Tito Livio

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Tito Livio
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Busto de Tito livio.jpg
NombreTitus Livius
Nacimiento59 a.n.e.
Padua, Bandera de Italia Italia
Fallecimiento17
Padua, Bandera de Italia Italia
ResidenciaRoma
CiudadaníaRomana
OcupaciónHistoriador
Obras destacadasAb Urbe condita libri

Tito Livio. Historiador latino. Instalado en Roma probablemente a partir del año 30 a.n.e., se interesó por la retórica y escribió diálogos morales, que después dejó de lado para consagrarse a la redacción de una gran historia de Roma, Ab urbe condita libri (más conocida como las Décadas), que le valió el favor del emperador Augusto.

Síntesis biográfica

Descendiente de familia noble, recibió en Patavium (actual Padua) una formación esmerada, pero su interés por la Historia le indujo a trasladarse a Roma, ciudad en la que residió gran parte de su vida y en la que abundaban los documentos. Allí trabó amistad con personajes de la corte y aún con el emperador Augusto que llegó a confiarle la tutela del futuro emperador Claudio. En Roma y aprovechando el favor de Augusto tuvo acceso al vasto tesoro documental de los archivos romanos para llevar a cabo una monumental obra, la Historia de Roma desde su fundación hasta la muerte de Druso, a la que consagró toda su vida. Contrajo dos veces matrimonio de los que nacieron dos hijos y cuatro hijas. De ideas republicanas, no ocultaba su admiración por los grandes hombres de la República como Pompeyo, Cicerón, Cato, etc. por lo que Augusto le llamaba pompeyano. Parece, sin embargo, que su defensa de la restauración republicana no era ni mucho menos radical ya que difícilmente podría haberse explicado su trato con Augusto y su designación como tutor de Claudio. La no conservación de los tomos de la obra del periodo republicano a imposibilitado a historiadores de perfilar con mayor precisión la naturaleza de su republicanismo. Tras la muerte de Augusto se retiró a Padua donde pasó sus últimos años. Le sobrevivieron un hijo, para cuya instrucción se dice que escribió un tratado literario, y una hija que casó con Lucio Magio

Obra

Su monumental obra Ab Urbe Condita se conoce por tres nombres Historia de Roma, Anales y Décadas y relata la Historia de Roma desde Eneas hasta la muerte de Druso. Se dice que constaba de 142 libros divididos en décadas, grupos de 10 libros, de los que sólo se han conservado 35 completos los libros I-X, y XXI-XLV, en estos últimos con lagunas importantes, y fragmentos de otros muchos. Se ha conservado un epítome general de la obra, Periochae de autor desconocido, y un segundo de los libros XXXVII-XL y IIL-LV encontrado en Oxyrhynchus. Destaca la obra por el estilo y elocuencia de los discursos aunque autores antiguos criticaron su condición de patavino por el empleo de ciertas formas de lenguaje que delataban su origen. Sus libros conocidos contienen la historia de los primeros siglos de Roma, desde la fundación en el año 753 a.n.e. hasta 292 a.n.e., relatan la Segunda Guerra Púnica y la conquista por los romanos de la Galia cisalpina, de Grecia, de Macedonia y de parte de Asia Menor. Pieza cumbre de la prosa latina del final del período clásico, intercala pequeñas reflexiones en medio de la narración, marcada por un tono épico y dramático. Livio concebía la historia desde un punto de vista moral, y, más que una obra científicamente construida, la suya es la aportación de un poeta que canta con entusiasmo el esplendor del pueblo romano.

Estilo literario

Tito Livio pretendía crear, como historiador, una obra artística. Seguía en esto a Isócrates, cuya teoría dominó la historiografía helenística y fue recientemente formulada en Roma por Cicerón. No obstante, supo subordinar siempre su tendencia al arte a las exigencias de la fidelidad histórica. Su brillante estilo resultó de una afortunada mezcla del ciceroniano y del estilo de Ennio. Sus periodos, muy estudiados, son más densos y simétricos que los de Cicerón, lo que produce una sensación de monotonía. Utilizó, como elementos poéticos, un ritmo dactílico, muy afín al hexámetro, aceptó además expresiones poéticas, metáforas frecuentes, vivas y atrevidas. Las comparaciones aparecen, a veces, desarrolladas plenamente en Tito Livio, lo que ocurría muy raramente en Cicerón.

