Apolinaria Vicet Vicet

Apolinaria
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NombreApolinaria Vicet Vicet
Nacimiento14 de febrero de 1902
Palma Soriano, Bandera de Cuba Cuba
Fallecimiento6 de agosto de 1988
Contramaestre, Bandera de Cuba Cuba
Residenciacubana
Nacionalidadcubana

Apolinaria Vicet Vicet (Surita). Residente en La Lata colaboró directamente con el Comandante Juan Almeida Bosque, brindó su casa para que en ella radicara la comandancia del Tercer Frente Oriental Dr. Mario Muñoz Monroy.

Biografía

Infancia y Juventud

Nació el 14 de febrero de 1902 en la trinchera perteneciente al municipio Palma Soriano. Hija de Prudencio; hombre fuerte de idea avanzada, que luchó en la guerra de independencia, su madre Guadalupe era ama de casa.
Desde muy pequeña tuvo que ayudar al sostén de la familia en la recogida de café y lavando ropa a la familia Cedeño que era de posición adinerada.

A los 28 años contrae matrimonio con Diógenes y de ese matrimonio nacen 6 hijos, 2 hembras y cuatro varones.
Esta joven mujer hace un esfuerzo muy grande para ayudar a su esposo a criar a sus hijos, eran condiciones difíciles, los niños pequeños y el padre trabajaban en la agricultura por lo que para aliviar la situación económica tan mala que afrontaba la familia, ella tuvo que dedicarse a procesar semillas de higuereta para extraer el aceite utilizando cáscaras de plátano, luego la vendía para que los vecinos la compraran para el uso de la cocina.

Era una madre sufrida, los niños se enfermaban con frecuencia a causa del ambiente en que permanecían mientras que ella recogía café, donde los más creciditos la ayudaban a la recolección con el cuidado de los más pequeños que descasaban en hamacas a la intemperie.

Apolinaria para ganarse 0.35 centavos debería recoger dos latas de café que a penas le alcanzaban para satisfacer las necesidades de los niños, tanto de alimentos como medicina, aunque su madre siempre la apoyo en todo lo que podía, pero fallece antes del triunfo de la revolución a los 120 años.

En 1940 Apolinaria se muda con la familia para Paso de las Minas (Cruce de Otero) que es donde nace su sexto hijo, al nacer este se separó de su esposo, aunque siempre le brindo ayuda material como emocional.
En el año 1944 Apolinaria se enferma de garganta, tenía cansancio y descaimiento la atendieron en la clínica del Dr. Miranda que era particular, donde este diagnosticó una operación urgente.

Esta, con la familia y vecinos fue trasladada a Santiago de Cuba a un Hospital de Emergencia donde fue operada sin ninguna complicación por ser pobre y negra tuvo que pagar mucho dinero. Luego de recuperada en 1953 se muda para La Lata reanudando la ardua tarea, de madre divorciada con seis hijos, los que no tuvieron la oportunidad de estudiar al igual que ella.
Surita, como cariñosamente la llamaban sentía una pena muy grande al ver sus hijos casarse jovencito sin tener la oportunidad de estudiar.

Ya en 1957 Manuel que era el menor tenía 15 años y la ayudaba en los quehaceres del hogar. Para que ella colaborara con los rebeldes, demostrando que la pobreza no era motivo para debilitar su conciencia humanista y revolucionaria.

Muerte

El día 6 de agosto de 1988 fallece con todos los honores, con la presencia del Comandante Juan Almeida Bosque y la bandera de la estrella solitaria que cubrió su féretro.
Hoy la historia del municipio guarda un lugar en el mausoleo a los mártires del Tercer Frente, un nicho donde reposan sus restos mortales para siempre.

Logros, contribuciones o aportes importantes

Su labor revolucionaria se consolida cuando el comandante Juan Almeida Bosque llega el 16 de agosto de 1958 de la ofensiva de verano después de haber participado con otras fuerzas rebeldes contra el Ejército Batistiano en el Primer Frente José Martí. Desde ese mismo momento Zurita, le brindó su casa para que radicara la comandancia del Tercer Frente ya que a él le gustó mucho ese lugar. Siempre que el regresaba de sus recorridos ella le brindaba café.

Ella fue para el Comandante Juan Almeida Bosque como una madre que conoció en Tercer Frente, pues a la verdad hacía tres años que no veía a su madre carnal. Esta valerosa mujer al oírlo le latió el corazón y dijo: yo tengo cuatro hijos varones y ahora el quinto eres tú.

