Tribu Panará

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Tribu Panará
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RegiónParque do Xingu

Los Panará, también conocidos como Krenakore, fueron oficialmente contactados en 1973, durante la construcción de la ruta Cuiabá-Santarém, que cruzaba su territorio tradicional en la región del río Peixoto de Azevedo. La violencia de ese contacto produjo la muerte de 2/3 de la población, debido principalmente a enfermedades y masacres. Ya casi exterminados, la Funai los trasladó, en 1975, al Parque Indígena do Xingu. Luego de pasar veinte años exiliados de su territorio tradicional, reconquistaron lo que había quedado de su antigua tierra y construyeron allí una nueva aldea. Además, lograron algo inédito en la historia de los pueblos indígenas y del indigenismo brasileño: en el año 2000, ganaron en los tribunales, contra la Unión y la Funai, una indemnización por daños materiales y morales causados por el contacto.

Nombre y lengua

El nombre Panará quiere decir “gente”, “seres humanos” y se distingue de hĩ’pen, el “otro”, término también usado para referirse a los Kayapó, sus enemigos tradicionales. Esa es la distinción más común utilizada por los Panará para definirse en relación con los otros. Hablan una lengua de la familia lingüística Jê, de la subfamilia Jê Septentrional, que incluye a los Kayapó, los Suyá, los Apinayé y las lenguas timbira.

Indios gigantes

A partir de la década de 1970, durante los primeros contactos oficiales con los Panará, nadie sabía como se denominaban a sí mismos. Eran “indios gigantes” o Krenacore, Kreen-Akrore, Kreen-Akarore, Krenhakore, Krenacarore – todos variantes del nombre kayapó kran iakarare, que significa “cabeza cortada redonda”, en referencia al corte tradicional de pelo que identifica a los Panará. En muchos relatos de esa época, se observa la preocupación constante de explicar su origen desconocido: designarlos como “gigantes”, “indios blancos” o “indios negros” era una forma de identificarlos y sacarlos del perturbador estado de alteridad absoluta.

Varios factores les dieron la fama de “gigantes”, designación que el contacto de los hermanos Villas-Bôas mostró ser improcedente. La mayor parte de los Panará tenían una estatura más o menos similar a la de otros pueblos indígenas, como los Kayapó y los Xavante. Sin embargo, sus enormes arcos y porras, que llegaban a medir 1,80 m, impresionaban e inducían a la suposición de que solo personas “gigantes” podrían manejarlos. Los Kayapó, tradicionales enemigos de los Panará, también ayudaron a construir esta fama de “indios gigantes”, pues de esa manera daban más valor a sus victorias en las guerras contra ellos.

La otra razón evidente, pública y notoria, se debía a Mengrire, un indio Panará de 2,06 m de altura secuestrado de su aldea cuando pequeño y criado por los Kayapó Metuktire. Después fue llevado al Parque Indígena do Xingu, donde falleció o fue asesinado en la década de 1960, a los 38 años de edad. Mengrire era efectivamente un “gigante”, pero fue el único caso encontrado y reconocido como tal por médicos y investigadores. Aparte de este caso, Orlando Villas-Bôas cuenta que, en la época del contacto, existían por lo menos ocho Panará bastante altos, que murieron de enfermedades transmitidas por los blancos. Los adultos panará que vivieron en el río Peixoto Azevedo antes del 1973 son muy enfáticos cuando afirman la existencia de parientes muy altos en el pasado.

Organización social

Las mujeres adultas ya no usan el corte tradicional de pelo corto, con dos líneas paralelas rapadas encima de la cabeza. Ahora, prefieren usar el pelo largo con flequillos, al estilo femenino suyá. La pintura corporal, el arte de plumas y la música tienen influencia de la cultura xinguana, sobre todo de los Kayapó, sus vecinos más próximos cuando vivían en el Parque.

Los Panará dividen sus aldeas de acuerdo con los clanes que componen la sociedad, y mantienen de esta forma una relación directa entre espacialidad y organización social. Son cuatro los clanes que se relacionan exogámicamente y cada Panará pertenece a uno de ellos, según la descendencia materna. Tal como los clanes del pueblo Bororo, los clanes Panará poseen una ubicación fija en el círculo de la aldea: son dispuestos literalmente a partir del eje este-oeste, determinado a partir del camino del sol durante el día.

