Cáncer nasal

Cáncer nasal
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Cáncer de las fosas nasales

Cáncer nasal. Se forma en los tejidos de los senos paranasales (espacios pequeños huecos de los huesos que rodean la nariz, inclusive la parte inferior de la frente, los pómulos y cerca y detrás de la nariz) o en la fosa nasal (el interior de la nariz desde los orificios nasales hasta la parte de la garganta entre la nariz y la tráquea). El tipo más común de este cáncer es el carcinoma de células escamosas (cáncer que empieza en las células planas que recubren el seno paranasal y la fosa nasal).

Cáncer de las fosas nasales y senos paranasales

Este tipo de cáncer se conoce también como cáncer del macizo facial y su sitio de implantación se encuentra en las fosas nasales y en las estructuras paranasales.

El macizo facial está constituido por los huesos maxilares superiores, nasal y malar, que determinan 4 bordes salientes: dorso nasal, reborde orbitario, pómulo y arcada dentaria, a cuyas diferentes elevaciones se debe una buena parte de la expresión y fisonomía facial.

Cuando se trata de tumores como estos, frecuentemente se sobrepasan los límites de los huesos anteriormente mencionados; resulta conveniente, para el estudio clinicoterapéutico, añadir como constituyentes del macizo, las masas laterales del etmoides y el unguis.

Una vez separado del cráneo el bloque óseo, se observa tanto topográficamente como con fines clínicos, 3 "pisos": inferior, constituido por el reborde alveolar y delimitado perfectamente por el muro de la apófisis palatina (infraestructura); medio, que contiene el seno maxilar y parte del etmoides, cuyo límite superior lo precisa el ángulo superior de la abertura nasal (mesoestructura); y superior, que contiene la región etmoidal, comprendido entre el límite anterior y que corresponde a la unión de la apófisis ascendente del maxilar con el hueso frontal (supraestructura).

Los tumores de la infraestructura ósea pueden ser a expensas del borde alveolar y de la mucosa que tapiza la cara inferior de la apófisis palatina, los de la mesoestructura serán etmoidomaxilares y los del seno maxilar y los tumores de la supraestructura, etmoidoorbitarios.

Desde el punto de vista de su estructura histólogica nos encontramos que los tumores epiteliales (carcinomas, adenocarcinomas y cilindromas) se observan con mayor frecuencia, mientras que los de la serie conjuntiva son menos frecuentes. Cuadro clínico los síntomas derivados de las neoformaciones malignas de las fosas nasales y de sus cavidades accesorias son muy escasos: si el tumor se ha extendido por la cavidad nasal, los pacientes refieren obstrucción nasal y epistaxis ocasional; en el período avanzado de la enfermedad se suele comprobar una secreción fétida y la pérdida de secreción olfatoria del lado correspondiente, y aparecen con frecuencia neuralgias en el área del nervio trigémino. Si el tumor se propaga y avanza e invade la órbita y la cavidad craneal, se produce la compresión del bulbo, el exoftalmos, las lesiones del nervio óptico (ambliopía y amaurosis), del motor ocular común y, por último, complicaciones intracraneales.

Diagnóstico

Cuando los tumores del macizo facial llegan a un período avanzado se diagnostican fácilmente por las deformaciones que producen en la cara: elevación de la mejilla con desaparición del surco nasogeniano, y propulsión e inmovilización del globo ocular. Estos tumores se caracterizan, en su inmensa mayoría, porque generalmente no producen metástasis y, en cambio, son propensos a reaparecer in situ.

El tumor del borde alveolar es fácilmente reconocible, pues infiltra y deforma la encía; frecuentemente comienza con el aflojamiento de una pieza dentaria, la cual, después de su extracción, deja ver los mamelones neoplásicos. La localización del tumor hace que el paciente no solo experimente molestias al masticar, sino que aprecie su enfermedad, por lo cual el diagnóstico precoz no ofrece dificultades.

