entraron a su casa ese día, mi abuela contaba también que llegó el momento en que hubo uno de ellos que dijo apúrate antes de que amanezca entonces en ese momento mi abuelo se da cuenta de lo que pretendían hacer y comienza a quitarse el llavero del cinto , se dirigió a mi abuela y le dijo estas son las llaves de la bodega ¡paga mis cuentas! Era entonces como si ya estuviera despidiéndose. Ese mismo día 8 de abril de 1958 mi papá cumplía 18 años es decir que no era un niño ya era una persona que podía comprender lo que ocurría inevitablemente todos este suceso tuvo que haberle afectado mucho por el resto de su vida y pienso que ese día para el dejó de ser su cumpleaños para convertirse en el recuerdo del día más duro de toda su vida pues tuvo que dejar sus estudios para hacerle frente a los problemas que a partir de ese entonces llegarían a su vida, y todo esto de una manera impuesta, obligada, nadie se atrevía a apoyarlo en esa situación pues todos tenían miedo.


Nancy García, hija de Julio García : Mi mamá tenía el presentimiento de que algo le había pasado a mi padre, pues ya habían pasado muchas horas y el no había regresado, hasta que le llegó la noticia, desde entonces vivió en su recuerdo ese día tan cruel.

Enrrique Riquelme, hijo de José René Riquelme: En aquel momento teníamos 11 años estábamos bastante pequeños y realmente aunque conocíamos los movimientos revolucionarios que tenía nuestro padre nunca pensamos que fuera tal cruel el hecho que ocurrió en aquel momento, estábamos durmiendo era de madrugada llegaron 6 o 7 guardias y hubo como 2 o 3 que subieron al techo de la casa, llegaron en mala forma , y cruelmente le dieron fuertes patadas a la puerta, recuerdo que mi hermano y mi mamá salieron para tratar de cerrar la puerta pero ellos fueron directamente al cuarto de mi padre el cual se encontraba sentado en la cama y le dijeron que tenía que acompañarlo, mi padre pidió que al menos lo dejaran ponerse los zapatos y uno de ellos le respondió no te pongas los zapatos que para el lugar donde vas no te harán falta, ya mi madre al escuchar aquello se dio cuenta de lo que ocurriría.

Georgina Ruiz, viuda de Rigoberto Iglesias: Mi marido tenía una tienda en el pueblo, un establecimiento de víveres que atendía personalmente y que le procuraba una existencia desahogada. Rigoberto, " Rigo" para los suyos, iba a cumplir cuarenta años, era pues, un hombre en la plenitud de la vida, un hombre que podía mirar el porvenir, frente a frente, ya que tenía un hogar, una esposa, un hijo sano, un comercio próspero, buenos amigos y también ideales. En la madrugada del 8 de abril mientras todos dormían se escucharon disparos, Rigo sabía que se trataba, yo estaba asustada, y le pedí que se vistiera y se fuera, pero él no quiso hacerlo y me dijo: _ Mira esperemos a que sea el día a ver qué es lo que pasa, y después al ver como yo estaba muy nerviosa él me aconsejó:

_Vamos a volver a acostarnos. Si seguimos levantados puede despertarse el niño.

Así sintieron marcharse el camión y él para acabar de tranquilizarla dijo:

_ya se marchan, parece que la cosa terminó.

Se detuvieron los disparos y serían las cuatro de la madrugada cundo nos despertaron de nuevo fuertes golpes a la puerta de la casa. Era el sargento Godofredo Hernández, acompañado del cabo Nilo García. Ambos entraron a la casa como una tromba. Le acompañaban varios soldados y uno de ellos alzó el rifle, poniéndolo en mi pecho, Rigo que se había levantado también como estaba, le echó a un lado el arma diciéndole:

_ ¿qué es eso? Si la cosa es conmigo, yo estoy aquí.

Primero querían llevárselo así como estaba en piyamas.

_ ¡Vamos que el capitán quiere verte! _Dijo autoritariamente Hernández.

_Está bien. Pero, ¿no van a dejar que me vista?