Siempre brindó su ayuda conjuntamente con su hija Rosario (Titina) y su hijo más pequeño Manuel. Nunca sintió miedo ante el peligro, lucharon y vencieron, era una muestra de mujer cubana como Mariana y Celia, formó parte de la columna # 3 del Tercer Frente ayudando así a conquistar la victoria el 1 de enero de 1959.
Nunca fue olvidada por el Comandante, al transcurrir unos años le regala una casa en Maffo, municipio Contramaestre, donde se muda con algunos hijos y pasa una vejez tranquila y feliz como la merecía.

Testimonio de Apolinaria Vicet Vicet (Surita)

«Esa que está ahí es la cama de la virtud, ahí durmió el comandante Juan Almeida Bosque
Los que fundaron el campamento de La Lata fueron: Linito, Dioclesito y Rubén Beatón.
Un día llegó el capitán Leyva como a las cuatro de la tarde y Almeida llegó a las doce de la noche. Estaba Juan Almeida churroso fíjate que el verde olivo estaba blancuzo. Antes vino Linito, de ahí del campamento y me llama…«Sura... Sura…» Y le contesto: « ¿Qué tú quieres?» Me dice «Aquí en la tropa viene un compañero que no tiene hamaca, a ver si le encuentras un lugar donde dormir.» Ya los dos están parados en el corredor de la casa. Yo no sabía quien era. Linito tampoco me dijo nada. Abrí la puerta y dije: «Pase…, pase…, caballero, y siéntese.»
El compañero que traía Linito estaba todo flaquito, así haciéndose que se estaba durmiendo. ¡Figúrate, mi hijito gallina de guinea va a dormir! Estaba tranquilito, y cuando habló, dijo: «Hace cinco noches que no duermo.» Yo le dije: «Pobrecito, mi hijito, ahora vas a dormir.» Y como la sala queda frente al cuarto, él se sienta ahí, sin hablar con nadie. Mi «chinchosa» estaba nuevecita y tenía una sobrecama, la doblé para que se tapara. Cogí una sábana y una funda blanquita; le puse una toalla nueva, una palangana que tenía guardada, además un taburete, un jarro de agua y jabón; después le dije: «Ahí mi hijito…» No acabé de decirlo y ya el hombre aquel estaba ahí. Él no decía nada y yo no preguntaba tampoco.
Después que terminó se sonrió y me dijo: «Yo soy el comandante Almeida.» Y yo le dije: «!Ah carajo, con las ganas que tenía que fuera de día para conocerte!» Cuando supe que era Almeida, yo lo abrace.
Le gustó el lugar y el trato, y cogió mi casa para la comandancia. Por la mañana no había amanecido aún y ya la casa estaba llena de gente. De ahí se fue para casa de los Cedeños. Como el era así de repinchao, no quería ir, pero lo embullaron a desayunar allá. Después volvió, y cuando ya se iba yo le lleve café al «yipe».
Eso fue un miércoles. Al otro día yo fui a ver una hija mía que estaba de parto en La Maestra. Y la gente me dice por allá: «Surita, si tu vez tu casa, ¿no hay ni donde escupir? Cuando vengo el hombre flaco aquel cogió mi casa para él. Mi cama fue de él todo el tiempo que estuvo aquí. La ropa que trajo se estuvo lavando tres días para que cogiera color. Entonces se almidonó se le planchó y le dijo: «Comandante, aquí tiene su ropa». Porque Isabel (Timbales) le había mandado una muda de ropa buena, de calidad pero cuando el se puso el pantalón refunfuñó: «este pantalón es una mierda, yo no me hallo con esto.» Cuando volvió a ver la ropa que traía, se sonrió y dijo que le gustaba así. Entonces recuerdo que metió la mano en el bolsillo y nos regaló 13.00$.
El comandante decía que la madre que el conocía aquí era yo. Que hacía tres años que no había visto a su madre carnal, que en esos momentos su mamá era yo. Por eso creo que ese hombre me quería así. No nos conocíamos, nunca nos habíamos visto pero a la voz de un hijo… yo tengo tres hijos varones ¡tú sabes el dolor que me da, que un hijo te diga: «hace cinco noches que no duermo.» ¡Eso le late a uno! Por eso le dije: «Pobrecito, mi hijito, ahora vas a dormir.» Yo le di mi cama, y lo mismo dormía en otra camita, que en la hamaca, porque a mí me gusta dormir más en hamaca que en la propia cama. Por eso, mi hijito, mírala bien, esa que está ahí —señala para la cama —es la cama de virtud. Ahí durmió el comandante Juan Almeida Bosque.

Fuente