Candidiasis Vulvovaginal

Candidiasis Vulvovaginal
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Se puede encontrar en la vagina de pacientes asintomáticas y es comensal en boca, recto y vagina.

Candidiasis Vulvovaginal. Se puede encontrar en la vagina de pacientes asintomáticas y es comensal en boca, recto y vagina. Se estima que el 75% de las mujeres que experimenta por lo menos una crisis de candidiasis vulvovaginal (VVC) durante su vida. Casi 45% de las mujeres tendrá dos o más crisis por año. Por fortuna, muy pocas se verán afectadas por una infección crónica recidivante. Candida albicans en la causa de 85 a90% de infecciones vaginales por levaduras. Otras especies de candidas, como C. glabrata y C. tropicalis, pueden generar síntomas vulvovaginales y tienden a ser resistentes al tratamiento. Las levaduras de género Candida son hongos dismórficos que existen como blastosporas, que son las encargadas de la transmisión y la colonización asintomática, y como micelios, que son resultado de la germinación de las blastosporas y que fomentan la colonización y facilitan la invasión tisular. Las áreas extensas de prurito e inflamación que se relacionan a menudo con la invasión mínima de las células epiteliales de la parte baja de vías genitales sugieren la existencia de una toxina o una enzima extracelulares que desempeñarían una función en la patogenia de esta enfermedad. Puede haber, además, un fomento de hipersensibilidad productor de los síntomas irritantes que acompañan a la candidiasis vulvovaginal, en especial en las pacientes con enfermedad recurrente crónica. Las pacientes con enfermedad sintomática suelen tener una concentración incrementada de estos microorganismos (104/mol) en comparación con las pacientes asintomáticas (103/ml). Los factores que predisponen a las mujeres al desarrollo de VVC sintomática son: inmunosupresión, sexo oral, píldora contraceptiva, promiscuidad, uso de antibióticos, embarazo y diabetes. Mediante un mecanismo que se conoce como resistencia a la colonización, los lactobacilos impiden la proliferación de los hongos oportunistas. La administración de antibióticos trastorna la flora vaginal normal, pues disminuye la concentración de lactobacilos y otros miembros de la flora normal, y permite por tanto la proliferación de hongos. Embarazo y diabetes se acompañan de una disminución cualitativa de la inmunidad mediada por células, que ocasiona una incidencia más alta de candidosis.

Síntomas

Diagnóstico

  • Los síntomas de VVC consisten en prurito vulvar acompañados de secreción vaginal que se parece, por sus características, al requesón.

La secreción puede varias entre acuosa y densa de manera homogénea. Puede haber dolor vaginal dispareunia, ardor vulvar e irritación. Puede ocurrir disuria externa (disuria por “salpicadura”) cuando la micción produce exposición del epitelio vulvar y vesicular inflamado a la orina. El examen revela eritema y edema de los labios y la piel vulvares. Pueden encontrarse lesiones pustulopapulosas periféricas definidas. Quizá la vagina se encuentre eritematosa y con una secreción blanquecina adherente. El cuello uterino tiene aspecto normal.

  • El pH vaginal en las pacientes con VVC suele ser normal.
  • Se encontrarán elementos micóticos, sean formas germinativas de levaduras o micelios, hasta en 80% de los casos. Los resultados de la preparación salina de las secreciones vaginales suelen ser normales, aunque puede encontrarse un incremento ligero en el número de células inflamatorias en los casos graves.
  • La prueba de olor es negativa
  • Se puede establecer el diagnóstico supuesto en ausencia de elementos micóticos comprobados al microscópio si el pH y los resultados de la preparación salina son normales. Se recomienda un cultivo de hongos para confirmar el diagnóstico.

Candidiasis vulvovaginal crónica

Un número pequeño de mujeres tendrá candidiasis vulvovaginal crónica recurrente. Estas mujeres presentarán síntomas irritantes persistentes en el vestíbulo y la vulva. El ardor sustituye al prurito como síntoma prominente en las pacientes que presenta VVC crónica. El diagnóstico debe confirmarse mediante microscopia directa de las secreciones vaginales y mediante cultivo de hongos.

¿Puedo prevenir la candidiasis?

Quizás tengas algunos hábitos cotidianos que pueden favorecer su aparición, como pueden ser: una alimentación muy rica en azúcar, vestir ropa de fibra sintética y apretada o el uso frecuente de productos jabonosos ácidos. Procura usar ropa interior de algodón, llevar una dieta sana y equilibrada y utilizar jabón neutro. Por otro lado si tienes predisposición a la candidiasis evita las piscinas excesivamente tratadas, ya que el exceso de cloro puede alterar tu flora vaginal. Después de cada defecación se debe llevar una limpieza cuidadosa del ano. Atención, la limpieza debe efectuarse de delante hacia atrás, jamás en sentido contrario, con el fin de evitar cualquier contaminación de vulva por microbios procedentes del intestino. Es aconsejable, cambiar diariamente la braga. Durante el periodo de menstruación las compresas usadas deben ser cambiadas con frecuencia. La protección más higiénica, aparte de los tampones internos, es la compresa desechable. Las compresas de algodón lavables no son aconsejables, ya que no ofrecen garantías higiénicas. La higiene cotidiana no necesita ninguna de las llamadas inyecciones de “limpieza”. Estas inyecciones alteran las defensas naturales del organismo y deben únicamente utilizarse por prescripción médica. No debe lavarse el interior de la vagina. Durante el tratamiento lave su ropa interior y toallas separadas del resto de la colada. Utilice programas de agua muy caliente. Utilice bragas de algodón o desechables, no de fibra sintética.

¿Cómo afectan las relaciones sexuales?

Aunque la candidiasis no es una infección de transmisión sexual, sí que se relaciona a una alta frecuencia de actividad sexual con la Candidiasis vulvovaginal. En la fase aguda de la infección es aconsejable evitar las relaciones sexuales y durante el tratamiento se recomienda el uso de preservativos.

Fuentes

RIGOL RICARDO, ORLANDO. Obstetricia y Ginecología / Orlando Rigol Ricardo. __ La Habana: Ed. Ciencias Médicas, 2004. __ 438p.