Viven en una aldea circular, con residencias situadas en la periferia del círculo. En el centro, está la Casa de los Hombres, como en las otras aldeas de los grupos de la familia lingüística Jê. En el círculo de la aldea, están marcados los lugares de los cuatro clanes existentes, cuyos nombres sugieren una cartografía espacial de los procesos temporales de crecimiento y cambios: kwakyatantera (“los de las raíces de la palmera buriti”), keatsôtantera (“los de las hojas del buriti”), kukrenôantera (“los sin casa”) y kwôtsitantera (“los de la costilla").

Si se cambia el sufijo de estos nombres, ellos pasan a indicar también los puntos cardinales, o los puntos cardinales, se podría decir, son determinados por estos nombres. El sufijo -antera, que puede ser visto en los nombres de los clanes y que significa “colectivo humano”, es substituido por -pên, que significa lugar: kwakyatpên (“lugar de las raíces del buriti”) o kwatsopên (“lugar de las hojas del buriti”). Para saber de cuál clan pertenece una persona, se pregunta: “De dónde viene usted?” (o yu pên kya en la lengua Panará, que corresponde a la partícula interrogativa + adjetivo de lugar + pronombre posesivo).

En un sentido general, el término Panará indica la pertenencia a una red de parentesco más amplia, o sea, de todo el grupo, y a partir de ahí, las subcategorías son determinadas por los clanes. La pertenencia a un clan y la ubicación de las casas del padre o de la madre, respectivamente, en el círculo de la aldea, son las referencias que explican las relaciones y estatuto social.

Parentesco

Cada individuo pertenece a dos clanes (el materno y el paterno), y la familia nuclear (esposa, marido e hijos) es la unidad social más simple, cada una con su espacio. La mujer trabaja en los cultivos y procesa alimentos para la familia, mientras que el hombre caza y pesca con el mismo objetivo.

Los clanes son exogámicos, o sea, las personas de un mismo clan no se casan entre sí, y además la residencia es uxorilical, es decir, el marido debe vivir en la casa de la familia de su esposa. Esto significa que los hombres nacen en sus casas y se casan fuera de ella, mientras las mujeres permanecen en la casa toda la vida.

Después de la familia nuclear, la unidad más inclusiva de la sociedad Panará es la familia extensa, representada por el grupo familiar de la mujer, compuesto por el grupo de las hermanas, hijas, nietas, hombres solteros y muchachos jóvenes. A su vez, un clan es formado por una o algunas de estas unidades, ubicado en el sitio adecuado en el círculo de la aldea.

Nombres panará

Los nombres panará son transmitidos por los hombres. Es el padre quien asigna un nombre al hijo y es la hermana del padre, o algún pariente femenino del clan del padre, quien asigna un nombre a la hija. Los hombres dan a sus hijos sus propios nombres, o los nombres de sus hermanos u otros parientes. Todo el mundo tiene por lo menos dos nombres, algunos hasta una docena. Todo nombre corresponde a algún antepasado y fueron los antepasados míticos quien dieron los nombres a los Panará y también a los animales, pájaros y peces.

Aunque existen mecanismos para la invención de los nombres, en general el sistema no admite tal cosa; un nombre verdadero es aquel de los antepasados, los suankyara, los “de antes”. El abanico de los nombres panará sugiere nada menos que una lista de todas las cosas del mundo. De esa forma, Tekyã es “canilla corta”; Kokoti, “hinchado”; Kyùti, “anta”; Pè'su, “castaña-del-Pará”; Nansô, “rata”; Sampuyaka, "Matrinchã" (literalmente “cola blanca”); Sôkriti, "hoja falsa” o “cosa que parece hoja”. El sistema de nombres afirma la sabiduría de los antepasados en relación con todo lo que existe, pues pone en circulación perpetua, a lo largo de las generaciones, los nombres del tiempo mítico de los primeros viejos.

Los acontecimientos de la vida en la aldea se organizan a partir de estas relaciones básicas.

Tradicionalmente, los muchachos viven con sus padres en la casa de la madre hasta los 12 o 13 años, cuando pasan a dormir en la Casa de los Hombres, según su mitad ceremonial. Después de algunos años en esta residencia, el muchacho establece relaciones estables con alguna muchacha y, paulatinamente, se incorpora a la casa de su futura esposa. Por otra parte, la relación del muchacho con su familia de origen es cortada en la estadía en la Casa de los Hombres y, a partir de ahí, empieza a constituir su propia familia al incorporarse a la casa del suegro, donde tendrá hijos. El matrimonio se consolida con el nacimiento de los hijos.

