Étienne Bonnot de Condillac

Étienne Bonnot de Condillac
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Étienne Bonnot de Condillac, pensador francés de la Ilustración
NombreÉtienne Bonnot de Condillac
Nacimiento30 de septiembre de 1714
Grenoble, Bandera de Francia Francia
Fallecimiento3 de agosto de 1780
Nacionalidadfrancesa
Ocupaciónpensador, sacerdote católico
Obras destacadas«Tratado de los sistemas, en que se descubren defectos y virtudes de éstos»
«Tratado de las sensaciones»

Étienne Bonnot de Condillac. Pensador francés de la Ilustración, natural de Grenoble, sacerdote católico; con sus trabajos contribuyó a socavar la ideología clerical. Seguidor de Locke en teoría del conocimiento. A diferencia de este filósofo, negaba la existencia de la «reflexión», segunda fuente de conocimientos, aparte de las sensaciones. Sin embargo, el no comprender el carácter que posee el nexo de las sensaciones con los objetos exteriores y el exagerar el carácter subjetivo de éstas, llevaron a Condillac al idealismo subjetivo. Según Condillac, las sensaciones son provocadas por los objetos externos, pero no tienen nada de común con ellos. Ahora bien, como quiera que la razón se halla relacionada con el mundo exclusivamente a través de las sensaciones, resulta que su objeto no es el mundo objetivo, sino el conjunto de las sensaciones. No obstante, el sensualismo de Condillac se contraponía al idealismo de Leibniz, a toda filosofía especulativa; Condillac ejerció gran influencia sobre el materialismo francés del siglo XVIII. Trabajos fundamentales: «Tratado de los sistemas, en que se descubren defectos y virtudes de éstos» (1749), «Tratado de las sensaciones» (1754) y otros.[1]

Síntesis biográfica

Nacido en Grenoble. Estudió en Lyon con los jesuitas, en Saint-Sulpice y La Sorbona, y se ordenó sacerdote en 1740, pero sintiéndose más bien hombre de letras, se dedicó al estudio de la filosofía, impulsado por Jean Le Rond D'Alembert, primo suyo. Fue amigo de los ilustrados y él mismo fue un ilustrado, que difundió en Francia las ideas de Locke y se opuso al racionalismo.

Primeras obras filosóficas

Sus primeras obras filosóficas de importancia son Essai sur l'origine des connaissances humaines o Ensayo sobre el origen de los conocimientos humanos (1746) y Traité des systèmes o Tratado de los sistemas (1749). Pero su obra fundamental es Traité des sensations o Tratado de las sensaciones (1754), obra en la que sostiene que todos los conocimientos y todas las facultades humanas provienen de los sentidos exteriores o, mejor, de las sensaciones, por lo cual no hay ideas innatas.

El sensualismo de Condillac influyó y condujo al llamado materialismo francés del siglo XVIII. En 1758 es enviado a Parma por Luis XV, como preceptor de su sobrino Fernando de Borbón, hijo de los duques de Parma, y allí permanece hasta 1764 y escribe su Cours d'études pour l'instruction du Prince de Parme o Curso de estudios para la educación del príncipe, publicado en trece volúmenes entre 1768 y 1773. Allí hubo de aleccionar a María Luisa de Parma, futura reina de España por su matrimonio con Carlos IV. Algunos historiadores consideran que fue una influencia perniciosa sobre ella, a juzgar por las costumbres laxas (o libertinas) que ella tuvo después.

Aportes generales

Tratado de la sensaciones

El siglo XVIII lleva a Condillac a una filosofía donde todo el conocimiento depende de la sensación; pronuncia el Tratado de las sensaciones, en el que explica cómo el conocimiento está limitado por los sentidos. Negaba la existencia de la «reflexión», segunda fuente de conocimientos, aparte de las sensaciones. Sin embargo, el no comprender el carácter que posee el nexo de las sensaciones con los objetos exteriores y el exagerar el carácter subjetivo de éstas, llevaron a Condillac al idealismo subjetivo. Según Condillac, las sensaciones son provocadas por los objetos externos, pero no tienen nada de común con ellos. Ahora bien, como quiera que la razón se halle relacionada con el mundo exclusivamente a través de las sensaciones, resulta que su objeto no es el mundo objetivo, sino el conjunto de las sensaciones. No obstante, el sensualismo de Condillac se contraponía al idealismo de Leibniz, a toda filosofía especulativa; Condillac ejerció gran influencia sobre el materialismo francés del siglo XVIII.

