Vestimenta

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Concepto:Vestimenta, conjunto de prendas o atuendos personales utilizados en todas las culturas desde la prehistoria.


Vestimenta. Conjunto de prendas o atuendos personales utilizados en todas las culturas desde la prehistoria.

Vestimenta

La ropa (también llamada vestimenta, atuendo o indumentaria) es el conjunto de prendas generalmente textiles fabricadas con diversos materiales y usadas para vestirse, protegerse del clima adverso y en ocasiones por pudor ropa interior. En su sentido más amplio, incluye también los guantes para cubrir las manos, el calzado (zapatos, zapatillas y botas) para cubrir los pies y gorros, gorras y sombreros para cubrir la cabeza. Los objetos como bolsos y paraguas se consideran complementos más que prendas de vestir.


Factores determinantes de los diferentes tipos de indumentaria. El principal factor determinante del tipo de ropa en las diferentes épocas y lugares es el clima. En la evolución de la indumentaria también han influido los diferentes estilos o modas, los materiales y tecnologías disponibles, los códigos sexuales, la posición social, las migraciones humanas y las tradiciones.

El clima

Probablemente la ropa se desarrolló en un principio para protegerse o adaptarse al medio ambiente. En climas cálidos la ropa tradicional masculina y femenina es una indumentaria suelta y drapeada tipo saya. En los países árabes y africanos esta ropa suelta adopta la forma de túnica. Los habitantes de climas muy cálidos es raro que lleven ropas de más de dos capas. En los climas fríos es tradicional llevar vestidos cosidos y ajustados de varias capas para conservar mejor el calor del cuerpo. Estas dos tradiciones no se diferencian de forma clara al incluir ambas una capa exterior de abrigo como protección contra los elementos. En la cultura occidental la interacción entre estos dos estilos ha dado lugar a una historia del vestido más variada que en otras partes del mundo. En el mundo no occidental se ha mantenido la tradición antigua hasta la reciente llegada de la era industrial occidental y, con ella, su forma de vestir.

Tradiciones

El largo dominio de la forma de vestir egipcia y oriental fue sustituido por la ropa más desenfadada de griegos y romanos que dominaron el Mediterráneo durante siglos. Sin embargo, en las tradiciones occidentales solo ha influido de forma decisiva el estilo de vestir oriental.

Migraciones En el primer milenio de nuestra era las invasiones del norte y del este de Europa obligaron a los romanos a retirarse de la región mediterránea occidental. A medida que la influencia romana se fue debilitando, las tradiciones romanas (entre ellas las formas de vestir) fueron desapareciendo en Occidente.

Durante la edad media (c. 500-1500 d.C.) los estilos tradicionales grecorromanos se vieron sustituidos de forma radical en el Imperio bizantino (Imperio romano de Oriente) por las ropas más ricas y suntuosas de los musulmanes del Oriente Próximo. En Occidente los estilos de ropas cosidas y ajustadas de los habitantes del norte y este de Europa, que invadieron en sucesivas oleadas los restos del Imperio romano de Occidente, modificaron el estilo de vestir grecorromano de aquella época.

Asimilación de diferentes tradiciones en Occidente

Con la estabilización en el siglo VIII de las migraciones comenzó en Europa el proceso de asimilación de culturas y formas de vestir. La posterior expansión musulmana hacia el Imperio romano de Occidente y el sur de Europa influyó sobre la forma de vestir occidental. Sin embargo, las Cruzadas cristianas a Oriente Próximo en los siglos XI y XII, que introdujeron nuevos tejidos y nuevos conceptos de lujo en Europa, sí tuvieron un impacto mayor en las formas de vestir occidentales. En Occidente la indumentaria aristocrática y de ceremonia (en cierta medida vigente en la actualidad) se vio influida fuertemente por la ropa eclesiástica romana y la tradicional del Imperio bizantino.

Estilo y moda

Hasta hace algunos siglos solamente la aristocracia cambiaba de modo habitual su forma de vestir, mientras que la indumentaria del pueblo permanecía prácticamente invariable. Por otra parte, la historia del vestido ha podido reconstruirse en gran parte gracias a retratos, por lo general de personalidades que intentaban dejar constancia de su importancia posando con sus mejores y más impresionantes atuendos. Pero incluso entre la clase alta los vestidos eran lo suficientemente caros como para merecer ser cuidados, modificados y reutilizados de generación en generación. Los cambios radicales en la forma de vestir no eran frecuentes hasta que en los siglos XVIII y XIX la llegada de la Revolución Industrial abarató y simplificó la fabricación de telas y vestidos.

