Teatro Municipal Pedro Julio Marcelo

Revisión del 14:21 7 jun 2017 de Carlos idict (discusión | contribuciones) (Texto reemplazado: «Category:Teatro» por «Categoría:Teatros»)
(dif) ← Revisión anterior | Revisión actual (dif) | Revisión siguiente → (dif)
Teatro Municipal Pedro Julio Marcelo
Información sobre la plantilla
Institución con sede en Cuba Bandera de Cuba
Teatro Municipal.jpg
=
Fundación:2 de noviembre de 1913
Tipo de unidad:Teatro
País:Cuba Bandera de Cuba
Dirección:Santo Domingo, Villa Clara

Teatro Municipal Pedro Julio Marcelo, antiguamente llamado, Teatro Domenech.

Historia

En 1913 la inauguración del teatro Doménech cerró las puertas del Apolo, el que se entregó ahora sumido por una triste y solitaria existencia a los embates naturales del tiempo. Por su parte el hotel Las cinco villas, aunque pudo soportar dichos embates fue cambiando de dueños y de uso hasta su demolición, a fin de cuentas la propia prensa cataloga al cine teatro Doménech como "el mayor acontecimiento cultural del municipio" desde su fundación.

Construcción

Se construyó bajo los auspicios de la Sociedad Liceo, que había sido fundada en 1899 y cuyo edificio fue inaugurado en 1910. El promotor de esta obra, el doctor Guillermo Doménech tuvo la original idea de rifar un caballo para pagar el costo inicial. Presidente de la sociedad desde 1907 el primer presidente había sido el coronel Carlos Mendieta, sumó a los mil pesos obtenidos de la rifa las ganancias derivadas de las cenas y festejos que organizaba en el liceo.

El edificio levantado en el terreno aledaño a la sociedad, en la calle Jiquiabo (hoy Fructuoso Rodríguez) tenía un estilo arquitectónico neoclásico, aunque no muy depurado, pues el arquitecto puso en él su mano creadora. Con columnas del orden corintio, muy parecido al jónico, sus capiteles adornados con formas vegetales, en el piso del portal tenía la inscripción del año de su terminación (1913).

Dos plantas y un amplio vestíbulo con hermosas escaleras que permitía la entrada de mil personas, quienes se podían sentar en veintiséis lunetas, treinta y seis palcos y cuatro grillés.

Ubicado en una de las calles más concurridas de la localidad, abrió sus puertas un 2 de noviembre de 1913 con el nombre de teatro Doménech por un acuerdo unánime de la Junta Directiva de la Sociedad Liceo en honor a su presidente, promotor directo de su construcción, quien sumó a su hoja de beneficios sociales la creación de una coral infantil y un aporte decisivo a la formación de la Banda Municipal de Conciertos Santo Domingo.

Quehacer teatral

Desfilaron por la escena del Doménech las más importantes compañías teatrales del país, mientras que su función cinematográfica contaba con una programación de una a cuatro de la tarde y de siete a diez de la noche. El precio de las entradas oscilaba entre los cinco centavos y los veinte y en ocasiones muy excepcionales llegó hasta los veinticinco centavos, como en el caso de los actores del reconocido teatro Alhambra, que había sido fundado en 1900 y ha sido catalogado como un milagro teatral único en el mundo.

Con sólo cuatro trabajadores y un proyeccionista, y con palcos reservados para el alcalde, el juez y el jefe de la policía, el Doménech supo satisfacer las expectativas de su público. Pruebas documentales dan fe de ello con la presencia en sus tablas de la compañía mejicana Lupe Rivas Cacho, la compañía cubana de Roberto Gutiérrez (Bolito), la compañía Los Criollitos, espectáculos de variedades como los de Ramón Spigul, gran actor que gozó de fama por su negrito y conocido como "el rey del chiflido", pues lograba bocadillos y frases silbando.

Este actor, que visitara el Doménech en varias ocasiones, arrastró consigo a muchos otros artistas, como es el caso de Alicia Rico. Dignas de mencionar son las compañías de Enrique, Piñero y Castany Arredondo, así como las de Carlos Borrás, Mario Galí, Mario Martínez Casado, este último trajo a artistas de reconocido prestigio como Américo Castellanos y Rosita Tudela.