Las mujeres no solo indican la pertenencia a los clanes, sino que también son, efectivamente, las dueñas de la casas. Ahí viven con el marido, con las hijas y sus respectivos maridos y con los hijos hasta la madurez. Si el matrimonio monogámico termina – y puede terminar varias veces en la vida adulta – es el hombre quien sale de casa. Es común que los matrimonios se deshagan y que uno se case nuevamente unas cuatro o cinco veces.

Los panará, de la misma manera que otros grupos Jê con sus sistemas de clases de edad, usan los términos taputun (viejo) y twatun (vieja) para nombrar un ser plenamente adulto, lo que significa tener hijos ya casados, ser abuelo o abuela. Los yernos trabajan para los suegros y son responsables de preparar el cultivo a la mujer y su familia, además de traer caza y pescado para su propia casa y la casa de la madre. Los yernos también deben mostrar respecto por los suegros, una actitud formal de deferencia con la clase de edad de los viejos.

Los jóvenes (piàntui, muchacha nueva, y piôntui, muchacho nuevo) se ocupan del trabajo productivo: el cultivo, la caza, la pesca, la preparación de la comida. Los viejos cuidan de la organización y reproducción de las actividades productivas por medio de discursos en la plaza o en la Casa de los Hombres, además de la organización de los ritos. En estas actividades, los hombres ocupan un espacio privilegiado en los rituales y en los discursos formales. Ese rol preponderante se debe, en parte, al hecho de que son ellos los mediadores en las relaciones con el mundo fuera de la sociedad panará, que tradicionalmente ocurría en la guerra. La influencia de las mujeres viejas, a su vez, es efectiva en cualquier decisión que afecte la aldea como un todo.

Religión

Cosmología ritual

Las “corridas de tora” (competición en que dos equipos corren con un pesado tronco de buriti en los hombros) es la actividad ceremonial más importante, realizada en diversas oportunidades: en la fiesta de la pubertad femenina; después de expediciones guerreras; o simplemente por hacerla. Es la mayor demostración pública de fuerza y energía masculinas. Recomenzar la práctica de la “corrida de toras” dentro del Parque do Xingu tuvo un significado muy importante en la reconstrucción social de los Panará.

Durante muchos años, no construyeron la Casa de los Hombres bajo el argumento de que no había muchachos suficientes para eso. De hecho, solo la construyeron después de la última mudanza dentro del Parque, cuando se establecieron en la aldea del río Arraias. No por casualidad, en el mismo momento en que se sintieron capaces de hacer la Casa de los Hombres, también empezaron a intentar la recuperación de sus tierras.

Muchos rituales son realizados en función de una ocasión especial. Los chicos ya tienen sus orejas perforadas tempranamente; los muchachos, además de la oreja, se hacen perforar los labios. También se hacen escarificaciones en función del ritual.

En el orden cosmológico panará, la selva, los ríos, los igarapés (brazo estrecho o canal de río, característico de la cuenca amazónica y que corre entre la selva) y los lagos son fuente no solo de recursos materiales, sino que también constituyen la base del orden social. Los antepasados míticos, que dieron sus nombres a los Panará y al mundo, fueron seres “mezclados”, formados a partir de la combinación de animales y gente panará. Los muertos, en la aldea de los muertos, abajo de la tierra, creaban muchos animales que se les ofrecían a los vivos, para criarlos y matarlos en ritos de sacrificio destinados a equilibrar las relaciones de cambio entre clanes.

Economía

Actividades productivas

La economía tradicional de los Panará, antes del traslado al Parque do Xingu, estaba basada en una extensa explotación – pero ecológicamente equilibrada – de los recursos naturales. El sistema ceremonial ordenaba largas expediciones de caza, con grupos de hombres caminando por semanas en la selva, cazando y secando la carne para traerla a la aldea. En la estación seca, era común la dispersión de las aldeas en grupos más chicos para acampar en la selva, pescar, cazar y recolectar frutas.

La recolección de tacuara para fabricar flechas se realizaba en grupos grandes, que caminaban muchos días y también aprovechaban para buscar castañas. Cuando fueron trasladados de la región del río Peixoto de Azevedo para el Parque do Xingu, siguieron con las mismas prácticas, sin embargo las condiciones ecológicas del Xingu, por ser muy distintas de las del territorio de origen de los Panará, redujo mucho la variedad de sus alimentos.

