Bernardino de Sahagún
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Bernardino de Sahagún (1499-1590), eclesiástico y escritor español, considerado el padre de la antropología en el Nuevo Mundo.
Sumario
Bernardino de Sahagún
EL COLEGIO DE LA SANTA CRUZ DE TLATELOLCO
Nacido en la localidad de Sahagún (León), tuvo desde joven noticia del florecimiento que había alcanzado allí el monasterio benedictino de los santos Facundo y Metodio. Enviado a estudiar a la Universidad de Salamanca, se adentró en lo mejor del humanismo renacentista. Fue entonces cuando optó por ingresar en la Orden franciscana. Ordenado sacerdote, se embarcó con rumbo a México en compañía de otros franciscanos, en 1529. Apenas llegado, estableció contacto con indígenas de lengua náhuatl en la ciudad de México, Xochimilco, Tlalmanalco, valle de Puebla y, de modo especial, en Santiago Tlatelolco. Allí, desde 1533, comenzó a organizarse un colegio del que se derivaron significativas aportaciones culturales. En 1536, se abrió éste formalmente con el nombre de Colegio de la Santa Cruz de Tlatelolco. Entre los maestros que se asignaron a dicho establecimiento estuvieron los franciscanos Andrés de Olmos, Juan de Gaona o el propio fray Bernardino de Sahagún. Propósito principal del Colegio fue educar en él a jóvenes nahuas de las familias principales de la región central para que influyeran más tarde en sus respectivas comunidades. Por una parte, se transmitían allí a los indígenas las disciplinas del trivium y el quadrivium. Por otra, con la presencia de maestros indígenas, los estudiantes y los frailes se adentraban en materias como la farmacología tradicional, el arte de la pintura de los antiguos códices precolombinos y los textos portadores de la sabiduría moral de Mesoamérica. Hacia 1545 o 1546, al tiempo de la gran cocoliztli o peste que azotó al virreinato de Nueva España, Sahagún obtuvo testimonios de gran interés conversando con algunos ancianos en el Colegio. Preguntándoles verosímilmente qué hacían o a quién invocaban en caso de pestes, los ancianos le dieron a conocer una oración de gran dramatismo dirigida a Tezcatlipoca, que le imploraba misericordia. Así fue como dio principio fray Bernardino a sus indagaciones sobre la cultura náhuatl.
SAHAGÚN EN TEPEPULCO
Retirándose por algunos años del Colegio para trabajar en la evangelización de algunos grupos indígenas, retornó al mismo para proseguir su docencia y sus pesquisas. Hacia 1554 o 1555, hizo que sus estudiantes transcribieran la relación que algunos indios principales le dieron acerca de los hechos más destacados de la conquista. Ese texto, de gran dramatismo, sería incluido en su recopilación que se conoce como Códice Florentino. De ella proviene el núcleo principal de testimonios que integran La visión de los vencidos (reunión de textos escritos después de la conquista de México, a cargo del historiador Miguel León-Portilla). Unos cuantos años después, en 1558, recibió de su prelado mayor el mandato de reunir todo aquello que pudiera arrojar luz sobre las que describió como “cosas naturales, humanas y divinas” de los antiguos mexicanos. Para ello se trasladó al pueblo de Tepepulco, acompañado de varios de sus antiguos discípulos cuyos nombres conservó: Antonio Valeriano, Alonso Bejarano, Martín Jacobita, Pedro de San Buenaventura, Diego de Grado, Bonifacio Maximiliano y Mateo Ceverino. En Tepepulco se entrevistó con los principales indígenas, quienes le señalaron varias personas hábiles y experimentadas con quien pudo platicar para que le diesen razón de lo que quería saber. Sahagún llevaba consigo una minuta o cuestionario que abarcaba los grandes campos sobre los que buscaba información. Como él mismo señala, aquellos ancianos o principales que le fueron asignados le informaron por medio de pinturas, es decir, valiéndose de sus libros o códices que iban comentando delante de él. Sus estudiantes copiaron las pinturas y las declaraciones de ellas. Así reunió Sahagún un primer caudal de testimonios que luego habría de enriquecer. El propósito del fraile era proceder, según el mismo relata, al modo del médico que quiere curar a un enfermo. En este caso él y los otros frailes serían los médicos que, para erradicarlas, debían tener noticia precisa de las idolatrías, ritos, supersticiones, ceremonias y agüeros de los indios. El que procediera Sahagún con tal propósito ha sido objeto modernamente de diversas formas de crítica. Éstas son por una parte anacrónicas, ya que se están refiriendo a quien era un fraile del siglo XVI que había viajado precisamente para evangelizar a los naturales de Nueva España. Por otro lado, puede afirmarse que con el paso del tiempo, Sahagún llegó a interesarse directamente, y por su propio valor intrínseco, por la cultura indígena. Eso lo da a entender en varios lugares de su obra, como en uno en el cual expresa que de un discurso de los sabios indígenas aprovechará más que de los sermones que predican los frailes.
