Valle de Hecho

Valle de Hecho
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Municipio de España
EntidadMunicipio
 • PaísBandera de España España
 • ProvinciaFlag of Huesca (province).png Huesca
 • ComarcaLa Jacetania
Población (2011) 
 • Total960 hab hab.
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Rincón cheso.

Valle de Hecho, también conocido como Valle de Echo. Es una villa y municipio español ubicado en la Comarca de La Jacetania, en la provincia de Huesca. Atravesando de norte a sur por una de las dos ramas que dan nacimiento al río Aragón, denominada Río Aragón Subordán -por bañar al primitivo poblado Suburicum-, el valle de Echo, llamado la Val d´Echo por sus vecinos, encierra uno de los más bellos y sorprendentes parajes del Pirineo aragonés. Su término municipal, formado por la unión de cinco núcleos, Siresa, Echo, Urdués, Embún y Santa Lucía (este último a orillas del río Veral en el valle de Ansó), comprende una serie de variantes geográficas que van desde las altas cumbres hasta donde se abre la feraz huerta de Embún. Población: en 1.485 hab. en 1980, 980 hab. en 1991; 960 hab. en 2011.

Prehistoria y Arqueología

Echo conoció una cultura megalítica de la que quedan numerosos vestigios en el valle, al igual que queda la calzada romana del Itinerario de Antonino. Existen otras muestras arqueológicas, como algunas necrópolis medievales entre las que destaca la situada al norte, en las inmediaciones del casco urbano (en la llamada Coroneta del Cebadero), con abundantes tumbas de losas y lajas bien terminadas, algunas de las cuales se han destruido por construcciones recientes. Eran conjuntos posiblemente altomedievales.

Características arquitectónica

La identificación con la naturaleza que siempre han sentido las gentes del valle, reacias a la especulación como buenos montañeses, ha salvado al paisaje de las apetencias urbanísticas que tantos otros panoramas han desfigurado en los decenios desarrollistas de 1960 y 70. La esencia de la Val d´Echo sólo ha sido cuidadosamente modificada para servir a sus habitantes: se han abancalado campos de cultivo, con sus muros de piedra construidos a lo largo de muchas generaciones; se han abierto caminos de herradura y posteriormente pistas forestales para atender a la ganadería y a la explotación maderera; se ha talado madera ajustándose a ordenamientos técnicamente planificados (la mayoría de las veces por el sistema de entresaca, para limpiar el bosque sin despoblarlo), y se ha trazado solamente una carretera que penetra en el valle de sur a norte terminando en la insólita Selva de Oza. Las construcciones rústicas aisladas o bordas, levantadas en los campos del valle para usos agrícolas y ganaderos, han guardado el estilo más puro de la arquitectura chesa, acentuando el carácter pintoresco del país. Sus paredes de piedra y sus peculiares cubiertas de teja plana fabricada en el valle se adaptan al ambiente de una forma total sin deshacer la armonía del paisaje.

Abundantes cresterías montañosas que rondan los 2.400 m. de altitud como Peña Forca, Agüerri, Sayéstico, Acher, y algunas más altas, como el Bisaurín, que roza los 2.700 m., o el Puntal de Secús, con más de 2.500 m., circundan la parte norte de la Val. Numerosos afluentes del Aragón Subordán dan acceso a otros valles y puertos transversales de sorprendente belleza, destacando el de Agüerri, La Reclusa, el de Escarrón o La Generosa, el mismo de Urdués y otros muchos desconocidos por el turismo.

