Torre Manaca (Trinidad)

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Otrora calificada como la Torre de Pisa cubana por su ligera inclinación, la Torre Manaca - Iznaga, en la Ciudad de Trinidad al centro de la isla de Cuba es una obra majestuosa digna de las leyendas que sobre ella se tejieron.

En un momento de gusto eclecticista en la arquitectura, surge la Torre Iznaga -un poco antes del fin de la primera mitad del siglo XIX- como una atalaya con fines utilitarios, desde donde se divisaban los verdes plantíos de caña de azúcar del Valle de San Luis en La Trinidad, tercera de las siete villas fundadas por los conquistadores españoles en Cuba, y que hoy pertenece a la provincia de Sancti Spíritus.

Para desaparecido historiador trinitario Carlos Joaquín Zerquera y Fernández de Lara la campana instalada en lo alto de la torre iba a marcar el trabajo de los esclavos, el fin de la jornada y la oración a la Santísima Virgen.

También avisaría del peligro de incendio, esclavos escapados, y serviría, a la vez de mirador excelente de todo el Valle de San Luis, sin desdeñar el toque de vanidad de quien la mandó a erigir.

Leyendas

Muchos intentan darle un toque romántico a la leyenda sobre la verdadera causa de la construcción de la torre. Algunos trinitarios prefieren creer la versión de sus abuelos que cuenta que los hermanos Iznaga, una de las familias más acaudaladas y ricas de la zona, se disputaban el amor de una joven y decidieron construir, cada uno, una obra cuya longitud en metros definiría quién sería el elegido.

De ese modo Pedro decidió hacer un pozo de 28 metros de profundidad del que aún beben los residentes en el poblado existente alrededor de la edificación, mientras Alejo construyó hacia arriba la torre de siete pisos y 45 metros de altura.

Sin embargo, existe otra leyenda en la que Alejo descubrió la infidelidad de la esposa y mandó a edificar esta torre para encerrar en ella a la casquivana e infiel mujer, en su penúltimo nivel.

Nadie se atreve asegurar con vehemencia cuál de las dos leyendas es cierta, lo único verdadero recogido en los libros de la historia trinitaria es que estos hombres, además de originales, eran prácticos, a tal punto que su ingenio azucarero fue el primero movido por vapor que se escuchó en la región.

Fuente

  • Web de la Cultura de Trinidad.
  • Diario Escambray