Antigüedad

El clima cálido e incluso tórrido de la cuenca mediterránea oriental obligó a los pueblos de esta región a llevar vestidos sueltos como los representados en los restos arqueológicos de las culturas de la época.

Egipto

El vestido básico de los antiguos egipcios era una especie de saya corta de tela alrededor de las caderas y sujeta en la cintura con un cíngulo o cinturón. Un manto, derivado posiblemente de una capa de piel, cubría los hombros. Durante una época se llevó una prenda larga denominada kalasaris que el hombre llevaba como falda sujeta en la cintura y la mujer sujeta al pecho con una tira o como traje largo a veces con mangas. El kalasaris y el manto (con diferentes formas, tejidos y formas de drapeado) se convirtió en el atuendo clásico de los antiguos egipcios. El pueblo llevaba un modelo más corto para trabajar, mientras que los nobles, los sacerdotes y los miembros de la familia real llevaban un modelo más largo que con el tiempo se fue haciendo cada vez más sofisticado en cuanto a pliegues y drapeados. La saya solo sobrevivió como atuendo de ceremonia.

Creta

Aunque sobre la civilización minoica de la isla de Creta existe poca documentación, se sabe que el traje que llevaba la mujer era único en el Mediterráneo. La saya del hombre era parecida a la de los egipcios, pero las elegantes faldas recogidas y anudadas y los ajustados corpiños de la mujer eran de una sofisticación única en el mundo antiguo, más parecidos a las formas de vestir occidentales de los últimos siglos que a las modas de aquella época en la región mediterránea.

Mesopotamia

Los primeros trajes sirios y fenicios, que han llegado hasta nosotros a través de las esculturas, evolucionaron en paralelo con el kalasaris del antiguo Egipto. Hombres y mujeres llevaban una gran pieza rectangular de tela, con una profusa ornamentación, que se envolvía alrededor del cuerpo y se sujetaba al hombro. Esta forma rectangular básica perduró durante muchos siglos, aunque existieron algunos modelos que llevaban aberturas para la cabeza y un brazo. La saya corta representada en algunas esculturas recuerda a la de los egipcios. Más al norte se llevaban prendas más complicadas y ajustadas al cuerpo, y mantos y sayas cortas anudadas a la cintura. También se utilizaba el cuero en el traje militar, posiblemente como protección. Los hebreos, asirios y babilonios vestían una especie de camisa hasta los pies cubierta por un manto o una prenda exterior semejante al kalasaris. Estas prendas, de aspecto rígido, estaban adornadas con flecos y borlas en los bordes y presentaban esquinas rectangulares o redondeadas. Una prenda exclusiva de Babilonia (hoy Irak) era el traje sacerdotal confeccionado con un gran triángulo de tela que se colocaba de forma que el borde con flecos quedaba en diagonal a lo largo del cuerpo y recordaba en cierta manera a un zigurat con rampas en espiral.

Los medas y los persas

Los primeros vestidos conocidos de las zonas más frías del mundo mediterráneo son los de los medas (612 a.C.) y persas (539 a.C.). Los persas llevaban calzones o pantalones con una túnica abierta sujeta con un cinturón. Estas prendas muy ajustadas, tal vez debido al pequeño tamaño de las pieles disponibles, eran llevadas por hombres y mujeres y siguieron utilizándose incluso después de la invasión del Imperio persa por los medas. Estos vestían trajes largos y amplios con mangas de boca ancha. El vestido color púrpura lo utilizó por primera vez en Persia la clase sacerdotal. Los trajes de los sacerdotes también reflejan la influencia de los pueblos conquistados de Mesopotamia, especialmente en cuanto al uso de telas rectangulares con borlas en las esquinas. Los persas también introdujeron en Occidente el gorro frigio de fieltro, a menudo con orejeras. Este tipo de prenda estuvo de moda por última vez en el siglo XVIII durante la Revolución Francesa con el nombre de ‘gorro de la libertad’. El estudio de la historia del vestido resulta de gran interés. Así, por ejemplo, en el Imperio romano el color púrpura se convirtió en el distintivo de senadores y emperadores y más tarde fue exclusivo de los trajes reales. La tradición de Oriente Próximo de ocultar la cara de la mujer tras un velo tiene su origen en una ley asiria del 1200 a.C. El traje tradicional del Imperio otomano y los vestidos clásicos de los árabes descienden de forma directa de los estilos del mundo antiguo.