El tumor de la bóveda palatina es, por lo general, una ulceración erosiva que no determina una infiltración apreciable, y que origina muy pocas alteraciones óseas en las primeras etapas de su evolución. Su aspecto es banal, casi inofensivo, y sin embar- go la biopsia en este tipo de lesión ha de practicarse siempre, pues con frecuencia seremos sorprendidos por los resultados. En los tumores etmoidomaxilares, la lesión se origina en la porción inferior del etmoides, no hay signos orbitarios, como no sea una ligera retención lagrimal. La rinoscopia anterior revela la presencia de una masa tumoral intranasal cuyos verdaderos límites descubre el examen radiográfico. En el seno maxilar los tumores evolucionan a veces silenciosamente y se acantonan durante bastante tiempo en la cavidad. En un período más avanzado, este tumor empuja las paredes del seno y las invade; así tendremos que al realizar la rinoscopia anterior se observa la procidencia del cornete y meato inferiores; el abombamiento óseo al nivel de la fosa canina es reconocible por el tacto del surco gingival.

En estos tumores el examen radiográfico es verdaderamente importante; en ningún caso se decidirá el tratamiento sin un estudio radiológico que permita apreciar los límites de la invasión ósea, sobre todo en los sitios que por su situación puedan escapar al examen clínico.

Esto permitirá conocer grandes destrucciones óseas al nivel del maxilar superior, en casos que aparentemente aparecen con lesiones moderadas.

Tratamiento

Mientras los tumores del macizo facial fueron tratados por la resección clásica del maxilar superior, los resultados inmediatos fueron poco satisfactorios y muy pobres los lejanos. Actualmente puede decirse que de los tumores del macizo facial solo se trata un pequeño número por cirugía; otra pequeña cantidad por radiaciones y, la gran mayoría, por la asociación radiaciones-cirugía.

Cáncer nasal

Cavidad nasal

La nariz se abre hacia la cavidad nasal, que está dividida en dos pasajes nasales. El aire circula a través de esos pasajes cuando se respira. La cavidad nasal descansa arriba del hueso que forma el paladar y se dobla hacia abajo para unirse a la garganta. El área que está justo adentro de los orificios nasales se llama vestíbulo nasal. Un área pequeña de células especiales en la parte superior de cada pasaje nasal envía señales al cerebro para que funcione el sentido del olfato.

Los senos paranasales y la cavidad nasal filtran y entibian el aire, y lo humedecen antes de que llegue a los pulmones. El movimiento del aire a través de los senos junto con otras partes del aparato respiratorio ayuda a producir los sonidos necesarios para hablar.

Fosas nasales

Anatómicamente, las fosas nasales son órganos accesibles al examen clínico, a diferencia de los senos paranasales (Los senos paranasales son pequeños espacios huecos ubicados alrededor de su nariz. Están recubiertos con células que producen moco, que a su vez impiden que se reseque su nariz. La cavidad nasal es el túnel que queda justo detrás de su nariz a través del cual el aire pasa en su camino hacia la garganta cuando usted respira).

Es por ello que la patología tumoral nasal, cuyo síntoma principal es la obstrucción o hemorragia, puede tener un diagnóstico temprano. Las otras cavidades mencionadas difícilmente dan molestias iniciales, se les conoce como silentes y el diagnóstico casi siempre encuentra lesiones avanzadas con compromiso de estructuras vecinas.

Constituyen el 0,2 % a 0,5 % de los tumores malignos del cuerpo humano (1-86-126), siendo el del seno maxilar el más frecuente. Los exámenes auxiliares son de suma importancia en el diagnóstico para precisar localización de enfermedad y su extensión. Los indicados son las radiografías de senos paranasales en posición de Waters y la Tomografía Axial Computarizada. La Resonancia Magnética y la Ultrasonografía no son indispensables.

En el examen sinusal del maxilar, se utilizan: la Sinuscopía con aparato de fibra óptica, que se introduce por el vestíbulo bucal superior, con anestesia local, que permite visualizar la cavidad y su contenido, y la Toma de Biopsia.

Estos avances han permitido que, con antelación, se haga el planeamiento operatorio, la extensión de resección quirúrgica y vías de abordaje.

En algunas ocasiones, la tomografía axial computarizada da información inadecuada, como lo se ha comprobado en un paciente de 26 años de edad con sintomatología de obstrucción nasal moderada, sin tumor macroscópico endonasal: ese examen auxiliar mostraba zona osteolítica del seno maxilar en su pared interna, piso de órbita y compromiso del seno etmoidal; sin embargo, en el acto quirúrgico, sólo se halló tumor fibroso benigno que ocupaba parte del seno, con paredes óseas íntegras.

