Diferencia entre revisiones de «Yarará»

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La yarará sale a cazar cuando cae la tarde, que es la hora en la que abundan sus presas favoritas, los roedores -lauchas de campo, rata conejos, ratas coloradas y cuises pampeanos-, a los que puede rastrear mediante su "olfato" y cuyo paso nocturno acecha.  
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La yarará sale a cazar cuando cae la tarde, que es la hora en la que abundan sus presas favoritas, los roedores —lauchas de campo, rata conejos, ratas coloradas y cuises pampeanos—, a los que puede rastrear mediante su "olfato" y cuyo paso nocturno acecha.  
  
 
Periódicamente la yarará se desnuda de su piel. La epidermis se desprende poco a poco, ayudada por movimientos especiales, y acaba por caer. El período de la muda suele ir seguido de un incremento en la actividad de caza; la yarará debe resarcirse del desgaste que implicó el cambio.  
 
Periódicamente la yarará se desnuda de su piel. La epidermis se desprende poco a poco, ayudada por movimientos especiales, y acaba por caer. El período de la muda suele ir seguido de un incremento en la actividad de caza; la yarará debe resarcirse del desgaste que implicó el cambio.  
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La yarará es, como todos los reptiles, poiquiloterma, o sea de temperatura variable, dependiente de la temperatura ambiental. La yarará, por sus hábitos crepusculares y nocturnos evita los rigores del día.Durante el día permanece oculta en refugios naturales, debajo de piedras, en huecos y hendiduras. En algunas zonas templadas, donde el invierno es bastante riguroso, recurre a la hibernación, ese modo de suspender en una especie de largo sueño todas las actividades vitales, reduciendo la vida a sus umbrales más bajos para así resistir el invierno.  
 
La yarará es, como todos los reptiles, poiquiloterma, o sea de temperatura variable, dependiente de la temperatura ambiental. La yarará, por sus hábitos crepusculares y nocturnos evita los rigores del día.Durante el día permanece oculta en refugios naturales, debajo de piedras, en huecos y hendiduras. En algunas zonas templadas, donde el invierno es bastante riguroso, recurre a la hibernación, ese modo de suspender en una especie de largo sueño todas las actividades vitales, reduciendo la vida a sus umbrales más bajos para así resistir el invierno.  
  
La yarará pasa esos largos meses de ayuno en algún escondrijo natural o bien en cuevas abandonadas a menudo por los roedores.  
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La yarará pasa esos largos meses de ayuno en algún escondrijo natural o bien en cuevas abandonadas a menudo por los roedores.
  
 
== Biología general ==
 
== Biología general ==

Revisión del 12:34 14 jul 2014

Víbora de la cruz
Información sobre la plantilla
Yarayadelacruz1.jpeg
Víbora agresiva y precisa, poseedora de un veneno enérgico y eficaz.
Otros nombresYarará
Clasificación Científica
Nombre científicoRhinocerophis alternatus
Reino:Animalia
Filo:Chordata
Clase:Sauropsida
Orden:Squamata
Familia:Viperidae
Género:Rhinocerophis
Hábitat:Regiones del sur y centro del Brasil, sur de Paraguay, Uruguay y Argentina
Yarará. Víbora agresiva y precisa, poseedora de un veneno enérgico y eficaz. Es considerada una especie típica y de amplia dispersión que abarca ciertas regiones del sur y centro del Brasil, sur de Paraguay, Uruguay y Argentina. También es conocida como Víbora de la cruz.

Características morfológicas

Mide hasta cincuenta centímetros de longitud y presenta una coloración marrón pálido en el dorso con grandes manchas cuadradas marrón oscuro con reborde negro, a veces, alternadas formando zigzag. Ventralmente amarillentas manchadas de marrón.

El cuerpo es grueso, deprimido, con cuello marcado y cabeza subtriangular ancha. Se caracteriza por su hocico respingado, grandes supraoculares, escamas fuertemente carenadas en 23-25 hileras de escamas en la mitad del cuerpo. Presenta 149-160 escamas ventrales y 30-38 subcaudales divididas. La escama anal entera.

Ojos con pupila vertical. Frecuenta los suelos arenosos, médanos y pedregales, las vizcacheras o los salitrales con alguna vegetación. Llega hasta los dos mil metros sobre el nivel del mar.

Es algo torpe cuando se desplaza por suelos arenosos, y utiliza, generalmente, el movimiento lineal por contracciones ventrales. Es ovovivíparo y puede tener de quince a cuarenta crías, que al igual que todos los ofidios abandonan al nacer.