Plantan maíz, papa, cará (tipo de tubérculo), varias especies de banana, mandioca, zapallo y maní. En tierras fértiles del río Peixoto y del Iriri, las mismas bananeras dan frutos por años seguidos, mientras en el Xingu cada año era necesario plantar nuevas mudas. La dificultad del trabajo sin herramientas de acero se solucionó con la adquisición de cuchillos, machetes y hachas. La fascinación por estos instrumentos llevó los Panará a atacar el inglés Richard Mason en 1961, a buscar la Base Aérea del Cachimbo en 1967 y a aceptar el contacto con Cláudio Villas Bôas en 1973. Cuchillos y cuentas eran los únicos despojos llevados de los enemigos muertos en las guerras con los Kayapó. En el primer momento de contacto con los blancos, los Panará ganaron diversas hachas de acero y tiraron las suyas, de piedra, al río.

La pesca es practicada tanto durante el periodo de inundación como el de seca. Las técnicas de captura de los peces varían de acuerdo con el nivel de agua: timbó (un tipo de liana) cuando el nivel del agua está bajo y arco y flecha cuando hay inundación. La caza es la actividad masculina con más prestigio. El anta, el macaco-prego (“mono-tornillo”), el macaco-aranha (“mono-araña”), paca, jacu (especie de ave del género Penelope), mutum (otro tipo de ave gallinácea) y otros gallináceos son abatidos con arco, flecha y porra.

Es el gran conocimiento de los animales y del ecosistema – más que la fuerza o la tecnología utilizada –el que garantiza los buenos resultados de estos emprendimientos. Como recolectores, los Panará valoran mucho las diversas calidades de miel que recogen – consumido puro, mezclado al açaí (fruto de una especie de palmera) o diluido en agua. También aprecian el mamón bravo, cupuaçu (fruto de árbol similar al árbol de cacao), cacao salvaje, anacardo, frutos de varios tipos de palmera (buriti, tucum, macaúba, inajá), mangaba (fruto de la Hancornia speciosa Gomes), pequi (fruto de la Caryocar brasiliense) y la importante castaña-del-pará, recolectada entre noviembre y febrero, justo en el periodo en que los cultivos ya fueron sembrados pero todavía no están listos para la cosecha.

La subsistencia está organizada en función de las relaciones sociales entre los Panará. En el trabajo cotidiano de cada familia nuclear, la mujer cosecha la mandioca o otras plantas del cultivo, mientras el hombre caza o pesca. Esa división de funciones produce una suerte de ciclo que culmina en la preparación de un ritual trascendente. En este ciclo, toda la fuerza de trabajo colectivo es movilizada por pedidos complejos y prestaciones mutuas de servicio entre los clanes, que terminan con la preparación colectiva de una gran cantidad de mandioca o maíz – alimentos que complementan la caza colectiva que puede durar semanas. Al final de la ceremonia, todos preparan un inmenso paparuto (masa de mandioca o maíz rellena con carne, envuelta en hojas de bananera y asadas en un horno de suelo) – lo que se come todos los días – para dividir entre los clanes y ser consumido colectivamente. No tener caza significa, a largo plazo, la disgregación de la arquitectura social.

El cultivo, igualmente, es un espacio altamente socializado, además de ser un campo de trabajo material y social fundamental. Parte de ahí la explicación de la forma geométrica de los cultivos que tanto sorprendieron los integrantes del Frente de Atracción de la Funai. El diseño circular del campo de cultivo, con ciertas plantas en la periferia y líneas cruzadas de bananeras o maíz que cortan el centro, es una reproducción parcial del espacio de la aldea, con oposición entre centro y periferia y los mismos conceptos de espacio que orientan la pintura corporal y el corte de pelo en función del sistema social. El crecimiento del maíz y del maní son referencias temporales para los ritos de perforación de las orejas, del labio inferior de los hombres y de la escarificación de los muslos, que a su vez se articulan con el ciclo de intercambio entre los clanes.

La cuestión de los recursos naturales es definitiva para comprender porqué era un problema para los Panará vivir en el Parque do Xingu. Según su argumento, no solo estaban en territorio ajeno, sino que la tierra era pobre. En el Parque, hay menos caza disponible de lo que había en el río Peixoto de Azevedo, algunas frutas importantes de la recolección no existen – incluso la castaña –, la tierra es menos fértil y los cultivos rinden menos. Mientras vivieron en el Xingu, los Panará no se cansaban de repetir que la sociedad que formaron allí era un simulacro, una versión reducida, inferior y empobrecida de la sociedad como había sido antaño en el territorio tradicional del río Peixoto de Azevedo.

Fuentes