El asesino de uniforme titubeó un poco y después, como quien concede una gracia dijo:

_Bueno pero apúrate. No tenemos tiempo que perder.

Rigo se puso la ropa que se había quitado por la noche se calzó los zapatos, me dio un beso y se fue con ellos. Iba hacia la muerte ya, Rigo no abrazaría jamás a nuestro hijo. En aquellas condiciones quede desecha, esperando lo peor. A las seis supe que estaba muerto. ¡Me lo habían asesinado! Aquellas horas de la madrugada del 8 de Abril de 1958 están impresas indeleblemente en mi memoria, pesan demasiado sobre mi corazón. Supe después también que Rigo pidió que lo dejaran tomar una tasita de café y fumar un cigarro.

_ ¡el ya sabía que lo iban a matar!


María Teresa Riquelme, madre de José René Riquelme: Mi hijo tenía cuarenta años, era obrero azucarero en el central "Resolución": estaba casado con la señora Petra Emilia Armenteros y tenía un hijo ya hombre de 17 años. Como una jauría de fieras rabiosas llegaron a su casa los matones uniformados. Iban Godofredo Hernández, Sergio García, el cabo Serafín Hernández, Clemente Trimiño y Nilo García, José René estaba acostado, su mujer se levantó y abrió la puerta a la llamada imperiosa de Hernández. A las preguntas de los rurales dijo que su esposo no estaba en la casa, pero ellos entonces encañonaron con las armas a su hijo de José René. El había tratado de esconderse pero era un intento inútil. La casa era pequeña y ellos no iban a marcharse sin registrarla. Fue Clemente Trimiño quien lo vio y no le quedó nada que hacer, si no entregarse. Riquelme estaba descalzo, entonces uno de los hombres con una sonrisa burlona le dijo. _no te pongas zapatos, para dónde vas no te hacen falta Ante esa crueldad Petra Emilia su esposa, supo que iban a asesinarlo y se prendió a su cuello llorando. El valerosamente haciéndose más fuerte para no destrozar el corazón de su señora, contestó con vos entera:

_ No te preocupes vieja, no me va a pasar nada y subió al jeep que esperaba en la puerta. Petra siguió tras el grupo e intentó subir al vehículo, fue Serafín Hernández, el mismo que en cartas hace hincapié de su inocencia, quien la empujó brutalmente.

_ ¡Vamos largo de aquí!

Y el jeep partió velozmente, llevándose una víctima más.

Destrozada Petra Emilia mandó me mandó a buscar yme contó, llorando, todo lo que acababa de suceder.

-¡Se lo han llevado para matarlo!

Y yo le respondí dándole ánimo,

_ ¡cómo va a ser eso muchacha!

¡Deja yo iré a ver! Y fue al cuartel en busca de noticias.

Ya era pleno día y comenzaba a correrse por el pueblo de que todos los que habían salido de sus casas los habían asesinado. Y con el alma en un hilo lo escuché decir a mi paso, por alguien que tal vez ignoraba el daño que hacían sus palabras. Fue entonces que apuré el paso, llegué al cuartel, un guardia llamado Pirulena, me detuvo a varios metros del reducto militar.

_ ¡Por favor supliqué, quiero saber si mi hijo está vivo, o si esta muerto!

Y el volvió la espalda rápidamente para que yo no notara que su camisa estaba manchada de sangre. Comencé a rehacer el camino, pensaba regresar al pueblo y tomar una máquina que me llevara a Sagua. Allí tal vez me informarían. Pero cuando había andado unos metros, alguien se me acercó para informarme, en tono confidencial, que por allí habían unos cuantos muertos. Entonces comprendí el recorrido, cada paso que daba, era como una puñalada en mi corazón de madre. Era cierto lo que me habían dicho, no tuve que andar mucho, pronto me enfrenté al espectáculo de tres cadáveres tirados allí a pleno sol, bastante cerca del camino. Uno no me cabía la menor duda, aquel que estaba primero era Felo Dulzaides, el del otro extremo Rigo Iglesias y el del centro ¡Santo Cielo! era mi hijo, mi José René Riquelme. Pero junto a los tres muertos como dos aves de rapiña había un militar y un policía. Uno de ellos se percató de mi presencia y la increpó:

_ ¿Qué es lo que desea?