Naturalmente que el estilo de Tito Livio no se mantiene uniforme a lo largo de su extensa obra escrita en un período de aproximadamente 40 años: los 10 primeros libros son los que tienen un estilo más poético, quizás debido al carácter legendario del contenido narrado. La tercera década alcanza una perfección casi épica. Las décadas siguientes pierden en brillantez, pero ganan en solidez oratoria.

El lenguaje, en muchos aspectos, se acerca más al de la última época de la República que al del tiempo de Augusto. A diferencia de Salustio, a quien Tito Livio censuraba por su dureza de estilo y sus arcaísmos, utilizaba los arcaísmos solo cuando pretendía dar la impresión de antigüedad.

Tito Livio, siguiendo la costumbre de los historiadores anteriores, introdujo discursos en la narración histórica, inventados por él. Solo en los libros conservados se cuentan más de 400 discursos. La mayor parte son breves, pero algunos alcanzan una larga extensión, utilizaba los discursos para romper la monotonía de los periodos descriptivos y narrativos; para expresar los rasgos psicológicos de un personaje; para exponer la política de un partido o el ambiente general de una situación. Da muestras de una gran riqueza y flexibilidad retórica, por lo que sus discursos han sido admirados desde siempre.

Fuentes consultadas por Tito Livio

Tito Livio no estudió las fuentes originarias ni visitó los lugares de los acontecimientos; esto resultaba imposible dada la amplitud del tema que se propuso estudiar y dada la dispersión que entonces había de los archivos y obras oficiales.

Utilizó las obras de los analistas Valerio Antias y Claudio Cuadrigario para la primera década; las obras de Fabio Pictor, Celio Antípater y Polibio para la tercera década; para los temas referentes a la política romana en el Oriente griego Polibio fue también su principal fuente de información; para la cuarta década debió utilizar también a Catón el Viejo; para los libros siguientes, en lo que puede rastrearse a través de las “Periochae”, debió utilizar mucho a Posidonio.

Método: Las fuentes que utilizó Tito Livio eran de segunda mano y, casi todas, latinas. Muchas de estas obras las conoció después de haber publicado ya algunos libros. Así manejando a Polibio conoció la informalidad de Valerio Antias, pero ya había publicado algunos libros en los que utilizó confiado la obra de Valerio Antias.

En general, para cada época histórica manejaba varias fuentes, contrastándolas entre sí. Una solía utilizarla como base y las demás, para completar detalles o corregir. A menudo le falta espíritu crítico, pero su honradez es total; quizás se deje llevar un poco por la pasión hacia el pueblo romano, pasión que, aunque no le dominó hasta el punto de falsificar la narración, sí le llevó a acentuar determinados detalles, así como a suprimir otros que le resultaban penosos o a darles una interpretación que encajase en su visión moralizadora de la historia. Siguiendo la costumbre de los analistas, sigue un método cronológico, estudiando año por año.

Curiosidades

En esta Historia de Roma también encontramos la primera ucronía conocida: Tito Livio imaginando el mundo si Alejandro Magno hubiera iniciado sus conquistas hacia el oeste y no hacia el este de Grecia. Es célebre la relación que entabló Tito Livio con el emperador Augusto. Diversos autores han dicho que la historiografía de Livio legitimaba y daba sustento al poder imperial, lo que se demostraba en las lecturas públicas de su obra; sin embargo, pueden apreciarse —en su obra — críticas hacia el imperio de Augusto que refutan tal condición de legitimidad. Al parecer el historiador y el gobernante —quien era su mecenas— eran muy amigos y eso permitió que la obra del primero se plasmara tal como éste lo decidiera.

Frases célebres de Livio

  • Olvidemos lo que ya sucedió, pues puede lamentarse, pero no rehacerse.
  • No des la felicidad de muchos años por el riesgo de una hora.
  • Cuando la situación es adversa y la esperanza poca, las determinaciones drásticas son las más seguras.
  • El miedo siempre está dispuesto a ver las cosas peor de lo que son.
  • El sol no se ha puesto aún por última vez.
  • Cualquier esfuerzo resulta ligero con el hábito.
  • La verdad puede eclipsarse pero no extinguirse.
  • Ningún favor produce una gratitud menos permanente que el don de la libertad, especialmente entre aquellos pueblos que están dispuestos a hacer mal uso de ella.

Fuentes