Los griegos y los romanos

El origen del vestido tradicional de griegos y romanos no está claro. Los primeros habitantes de la parte occidental de Asia Menor y de la península griega llevaban una especie de calzas y una túnica con mangas similar al traje persa, lo que indica su origen más norteño. En las civilizaciones griega y romana se desarrolló un traje extremadamente sencillo y cómodo formado por el quitón, la clámide y el peplo. El quitón, la prenda base, era corto en el hombre y hasta los tobillos en la mujer. Estaba formado por un rectángulo de tela sujeto o cosido en los hombros y que se ceñía a la cintura con un cinturón o cíngulo. La clámide era una capa corta doblada o sujeta en un hombro que a menudo se llevaba como única prenda; era sustituida en invierno por un manto más largo, el himatión. La mujer vestía el peplo, la versión femenina de la clámide, que iba sujeto a la cintura y tapaba los tobillos. Con el paso de los años esta prenda se fue haciendo cada vez más suntuosa en cuanto a tejidos, colores y adornos.

Los primeros romanos llevaban la túnica, semejante a una camisa, y la toga, prenda característica de Roma que se mantuvo como traje oficial y de ceremonia a lo largo de la República y hasta finales del Imperio romano de Occidente. La toga, aunque similar a la clámide o al himatión griego, era una pieza de lana de forma oval mucho más amplia que estas, medía aproximadamente tres veces la altura de la persona, se doblaba a lo largo y se drapeaba de forma estudiada. En el Imperio de Occidente esta prenda llegó a quedar finalmente reducida a una tira de tela, la estola. La túnica (que sobrevivió bajo diferentes formas y cada vez con más adornos) y la estola fueron adoptadas por la Iglesia cristiana. La mujer llevaba una túnica larga que en principio era de lana y más tarde pasó a ser de algodón e incluso de seda, cada vez más sofisticada y recargada, y sobre ella, la estola drapeada cubriendo cabeza y cuerpo.

En el Imperio romano (excepto en la ciudad de Roma, donde estaban prohibidas por ley) se adoptó el uso de las calzas que utilizaron los pueblos conquistados del norte de Europa para protegerse del frío y como parte del atuendo militar. En esta época también se introdujeron los pantalones, prenda procedente del norte de Europa.

India antigua

La forma de vestir en la [[India], por su vinculación desde un principio a las castas, estaba perfectamente diferenciada. La saya o dhoti y el sari de las mujeres aparecen en esculturas del siglo II a.C. y se cree que ambos sexos llevaban prendas sujetas a la cintura y con la parte superior al descubierto. Los hombres llevaban turbantes y las mujeres lucían largos pañuelos a la cabeza y abundantes joyas. Esta forma de vestir permaneció invariable hasta la conquista musulmana de India en el siglo XII d.C.

China antigua

La seda, utilizada en China ya en el siglo XXVII a.C., prácticamente fue un monopolio nacional durante siglos. Este material, especialmente adecuado para el clima de Asia oriental de veranos húmedos, podía forrarse con pieles en los meses de invierno. Los escritos de Confucio del siglo VI a.C. incluyen referencias a las normas de vestir para, por ejemplo, recepciones oficiales o periodos de luto. Las primeras representaciones de vestidos chinos, de la dinastía Han (206 a.C.-220 d.C.), muestran trajes largos con amplias mangas y ceñidos en la cintura, así como chaquetas y pantalones para ambos sexos. El estilo chino de trajes cortesanos llegó pronto a Corea y Japón, avalado por el prestigio de esta civilización.