Además hicieron vibrar a la instalación compañías españolas como las de Ángela Liaño, Muñiz Llorens, con Marta Muñiz y otros. Espectáculos de variedades con Julio Richard, Carmita Ortiz, Grecia Dorado, Armando Mario y Blanquita Amaro. La compañía de zarzuelas cubanas Castany, la de espectáculos fantásticos Richardine, y la de Enrique Núñez, también de zarzuelas.

Los empresarios de otros teatros del país intercambiaron artistas con el teatro local, como es el caso de los habaneros El Nacional y Campoamor, los cuales a cambio aparecían en los programas  para su publicidad. Además de las grandes compañías, y de las locales que no se mencionarán aquí, el Doménech presentó espectáculos tan inesperados como el vaudeville nudista parisién, el que se anunció como el espectáculo más grande visto en Cuba, "los más lindos cuerpos de mujeres en persona".

Los horarios de tandas cinematográficas variaron con los años, pero nunca para disminuir. La variedad alcanzaba desde los noticieros, avances, comerciales, fotos fijas, cortos, largometrajes, cartones a colores y documentales.

Los géneros, también variados: acción, oeste, dramas, comedias, musicales, policiacos, terror y suspenso, con figuras tan conocidas como Kira Douglas, Frank Sinatra, Pedro Infante, Miguel Aceves Mejía, Sarita Montiel, Agustín Lara y otros. Pero sólo por mencionar algunos porque este cine proyectó con eficaz inmediatez cuanta película llegara a La Habana, y no sólo eso, sino que los cinéfilos tenían la posibilidad del Cinemascope, de la pantalla panorámica y de Vista Visión, pues en 1955 se realizó una reforma agregando una cortina automática y un considerable mejoramiento de la ventilación y los asientos de balcony.

Atentos siempre a complacer cada 2 de noviembre, conmemorando su apertura se daba respuesta a las peticiones del público con el filme más deseado y el espectáculo de mayor preferencia.

Claro que el teatro constituía el sostén de la Sociedad Liceo, ya que el dinero recaudado en sus funciones pasaba a engrosar los fondos de la misma, la que en las menos ocasiones lo utilizaba en obras benéficas.

Esta institución se benefició mucho, además, con las galas y veladas estudiantiles locales, por las que llegó a cobrar en la década del cincuenta hasta cuarenta centavos, máxime si eran galas de graduación o fin de curso.

Incremento de fondos

Otras vías utilizadas para incrementar los fondos y la promoción de asistencia al mismo eran las rifas a través de los semanarios y de las papeletas de entrada, con bombos de sorteo y también a través de la lotería nacional. Se obsequiaban entradas a los ganadores; pero también otros artículos de valor como una bicicleta. Tuvo varios empresarios, dentro de los que se puede citar a Manuel Cancio, José Miguel Fernández Hernández, Mario Almenteros, Antonio María González, Antonio González Jiménez (Ñico).

Todos utilizaron como guías para la promoción los semanarios editados en su mayoría por la imprenta Moreno, en los que informaban sobre la programación semanal y además, sobre cualquier otro tipo de noticia que se le quisiera ofrecer al público como rifas, cambios de precios y horarios, así como otras ideas originales que el empresario quisiera poner en práctica, ejemplo de ello fueron las Noches de Damas, y los días del infante.

Las funciones para los niños y las damas eran gratis, pero aseguraban la asistencia de familiares, es decir, de un público mayor. Se lanzaban volantes con programas con un tono algo sensacionalista. Los parámetros publicitarios de la época; aunque carentes de los medios sofisticados de hoy, contaban con recursos para realizar tantas pancartas como lugares estratégicos encontraban para colocarlas. Así como la prensa local y provincial, la nacional le dedicó espacio alguna que otra vez.

Figuras importantes

Un personaje muy popular y estrechamente vinculado al teatro Doménech, al que debe su existencia y trascendencia, fue Quirico, el que salía por las calles con un altavoz manual anunciando las funciones. Se hizo tan famoso que hoy en día cuando alguien levanta la voz un poco en público se le dice que grita más que Quirico. En 1922 un 27 de noviembre, fallece el doctor Guillermo Doménech y Lorda, lo suceden en la presidencia de la sociedad Antonio González Vázquez, Mario Martínez Lance y el doctor Miguel Ángel Gómez Silva.

