Benito Remedios Langaney

Benito
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NombreBenito Remedios Langaney
Nacimiento1988
Municipio Bauta, Artemisa
FallecimientoFinca Pallares
NacionalidadCubana

Benito Remedios Langaney . Personaje radicado en Playa Baracoa. Benito Remedios Langaney, tristemente famoso.

Síntesis biográfica

Nació en el año 1888 en Bauta, en la finca Pallares. Su educación se limitó a lo que aprendía de sus padres, que eran isleños, muy dedicados a su finca, por lo que no tuvo muchos conocimientos escolares. Su niñez fue muy dura, desde muy temprano tuvo que ser carretero-naringonero de la Finca Baracoa, cercana a lo que es hoy el aeropuerto militar, que perteneció a los padres del Capitán de la Policía bautense en la Seudo República Luís Torres, dedicada al cultivo de la piña. Esta situación en su niñez quedó atrás, pues a partir del cultivo de esta fruta, por la década del 1910, comenzó a enrolarse en negocios varios que muy pronto le proporcionaron el título del “Zar de la piña” en Cuba. Su esposa se llamó Adelaida Oliva, y tuvo familia con ella.

Este hijo de isleños administraba bien su dinero; como buen avaro que era, seguía al pie de la letra aquello de que el ojo del amo engorda el caballo, y no hubo trato, negocio o trabajo en el que invirtiera, que dejara a merced de otro. Todo lo dirigía él mismo.

Así fue enriqueciéndose hasta que olfateó que la política de entonces le proporcionaría más dinero; no le importaba partidismo alguno, solo el que le aportara mejores dividendos; por el año 1926 se unió a Machado, y basándose en su dinero logró llegar a la Cámara de Representantes. Tal fue su alza económica que al término de la década del 20 mandó a construir un palacete en la Playa Baracoa, que estuvo ubicado al final del malecón de la calle Primera, que da al mar abierto, con piscina natural y todo.

Soltando plata, Benito Remedios alcanzó un escaño en el Senado en el año 1932, precisamente cuando Machado estaba en baja total, pues en el 33 fue derrocado, lo que interfirió en el destino de Benito que tuvo que emigrar a Estados Unidos y conformarse con la pérdida de muchas de sus propiedades, entre las que estaba el palacete de Baracoa, que fue saqueado, quemado y destruido por el pueblo.

Con el advenimiento del Jefe del Ejército Fulgencio Batista, Benito retornó a Cuba después de tres años de ausencia, no se postuló en el 1936 por estar aún frescas sus actividades machadistas. En el 1938 logró entrar a la Cámara de Representantes otra vez (soltando dinero, por supuesto), mientras seguía atesorando fortuna que invertía en la compra de más y más tierras.

En el 1944 se incorporó al Partido ABC, logrando en el 1946 llegar al Capitolio, pero al eclipsar ese Partido, sin rubor alguno, se pasó al Republicano, quedando como miembro de la Cámara en el período del 1950 al 54, período que no llegó a concluir, porque el 15 de Enero del 1952, en el cruce de Reina y Águila en la Capital, le indicó a su chofer, “Cheo Melena”, que parqueara en una Zona Restringida; después de parqueado el auto, se alejó para hacer algunas gestiones. Al regresar, encontró a su chofer discutiendo con un policía que le imponía una multa por parquear en Zona Prohíbida. Benito se encolerizó y, pistola en mano, zarandeó al agente gritándole que nadie podía multarlo porque él era Benito Remedios. Un golpe violento hizo retroceder al gendarme hasta chocar con una columna, que le propicio la muerte, Benito le iba a disparar, pero el policía fue más rápido.

Anécdotas relacionadas con este personaje

Cuentan que un día su auto se encangrejó en plena Carretera Central, al no poder arrancarlo le cayó a tiros...

También fue Representante de la Cámara durante muchos años; cuentan que pidió la palabra en el Parlamento en una sola ocasión y se la concedieron, todos aguardaron su estreno como tribuno; se irguió en su escaño, carraspeó, miró hacia ambos lados, balbuceó frases ininteligibles, y se sentó. Uno de los políticos presentes en baja voz dijo: “Benito pidió la palabra y la perdió…”. Sin embargo era elocuente en los hechos de compra y venta de votos, pues tenía una Divisa Electoral infalible y convincente: Lo que pagaba, lo rastreaba hasta el último kilo; no solo sabía lo que daba, sino que al final había que rendirle cuentas...

En el 1950, fueron a visitarlo 3 ó 4 caciques del barrio habanero de Colón, con el fin de garantizarle votos en la zona a cambio de cargos en el Gobierno... Benito respondió tajante: —“Cargos no. Díganme cuánto quieren”. Eran 500 sufragios y estaban cotizados a 10 pesos cada uno, por lo que tendría que dar 5000 pesos; pero solo dio 2500. “Los restantes, dijo, se los daré cuando aparezcan esos 500 votos...” Y solo aparecieron 300, por lo que saldó la cuenta con 500 pesos... Militó en el Partido Conservador en el Conjunto Nacional Cubano, en la Coalición Socialista Demócrata, en el ABC en el Partido Republicano... Bueno, se decía que cambiaba de filiación política con más facilidad que de camisa... Y un día confesó que “siendo legislador, me ahorro todos los impuestos”...

Este bautense también fue dueño del Central Azucarero Río Cauto en Oriente; de la Compañía Ganadera Adelaida; de 126 fincas situadas a todo lo largo de la Isla; de la Empresa piñera La Cubanita, siendo el mayor productor de la piña cubana y uno de sus más grandes exportadores, fue dueño de varias Haciendas Ganaderas en Las Villas y Camagüey, de Colonias de Caña de Azúcar, que rendían unos 25 millones de arrobas de caña por zafra... Y lo mataron por querer evadir una Multa de Tránsito. Su chofer fue el también bautense, testigo de la inusual muerte de su patrón. Cuentan que donde está hoy el Policlínico de Baracoa, existió el Club Náutico de este poblado. Benito que vivía cerca, mandó a su sereno, José de los Reyes Colomé, a que incendiara la casa para cobrar el seguro de esta, pero como el resto de las viviendas alrededor, unas 28, eran de guano, todo cogió candela, incluyendo el Club Náutico.

Fuentes

• Datos obtenidos del reportaje realizado por el periodista Ciro Bianchi Ross de Juventud Rebelde, y en entrevista al bautense Vinicio Pedro, entre otras investigaciones para el libro Catauro Bautense de los autores Ing. Omar Ríos y Dr. Eduardo Ordaz).