_ ¿Qué es lo que busca?

_ Por favor, quería saber si uno de esos muertos es mi hijo.

_ No tengo órdenes, no puedo dejarla acercarse.

_ Mire señora, allí en aquel grupo el de la derecha es el capitán. Valla y háblele pero, por favor no le diga que yo le indiqué quien era.

Yo agradecí la información y marché al grupo que efectivamente, estaba cerca y que en el primer momento no había visto.

Me le hinque de rodillas al capitán y le dije:

_ Usted nació de una mujer y posiblemente será también padre.

¡Por dios, déjame ver si uno de esos muertos es el hijo mío!

Pero no me lo permitieron. Y traté de acercarme otra vez al grupo. Vi entonces que en vez del militar y el policía eran muchos más los que rodeaban a los cadáveres. Y vi también que un hombre, un civil, estaba inclinado sobre los muertos.

¿Qué hace ese hombre ahí? ¿Cómo lo dejan pasar y a mí no? Preguntó al que tenían más cerca.

_Es que ese es Macho Castillo que los está identificando, le contestaron.

Mis suplicas fueron inútiles, mi llanto no ablandó a aquellas fieras y tuve al fin que retirarme, para mi casa. Como vivía cerca del cementerio vi llegar el carro en el que llevaban las 5 víctimas.

Cuando se marcharon me dirigí al camposanto para poner flores sobre la tierra que cubría la fosa común en que sepultaron a mi hijo, conjuntamente con los demás. Y tuve que marcharme prontamente, atendiendo a las suplicas del sepulturero, temeroso, de que aquellos bandidos regresaran.

María Hernández hija del sepulturero: Mi papá le puso una marca a cada uno de los mártires y el teniente que estaba al frente de los esbirros de la tiranía le dijo usted no puede hacer eso, tírelos ahí y entiérrelos y entonces él respondió, si usted quiere mátame a mí también y tíreme ahí con ellos porque después ¿cómo sus familiares los reconocerían? y entonces lo dejaron y fue poniéndole en el pie una numeración y lo copio en un papel, estuvo muchos días enfermo de los nervios sufrió tanto aquellos como si fueran los propios familiares.