Economía

Los abundantes recursos naturales han permitido durante largos siglos el mantenimiento de una economía cerrada y autosuficiente muy apropiada para el desarrollo de una planificación modelo de aprovechamiento integral socio-económico que puede servir de complemento a la normativa urbanística. Se encuentran equilibradamente cubiertos los tres sectores básicos de la economía. En el primario existe una variada ganadería de vacuno, caballar y lanar que encuentra su medio idóneo tanto en los altos pastizales como en la estabulación de las zonas agrícolas con prados fértiles en un secano fresco y más todavía en las tierras feraces de regadío; el valle cuenta con un sistema de canales que discurren a una cota de altitud importante a ambos lados del río y paralelos al mismo, proporcionando 400 Ha. a su Comunidad de Regantes para el cultivo de una amplia gama de productos de huerta y cualquier clase de forrajes; aparte de esas áreas regables, destaca sobremanera la magnífica zona hortícola de Embún, productora de los deliciosos boliches y de toda clase de hortalizas. También se cuenta con una magnífica reserva de canteras de mármol inexplotadas, que proporcionan la materia prima para las esculturas del Symposium de Echo y para los trabajos de cantería de las típicas puertas y ventanas; las fuentes de energía natural (cascadas, saltos) son susceptibles -sin necesidad de estropear el paisaje- de múltiples formas de aprovechamiento. En el sector secundario la economía del valle se mueve en torno a su industria municipalizada de explotación de madera, que ha contenido la emigración proporcionando medio de vida o ayuda económica a un elevado porcentaje de familias, tanto en trabajos de selva (tala y saca) como en el aserrado, transformación y transporte. Parte de la venta y despiece de los productos cárnicos se realiza en las carnicerías existentes en el valle; la matacía -o lo matapuerco, como se llama en el valle- era una costumbre ancestral (ya casi desaparecida) de casi todas las familias, que fueron capaces de crear un sabor y estilo propio debido a las magníficas condiciones del clima para la cura y secado de jamones y embutidos. Otra costumbre desaparecida, pero que hoy se trata de recuperar, fue la fabricación de quesos que practicaban la mayor parte de las familias de pastores y ganaderos. En el sector terciario, el turismo representa cada día más una gran fuente de riqueza generadora de numerosos servicios de hostelería y comercio, así como de un magnífico camping ubicado en la entrada de la villa de Echo. La caza, la pesca, el pintoresquismo de los pueblos, los vestigios arqueológicos y artísticos (entre los que destaca el gran monumento románico de San Pedro de Siresa, la calzada romana del puerto del Palo, lugar donde tuvo lugar la batalla de Roncesvalles según el desaparecido profesor medievalista Antonio Ubieto Arteta) y las bellezas naturales (perspectivas desde los altos picos, valles abiertos, desfiladeros como la incomparable Boca del Infierno, etc.) colaboran generosamente al desarrollo de esta riqueza proveniente de la civilización del ocio; los puertos de Diostesalve, Plandaniz, Foratón, Secús, Campanil, El Barcal y La Loma -dominados por los macizos de Bisaurín y Acher-, proporcionan unos campos de nieve perfectos para la práctica del esquí, sobre los cuales se han hecho numerosos proyectos sin que se haya decidido todavía su explotación comercial. Las pistas de esquí de fondo de Gabardito son las únicas que funcionan en la actualidad en este valle, junto a las vecinas de Linza (Ansó) y Lizara (Aragüés).

Esa economía cerrada que han tenido secularmente los habitantes del valle, no ha sido óbice para el desarrollo de un espíritu totalmente abierto, receptivo, amable e internacionalista, procedente tanto de la trashumancia ganadera de ciertos tiempos como de los contactos allende las fronteras con los pueblos de los valles franceses. Todavía se recuerdan y se narran apasionadamente numerosas historias y leyendas de unos tiempos, no muy lejanos, en que el contrabando formaba parte del costumbrismo y constituía uno de los alicientes emocionales acorde con el temperamento de los chesos.

Geografía

Valle occidental pirenaico, entre los vecinos de Ansó y Aragüés del Puerto, recorrido por el río Aragón Subordán, afluente del Aragón. Se trata de un valle fluvial que secciona transversalmente las series sedimentarias plegadas mesozoicas y eocenas de las sierras interiores del Pirineo, constituidas predominantemente por calizas y flysch margocalcáreo.

Precipitaciones: 1.300 mm. en Echo, disminuyendo gradualmente hacia el sur (Embún, 890 mm.). Temperaturas medias: 9,2° y 10,3° para Echo y Embún, respectivamente. La vegetación natural ofrece una gran variedad, siguiendo un escalonamiento en altura: praderas alpinas en el límite altitudinal del bosque, pino negro, bosque mixto de pinos y hayas y, en último término, el robledal; su degradación deja paso a un matorral presidido por el boj.