Historia del vestido occidental

Tradicionalmente la historia medieval comienza con la caída del Imperio romano de Occidente en el 476 d.C. Sin embargo, la transición de la época clásica a la medieval en la historia del vestido se hizo poco a poco. El Imperio bizantino se mantuvo durante otros 1.000 años con una clase alta que mantenía la túnica como prenda básica de vestir. En Occidente, las diferentes invasiones de pueblos del norte introdujeron los pantalones, las túnicas ajustadas y las capuchas, pero pasarían 300 años antes de que surgiese un estilo occidental documentado como resultado de la fusión de la forma de vestir romana y las maneras del norte de Europa. Durante este periodo solo en el Imperio bizantino existía riqueza y estabilidad política, premisas indispensables para que se produjera una continuidad de estilo y un corpus importante de documentación pictórica.

Bizancio

En el Imperio bizantino del siglo VI el cambio más notable respecto a la forma de vestir romana fue la introducción de los bordados, flecos, orlas y adornos de estilo oriental. Los emperadores romanos se habían convertido al cristianismo y en el Este el máximo poder lo ocupaban la Iglesia y el Estado, por lo que la indumentaria de la corte se hizo más seria y de apariencia cada vez más rígida. La creciente influencia oriental puede apreciarse en los trajes de corte. El cambio más claro fue la introducción del manto semicircular sujeto en el hombro derecho y más tarde el caftán persa y el traje asirio de manga larga. Ambos eran tal vez formas originales de la indumentaria de la corte rusa, que sufrió pocos cambios hasta la occidentalización del país a principios del siglo XVIII realizada por Pedro I el Grande.

La forma de vestir bizantina es única en la tradición occidental por haber evolucionado al margen del atractivo sexual o la utilidad. Los trajes de corte se confeccionaban según las pautas del libro de ceremonias imperial, y todos, desde el emperador hasta al funcionario de rango más bajo, vestían de acuerdo a este reglamento.

Principios de la edad media

Poco se conoce de los efectos que tuvieron sobre la forma de vestir europea los amplios movimientos tribales de principios de la edad media. Las primeras invasiones teutónicas supusieron la introducción de los pantalones en Roma. Los teutones, a su vez, adoptaron la forma de vestir romana, lo mismo que los galos y los bretones, al menos los más ricos. Las últimas invasiones parece que modificaron profundamente la forma de vestir de aquella época, pero no se conserva ninguna evidencia de ello. Los primeros ejemplares de vestido que se conservan datan de la época en que se sustituyó la costumbre romana de incinerar a los muertos por la de enterrarlos, época que además coincidió con una cierta estabilidad política. Cuando los carolingios dominaron gran parte de Europa y Carlomagno fue coronado emperador del Sacro Imperio Romano Germánico en el año 800 d.C., parece que se adoptó una forma de vestir relativamente uniforme en Europa. La indumentaria del emperador Carlomagno, importada casi con seguridad de Constantinopla, era muy semejante a la del emperador bizantino. A diferencia de aquel, Carlomagno solo lucía esta ropa en ocasiones oficiales. Su atuendo cotidiano, registrado por sus contemporáneos, consistía en una bajotúnica, una sobretúnica, con un ribete de seda de color, y calzones o pantalones sujetos en la rodilla, así como un manto semicircular sujeto en el hombro y forrado de piel en invierno y un bonete de tela.

Las pinturas de la época muestran a otros monarcas europeos con vestimentas similares. Las damas de la corte llevaban una túnica larga con la cabeza cubierta y encima una sobretúnica sujeta por un cinturón. Esta última a menudo llevaba adornos en el cuello, las mangas y el bajo. Un manto hasta los pies se sujetaba debajo del mentón y un velo ocultaba el cabello. Estas prendas formaban la indumentaria básica de la aristocracia europea de la edad media e incluso, aunque con algunos cambios, la de las clases bajas hasta el renacimiento a principios del siglo XIV. Carlomagno no utilizaba la capucha, prenda característica del pueblo, cuyos orígenes parece que se remontan a la edad del bronce y que se sigue utilizando hoy día principalmente en ceremonias y en climatologías adversas. A lo largo de los 300 años siguientes parece que la moda no cambió mucho, aunque se aprecia un mayor énfasis en realzar las formas físicas. La primera Cruzada, iniciada en el año 1095, fue el catalizador que produjo el cambio en la forma de vestir que marcaría la división entre principios de la edad media y la época románica.