En apoyo a la huelga

A partir de 1958 la tiranía despliega una ola de terror caracterizada por crímenes atropellos, encarcelamientos y torturas a jóvenes revolucionarios del municipio para frenar el auge y desarrollo de las actividades revolucionarias, ejemplo de ello es el asesinato de Waster Lombera, quien en su propia casa fue torturado y acribillado a balazos el 9 de enero de 1958 por los sicarios de la dictadura del municipio. La dirección de la lucha en las ciudades fijó la fecha de la Huelga General para el 9 de abril de 1958. Como parte de estas acciones en la madrugada del 8 de abril Víctor Bordón y su grupo guerrillero que operaba en la zona de Santo Domingo y los alrededores de Quemado de Güines, atacaron el cuartel de la guardia rural del municipio con el objetivo de obtener armas para apoyar las actividades huelguísticas en Santa Clara el día 9 de abril. El día 6 parten en horas de la noche del campamento del Bermejal y llegan de madrugada del día 7 a la finca de Miguel Hernández en Santa María, en casa de Juancito Martínez se reúnen un total de 35 hombres dispuestos todos a participar en la toma del cuartel, no todos lo hacen por falta de armas, son distribuidos de la siguiente forma, 4 hombres para la planta eléctrica, 2 para el corte del teléfono, y dos para el camión que luego los llevaría de retirada. Además otros compañeros fueron distribuidos como enlace , 17 participaron en el ataque directo al cuartel que comenzó aproximadamente a la 1.20 AM. , en combate desigual, durante horas se combatía con derroche de valor y coraje, pero la diferencia en armamento y fundamentalmente la inexperiencia en este tipo de acción que al irse un disparo pone en alerta a los guardias del cuartel y pierden el factor sorpresa, hacen que los sorprenda el amanecer sin haber logrado el objetivo, con las primeras luces del alba refuerzos de la capitanía de Sagua la Grande los obliga a una retirada la cual se hace ordenadamente y en vehículos requisados durante la noche, se retiran en el camión de Daniel Pérez que se rompe antes de salir del poblado y tienen que abandonarlo, tomando el de Liberato Fernández, salen por la carretera de Panchito, pasando por Machado, Surí primera, Surí segunda, Republica hasta el derrapen de Manacas, llegan cerca de Bermejal y ordenan que el camión regrese hasta la línea del Cedro donde lo dejan botado para despistar su verdadero paradero, el resto del recorrido lo hacen a pie hasta el campamento donde llegan a las 10 AM. Si bien es cierto que el Cuartel no se pudo tomar esta acción los hizo bien fuertes, enardecidos, confiados, a estas emociones se unió la indignación al conocer el horrendo crimen que se cometió al ellos abandonar el pueblo. El sargento y un grupo de soldados fueron casa por casa y sacaron a los revolucionarios de sus hogares: José A. Somarriba, Félix Dulzaides, José Rene Riquelme, Rigoberto Iglesias a los que llevaron al cuartel, los torturaron y asesinaron vilmente. También como parte de estas acciones fue asesinado el campesino Julio García López (Casales) en horas de la madrugada, para que no sirviera como testigo de los crímenes que ellos estaban cometiendo, por estos asesinatos el sanguinario Godofredo Hernández fue ascendido a teniente y posteriormente trasladado al puesto de la Guardia rural del municipio de Santo Domingo. En apoyo a esta huelga los trabajadores de los centrales San Isidro y Resolución paralizaron sus máquinas, muchos obreros fueron al municipio teniendo una destacada participación en dichas actividades. El 10 de abril como parte de estas acciones un grupo de revolucionarios procedentes de este municipio asaltaron el cuartel de la guardia rural del hoy barrio de Rancho Veloz, en el cual ofrecieron sus vidas Evelio Daniel Villavicencio, Humberto Cárdenas, Ambrosio Francia León y Tito Alberto. Otros hijos del municipio ofrendaron sus vidas en otros lugares entre ellos Francisco Alonso Castillo que cae en el asalto al cuartel Goicuría en Matanzas el 29 de abril de 1958. El grupo de Víctor Bordón que se había retirado hacia Santo Domingo apoyó la huelga no permitiendo el tráfico de vehículos por las carreteras de ese pueblo hacia Santa Clara y viceversa, interrumpiendo además el fluido eléctrico, en esta acción cae herido Orlando Suárez Corzo refugiándose en su vivienda apareciendo asesinado el 9 de abril del 58 por los sicarios de Pedraza que habían ocupado el mando de las operaciones en la antigua provincia de Las Villas.

Asaltantes al cuartel

En la Finca Santa María perteneciente al municipio de Quemado de Güines, estaban reunidos aproximadamente 35 hombres dispuestos a participar en el ataque al cuartel, pero la escasez de armamento impidió que todos participaran, dentro de los elegidos estaban:

- Victor Bordón Machado.

- Edilberto González Morales.

- Jesús Gutiérrez

- Tomás Díaz Martín

- Julián morejón Jiber.

- Nildo Triana

- Eustaquio Nodarse Bonet

- Berto Triana

- Juan Gordo Ramírez

- Miguel A Martínez Ruíz.

- Juan J Martínez Ruíz

- Antonio Díaz Martín.

Vigencias

Obelisco en honor a los cídos el 8 de abril de 1958.

La historia se renueva cada 8 de abril en el municipio quemadense desde el memorial ubicado en el centro primario nombrado Mártires del 8 de abril y desde cada tribuna en esta fecha se levanta el paradigma de estos mártires que hoy desafían la historia, el ejemplo de quienes con su sangre hicieron posible este abril de victorias y de sueños sigue siendo la inspiración de todo el pueblo quemadense.





Véase también

Fuente

  • Revista Bohemia año 1959.
  • Museo municipal Francisco Peraza Delgado
  • Entrevista a familiares de los mártires