De las 23.375 Ha. de que consta el valle sólo 705 (el 3 %) son tierras de labor, dedicadas al cultivo de forrajeras o a los pequeños huertos de consumo familiar. La superficie no labrada se reparte así: forestal, 16.828 Ha. y 3.573 Ha. de prados y pastizales. Esta distribución de la superficie refleja la vocación forestal y ganadera del valle y las pocas posibilidades de la agricultura que se orienta fundamentalmente al autoconsumo familiar, o es subsidiaria de la ganadería, mediante la obtención de forrajes. La ganadería cuenta con 7.790 cabezas de ovino y 2.633 de vacuno.

Demográficamente presenta una tendencia regresiva, con un balance negativo de -36,6 % para el período 1940-78, año este último en que contaba con sólo 1.171 habitantes. A partir de los años ochenta el éxodo se frena, pero aun así en 1998 (con 980 habitantes) todavía sigue perdiendo más del 15 % de los censos con que contaba en 1980. Ello obedece a un crecimiento vegetativo negativo, consecuencia del envejecimiento que ocasionó el proceso emigratorio. Hoy, apenas el 14 % de la población tiene menos de 15 años mientras que los mayores de 65 superan el 22 %, siendo el reemplazamiento demográfico negativo; es decir, inferior a la unidad (0’95).

Hoy la cultura y economía tradicional agrícola-ganadera ha evolucionado hacia la terciarización, de tal forma que de los 354 ocupados censados en el Valle, más del 33 % lo hacen en el sector servicios, un 24 % en la agricultura y ganaderís, otro 23 % en la industria (especialmente en la forestal) y el restante 19 % en la construcción. La crisis de la agricultura y ganadería tradicionales así como el tardío desarrollo del turismo han hecho que este valle haya perdido población constantemente, sobre todo a partir de 1960. Como se ha indicado, el turismo, apoyado en el rico patrimonio natural e histórico-cultural, constituye uno de los principales potenciales para el desarrollo del Valle. El hecho de que los municipios que conforman la Mancomunidad de los Valles no se hayan visto tan favorecidos como otros valles del Pirineo Central (Valle del Aragón, Alto Gállego, Ordesa o el Alto Ésera) es el factor que ha permitido que esta Mancomunidad conserve en un buen estado dichos recursos. Estos recursos, entre los que destacan, la singularidad de su arquitectura popular, pueden ser planificados con la sensibilidad que no ha estado presente en aquellos valles donde el turismo se impulsó durante los años ochenta y principios de los noventa.

Geomorfología

Recibe el nombre de Echo el valle pirenaico drenado por el río Aragón Subordán, afluente del río Aragón en la Canal de Berdún. Como los valles próximos de Ansó y Canfranc, el valle de Echo se dispone transversal al conjunto de alineaciones de las sierras interiores del Pirineo, a las que atraviesa discordantemente. El valle comienza en el Bosque de Oza, alvéolo erosivo excavado en las arcillas del permotrías y sobre el que destacan altas cornisas calcáreas del cretácico, como las del sinclinal del Castillo de Acher. Aguas abajo de Oza el valle se encaja profundamente en foz en la denominada Boca del Infierno, entre los murallones de caliza de los macizos de Peña Forca y Bisaurín, ampliándose de nuevo en los materiales menos resistentes del flysch eoceno. Esta apertura del valle coincide con el tramo medio del mismo, en donde se ubica Echo y en el que se hallan los más interesantes vestigios del glaciarismo de Echo, con depósitos morrénicos correspondientes a morrenas laterales y frontales, hoy fuertemente disecadas por la actividad erosiva del río Aragón Subordán. La presencia de bancos de caliza dentro del conjunto del flysch explica el mayor estrechamiento del valle al sur de Echo, para ensancharse finalmente en el sector de Javierregay, ya en la unidad de la Canal de Berdún.

Fuentes