EL CÓDICE FLORENTINO
Después de dos años de pesquisas en Tepepulco, volvió al Colegio de la Santa Cruz en Tlatelolco. Allí repitió y amplió su investigación con los sabios indígenas que encontró. Una tercera vez volvió a inquirir y cotejar estando en el convento de San Francisco de México. Así, según él escribió, los testimonios recogidos pasaron por triple cedazo. El fruto de tan larga y bien planeada investigación fue un cúmulo muy grande de folios con pinturas y textos en náhuatl acerca de los distintos aspectos de la cultura material e intelectual de los nahuas: dioses, ritos, sacerdotes, fiestas, calendario, augurios, testimonios de la Antigua Palabra, conocimientos astronómicos, cosas humanas y de parentesco, costumbres de los señores, oficios, educación y crianza, medicina, comercio, alimentación, botánica, animales, metales y piedras preciosas, orígenes étnicos, himnos y cantares y una versión netamente indígena de la historia de la conquista. Bernardino de Sahagún, que dedicó gran parte de su vida a estos trabajos, experimentó no pocas contradicciones, algunas de ellas provenientes de sus hermanos franciscanos. Acusábanle algunos de incurrir en gastos muy grandes, pagando escribanos y empleando considerables cantidades de papel y tinta. Sahagún sometió entonces sus papeles al examen de varios religiosos para que dieran un dictamen acerca de ellos en el capítulo provincial de la Orden. En 1570, el provincial fray Alonso de Escalona recogió todos sus libros y éstos se esparcieron por toda la provincia. Fue así como otros, entre ellos el protomédico del rey español Felipe II, el doctor Francisco Hernández, pudieron aprovecharse de ellos. Recuperados dichos papeles gracias a la protección del visitador franciscano fray Rodrigo de Sequera, obtuvo el apoyo necesario para hacer una transcripción en limpio de cuanto había reunido. Fue así como se elaboró en el Colegio de Tlatelolco el que se llama hoy Códice Florentino, por conservarse en la Biblioteca Medicea Laurenciana de Florencia. El padre Sequera llevó consigo a España esos manuscritos sin que Sahagún alcanzara a saber dónde habían ido a parar. Por ese tiempo llegó también una real cédula de Felipe II, de fecha 22 de abril de 1577, en que ordenaba se le recogieran a Sahagún todos los papeles que aún tuviera en su poder con objeto de que fueran remitidos al Consejo de Indias, ya que no debía consentirse que, “persona alguna escriba cosas que toquen a supersticiones y maneras de vivir que estos indios tenían”.
PADRE DE LA ANTROPOLOGÍA AMERICANA
Sahagún dispuso otros trabajos, como el Libro de los coloquios, en el que al modo de una recreación prototípica se reconstruyen los diálogos que debieron tener los primeros franciscanos con los sabios indígenas sobrevivientes acerca de materias religiosas. La única obra que alcanzó a ver publicada fray Bernardino fue su Salmodia christiana, que vio la luz en México en 1583. De otro lado, editada en 1829 y 1830 en tres volúmenes por Carlos María Bustamante, apareció la Historia general de las cosas de la Nueva España, el monumental trabajo de Sahagún, compuesto por doce libros, que recogía todas sus investigaciones sobre el mundo precolombino en el área mexicana. Anciano ya, incluso más que octogenario, Sahagún no escapó a otros problemas, resultado de los conflictos internos entre algunos franciscanos de la provincia del Santo Evangelio de México. Todavía en los últimos años de su vida continuó revisando los papeles que a pesar de todo pudo conservar. El 5 de febrero de 1590 falleció en Tlatelolco. Por la metodología que diseñó y puso en práctica para el conocimiento de una cultura, por los testimonios que allegó tomando siempre en cuenta el modo de proceder indígena a base de las pinturas de sus libros y las lecturas o comentarios de ellos, por haber procedido con un enfoque crítico confrontando una y otra vez esos testimonios y, en suma, por haber propiciado una doble presentación de ellos, la original en lengua náhuatl y otra en español para comprensión de los europeos, fray Bernardino fue en verdad iniciador de las investigaciones antropológicas en el Nuevo Mundo.
Bibliografía
- Ballesteros Gaibrois, Manuel. Vida y obra de Fray Bernardino de Sahagún. León: Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1973. Obra de divulgación, con bibliografía escogida.
- León-Portilla, Miguel. Bernardino de Sahagún. Madrid: Ediciones Historia 16 y Quorum, 1987. Obra de divulgación, dotada de un cuadro cronológico y de una bibliografía seleccionada.
- León-Portilla, Miguel. Visión de los vencidos. En "Crónicas de América". Tomo 6. Madrid: Ediciones Historia 16, 1985. Un relato del choque cultural entre españoles e indígenas.
- Martínez, José Luis. El "Códice Florentino" y la "Historia General" de Sahagún. México, D. F.: Ediciones Archivo General de la Nación, 1982. Obra de divulgación, con bibliografía concisa.
- Sahagún, Bernardino de. Historia General de las cosas de Nueva España. En "Crónicas de América". Tomos 55a y 55b. Madrid: Ediciones Historia 16, 1990. Crónica indispensable, considerada de alto valor histórico y antropológico, editada con una buena bibliografía.
- Vicente Castro, Florencio y Rodríguez Molinero, José Luis. Bernardino de Sahagún, primer antropólogo en Nueva España (siglo XVI). Salamanca: Universidad de Salamanca, 1986. Obra que, además de su análisis biográfico, presenta una selecta bibliografía.