Descripción

Color de fondo pardo castaño de tonalidad variable que, según el individuo, puede ser claro o muy oscuro. Exhibe, a cada lado de su cuerpo, una serie de 24 ó más manchas, redondeadas dorsalmente, que pueden oponerse o alternarse con las del lado opuesto. Dichas manchas, castaño oscuras o casi negras, presentan un fino trazo blanquecino que las bordea. Desde su extremo inferior hacia arriba avanza una inscripción cruciforme más clara, dando a cada mancha el aspecto en "C" de un tubo de teléfono de los antiguos. Más ventralmente, aparece una serie de grandes lunares castaños, bordeados de oscuro. Sobre la cabeza, de fondo castaño oscuro, se advierte un diseño de líneas angostas blanquecinas en forma de ballesta y, ocasionalmente, una pequeña cruz. Una línea transversa une los ojos. La zona gular presenta dos bandas longitudinales oscuras que, naciendo en el mentón, divergen hacia atrás, sustituyéndose en la zona del cuello por una banda media. El vientre, de fondo crema, está salpicado de pequeñas manchas oscuras.

Dimensiones

No supera normalmente 1.5 m de longitud total.

Reproducción

Es vivípara, la hembra pare entre 4 y 23 ejemplares, principalmente entre los meses de marzo y de mayo.

Actividad

La yarará sale a cazar cuando cae la tarde, que es la hora en la que abundan sus presas favoritas, los roedores —lauchas de campo, rata conejos, ratas coloradas y cuises pampeanos—, a los que puede rastrear mediante su "olfato" y cuyo paso nocturno acecha.

Periódicamente la yarará se desnuda de su piel. La epidermis se desprende poco a poco, ayudada por movimientos especiales, y acaba por caer. El período de la muda suele ir seguido de un incremento en la actividad de caza; la yarará debe resarcirse del desgaste que implicó el cambio.

La yarará es, como todos los reptiles, poiquiloterma, o sea de temperatura variable, dependiente de la temperatura ambiental. La yarará, por sus hábitos crepusculares y nocturnos evita los rigores del día.Durante el día permanece oculta en refugios naturales, debajo de piedras, en huecos y hendiduras. En algunas zonas templadas, donde el invierno es bastante riguroso, recurre a la hibernación, ese modo de suspender en una especie de largo sueño todas las actividades vitales, reduciendo la vida a sus umbrales más bajos para así resistir el invierno.

La yarará pasa esos largos meses de ayuno en algún escondrijo natural o bien en cuevas abandonadas a menudo por los roedores.

Biología general

La primavera desencadena el proceso reproductivo. La cópula está precedida de un complejo ritual de acercamiento, una especie de danza nupcial en la que macho y hembra se enfrentan, elevando el cuerpo, meciéndose y tocándose largamente.

La yarará, como algunas otras víboras, es ovovivíparas, es decir que su sistema de reproducción es una combinación de oviparismo y viviparismo. Los huevos contienen el alimento que necesita el embrión para desarrollarse y no hay ninguna conexión entre éste y la madre, a diferencia de lo que sucede en el caso de los vivíparos. Sin embargo, el desarrollo de ese embrión no ocurre fuera de la madre sino dentro de sus oviductos.

Como la permanencia en el interior del cuerpo de la madre los mantiene al abrigo de todo accidente o agresión externa, los embriones no necesitan la fuerte protección del cascarón y se desarrollan dentro de una membrana transparente.

La hembra da a luz un viborezno aproximadamente cada diez minutos, hasta completar un número de entre doce y dieciséis crías de alrededor de treinta centímetros de largo. Cada una nace envuelta en esa membrana transparente pero ya perfectamente formada, y rompe de inmediato la protección que la recubre. A los veinte minutos de nacer los viboreznos son capaces de desempeñarse solos. Sus colmillos ya contienen veneno, su actitud es agresiva y son muy capaces de cazar y engullir una presa pequeña.

Hábitat y alimentación

Las presas más frecuentes de la yarará son los roedores, principalmente la laucha de campo, la rata conejo, la rata colorada y el cuis pampeano. Su principal depredador es la luta o mussurana, aunque también se alimenta de halcones y la cigüeña común, víboras, culebras, lagartijas, ranas, moluscos, cangrejos, insectos, langostas y una variada serie de peces de agua dulce. Se constituye así una dieta de amplio espectro, cuyos componentes varían de acuerdo con la disponibilidad de los mismos a lo largo del año o según las zonas.

Beneficios para el hombre

La yarará es, sin duda, temible para el hombre, y sin embargo, sería un error considerarla su enemiga. Dentro de su ecosistema es una importante controladora de la población de los roedores, especies sumamente prolíficas que, sin esos adecuados controles naturales, acarrearían notables perjuicios a la vegetación en general y, particularmente, a la agricultura.

Fuente