1. Los conocimientos de nuestra estatua, limitada al sentido del olfato, sólo pueden extenderse a los olores. No puede concebir las ideas de extensión, de figura ni de nada que esté fuera de ella o fuera de sus sensaciones, ni tampoco las ideas de color, de sonido o de sabor. Con relación a sí misma, la estatua no es más que olores.

2. Si le presentamos una rosa, nuestra estatua es, con relación a nosotros, una estatua que huele una rosa, pero con relación a sí misma no es más que el olor de esa flor. En consecuencia, es olor de rosa, de clavel, de jazmín, de violeta, conforme a los objetos que actúen sobre su órgano. En una palabra los olores sólo son para ella sus propias modificaciones o maneras de ser, y nuestra estatua no podría creer que es otra cosa, ya que éstas son las únicas sensaciones de que es susceptible. No tiene ninguna idea de materia.

3. Que los filósofos a quienes parece tan evidente que todo es material se coloquen, por un momento, en lugar de la estatua e imaginen cómo podrían sospechar que existe algo que se parezca a lo que llamamos materia. No es posible mayor imitación en los conocimientos.

4. Por consiguiente, podemos estar convencidos de que bastaría aumentar o disminuir el número de sentidos para que formuláramos juicios enteramente diferentes de los que hoy nos parecen tan naturales; y nuestra estatua, limitada al olfato, nos permite formarnos una idea de la clase de seres cuyos conocimientos son los menos extensos de todos.

Aportes a la comunicación

Las probabilidades de que aparezca una ley de ese tipo aumentan si hacemos caso al juicio del filósofo Etienne Bonnot de Condillac, quien aseguró que “en los tiempos de mayor corrupción es cuando más leyes se dictan”. Bonnot de Condillac se hizo famoso, entre otras cosas, por sus aportes a la importancia de los sentidos. Para él, el hombre no es capaz de conocer nada sin sus sentidos o, dicho de otro modo, sus sentidos son las puertas del conocimiento. “Sin sus sentidos, el hombre es como una piedra; no se da cuenta de la existencia del mundo”, señalaba el pensador. Para ejemplificar su teoría, Bonnot de Condillac utilizó a las estatuas. “Una estatua de figura humana no es más que una piedra antropomorfa. Así es el hombre que no sabe utilizar sus sentidos”, sentenció (toda referencia a personas de nuestro medio corre por cuenta y responsabilidad del lector).”

Aporte a la redacción

Aportó también a la redacción de la siguiente manera: La claridad, destacó la importancia del lenguaje en el razonamiento lógico, al decir que “el arte de raciocinar se reduce al arte de hablar bien”, porque el orden de las ideas es la subordinación misma que hay entre los nombres dados a géneros y especies. Él abogó por un lenguaje claro, preciso y ordenado, inspirado también en las matemáticas. Alega que el lenguaje hablado se había desarrollado del lenguaje gestual y que ambos fueron invenciones que surgieron inicialmente de la simple asociación entre la acción y el objeto.

Citas

"Los hábitos arraigados siguen de pie aun después de haber desaparecido las necesidades que los formaron."
"La idea más perfecta que podemos formarnos de Dios es la de una primera causa independiente, única, infinita, eterna, omnipotente, inmutable, inteligente y libre, cuyo poder se extiende a todas las cosas."
"Una idea errónea que se arraiga en el corazón humano, es como una mancha de aceite; tarde o difícilmente se borra."
"El pensamiento es la principal facultad del hombre, y el arte de expresar los pensamientos es la primera de las artes."

Referencias

  1. Rosental M. y P. Iudin. Diccionario Filosófico. Ediciones Universo, Argentina, 1973, p. 78.

Fuentes