Incendio de 1948

En 1948, luego de una restauración de la sala teatral y durante la exhibición del filme bélico Tres minutos sobre Tokio el rollo se incendió y el fuego se propagó rápidamente. Los espectadores corrieron despavoridos. Los empresarios Antonio María González y Mario Armenteros no tuvieron que lamentar pérdidas humanas, pero sí ver la instalación, excepto su fachada, reducida a cenizas, de entre las que un actor de la época rescató una papeleta a medio quemar y conservó hasta la actualidad.

Cambios en la dirección del teatro

La sociedad González Armenteros se disuelve y la renta del seguro fue pagada por Antonio María González Jiménez, quien una vez que recibe la firma de la sociedad liceo para la devolución del dinero lo emplea con algo más de su capital para la restauración del edificio. Convertido en su arrendatario González Jiménez reabrió el Domenech un año después, cambiando su diseño interior; pero el nuevo empresario muere en 1951 en un accidente de aviación, y su padre, Antonio González Vázquez vuelve a hacerse cargo del mismo hasta su muerte en [1956].

Por sucesión su otro hijo, el doctor Noel González Jiménez, quien había quedado también como tutor de sus sobrinos, asume la empresa. Noel, a quien todos conocen en Cuba, el tan afamado cardiólogo de los trasplantes de corazón, y en nombre de sus sobrinos cede el teatro en 1959 a los empleados del mismo con el nombre de Cooperativa Cinematográfica Pedro Julio Marcelo (Pedro Julio Marcelo era un joven simpatizante con las causas revolucionarias que cayó durante la toma del poblado al llevarle alimentos a los rebeldes que custodiaban el puente).

Resurge el teatro

Con los cambios y transformaciones que trajo consigo la Revolución, se constituyó el ICAIC dentro de cuyo instituto queda con su nuevo nombre el cine-teatro Pedro Julio Marcelo. No detuvo su quehacer cultural, ni su doble funcionalidad como sucedió en el país con otros espacios, ya no es necesario hacer la inmensa lista de lo mejor de la cultura nacional porque hasta el Ballet Nacional bailó en su escenario, así como lo más representativo de la música y del teatro nacionales; pero el tiempo es implacable y en 1980 como ya había años lo venía necesitando, recibió una restauración capital que multiplicó varias veces su costo inicial.
Buenas intenciones las de un dirigente muy popular: José Martínez, aunque un poco menos versado en las artes.

Invirtió 50 000 pesos cambiando en gran parte su fachada, el piso del portal con su inscripción, desapareció el foso acústico y redujo el lunetario a 525 sillas. Interiormente el Doménech quedó con dos plantas, un sólo balcón y un escenario de seis metros de boca y 9 de fondo, así como tampoco tenía sistema de alumbrado. Paradójicamente en esta etapa el número de funciones se multiplicó, así como la calidad de los espectáculos.

Pero en 1985 la edificación tendría que sufrir el embate del ciclón Kate, que lo destruyó en buena parte. Entonces se sumió por dos años en el olvido hasta que en 1987 se comenzó su reparación, interrumpida por un largo período hasta se reapertura el 27 de diciembre de 1989 con un costo de 113 000 pesos.

Esta vez dejó de ser del ICAIC para formar parte de una institución más del sistema de la cultura en el municipio; con unos pocos equipos de iluminación frontal, diablas, y algunos otros equipos por recuperar, 430 lunetas, una cabina de proyección y otra para audio y luces, telón de boca y de fondo, pantalla cinematográfica móvil, bambalinas, hombros y camerinos.

Su reapertura fue un gran acontecimiento cultural despidiendo una década más de su existencia. Pero como las épocas dejadas atrás, los mejores años del Doménech vendrían después al convertirse en 1990 en la sede de un proyecto teatral que reeditó en diez años todos los momentos vividos por la instalación durante más de ochenta años de existencia.

Fuentes