Batalla La Sierra

Batalla de «La Sierra»
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Fecha 239 a. C.
Lugar Desfiladero de «La Sierra», cerca de DjebelRessas (actual Túnez)
Resultado Victoria decisiva cartaginesa
Beligerantes
Cartago Aliados númidas Mercenarios y africanos rebeldes
Comandantes
Amílcar Barca Naravas Autarito† Spendios† Zarza†
Bajas
Desconocidas, escasas. más de 40.000 muertos

La Batalla de La Sierra (239 a. C.) tuvo lugar en el contexto de la Guerra de los Mercenarios. En ella, Amílcar Barca arrastró a los rebeldes, superiores en número, a un desfiladero conocido como «la Sierra», sitiándoles en su interior. Luego de la rendición de los generales rebeldes, el ejército de éstos fue pasado a cuchillo.

Preludio

En el año 239 a. C. Naravas, un noble de Numidia, inicialmente en las filas rebeldes, se unió a Amílcar con dos mil jinetes. Amílcar, superior en caballería y elefantes, comenzó una guerra de suministros que obligó a los líderes mercenarios a abandonar el sitio de Cartago, ante el peligro de convertirse ellos mismos en sitiados.[2] Tras replegarse a Túnez, un ejército mixto mercenario y africano, liderado por Spendios, Autarito y Zarza se puso de nuevo en campaña, en un número de cincuenta mil soldados, más de tres veces mayor que el ejército de Amílcar. La superioridad de éste en tropas ligeras, sin embargo, los obligaba a mantenerse en terreno accidentado, evitando los llanos. De este modo, comenzó una guerra de guerrillas en que Amílcar atraía a grupos de tropas aisladas, o conducía a emboscadas a los rebeldes aparentando disponerse para batalla campal, erosionando poco a poco al ejército rebelde. Finalmente, los condujo hacia un desfiladero conocido únicamente por el nombre que le da Polibio: «La Sierra», cerca de Djebel Ressas. El lugar donde aconteció esta acción recibe el nombre de La Sierra, por el parecido que tiene su geografía con dicho instrumento Polibio, Historia Universal Bajo la República Romana, Lib.I Cap.XXIII

La batalla

El sitio

El ejército cartaginés cavó fosos y trincheras a la entrada del desfiladero, encerrando a los rebeldes en su interior. Cuando los suministros de éstos finalizaron, se produjeron escenas de canibalismo. Al tiempo, la situación se hizo insostenible, los refuerzos que debían llegar de Túnez no aparecían, y se acabaron los cuerpos de los esclavos. Los rebeldes protestaron contra sus líderes, que decidieron entregarse a Amílcar.

El tratado

Los jefes mercenarios, Autarito, Spendios y Zarza, firmaron un acuerdo con Amílcar por el cual le era lícito a éste elegir a diez de entre ellos, que serían ejecutados. El resto serían desarmados y liberados. Hecho esto, el general escogió a los tres líderes como parte de los diez que mencionaba el tratado, junto a siete líderes africanos.

La masacre

Sin embargo, los africanos, al conocer la retención de sus jefes y desconociendo los términos del tratado, sospecharon que habían sido vendidos al enemigo, y se alzaron en armas contra los cartagineses que les cercaban. Amílcar ordenó la defensa y les rodeó con los elefantes y demás tropas ligeras, pasando a cuchillo a todos, en un número de cuarenta mil.

Consecuencias

El grueso del ejército rebelde fue destruido. La mayoría de las ciudades africanas, cuyos soldados habían caído en «La Sierra», regresaron al bando cartaginés. El libio Mathô quedaba como único líder de la rebelión, acuartelado en Túnez. Cartago reunió al penúltimo contingente y lo envió a sitiar Túnez, al mando de un capitán llamado Aníbal. La guerra parecía a punto de finalizar, aunque el fracaso del asedio hizo que se alargara en el tiempo.

Fuentes

241-237 a. C.: una Storia Politica e Militare. Collection de l’École Française de Rome, 211. ISBN 2-7283-0350-9.]]