Finales de la edad media: época románica y gótica

Con la invasión árabe en España y el suroeste de Francia, y la conquista normanda de Sicilia llegaron a Europa abundantes y diversos materiales orientales. Pero el gran cataclismo de la moda se produjo en el siglo XII con las Cruzadas. Los cruzados, hombres y mujeres, trajeron a su vuelta no solo nuevos tejidos como sedas, damascos y terciopelos de brillantes colores y complicadas tramas, sino también nuevos estilos. Las calzas sustituyeron a los pantalones y las prendas se adornaron con joyas, bordados y pieles.

Indumentaria masculina

Los hombres llevaban calzones y calzas (pantalones cortos y medias). Las longitudes de ambos fueron variando, y a finales del gótico las calzas eran tan largas que casi eliminan a los calzones. Hasta la llegada de los tejidos de punto, prácticamente desconocidos en la edad media, las calzas eran de lino o lana cosidas para que quedaran ajustadas. Resulta increíble que pudieran adoptar el aspecto suave (conseguido posteriormente con los tejidos de punto) que se observa en las pinturas de la época. En el siglo XII las calzas llegaban a la altura de medio muslo por debajo de los calzones cortos. En una época anterior los calzones de las clases altas eran más estrechos, y los de los trabajadores, más amplios, y ambos se sujetaban normalmente por debajo de la rodilla.

A principios del siglo XII la ropa era larga y la sobretúnica fue sustituida por el brial, prenda importada de Oriente. Todo, incluso las mangas, era largo, amplio y con una gran caída. A finales del siglo XII y durante el siglo XIII las prendas masculinas presentaban diferentes longitudes, amplitudes y adornos así como diferentes nombres para lo que básicamente era la misma prenda. Un cambio importante fue que la capucha pasó a ser una prenda independiente. Más tarde la capucha (con su extremo puntiagudo, el liripipe, y con una capa corta que caía sobre los hombros) se convirtió en sombrero. La abertura, destinada en principio a la cara, se echaba por detrás de la cabeza y el liripipe se pasaba alrededor de la misma a modo de turbante. Posteriormente la capucha se colgó por encima del hombro y se llevaba como emblema; su última manifestación fue la escarapela en el sombrero de librea del siglo XIX. Una derivación todavía más curiosa de la capucha es el apéndice cosido en la espalda de la toga del traje de abogado en Inglaterra, que data de la época en que los clientes dejaban caer monedas en el sombrero si pensaban que el caso podía ganarse.

En el siglo XIV la túnica se estrechó y acortó hasta adquirir un aspecto más ajustado, que evolucionaría hacia la casaca. Sobre ella todavía se llevaba la antigua sobretúnica pero adornada con un cuello, que recibió el nombre de cota. La hopa y la hopalanda, una prenda exterior de cuerpo entero, larga y con mangas anchas y acampanadas, se utilizó hasta finales del siglo XIV y se mantuvo durante los siglos XV y XVI formando parte del traje de los profesionales y de los ancianos e incluso hoy día se utiliza como traje académico y de la abogacía. La casaca evolucionó hacia una prenda totalmente confeccionada, y a menudo forrada, que sobrevivió bajo diversas formas como la prenda exterior básica masculina durante mediados del siglo XVII. Su derivación moderna es el chaleco. Indumentaria femenina

Las mujeres también adoptaron el brial y una capa oriental con mangas largas y amplias. El brial, confeccionado con un tejido fino fruncido o plisado, era una prenda amplia y con caída como la de los hombres. Las faldas eran largas hasta los pies, posiblemente como aislamiento del frío. Una nueva invención de esta época fue el corsé para realzar la figura femenina. Al final de esta época también surgió la moda de los vistosos tocados y velos hasta el suelo. Hasta el siglo XV las prendas de vestir femeninas, menos extravagantes que las de los hombres, eran ajustadas, con falda de campana y mangas estrechas. Por encima del vestido se llevaba una cota y encima una capa sin laterales. El cabello se ocultaba debajo de una toca, pañuelo que se envolvía alrededor de la cabeza y del cuello hasta el mentón. En tiempo frío y en actos oficiales se llevaba un amplio manto de campana o circular. Con el paso del tiempo los tocados se fueron haciendo cada vez más fantásticos y sofisticados. Al principio primó la anchura y más tarde la altura, alcanzándose resultados solo comparables a las altas pelucas y los tocados deliberadamente representativos de finales del siglo XVIII. En el siglo XIV las prendas de vestir femeninas se hicieron más ajustadas, como las de los hombres, y en el siglo XV, más complicadas y forradas. En este siglo se desarrollaron telares nuevos y más perfeccionados que dieron lugar a toda una nueva gama de tejidos, base de la rica y compleja indumentaria del renacimiento.