Situación semejante ha sido publicada por Madjian, del Mount Sinai Medical Center de Nueva York, en un joven de 15 años con pseudotumor del seno maxilar.

La localización del tumor maligno en senos maxilares tiende, en su crecimiento, a manifestar signos importantes. Cuando se localiza en la parte superior y posterior, usualmente los signos son oculares, con proptosis ocular y prominencia de la región geniana. Cuando se desarrolla en la parte inferior y anterior, el tumor aparece en la bóveda palatina, surco vestibular y encía.

No existe factor causal conocido para el Cáncer de Fosa Nasal;e atribuye a sinusitis crónica, degeneración maligna de pólipos nasales o sinusales, fístulas oro-antrales crónicas, sin mayor sustento científico.

Las neoplasias malignas del etmoides (N.M.E.) son raras, se manifiestan con signos oculares (proptosis), secreción nasal purulenta o sanguínea, alteraciones del olfato por invasión de la lámina criboides, siendo éstos, signos y síntomas tardíos de una lesión avanzada. Como factor etiológico se ha atribuido la aspiración de vapores emanados de barnices, de sustancias sintéticas que usan quienes trabajan con cueros o en carpintería. Su base es estadística, mayor frecuencia en gente joven y en quienes se dedican a dichas labores.

El cáncer de la cavidad nasal y de los senos paranasales es poco frecuente. Los hombres están más propensos que las mujeres a tenerlo y la mayoría de los pacientes tiene más de 45 años. Quizás no se presenten síntomas al comienzo y luego se presentan similares a los de las infecciones. Eso significa que el cáncer pueda no encontrarse hasta que está avanzado, dificultando su tratamiento. Las opciones de tratamiento incluyen cirugía, radiación y quimioterapia.

Clasificación

Se hace desde dos parámetros; localización del tumor (esto es exclusivo de los senos maxilares) y desde el punto de vista histológico, que abarca a todos los senos paranasales.

Para la localización en los senos maxilares, se toma como referencia la línea de Ohngrens, que va desde el punto frontonasal hasta el ángulo del maxilar inferior y divide el compartimento sinusal en dos partes, el ántero-inferior o de infraestructura y póstero-superior o de supraestructura.

Esta clasificación es válida desde el punto de vista clínico y pronóstico; los tumores que asientan en el segmento ántero-inferior tienen síntomas y signos referidos a las fosas nasales (obstrucción, sangrado) y a la bóveda palatina (tumor en el techo de la cavidad bucal, aflojamiento de piezas dentarias, borramiento del surco vestibular superior). El pronóstico es favorable, pues la sintomatología es temprana y en su crecimiento no invade estructuras nobles y vitales.

Los tumores localizados en el segmento póstero-superior, tienen pronóstico sombrío, pues al crecer invaden órganos importantes como el globo ocular, el etmoides, lámina cribiforme, esfenoides y base del cráneo. Por su propia localización, los signos son tardíos y se manifiestan con proptosis ocular, sangrado nasal y aumento de volumen de región geniana.

En cuanto a la clasificación histológica, se puede afirmar que, mayoritariamente, son espinocelulares o epidermoides; siendo los del segmento ántero-inferior y nasal bien diferenciados y los del póstero-superior indiferenciados, esto como regla general.

El adenocarcinoma alcanza el 10% y se desarrolla a expensas de las glándulas salivales menores que tapizan los senos y mayoritariamente son de variedad adenoquística. Su tendencia agresiva es marcada y lo hace siguiendo las vainas nerviosas que le permiten invadir al cerebro; las metástasis son por vía sanguínea más que linfática.

Otros tipos

  • Melanoma: cáncer que comienza en las células que se llaman melanocitos, que son las células que dan a la piel su color natural.
  • Sarcoma: cáncer que comienza en un músculo o en el tejido conjuntivo.
  • Papiloma invertido: tumores benignos que se forman adentro de la nariz. Un pequeño número de ellos se convierte en cáncer.
  • Granuloma de la línea media: cáncer de los tejidos de la parte media de la cara.

Fuentes