Renacimiento

Las prendas típicas del renacimiento se desarrollaron en Italia, de donde, a raíz de la invasión de Carlos VIII de Francia en 1494, se extendieron al resto de Europa. No está claro por qué la moda italiana, bastante más sencilla, se desarrolló de forma independiente al resto de Europa, pero parece probable que esto se debiera a su clima más cálido. La túnica de cuello bajo y la camisa en el hombre, y las capas igual de sencillas y también de cuello bajo en la mujer (denominada capa Julieta) ejercieron un efecto breve pero intenso en la evolución del vestido europeo en general. Hacia 1620 había desaparecido la sencillez, y la línea vertical de las prendas medievales fue sustituida por la línea horizontal del traje del renacimiento. Al tiempo que se producía este rápido cambio de estilo, irrumpió en Europa la moda del ‘acuchillado’. Esta tendencia, que probablemente tuvo su origen en el sur de Alemania y que perduró hasta el siglo XVII, consistía en unas aberturas semejantes a cuchilladas en el tejido exterior que dejaban ver una tela distinta por debajo.

Tal vez el desarrollo más interesante de esta época fuera la utilización, o al menos la exposición, de las camisas por parte de hombres y mujeres. Una vez que la camisa quedaba a la vista, tenía que ser adornada; los ribetes de encajes y volantes en cuello y mangas se convirtieron en menos de 50 años en gorgueras historiadas y almidonadas que estuvieron de moda durante otros 100 años. Estos cuellos, almidonados o no, evolucionaron hacia la chorrera. Durante el renacimiento el único cambio importante en la indumentaria masculina, aparte de una mayor ornamentación, fue el alargamiento de los calzones, que, como era normal, iban muy adornados por quedar a la vista. Por otra parte, la mujer fue luciendo unas prendas cada vez más restrictivas. A principios del renacimiento apareció un corsé largo y rígido en forma de cono, más largo por la parte delantera, que oprimía la anatomía de la mujer. Antes se había utilizado el corsé para realzar la figura pero nunca para distorsionar de tal manera las formas femeninas, ya que el pecho era obligado a sobresalir por encima del corsé. A partir de la Revolución Francesa (1789-1799) la moda varió enormemente pero la práctica de distorsionar la figura de la mujer persistió. Aunque la rigidez del corsé se vio algo aliviada al sustituirse las guías metálicas por huesos de ballena, la moda se hizo algo más incómoda por la costumbre de dar volumen a las faldas con la adición de armazones que podían ser desde bolsas de salvado hasta complicadas armaduras metálicas.

Aunque en el renacimiento las prendas básicas siguieron siendo las mismas que las de la edad media, el estilo relativamente natural fue sustituido por formas complicadas, encajes y forros que proporcionaban un aspecto de rigidez. Esto era, en parte, consecuencia del extremado formalismo de las cortes tradicionales de los Habsburgo del Sacro Imperio Romano, especialmente de la casa de Austria en España. Los escasos intentos por eliminar esta rigidez en la moda europea no fueron seguidos por la corte española, como lo demuestran las enormes faldas armadas de los retratos de la familia real del pintor barroco Diego Velázquez. El renacimiento supone un florecimiento cultural inmenso. La industria textil, estaba fuertemente ligada a la burguesía, por lo que desde ahora existirá una moda de y para las clases medias. El pañuelo fue el objeto que delimitó las clases sociales de la época. Los únicos que podían usarlo por ley, era la nobleza.

La moda empezó a adquirir mayor importancia, llegando a ser una preocupación de la adinerada burguesía. Las prendas se empezaron a considerar una inversión, dedicándole tiempo a su mantenimiento y reparación. El uso de camisa, jubón y justillo por parte de los hombres, y el uso de vestidos o faldas por parte de las mujeres, se volvió una constante hasta el siglo XVII.

Fuentes